Reconstrucción artística del Hombre de Neandertal, según la NASA.
Aparecen algunas sorpresas en las conclusiones. La principal de ellas es que europeos y asiáticos comparten alrededor del 1% al 4% de su ADN nuclear con los Neandertales, lo que indica que hubo un cruzamiento sustancial entre los dos grupos en el pasado (observemos que tu propio genoma no tiene mucho material de los genes de tus tatarabuelos, de modo que tuvo que haber un cruzamiento sustancial para que los marcadores neandertales quedaran fijados así en la población humana). El flujo genético parece ir sin embargo en una sola dirección, y los investigadores no encontraron dichos marcadores genéticos entre las poblaciones africanas —lo que significa que tendrá que haber alguna revisión de la teoría de la «procedencia africana».
Resumiendo, esta evidencia ha reunido a humanos y Neandertales como meras variedades de la misma especie, a la vez que aumenta la distancia genética entre los humanos y los grandes simios. El equipo está confiado acerca del cruce debido a que tuvieron gran cuidado en eliminar la contaminación; creen que cualquier contaminación se encuentra por debajo del 0,7%. Sólo alrededor del 60% del genoma del Neandertal ha sido recuperado hasta ahora. Estos son los artículos fuente primarios procedentes de Science:
- A Draft Sequence of the Neanderthal Genome [Un borrador de secuencias del genoma del Neandertal]» es el artículo primario, de Green et al.1 En este artículo se citan unos 55 autores, incluyendo a Svante Paabo, que ha propuesto teorías sobre hibridación Neandertal durante años.
- «Targeted Investigation of the Neandertal Genome by Array-Based Sequence Capture [Investigación por objetivos del genoma Neandertal mediante Secuencia basada en agrupaciones]» por Burbano et al. Este artículo comparaba genes humanos y de Neandertales con el genoma del chimpancé.2 El equipo «identificó 88 sustituciones aminoácidas que han quedado fijadas en los humanos desde nuestra divergencia respecto de los Neandertales».
- Ann Gibbons daba un resumen de los artículos en un reportaje en el mismo número, con el título de «Paleogenetics: Close Encounters of the Prehistoric Kind [Paleogenética: Encuentros cercanos de la fase prehistórica]».3
- Elisabeth Pennisi exploraba la cuestión de si sería posible clonar un Neandertal, en «Paleogenetics: Cloned Neandertals Still in the Realm of Sci-Fi. [Paleogenética: La clonación de Neandertales sigue siendo cuestión de ciencia-ficción]».4 Lo considera un sueño imposible debido a razones técnicas y éticas.
- Pennisi añade un bosquejo biográfico de Richard «Ed» Green, el investigador posdoctoral encargado del proyecto de secuenciado del genoma del Neandertal en el Instituto Max Planck para Antropología Evolutiva». Este investigador desarrolló métodos de «DNA barcoding» para acelerar el esfuerzo de explorar los datos del ADN.
El anuncio en Science desencadenó una cascada de titulares en los medios de comunicación:
- New Scientist decía: «El genoma neandertal revela un cruce con humanos».
- Science Daily anunciaba: «Los Neandertales “apenas si diferían en nada” de los humanos modernos». Otro suelto en Science Daily en el que se presentaba a Ed Green decía: «El genoma neandertal ofrece atisbos de la evolución humana y datos de cruce con los humanos modernos».
- National Geographic escribía: «Cruce entre Neandertales y humanos — primera prueba sólida mediante ADN. El estudio descubre que la mayoría de nosotros tenemos algunos genes neandertales».
- Clara Moskowitz se las daba de lista con su titular para Live Science, diciendo: «Humanos y Neandertales se apareaban, lo que hace de nosotros en parte Hombres de las Cavernas».
- BBC News decía: «Los genes de los Neandertales “sobreviven en nosotros”.» El artículo va acompañado de una línea cronológica (no a escala), un video corto y una fotografía de Svante Paabo.
