¿EN QUÉ BASAN LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ SU NEGATIVA A LA TOMA DE SANGRE?

transfusion4Los textos que ellos manejan para negarse a la ingesta, toma, bebida o transfusión de sangre son los siguientes, principalmente del Antiguo Testamento, y uno del Nuevo Testamento -éste último lo veremos posteriormente en otro apartado; vayamos ahora a los textos del Antiguo Testamento: 

Génesis 9, 3-6: «Todo moviente dotado de vida os servirá de alimento; os lo he dado todo lo mismo que la hierba verde. Sólo no habéis de comer la carne con su alma, [es decir], su sangre; pues, en verdad, yo pediré cuenta de vuestra sangre como de vuestras almas: de mano de cualquier animal las reclamaré; reclamaré asimismo el alma del hombre de la mano del hombre, de la mano de cada hermano suyo. Quien vertiere la sangre del hombre, por los hombres su sangre será vertida; pues a imagen de ´Elohim hizo ´El al hombre». 

Levítico 3, 17: «Es un estatuto perpetuo para vuestras generaciones en todas vuestras residencias: grasa alguna ni sangre alguna habéis de comer.» 

Levítico 17, 10: «En cuanto a cualquier individuo de la casa de Israel o de los extranjeros residentes en medio de ellos, que comiere cualquier clase de sangre, volveré mi rostro contra esa persona que hubiere comido la sangre y le exterminaré de en medio de su pueblo». 

Levítico 17, 13-14: «Cualquier hombre, así de los hijos de Israel como de los extranjeros que moran entre vosotros, que cazare pieza de pelo o pluma que es lícito comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra, porque el principio vital de toda carne es su sangre y he dicho a los hijos de Israel: ‘No comeréis la sangre de ninguna criatura, pues el espíritu vital de toda carne es su sangre; cualquiera de los que la comieren será exterminado'».  

Deuteronomio 12, 23-25: «Sólo mantente firme en abstenerte de sangre, pues la sangre es la vida, y no has de comer la vida con la carne.» 

Todos ellos son claros y rotundos en su prohibición: no es lícito comer sangre animal porque es comer la vida. Analizaremos a continuación su sentido y los situaremos en su contexto, dejando para más adelante el texto del Nuevo Testamento que también esgrimen para apoyar sus ideas.  

El significado de la sangre para los pueblos semíticos 

En los pueblos semitas del Próximo y Medio Oriente se vio la sangre como el elemento donde residía la vida, el elemento vital y vitalizante de los seres vivos. Al matar un animal, o en la muerte de cualquier persona, o en un sacrificio, el vertido de sangre indicaba claramente que la vida se marchaba conforme salía aquélla. La pérdida de sangre era también síntoma de debilidad, de pérdida de vitalidad, de vida. La sangre para los antiguos brota del corazón, y la parada del latido indicaba la muerte de la persona. Recordemos además cómo la mitología de Mesopotamia cuenta que el dios Marduk (deidad babilónica), el principal de los dioses, se propuso crear a los hombres para que adoraran a las divinidades; para ello amasó arcilla con la sangre de un dios rebelde -posteriormente considerado un demonio- de nombre Kingu.  

Con este transfondo mesopotámico queda claro que en los antiguos sacrificios animales del pueblo de Israel se ofrecía vida a Dios, y esto significaba derramar la sangre del animal sacrificado. La sangre era la vida, y ella era propiedad de Dios, de ahí que no se pudiera tomar lo que pertenecía a Dios. El pecado, la infracción, estaba por lo tanto en tomar por el hombre lo que no le correspondía, lo que es de Dios.  

Esta visión de la sangre como vida es también la razón de que del más terrible de los demonios mesopotámicos, Lilitu o Labartu, que en el Poema de Gilgamesh se denomina como Lillake, se decía que mataba a los niños y bebía de ellos su sangre, es decir, su pecado era arrancarle la vida, propiedad de Dios, siendo por ello la primera figura vampírica de la historia conocida. 

