LA PATRAÑA DE LA CANONIZACIÓN CATÓLICA PARA ELEVAR A LOS ALTARES A NUEVOS SANTOS MUERTOS

Por Apologista

La iglesia católica considera que sólo unos pocos de sus fieles logran alcanzar el rango de santos, por sus particulares y elevadas virtudes sublimes y heroicas. En el romanismo, la admisión de un «santo» se produce después de un proceso legal llamado canonización. Hoy, en el catolicismo,  únicamente el Papa puede decretar la santidad de fieles católicos. La canonización es una acción mediante la cual la Iglesia Católica, declara como santo sólo a una persona fallecida. Esta causa comprende la introducción de dicha persona en el canon, o cuadro de santos admitidos. Inicialmente, los individuos eran reconocidos como santos sin requerimientos o procesos formales.

La canonización, ya sea formal o no formal, no «hace» santo a ningún individuo: Es sólo un reconocimiento de que él es santo y fue santo desde antes del proceso de canonización.

Actualmente las canonizaciones se formalizan después de un proceso judicial, llamado Proceso de Beatificación y Canonización, o sencillamente proceso de canonización. El Proceso de Canonización se puede precisar como el paso que elucida la duda acerca de la santidad de una persona. Existen dos rutas para llegar a la declaración de canonización:

– La ruta de probidades o virtudes heroicas

– La ruta de suplicio o martirio

En el proceso de canonización se instituye la duda procesal de si el aspirante a santo (o siervo de Dios) ha vivido las virtudes cristianas en un nivel sobrehumano, o si ha padecido martirio por causa de la fe. También, para llegar a la canonización se requiere de la realización revalidada de uno o dos prodigios.

La canonización se lleva adelante por medio de una pomposa declaración papal de que una persona está, con toda seguridad, contemplando la visión de Dios. El piadoso puede orar confiadamente al santo en cuestión para que medie en su favor ante Dios.

El nombre de la persona se registra en la lista de los santos de la Iglesia y a la persona en cuestión se la «eleva a los altares», vale decir, se le asigna un día de fiesta para la devoción litúrgica por parte de la Iglesia católica…

En contraste con el catolicismo, los cristianos bíblicos, los que somos también llamados “hermanos separados” por Roma, creemos que todos los cristianos comprometidos somos santos en vida, aunque no todos hemos llegado a la perfección aún. El apóstol Pablo es muy claro en este punto cuando les dice a los cristianos de Éfeso, en su carta a los Efesios 4:11-13: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Aquí se hace notorio que Pablo jamás creyó que los santos eran unos pocos que habían llegado a la perfección cristiana, pues él dice que Dios constituyó a apóstoles, profetas, maestros y pastores para perfeccionar a los santos y llevarlos a la estatura de Cristo. Si los santos necesitan ser perfeccionados a través de los líderes de la iglesia, es obvio que muchos aún no han logrado la perfección aún.

A diferencia de la iglesia católica, en donde todos los santos son difuntos que supuestamente ya ganaron un lugar privilegiado en el cielo para abogar por nosotros, en las Escrituras nos encontramos que Pablo y otros apóstoles que se dirigían a todos los creyentes vivos como los santos y fieles. Así, por ejemplo, leemos en   Hebreos 3 verso 1: Por tanto, hermanos SANTOS, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; Hebreos 13 verso 24: Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los SANTOS. Los de Italia os saludan. 1 Pedro 1 verso 15: sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros SANTOS en toda vuestra manera de vivir;  1 Tesalonicenses 5 verso 27: Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los SANTOS hermanos. Filipenses 4 verso 22: Todos los SANTOS os saludan, y especialmente los de la casa de César. Colosenses 1 verso 2: a los SANTOS y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Filipenses 1 verso 1: Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los SANTOS en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos. Efesios 1 verso 1: Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los SANTOS y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso.

Pero acá no termina el asunto, pues incluso los hijos de una familia cristiana son considerados santos por Pablo, cuando él les escribe lo siguiente a los corintios en 1 Corintios 7 verso 14: Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son SANTOS. Como vemos, los niños cristianos de la iglesia primitiva eran santos…¡y estaban vivos!  

Por otro lado, las Escrituras nos dicen que sólo los que son santos verán al Señor, tal como se lee en Hebreos 12 verso 14: Seguid la paz con todos, y la SANTIDAD, sin la cual nadie verá al Señor. Notemos que sin la santidad nadie verá a Dios. ¿Pero cómo esperan los buenos católicos ver al Señor en el cielo, si ellos no llegaron a calificar para ser canonizados para estar entre la élite de los santos reconocidos?

Pero lo cierto es que un santo no es un individuo santurrón que se las pasa metido en un convento o claustro para estar todo el día orando, meditando y viviendo en la más extrema pobreza y en celibato en una celda fría y húmeda con lo mínimo indispensable. Generalmente los santos católicos son los llamados “religiosos” de la iglesia, los que pertenecen al clero, incluyendo a monjes y monjas. En cambio, un santo de la Biblia puede ser un esposo, esposa, hijo, empresario, empleado, obrero, campesino, que vive su fe de manera consecuente y devota.

Un santo en la Biblia no tiene por qué hacer algún portento o milagro para ser considerado como tal, dado que el don para hacer sanidades y milagros no es para todos, tal como se lee en la carta de Pablo a los corintios. El hecho de no tener el don de sanidad o para hacer milagros no lo hace a uno más o menos santo, ya que hay también otros dones que vienen del mismo espíritu, tal como el de lenguas, de interpretación de lenguas, de profecía, etc. Tampoco la muerte en el martirio debería ser considerada como una razón para que alguien califique para la canonización, dado que el mismo apóstol San Juan, el apóstol amado, murió de anciano y no por la espada.

Es claro que la forma cómo la iglesia católica determina quién es santo, y quien no, no tiene apoyo en las Escrituras. Los hechos presentados por el Nuevo Testamento son muy diferentes, como hemos visto en este estudio. En realidad, toda la iglesia de Jesucristo es santa, y la iglesia la componen Todos los fieles bautizados que practican su fe de manera seria y con devoción. Si alguno es bautizado pero descuida su fe, simplemente no es un verdadero miembro del cuerpo de Cristo y está automáticamente fuera de él, sea que haya sido excomulgado o no. Mientras un cristiano practique con conciencia su fe, y viva su vida cristiana de manera constante, seguirá siendo un santo y un miembro del cuerpo místico de Cristo.