- La información de Time Magazine resaltaba las opiniones de Svante Paabo y de Erik Trinkaus. Webb Miller opinaba que este era «un artículo estupendo» representativo de una «ciencia magnífica» porque «algunos [científicos] estarán encantados, y algunos otros se enfurecerán».
- En New York Times se destacaba una gran fotografía de la caverna croata donde se descubrieron los huesos de Neandertales con ADN. Su información ponderaba distintos puntos de vista, y decía: «el nuevo análisis, basado únicamente en genética y cálculos estadísticos, es más difícil de ajustar con el registro arqueológico». The Times citaba a Ian Tattersall [del Museo Americano de Historia Natural] que lo calificaba como «un logro fabuloso» pero «probablemente no la última palabra de los autores, que están evidentemente avanzando a tientas tratando de comprender lo que han encontrado».
- «Una pregunta penetrante: ¿Qué podemos aprender del ADN de los Neandertales?» preguntaba PhysOrg el 22 de abril, antes de la publicación del artículo, y añadiendo: «En contra de la imagen que se ha dado de seres brutos de postura encorvada, los Neandertales que vemos en la televisión juegan al tenis y asisten a cócteles —y venden seguros de automóviles». Quizá uno podrá recordar algunos de estos tipos de Bruto.
- John Hawks, paleoantropólogo y bloguero, acogió bien esta noticia: «¡Los Neandertales siguen vivos!» anunciaba él desde su John Hawks Weblog, donde un Neandertal con aspecto de filósofo adorna su bandera. Su entrada resumía lo que esto significa para la paleoantropología desde una perspectiva evolucionista.
En su blog, John Hawks preguntaba y respondía a su propia pregunta acerca de si esto significa que los Neandertales pertenecen a nuestra propia especie, Homo sapiens. Y responde de manera inequívoca en sentido afirmativo: «Sí.» En cambio, el artículo de The New York Times se esforzaba por mantenerlos distintos. Decía que los Neandertales «no son plenamente modernos» y que no se expandieron desde África, porque se supone que divergieron hace 600.000 años de la línea que llevaba a los humanos modernos. Si esto fuese cierto, suscitaría la pregunta de cómo pudieron cruzarse con humanos modernos después de transcurrir un período tan inmenso de tiempo antes que los dos grupos se encontraron hace alrededor de 100.000 años según la línea cronológica evolucionista. «Hasta ahora, el equipo ha identificado sólo 100 genes —una cantidad sorprendentemente baja— que ha contribuido a la evolución de los humanos modernos desde aquella divergencia.»
1. Green, Paabo et al, «A Draft Sequence of the Neanderthal Genome», Science, 7 de mayo de 2010: Vol. 328. no. 5979, pp. 710-722, DOI: 10.1126/science.1188021.
2. Burbano et al, «Targeted Investigation of the Neandertal Genome by Array-Based Sequence Capture», Science, 7 de mayo de 2010: Vol. 328. no. 5979, pp. 723 – 725, DOI: 10.1126/science.1188046.
3. Ann Gibbons, «Paleogenetics: Close Encounters of the Prehistoric Kind», Science, 7 de mayo de 2010: Vol. 328. no. 5979, pp. 680-684, DOI: 10.1126/science.328.5979.680.
4. Elizabeth Pennisi, «Paleogenetics: Cloned Neandertals Still in the Realm of Sci-Fi», Science, 7 de mayo de 2010: Vol. 328. no. 5979, pp. 682-683, DOI: 10.1126/science.328.5979.682.
5. Elizabeth Pennisi, «Paleogenetics: Computer Kid Makes Good», Science, 7 de mayo de 2010: Vol. 328. no. 5979, p. 683, DOI: 10.1126/science.328.5979.683.