Y no olvidemos cómo «el Señor Jesús, la noche en que era entregado, cogió pan, rezó la acción de gracias, lo partió y dijo: ‘Esto es mi cuerpo, el entregado a favor vuestro; haced esto en memoria de mí’. De la misma manera también el vaso, después de cenar, diciendo: ‘Este vaso es la Nueva Alianza ratificada con mi sangre; haced esto, siempre que lo bebáis, en memoria de mí.'». (1 Cor 11,24b-25). Recordemos que en la Antigua Alianza el pan y el vino se ofrecían como sacrifico entre las primicias de la tierra en señal de ofrenda a Dios. También ofreció pan y vino el sacerdote Melquisedec (Gn 14, 18), figura de Cristo. Junto con ello, la salida de Israel de Egipto y el contexto del Éxodo dan al vino -en el que nos centramos- un carácter festivo al final del banquete judío y una dimensión escatológica de espera mesiánica. El vino es «verdadera bebida», y beberlo es «tener la vida, vida en Cristo, que es Dios, y permanencia en Él» ( Jn 6,53-56). 

En la antropología semita el principio vital de la sangre se relaciona con el suspiro o la respiración, es el «ser viviente», la vida, y se designa como «nefesh». La nefesh aún permanece en la carne muerta, en el cadáver, de ahí que se pueda tomar esa vitalidad si se toma la sangre del animal o de la persona muerta. Cosa distinta ocurre con su espíritu, el «ruaj», que al morir el hombre va al más allá o «sheol». De ahí que en la antropología semítica exista tanta unidad entre la carne («basar») y el principio vital o «nefesh», pero es la ausencia de la «ruaj» la que al no estar tras la muerte del ser humano la que lo hace no vivo. Por otro lado los animales no tienen «ruaj» sino «basar» y «nefesh». Apuntemos que los griegos tradujeron «nefesh» por «psykhé», y este término pasó al latín como «anima», que es nuestro castellano «alma», aunque es más acertado decir que el alma está en la «ruaj» (que se castellanizó como «espíritu»), y no en lo psíquico, en el «nefesh», que como decimos, aún permanece en el cadáver.  

La sangre en sí misma 

Aunque es un tejido muy conocido en su existencia, no ha sido hasta los siglos XIX y XX cuando se ha logrado entender su verdadero significado fisiológico, siendo el que más ha motivado la inventiva y el que mayor impacto ha tenido en el pensamiento popular, mítico y religioso durante todas las épocas y culturas a lo largo y ancho del mundo.  

Como cualquier pueblo, el pueblo de Israel se desarrolló bajo una influencia y una cultura centradas en las civilizaciones del Próximo Oriente, lo que le llevó a asumir muchas ideas pre-científicas propias de su entorno. Las leyes sobre la sangre se enmarcan en una época determinada, una cultura, una mentalidad; y así ocurrió con los demás pueblos y civilizaciones. Plinio el Viejo contaba que en torno al año 100 de nuestra era en el circo la gente se lanzaba a la arena para beber la sangre de los gladiadores aún moribundos y así poder adquirir su fuerza y valentía. Otros grupos étnicos de Asia y de Centroamérica, o del Canadá, tenían por costumbre hace dos milenios el tomar la sangre de sus enemigos y de animales para fortalecerse y adquirir las propiedades de los animales.  

Investigadores y científicos en el siglo XVII que empezaban a realizar las primeras transfusiones sanguíneas a veces daban sangre animal a personas con el fin de variar el carácter del receptor, habiendo incluso historias de alguna mujer que habiendo recibido sangre de gato maullaba por las noches sobre el tejado de su casa. 

Quitando lo insostenible de alguna de estas historias, sí hemos de decir que hasta hace muy poco se ha considerado por la ciencia, en su desconocimiento de la sangre, su función, utilidad y variedad en tipos, que verdaderamente de alguna forma poseía en sí misma la propiedad de aquel de quien provenía, lo que se confirma en los dos casos recién comentamos, muy cercanos en el tiempo a nuestra actualidad, lo que nos debe de llevar a no caer en la rápida crítica histórica, anacrónica e injusta por lo tanto, de las leyes del Antiguo Testamento referentes a la toma de sangre animal, por considerarse como sede de la vida, de lo vital, el alma del animal. Creer que en la sangre residía la vida, la «psykhé», de su propietario ha sido algo supuesto hasta hace 300 años por hombres de ciencia en Europa.  

La Biblia no es propiamente un libro científico, ni de medicina, ni de astronomía, ni de matemáticas, ni de biología 

Los Libros Sagrados [la Biblia] enseñan firmemente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación nuestra. […] El intérprete indagará con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar por sus palabras, para comprender lo que Él quiso comunicarnos. Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas, hay que atender a los «géneros literarios», porque la verdad se propone y se expresa de una manera o de otra en los textos de diverso modo históricos, proféticos, poéticos o en otras formas de hablar. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia, según la condición de su tiempo y de su cultura, por medio de los géneros literarios usados en su época. 

