Me entregaron un libro, una fotocopia, de un tal Traian Romanescu, disque de la Universidad de Bucarest, Rumania. Chachachaaaaaaan. El título del libro es ‘La gran conspiración’. Si tuviese muchísimo tiempo para desperdiciar, y ni un solo juego electrónico en mi computadora, tal vez me dignaría a leer este texto. La idea del mismo es muy simple, la gran conspiración es el movimiento comunista/socialista, que, vendría, simplificando, a ser una pantalla judía para la dominación del mundo. Ah, sí. El texto me lo regalaron, no voy a decir quién; pero es una persona con la que, pues, no tengo el menor contacto y, si lo tuviera, al menos en este aspecto, no coincidiría en ideas y nociones. Como libro loquito, tiene su chiste hojear sus páginas y ver cómo ciertas cabecitas pueden distorsionarlo todo para simplemente ajustar la realidad del mundo a un complot simple, cuya sola existencia exigiría el mayor de los compromisos de millones de seres humanos. ¿Acaso no tienen nada mejor que hacer?
Si bien hay bastante información de que Marx fue descendiente por uno de sus lados familiares de una ex familia judía, como lo fuera Kafka, el convertir a su detestable filosofía en una conspiración judía es algo traído de los pelos. Sería una verdadera maravilla que un hombre, en conjunción con todos los judíos del mundo, sea capaz de hacer algo así. Desarrollar una idea, para tomar el poder donde sea y proyectarse al mundo para acaparar más, juajuajua, y expandir su poder, juajuajuajua. En primer lugar, el marxismo es filosofía estúpida, y si triunfo en Rusia, pa’ después extenderse por el globo, eso fue un tropiezo de la historia, más que un plan bien trazado que cumplió con su objetivo. El menso filósofo alemán, vivió de las dádivas de su promotor, Friederich Engels, existiendo en la disimulada miseria para el final de su vida. ¿Es ése el destino otorgado al gran complotador?, ¿así se trata al brillantísimo fundador de una idea que segurito iba a beneficiar a toda la comunidad judía?, o sea, todos estaban metidos en el asunto; pero, nadie estaba dispuesto a dar un centavo de ayuda, ni siquiera disimulada. Mmm, sí, claro.
Un complot judío que tuvo verdadero éxito, la creación del estado de Israel, fue abierto, claro y violento, casi desde sus inicios hasta su creación, después, la brutalidad que este país está dispuesto a ejercer en contra de los invadidos es conocida por todo el mundo. Sea cual sea el punto de vista suyo sobre Israel, nadie puede negar que fue un éxito y demandó, por parte de la comunidad judía, muchísimo trabajo, además de una fuerza y convicción totales, para lograrlo. Si puedes lograr algo, de manera abierta, ¿por qué preocuparse por hacer algo en secreto cuya posibilidad de éxito es mínima? Además, el estado de Israel sólo se formó a consecuencia del holocausto judío, que ahuyentó a millones de judíos fuera de Europa, a Israel, entre otros destinos, y consiguió granjearse el apoyo político de la mayor parte del mundo, generando una simpatía por un estado judío, en detrimento, claro está, de la población local palestina. Después de tanto trabajo, fue un horroroso accidente lo que permitió la creación de Israel. ¿Acaso ese crimen también fue parte del plan?, ¿si el socialismo mundial es un complot judío, por qué no se apresuraron a reconocer a Israel en nombre del internacionalismo? Podrían haberlo hecho, sin el menor de los problemas, así lo hicieron los EE.UU. y muchos otros países.