Ahora que sabemos que ellos son nosotros y que nosotros somos ellos, y que los llamados Neandertales están andando entre nosotros, jugando a tenis, y vendiéndonos pólizas de seguros, es el momento de valorar el daño que el mito acerca de los Neandertales ha hecho a la humanidad. Esto nunca ha tenido nada que ver con una investigación limpia, desprovista de prejuicios, acerca de la historia de la humanidad. Y ha tenido todo que ver con buscar selectivamente apoyos para una historia irrenunciable para los materialistas: una historia de que los europeos fueron surgiendo lentamente a partir de animales inferiores a lo largo de millones de años, y que la historia garantizase que ellos estuviesen en la cima. Es una especie de racismo histórico, sólo que las víctimas no han tenido la posibilidad de presentar una reclamación judicial, porque se les suponía extintos. Bien, quizá del 1 al 4 por ciento de 6 mil millones de personas pueden encontrar un abogado ahora. ¿Tienes grandes cejas? ¿Tienes una osamenta pesada? Quizá podrás conseguir un montón de dinero por daños y perjuicios.
Los primeros huesos de Neandertales se descubrieron pocos años antes que Darwin publicase su obra El Origen de las especies. El valle Neander se encuentra en Alemania; incidentalmente, recibió este nombre en honor de Joachim Neander, autor del himno «Alabemos al Señor, el Todopoderoso, el Rey de la Creación». Aunque el esqueleto parecía algo extraño, iban a pasar algunos años antes que demagogos evolucionistas encontrasen una forma de usarlos como apoyos para su historia. El evolucionismo estaba ya ascendiendo en la Inglaterra Victoriana. El abuelo de Charles Darwin, Erasmus, y luego Lamarck y Robert Chambers, habían escrito unos escandalosos pero deliciosos cuentos acerca de la humanidad surgiendo a partir de los animales inferiores. Los geólogos ya habían descartado la cronología mosaica en favor del tiempo profundo postulado por Hutton alrededor de 1830, con Lyell como su campeón, de modo que la escala cronológica ya estaba preparada. El Imperio Británico con su tema victoriano de progreso estaba ya exhibiendo la «superioridad» europea sobre las otras razas humanas, y el racismo estaba en auge. De modo que cuando Darwin asestó su estratégico golpe al publicar un mecanismo aparentemente verosímil para una descendencia evolutiva común, el evolucionismo apareció explosivamente en escena. La aceptación de esta polémica teoría fue al principio vacilante (muchos de los científicos principales se sintieron escandalizados), pero al cabo de diez años Darwin, sus Cuatro Mosqueteros (Lyell, Gray, Huxley y Hooker), y los conjurados del Club X, habían ocupado el terreno. Para cuando Darwin publicó El linaje del hombre en 1871, ya apenas quedaba nadie con energías para protestar —ni tan siquiera entre el clero. Y es que no se trataba de una cuestión de ciencia, sino que se trataba de un fenómeno sociológico de la cultura racista victoriana de finales del siglo 19.
Interpretación evolucionista del hombre de Neandertal, 1888. Obsérvese la diferencia con la reconstrucción de la NASA al principio de este artículo, mucho más reciente, donde se acentúan los rasgos humanos.