La Biblia no se ha de leer como un libro de ciencia ni sacarlo del contexto cultural de su época. 

El Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento 

Leer el Antiguo Testamento ha de llevar a leer el Nuevo. La Biblia (Antiguo Testamento y Nuevo Testamento) es el libro del Pueblo de Dios, el medio por el que Dios ha ido educando y sigue educando a sus hijos. La salvación se desarrolla en el tiempo y se ha ido revelando en la historia. Como dice la carta a la Hebreos en su inicio, «Dios, que en los tiempos pasados muy fragmentaria y variadamente había hablado a los padres por medio de los profetas, al fin de estos días nos habló a nosotros en la persona del Hijo, […]» (Hb 1,1-2). 

Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre, no obstante los libros del Antiguo Testamento recibidos íntegramente en la proclamación evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento, ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo.» (DV cap. 4. 16) Además, justo antes apuntó que «La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. Además los libros del Antiguo Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y misericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran, sin embargo, la verdadera pedagogía divina. (DV cap. 4. 15) 

La lectura, por lo tanto, de los pasajes del Antiguo Testamento ha de hacerse siempre, especialmente en los pasajes que revisten un punto de vista dogmático o moral, bajo la luz del Nuevo Testamento, ya que la perfección ha llegado con Cristo. Queda claro que la lectura de la Biblia ha de hacerse desde la totalidad de ella.  

Algunos pasajes pertinentes del Nuevo Testamento

Ya el apóstol san Pablo dejó claro en la Carta a los Gálatas que «antes de llegar la fe estábamos custodiados bajo la vigilancia de la fe, encerrado con vistas a la fe que iba a revelarse. De manera que la ley fue nuestro pedagogo para ir a Cristo, a fin de quedar justificados por la fe; pero una vez que llegó la fe, ya no estamos bajo el dominio del pedagogo.» (Gal 3, 23-25). 

Un texto similar de la Carta a los Hebreos recuerda la inutilidad de los sacrificios animales ante el único y solamente válido sacrificio de Cristo en la Cruz: «Pues conteniendo la ley una sombra de los bienes que habían de venir, no la expresión real de las cosas, no puede jamás, con los mismos sacrificios que sin cesar ofrece año tras año, dar cumplida perfección a los que se llegan; al contrario, con ellos se renueva el recuerdo de los pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite los pecados.» (Hb 10, 1.3). 

Jesús da perfecto cumplimiento a las leyes de Moisés, a la Ley en su conjunto, la Torah, porque como nos recuerda el evangelista Mateo, «yo os digo que aquí hay algo más grande que el Templo. […] pues el Hijo del Hombre es dueño del sábado.» (Mt 12, 6.8).  

El texto del Nuevo Testamento que citan a su favor los Testigos de Jehová 

Anteriormente dejamos para más adelante un pasaje del Nuevo Testamento que avalaba la teoría de los Testigos de Jehová. Ahora es el  momento de considerarlo, en vistas a lo comentado en las secciones anteriores.  

Sólo existe un pasaje donde expresamente se hace mención a la toma de sangre dentro del Nuevo Testamento, y es en el relato del Concilio de Jerusalén, donde tras discutirse los distintos puntos de vista entre las facciones o comunidades cristianas de Pedro, Pablo y Santiago en referencia al comportamiento impuesto a los gentiles y a los cristianos provenientes del judaísmo -es la apertura de la evangelización más allá de los límites judíos y el reconocer qué prácticas del judaísmo podían permanecer y cuales mantenerse ante la irrupción que el mensaje y la persona de Jesucristo ha supuesto- se llega a la conclusión siguiente tras hablar el representante de las comunidades más cercanas al judaísmo, Santiago: «Pues hemos decido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros ninguna carga más, fuera de éstas necesarias: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de carne de animales estrangulados y de la fornicación; […]» (Hch 15, 28-29)  

Para comprender este texto analicemos alguno más que dará luz a lo que ha ocurrido aquí: 

Posteriormente Pedro y Pablo se encuentran en Antioquía, y Pedro, que seguía normas de comida de gentiles, al llegar miembros de las comunidades cristianas de Santiago, dejará de comer con ellos y se sentará a la mesa de los cristianos provenientes del judaísmo. Ante ello Pablo echará en cara a Pedro su comportamiento y le dirá que la justificación es por la fe y no por las obras de la ley (de Moisés) (Gal 2,11-21). Ciertamente no se hace aquí mención de la sangre ni de qué preceptos alimenticios se estaban considerando, aunque es de suponer que algunos miembros volvían a comportarse como antes, sin tener en cuenta lo dicho en el Concilio de Jerusalén.  