Aquí estoy haciendo dos puntos. El primero, que un plan para obtener algo puede ser abierto y agresivo, sin que por que esto la opinión pública le condene, además de que, en el ejemplo, depende de un accidente para su realización final (siempre hay muchísimas variables involucradas, por lo que planificar cualquier cosa se convierte en un desafío), y, segundo, cualquier plan ‘secreto’ requiere de un motivo para serlo, ya que, de otra manera, lo único que tienes es un plan cualquiera, o uno al que lo has complicado por insistir que sea ‘secreto’. El éxito de Israel demuestra que NO necesitas que un plan sea ‘secreto’ para que éste tenga éxito. Es difícil guardar secretos. Muy difícil. Si bien un secreto, el dato oculto, facilitaría una ‘sorpresa’ para ser utilizada a tu favor, el secreto se pierde ni bien se obtiene el objetivo o se lanza el ‘ataque’. Los japoneses planificaron un ataque secreto en contra de los EE.UU., el famoso bombardeo de Pearl Harbor, Puerto Perla. Ni bien los aviones nipones sobrevolaron la isla, pues, el secreto quedó al descubierto. ¿Se imaginan un plan secreto, secreto, que oculta sus datos desde 1860 y pico, hasta nuestros días? Shhhhhh, secreto, secreto. ¡Qué idiotez!
Si camina como pato, si parpa como pato, si parece un pato, lo más probable es que se trate de un pato.
El gran problema con las teorías de conspiración, es que le reclaman al ‘conspirador’, un talento excepcional para planificar algo, una observación de cada uno y todos los detalles, a la vez que le permiten, por alguna razón, ser una obvia exposición. O sea, se nota que es un secreto, lo que es una contradicción absoluta. En las teorías de conspiración, cada triunfo se ve resaltado por el hecho de fue logrado en ‘secreto’, y cada fracaso o tropiezo es ignorado por completo. O se tiene el talento para guardar el secreto, y se llega al objetivo, o se pierde, y se desvela el plan a todo el mundo. No existe la posibilidad del camino a medias. No se puede guardar un secreto a medias, o está ahí, o es un hecho conocido, ya que los planes ambiciosos, como el ataque a Pearl Harbor, son claros, demandan mucho esfuerzo, si saliese un dato a la luz, en vez de haber decenas de informes que lo contradigan, tendríamos en cambio muchísima información que lo corroboraría.
Volvamos al plan de dominación mundial socialista/judía—que, dicho sea de paso, ya fracasó—bueno, el objetivo puede simplificarse mucho: dominación mundial, destrucción de la civilización cristiano occidental. O sea, obvio, pues. En cambio el proceso, el voto de silencio, fiel y completo, de varios millones de personas, hmmm, complicado, pues. Demasiado. El problema de todas las teorías de conspiración, de esto, de aquello, o lo que sea, es siempre el mismo, la idea por detrás es bastante simple: el poder, para mantenerlo o conseguirlo, y el proceso, por delante, es demasiado complicado.
Veamos, por ejemplo, la famosa conspiración del 11/S, la acusación de que las Torres Gemelas fueron ‘demolidas’, y que los aviones que se estrellaron fueron guiados a control remoto contra ellas. Yo sé que el 99,9% de las personas saben que eso es un hato de tonterías descomunal, y es una vergüenza de nuestro tiempo que haya gente que proclame eso, ya que es una falla educacional de toda la sociedad. Una pena. (¿Recuerdan que, como comunidad mundial, celebramos el cambio de milenio el año equivocado? Estamos mal. El porqué la gente está tan dispuesta a creer tonterías, en verdad se limita a un grupo muy pequeño de personas muy confundidas; sin embargo, el milenio errado es prueba de las falencias generales de la sociedad que impide que esas personas con raras creencias simplemente sean corregidas por el colectivo. El libro de Jean-Francois Revel, ‘El conocimiento inútil’, vendría a ser un excelente trabajo sobre el tema. Coincide con él, en un artículo muchísimo más breve, Tom Wolffe, con su ‘En el país de los marxistas rococo’.) Veamos, para que el complot sea secreto tenemos que: Osama Bin Laden tendría que ser ‘falso’, ya sea en acciones o presencia (o sea, no tendría que haber estado involucrado en el hecho, podría ser una persona real ‘haciéndose pasar por terrorista’), bueno, el número de personas que podrían testificar sobre su ‘carrera’, pues, es descomunal. La prueba documental (periódicos, revistas, entrevistas, etc.) es vasta. ¿Qué más? Digamos que hubo una gran investigación para averiguar lo sucedido, su documento ‘El informe sobre el 11 de Septiembre’ es un magnífico, y está llenísimo de nombres, los responsables de esto y aquello. Bueno, lo que no son inocentes de haber sido engañados, pues, serían visibles culpables. Cualquiera que sospeche algo podría darse el trabajo de buscar a cualquiera de ellas o ellos.