Con todo esto, lo que se necesitaba para mantener el impulso era llenar los vacíos de la Saga Darwinista con la apariencia de progreso científico. Los huesos que parecían algo diferentes eran objetos apreciadísimos. Eran inmediatamente situados en la marcha del progreso desde el mono hasta el hombre. Contemplemos la primera «reconstrucción» artística del Hombre de Neandertal (arriba) realizada en 1888, cuando la campaña darwinista estaba en pleno auge. Es evidente que el artista estaba tratando de hacerlo parecer como un un bruto, simiesco, y tan «otro» como fuese posible. Aquí tenemos la clave: estos huesos antiguos tenían que ser diferentes de los de humanos. Los darwinistas manipularon la percepción de la historia humana dándoles unos nombres que insinuaban una supuesta diferencia cualitativa: Hombre de Neandertal, Hombre de Heidelberg, Hombre de Pequín, Hombre de Rhodesia, Hombre de Nebraska, Hombre de Piltdown. Manipularon la taxonomía para respaldar su narrativa darwinista de un tiempo profundo: Homo erectus, Homo heidelbergensis, Homo neanderthalensis. Este cuentismo prosiguió durante el siglo 20, con más reconstrucciones artísticas, una recargada narrativa acerca de cuándo y dónde surgieron diferentes grupos en escena, y adónde migraron. Se redactaron historias ficticias acerca de cómo diferentes especies de antecesores de los humanos pudieran haberse enfrentado entre sí y luchado sin cuartel entre ellos. Se urdieron otras historias ficticias acerca de la invención del lenguaje, de la cultura y de la religión. Los Neandertales, se nos decía, se separaron de un antecesor común de los humanos modernos hace 650.000 años. Eran descritos como unos habitantes de cavernas brutos, encorvados, con frentes estrechas, cejas prominentes, musculares, cazadores de mamuts, que sabían poco más que encender fogatas, gozar del sexo y comer carne. Pero cuando llegó el inteligente y esbelto Cro-Magnon (ya sabemos, los europeos), estos brutos no pudieron estar a su altura, y a lo largo de los años fueron acosados hasta quedar extintos.
¿Qué relación tiene todo esto con una historia verdadera? Ninguna. Sí, claro, hay huesos, y flautas, y enterramientos, y cavernas, pero el «escenario» es un gran mito producto de la fantasía guiada por una necesidad de explicación materialista. Hace 150 años que esta fantasía tendría que haber sido abandonada. Consideremos hasta qué punto es absurda toda esta narrativa. Los evolucionistas nos piden que creamos que los Neandertales prosiguieron en su ruta evolutiva hace 650.000 ¡sólo para encontrarse con los humanos «modernos» hace entre 100.000 a 80.000 años, y encontrarse con que podían tener descendencia fértil! Si la teoría de Darwin significa nada en absoluto, en un tiempo tan dilatado los Neandertales y las otras especies humanas tendrían que haber derivado tan lejos entre sí que cruzarse hubiera sido imposible. Esto es lo que la mayoría de evolucionistas creían hasta muy recientemente. La evidencia de apareamiento fértil en el genoma neandertal no es meramente un ajuste técnico en el escenario de la paleoantropología darwinista; demuestra su total carencia de fundamento. Todavía más absurda es la idea de que humanos modernos, anduvieron por los caminos de Europa durante 100.000 años sin jamás inventar una rueda, construir una ciudad, montar un caballo o cultivar un campo. ¡Estamos hablando de un período de tiempo 10 a 12 veces más largo que toda la historia humana registrada! Quien no vea el evidente absurdo de la pretensión evolucionista necesita detenerse y reflexionar atentamente sobre todo ello. No sólo esto, los evolucionistas nos dicen que los antecesores de los humanos fueron capaces de usar el fuego y de cocer, de cazar, de andar en postura erguida, y que quizá también usaban la comunicación verbal y simbólica durante medio a un millón de años. Como preguntó con toda razón Duane Gish en 1993: «¿Pero qué es lo que estuvieron haciendo nuestros avanzados antecesores homínidos durante casi un millón de años? ¿Por qué la evolución, tanto física como cultural, estuvo tan estática durante un período tan inmenso de tiempo? Si el Homo sapiens había llegado a escena por evolución quizá hace tanto como 150.000 años o incluso más, ¿a qué se debe que inventó la agricultura y la domesticación de animales en época tan reciente y de manera tan repentina?” (Creation Scientists Answer Their Critics, p. 354).