En la Carta a los Romanos (Rom 14,1-23) Pablo ofrece una solución conciliadora para que las costumbres alimenticias de los gentiles no «entristezcan» (Rom 14,15) a los cristianos venidos del judaísmo, pidiéndoles que no escandalicen a los «débiles en la fe» (Rom 14,1): «Acoged al que es débil en la fe, no para discutir opiniones. Mientras uno cree poder comer de todo, el débil come hortalizas. […] Pues si por una comida se entristece tu hermano, ya no caminas conforme a la caridad. […] pues el Reino de Dios no consiste en comida ni en bebida, sino en justicia, paz, y alegría en el Espíritu Santo».  

Y ya en una carta pastoral como la de Timoteo, aunque en un contexto contra las ideas de los gnósticos, podemos leer que «porque toda criatura de Dios es buena y no hay que rechazar [manjares que Dios creó] nada que se tome con acción de gracias, pues se santifica por la palabra de Dios y la plegaria» (1 Tim 4, 3-5).  

Las transfusiones sanguíneas

Acerca de las transfusiones sanguíneas, que no existían en la época de Antiguo Testamento y del Nuevo, no se dice nada en la Biblia. Sin embargo, en tanto que la negación de la toma de sangre por considerarse como sede de la vida y algo ligado a la propia persona en su cultura semítica, podemos pensar que la transfusión de sangre debería negarse por igual principio: No debe ponerse sangre de una persona en otra, no debe ponerse el «nefesh», la «psykhé» de una persona en otra; es algo obvio.  

Personalmente no estoy de acuerdo en considerar que como la Biblia no habla de transfusiones, las transfusiones se permiten por ella. Es más, acabamos de decir, que si hubieran existido transfusiones en aquella época, también habrían sido negadas. Pero no es éste el criterio de lectura e interpretación bíblica, sino la búsqueda del sentido de la prohibición mosaica, el cual reside como hemos venido diciendo en la creencia científica errónea -hoy la sabemos- de la residencia de lo vital del ser humano, o del animal, en la sangre. Por lo tanto, esta ley moral y alimenticia está basada en una concepción científica errónea, que incluso en el siglo XVII hemos visto con algún ejemplo, era considerada por la misma ciencia médica hematológica.  

La lectura correcta la Biblia ante las transfusiones es que es una práctica puramente médica ante la que la Biblia y la Iglesia no tienen nada que decir al no ir en contra de la moral natural ni la Ley positiva de Dios, siendo en todo caso una práctica adecuada y necesaria ante la que la Iglesia se pronunció favorablemente una vez que científicamente se estableció en el siglo XX cuáles eran sus clases, con el descubrimiento de los tipos A, B, O y AB y se empezó a comprender la ciencia de las transfusiones.   

Conclusión 

La toma de sangre (bebida o de cualquier otra forma) está ligada absolutamente a la alimentación y manducación de las partes animales, criaturas de Dios y bendecidas por Dios en todas sus partes, y no a la toma de la vitalidad o el alma (animal), o la supuesta adquisición de propiedades animales. Cualquier creencia en sentido contrario se basa en un conocimiento científico inadecuado del tejido sanguíneo que hoy en día no podemos mantener. Hemos de entender que algunos preceptos de la antigüedad tienen su sentido sólo el contexto de su época y se basan sólo en concepciones pre-científicas. Si es este el caso, como hemos mostrado, no podemos mantener su extensión a la actualidad como formando parte de la ley divina. Han sido leyes que han tenido su vigencia en ciertos momentos para el pueblo de Israel pero que hoy no lo tienen por tener un conocimiento mayor de la realidad creada.  