El mejor argumento que he escuchado en contra de las grandes conspiraciones desde el estado, es de un tipo que se refería a, precisamente, una de las conspiraciones del 11/S, el dijo “la gente que piensa que el gobierno podría hacer una conspiración de este tipo simplemente no comprende ni ha trabajado dentro del mismo, ya que, para hacerla, tendría que ser muy eficiente”. El mismo argumento, en espejo, sería mostrar cómo funcionan los servicios de espionaje del mundo, no hay James Bonds ingresando en bases secretas y extrayendo verdades guardadas bajo siete llaves, lo que hay es corrupción, y pase de datos a cambio de dinero, como Barron señala en su libro ‘La KGB hoy’, el principio sigue siendo el mismo desde siempre: MICE, en inglés, el primero representa MONEY, dinero, IDEOLOGY, ideología, COERCION, coerción, EGO, ego. Las personas van a pasar el dato por dinero, simpatías ideológicas, porque los obligaron, o porque se sienten importantes al hacerlo. Estas razones siempre están presentes de una u otra forma, lo que convierte a cualquier estado en bastante poroso. Pensando en esto, sobre el 11/S no sólo involucraría a los Estados Unidos, sino a gran parte de los gobiernos del mundo: Rusia, Alemania, Reino Unido, China, etc. Todos tendrían que estar comprometidos con la conspiración. Absurdo.
Stalin estuvo dispuesto a matar directamente a más de siete millones de personas dentro de la URSS para salirse con la suya, para ello debió contar con la lealtad de millones de oficiales de policía y demás, fue un brutal monstruo con su propia gente. No hubo secretos. La masacre fue abierta, acusaciones fraudulentas, millares de millones de testigos, montañas de documentos. Mao, en China, fue muchísimo más brutal. Los Castro, en Cuba, no dejan que una mosca proteste en contra del gobierno cubano. ¿Secretos?, ¿para qué? La brutalidad abierta y despiadada es muchísimo más efectiva. Todos los creyentes de las teorías de conspiración son, entre otras cosas, una total manga de ingenuos, viviendo fantasías donde la solución al problema es compartir datos, o sea, que ellos tienen el PODER de ayudar, de resolver algo, ya que pueden compartir información. Eso no sucede ni en los cuentos de hadas, si el problema es algo ‘grande’, su fuerza será proporcional, y para oponerse a ello, y derrotarlo, se tendrá que acumular una fuerza equivalente. Es fácil oprimir a la gente, mucho más que guardar secretos. Los problemas, todos, están ahí, para que los vean los que quieran… No sé porqué, teniendo ya tantos, algunos están dispuestos, en sus fantasías, a inventarse más problemas, y, buscando una respuesta, especulo: supongo que es el morbo del poder, de estar al tanto de un ‘secreto’, disfrutar de la sensación de control que otorga estar en posesión de esa información, que ahora ellos pueden difundir para hacer ‘algo’. Qué patético.
Si parece pato, si parpa como pato, si camina como pato, es un pato. La corrupción es el problema, la ineptitud, el ciego egoísmo, la estupidez, las malas ideas, las buenas acciones sin propósitos coherentes, la enfermedad, la muerte. Y están ahí, a la vista de todos. Pocos son los secretos relevantes, menos las conspiraciones que importen un pepino. La opresión, hoy, en países como China, Cuba, Korea del Norte, Myanmar, varios estados africanos, es brutal, ¿Por qué habría de molestarse un gobierno en oprimir a su gente con conspiraciones secretas? Eso no tiene sentido.
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