Los creacionistas —estas personas tan vilipendiadas por los darwinistas— han estado diciendo durante mucho tiempo que la capacidad cerebral media del «hombre de Neandertal» superaba a la nuestra. No son los únicos que han dicho que si se afeita y corta el cabello a un Neandertal, se le viste con un traje y se lo lleva a pasear por el centro de cualquier capital, nadie le prestaría ninguna atención. Ahora, sabemos que están entre nosotros, jugando al tenis y colocándonos pólizas de seguros. Y, además, tenemos toda la historia de fraudes evolucionistas con fósiles de hombres primitivos, ya sean intencionados, ya sean por pretensiones insostenibles (Hombre de Piltdown, Hombre de Nebraska), y las actuales guerras intestinas entre los actuales cazadores de hombres-simios que buscan el protagonismo por ver quién encuentra el eslabón perdido más valioso. Todo esto constituye una vergonzosa historia de intrigas, extrapolación indebida de los datos, cuentismo desaforado y revocaciones. No pueden comprender cómo la civilización surgió de repente y aparentemente de la nada. No pueden comprender por qué las primeras pinturas rupestres eran ya las mejores. ¡Y quieren hacernos creer que están realizando progresos en «comprender nuestros orígenes»!
La sociedad está inmersa en un mito materialista que da soporte ideológico a toda una forma de ser y de vivir. Un mito materialista que ha robado a muchos hombres y mujeres del verdadero conocimiento de su naturaleza, de su origen y de su verdadero propósito. ¿Qué es lo que lleva a tantos a prestar atención a estos pretendidos expertos? Están atados dentro de un marco de explicaciones necesariamente materialistas, y necesariamente tienen que inventar un sistema de origen sin dirección ni propósito que no puede ser otro a grandes rasgos que el que siguen pregonando. ¿Por qué cree nadie que su narrativa mejora con el paso del tiempo? ¿Acaso el resultado de este estudio es una muestra de progreso dentro del modelo evolucionista? En absoluto: lo que hace es centrar un haz de luz sobre un rechazo de la verdad acerca del hombre que tuvo lugar hace 150 años. El llamado Hombre de Neandertal era hombre. Y cualquier persona reflexiva también podrá constatar que todas las demás cosas que se pregonan desde el materialismo, un pretendido origen de la vida al azar, el surgimiento al azar de los códigos de la vida y de toda la compleja maquinaria de transcripción, traducción y de todos los sistemas de regulación y control y crecimiento de las células y organismos, todo ello es una fantasía carente de todo contacto con la realidad. No es más que el viejo voluntarismo ateo de Darwin y del Club X.
Los darwinistas se mantienen en el poder académico perpetuando una falsa ilusión de legitimidad, como si cada vez fuesen acercándose más a la meta. Cada nuevo hueso, cada nuevo genoma, «arroja luz» sobre nuestra evolución. Son maestros en dar gato por liebre. Día tras día, objetivamente, está más clara la realidad del Designio Creador, de la presencia de Dios, en el origen y en el propósito de la vida. Una realidad de la que no podía sustraerse el mismo Darwin, que al contemplar la maravilla de la complejidad de órganos como el ojo, a pesar de lo poco que se sabía entonces del funcionamiento de sus microdispositivos, ya le causaba graves trastornos en sus convicciones. De todos modos, él manifestaba la esperanza de que de alguna manera se lograría dar explicación de estas estructuras con un discurso materialista. En realidad, no interesa tanto la realidad de los datos; lo fundamental es la narrativa. Y la narrativa materialista no es negociable.