Por otro lado, la transfusión sanguínea es un método de la ciencia de extraordinaria ayuda para la vida del receptor en multitud de situaciones médicas orientadas siempre a la vida y nunca en contra del donante. Es por ello por lo que en este punto hemos de citar las palabras de Cristo en referencia al valor de la vida frente a cualquier prescripción de la Ley:

«Y marchándose de allí fue a la sinagoga de ellos. Y estaba allí uno que tenía seca la mano. Le preguntaron, con intención de acusarlo: ‘¿Se puede curar en sábado?’ Pero él les dijo: ‘¿Quién habrá de vosotros que tenga una oveja, y si ésta cae en una zanja en sábado no la recoja y la levante? Pues ¡cuánto va de un hombre a una oveja! De manera que se puede hacer bien en sábado.'» (Mt 12, 9-12).

Es por todo ello por lo que la negativa de la secta de los Testigos de Jehová de tomar sangre, ya bebida, comida, o de cualquier otra forma, o negarse a recibir transfusiones de sangre por ser un mandado divino en tanto que en la sangre reside la vitalidad, la parte anímica del ser vivo, es un error.

DENUNCIAN LAS MANIPULACIONES DE TESTIGOS DE JEHOVÁ EN LAS TRANSFUSIONES

predicandoMadrid, 31 jul (EFE).- Una nueva organización denominada «Liberados» ha denunciado hoy las interpretaciones «muy particulares e interesadas de determinados textos bíblicos» por parte de los Testigos de Jehová y los efectos negativos que tienen sobre sus seguidores, como la oposición a las transfusiones de sangre.

El pasado 26 de julio una mujer testigo de Jehová, de 61 años, murió en Sevilla por negarse a recibir una transfusión tras sufrir un accidente de tráfico.

Esta asociación, fundada por ex miembros de Testigos de Jehová, segura que los fieles son atemorizados para que no puedan relacionarse con los que ya no pertenecen a la «secta», aunque sean parientes.

En declaraciones a EFE, el presidente de «Liberados», Gabriel Satué, ha asegurado que él y otros fundadores fueron expulsados por discrepar y reclamar la libertad de conciencia en el asunto de las transfusiones.

«Cada vez hay mas víctimas de la organización de los Testigos de Jehová. Pero hoy por hoy son víctimas desatendidas -según «Liberados»-, víctimas que la sociedad no entiende hasta qué punto padecen, pues para entender ese dolor sólo es posible hacerlo si uno ha pasado por la experiencia de ser un Testigo de Jehová al que se le ha maltratado emocionalmente por no estar de acuerdo en todo lo que la organización dice».

«Liberados» pretende agrupar a los que han abierto los ojos y desean dejar de ser testigos, a los que ya lo han hecho y son despreciados por ello, a sus familias y amigos, a los expulsados por no aceptar todas sus enseñanzas, a los que necesitan ayuda para darse cuenta de donde están y a los que siguen sufriendo una fuerte dependencia emocional a pesar de haber salido de la «secta». EFE jl/pz

¿SON VÁLIDOS LOS ARGUMENTOS DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ PARA RECHAZAR LAS TRANSFUSIONES?

Si Cristo dijo que se hizo la ley para el hombre y no el hombre para la ley, ¿por qué los jefes de los testigos de Jehová les exigen morir antes que recibir sangre en una transfusión?

La muerte reciente de una testigo de Jehová en Sevilla por negarse a recibir sangre ha reabierto el debate sobre esta secta. Sólo en el foro abierto en El País ha habido 165 mensajes y en el de ABC 76. Os dejo una discusión real de un católico preparado con un testigo de Jehová en la que el contradictor refuta los argumentos de éste.

LF: Así que vosotros afirmáis que la vida está en la sangre, ¿verdad?

TJ: Sí, lo dice la Biblia en Gen 9,4

LF: Y claro, como la Biblia, incluso en el Nuevo Testamento (Hch 15,20) prohibe el ingerir sangre, vosotros rechazáis las transfusiones de sangre, ¿verdad?

TJ: Efectivamente. Es una ley de Dios y no debemos quebrantar la ley de Dios en ningún caso.

LF: Ok, ¿has leído lo que Cristo dijo en Lucas 14,1-6?

TJ (tras haber leído la cita): Sí, ¿y? ¿Qué tiene que ver esto con lo que estamos hablando?

LF: ¿Tú crees que es justo el permitir que se quebrante una ley de Dios, la del sábado, para salvar la vida de un burro, a la vez que se prohibe quebrantar otra ley para salvar la vida de un ser humano? Pero antes de responderme, lee Juan 15,13.