En contraste a lo anterior, y en contraste, la línea cronológica de la historia bíblica concuerda bien con la historia humana conocida. Uno tiene que comprender que la datación de artefactos más allá de 10.000 años está infectada con la mitología del tiempo profundo, con la que se ha erigido un sistema de refuerzos en círculo vicioso. Los evolucionistas necesitan este tiempo profundo. Para hacerlo parecer legítimo, lo rellenan con períodos en su narrativa ficticia, y luego asignan fechas a estos períodos con métodos de datación artificiosos para darles un aire de objetividad científica. Este guión carece de fundamento. Es preciso considerar la evidencia material. Los mejores datos son las inscripciones, las tabletas de arcilla, escritos, ciudades, arquitectura, cerámica. El nacimiento de la civilización en el Creciente Fértil concuerda con lo que la Biblia dice acerca de propagación de la humanidad después del Diluvio y de Babel. Los registros verificables demuestran que todos los artefactos fueron hechos por el inteligente, diestro y sensible Homo sapiens — todos y cada uno de ellos. Y así como en la actualidad las personas están bien dispuestas en emigrar a cualquier rincón del globo, la migración de verdaderos humanos fue muy rápida después del Diluvio. Cristóbal Colón llegó a un Nuevo Mundo lleno de humanos ya instalados allí, que habían migrado desde Asia por puentes de tierra siglos antes que él —quizá algunos milenios antes. Los humanos estuvieron en el Pacífico Sur, en la Isla de Pascua, en América del Sur, en todas partes a las que llegaron más tardíamente los europeos. El esmerado estudio del antropólogo cristiano Arthur C. Custance El origen de las naciones reúne la historia bíblica con una gran cantidad de datos e indicios para exponer cómo todo esto pudo haber sucedido en poco tiempo. En la bibliografía al pie recomendamos otros artículos de Custance y otros, que complementan a éste. Otro punto importante es que las estadísticas de la población humana concuerdan con la línea cronológica de la historia bíblica como un guante cómodo. Pero si este mundo estuvo habitado por seres humanos inteligentes, erguidos, durante casi un millón de años, deberíamos encontrar montañas de restos de ellos, y no encontrarlos aquí y allá ocasionalmente en yacimientos aislados.
Entonces, ¿quiénes fueron los Neandertales? Para empezar, es hora ya de descartar este nombre con su carga de ideología evolucionista. Eran Homo sapiens con algunos rasgos acentuados. Y no, no vivieron hace 650,000 años, sino hace unos pocos miles de años. Migraron después del Diluvio, como los demás humanos. Después de Babel, clanes de familias estrechamente relacionados se separaron en sus migraciones. La consanguinidad de las tribus fue causa de la acentuación de rasgos. Algunos de estos rasgos pudieron haberse exacerbado debido a la dieta, a un medio ambiente riguroso, a la edad o a las enfermedades. Pero, por todo lo que se ha podido descubrir, eran personas fuertes, sagaces, aptos, creativos, inteligentes, capaces. Muchos científicos barrigones actuales con altas tasas de colesterol, que no podrían encontrar un bistec en una carnicería ni trinchar un pavo, podrían aspirar a igualarlos. Posiblemente fueron los pioneros de frontera de la época, viviendo en los extremos rigurosos del mundo, como los Inuit y ciertos pueblos tribales actuales que saben mucho más del aprovechamiento de su medio que muchos científicos conseguirán tener jamás. Quizá preferían la vida simple del cazador-recolector, como algunos grupos lo prefieren en 2010. Quizá eran los ecologistas de su tiempo, ¿quién sabe? No estuvieron dando vueltas durante 650.000 años, sino unos pocos miles, como todos los demás humanos de los que SABEMOS algo, donde saber es la palabra operativa.
Una iniciativa taxonómica creacionista llamada baraminología acepta el registro del Génesis de que Dios hizo que los seres se reprodujesen según sus «naturalezas» (baramin). Las naturalezas creadas fueron muy probablemente grupos mayores que las actuales especies (aunque en algunos casos un baramin pueda representar una especie, como en el caso del Homo sapiens; para una introducción —en inglés— véase ChristianAnswers.net y CreationWiki). La baraminología comporta unas cantidades significativas de variabilidad genética inherente en los genomas de las naturalezas originales. La imagen de un árbol de la vida en progresión gradual que usó Darwin para propagar su mitología contraria al Génesis acerca de la historia humana se rechaza en favor de la descripción que da Génesis de un mundo de grupos reproductivos específicos que varían dentro de sus naturalezas. Cada baramín está relacionado por descendencia común, de modo que hay espacio para algunos de los estudios de genómica comparada dentro de las naturalezas a semejanza de los que los darwinistas intentan realizar a través de diversas naturalezas; pero los baraminólogos niegan que todos los organismos estén relacionados por descendencia común. En lugar de ello, afirman que las semejanzas son la marca del Creador único de todas las cosas (véase la tesis de Walter ReMine en The Biotic Message). La variabilidad integrada en cada genoma llevaría a la ramificación de especies similares dentro de las naturalezas creadas hasta los niveles de género o familia, y quizá más allá (a fin de cuentas, los taxones son agrupaciones definidas por los humanos), al ir las naturalezas originalmente creadas invadiendo nuevos nichos ecológicos en un planeta dinámico. Estas ramificaciones no incorporarían nueva información genética, sino que serían expresión de capacidades integradas en nuevas formas y combinaciones; en algunos casos se daría una acentuación extrema de útiles genéticos existentes. Desde este punto de vista, todos los grupos raciales humanos derivan del par humano original y retienen toda su condición humana. Las ligeras diferencias en color de la piel y otros rasgos se explican como variaciones amplificadas por el medio o como cuellos de botella genéticos que han ido ocurriendo desde las migraciones después de Babel. De nuevo remitimos al lector al artículo del doctor Arthur C. Custance mencionado más arriba y a la bibliografía más completa al final de estas notas.
Es de esperar que ciertos darwinistas vayan a reaccionar siguiendo el tenor de las miserables declaraciones de Francisco J. Ayala en ABC este pasado 6 de mayo. La calumnia, el ridículo, las burlas, han sido la táctica cotidiana de los materialistas, faltos de verdaderas razones. Los pretorianos de Darwin han estado haciendo esto desde los tiempos del Club X, y los creacionistas están acostumbrados a recibir tales ataques (y Duane Gish ha resultado vindicado, así como Arthur C. Custance). Sería deseable que esta lección llegue a aquellos que, profesando cristianismo, han querido mantener una postura intermedia y que, en el curso de su contemporización han demostrado una plena adhesión al naturalismo metodológico y han abandonado la realidad de la historia bíblica. La próxima vez que los darwinistas tengan que volverse atrás y admitir públicamente que han errado el camino, que todo lo que han estado enseñando durante 150 años era erróneo sobre el Hombre de Neandertal, o sobre los pinzones de Darwin, o sobre el genoma humano, o _________ (rellenar el espacio), nadie podrá decir que desconocían el fondo de la cuestión. Que nadie diga que el Apóstol Pedro no advirtió seriamente acerca de los burladores que negarían la historia bíblica de la creación y del diluvio (leer 2 Pedro 3). El único hombre de Neandertal a quien deberíamos prestar atención es el original, el que dio el nombre al Valle de Neandertal, Joachim Neander. Él escribió este himno:
Alaba al Señor, que sobre todas las cosas maravillosamente rige,
¡Te cobija bajo Sus alas, y tan bondadoso te sostiene!
¿No has visto cómo tus anhelos siempre cumplidos quedan
En la provisión que Él ha ordenado?
Alaba al Señor, que tu obra prospera y te defiende;
De cierto que Su bondad y misericordia de día en día te atiende.
Medita de nuevo lo que puede hacer el Omnipotente,
Si en Su amor Su amistad te ofrece.
(Véase Romanos 5 y Hebreos 2 para más acerca de esto último. Somos llamados a expresar nuestra naturaleza humana para el propósito en que fue formada. Dios nuestro Creador nos llama a cada uno de nosotros a la reconciliación con Él.)
Lecturas adicionales
Jerry C. Bergman:
Arthur C. Custance:
Frank W. Cousins
Fuente:
http://sedin-notas.blogspot.com/2010/05/los-humanos-y-los-neandertales-son-uno.html
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