TJ (tras leer Juan 15,13): silencio…

LF: Juan 15,13 dice «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos». Bien, pues si, como vosotros enseñáis, en la sangre está la vida de la persona, entonces el mayor acto de amor que nadie pueda hacer es donar su sangre, su vida, por sus amigos, en caso de necesidad. Y ya sabes que contra el amor, no hay ley que valga, ya que el amor es la ley superior a cualquier otra.

El TJ, tras balbucear mucho, dijo que iría a consultarlo con sus superiores. No volvió a aparecer. Más sobre las transfusiones, aquí. Y un consejo sobre la manera en la que tratar a los misioneros:

«Todo el que se extravía y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la doctrina, ése tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no lleva esa doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis, pues el que le saluda comunica en sus malas obras» (II Epístola de San Juan, versículos 9-11).

LA HEMOTRANSFUSIÓN Y SU BENEVOLENCIA

¡Lo Que los Testigos de Jehová no dicen!

  

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

 

¿Por qué estaba prohibido por Dios  comer sangre exactamente? 

La prohibición de comer sangre nos lleva hasta el justo Noé (Gn.9:4). Dios prohibió beber sangre y comerla por varias razones:

1. Para desalentar las prácticas paganas que iban en contra de su  perfecta voluntad: Israel tenía que ser separado de las naciones paganas como  pueblo escogido de Dios. Comer sangre era una forma  bien conocida de los pueblos gentiles  de ese entonces. Se llevaba  a cabo  a menudo con la finalidad de obtener poder y velocidad que caracterizaba al animal muerto, para ganar fortaleza. Israel confiaba en Dios y no en el consumo de sangre de animales muertos con el fin de obtener ventajas físicas.

2. Preservar el simbolismo del sacrificio. La sangre simbolizaba la vida del animal que era sacrificado en lugar del pecador. Beberla o ingerirla cambiaría el simbolismo del rito sacrifical y destruiría la evidencia del sacrificio, es decir,  la sangre.3. Proteger al pueblo de infecciones, ya que muchas enfermedades mortales, hasta la fecha, eran trasmitidas por  el consumo de sangre de animales muertos.

 

 

 Por otro lado, el derramamiento de sangre de animales conforme el rito levítico sacrifical, daba cobertura a los pecados de Israel. Su consumo era claramente prohibido:

 «Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona»

«Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona de vosotros comerá sangre, ni el extranjero que mora en vosotros comerá sangre».

«Y cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos, que cazare animal o ave que sea de comer, derramara su sangre y la cubrirá con tierra» (Lev.17:11-14).

Cuando se ofrecía un sacrificio con la actitud correcta, éste y la sangre que se derramaba hacían posible la expiación del pecado. Así,  la sangre derramada representaba la vida del pecador, infectada por su pecado y encaminada a la condenación y muerte. La muerte del animal satisfacía (su sangre) la pena de muerte. Entonces, Dios concedía el perdón al pecador.

En el concilio de Jerusalén (Leer cap. 15 del libro de los Hechos), la cuestión era  si los creyentes gentiles debían de obedecer la ley para ser salvos. Los estrictos  conservadores de la iglesia de Jerusalén estaban dirigidos por fariseos convertidos (15.5) que preferían una religión legalista a una que se basara solo en la Fe.

De haber ganado los conservadores, la circuncisión y conversión al  judaísmo de los gentiles serían necesarias  y el cristianismo terminaría, sin ningún  remedio o alternativa,  como una secta  judía. Se reunieron los líderes y se efectuó la conclusión al respecto.

Los gentiles creyentes no tenían que someterse a la ley judía de la circuncisión, en cambio el concilio les pidió que se apartaran de fornicación, que evitaran comer carne de animales sin desangrar, y, por supuesto, la misma sangre de esos animales. Esto refleja  la enseñanza bíblica que «la vida está en la sangre», conforme Lev. 17.14, teniéndose  en cuenta exclusivamente  su ingestión, porque en esa época no existían aun las transfusiones  de sangre y por lo tanto no pudieron considerarse  de ningún modo para que fuesen rechazadas, y si  esto ha pasado, se ha hecho de manera errónea en la actualidad, para ser exactos, por los religiosos y farisaicos hijos del diablo y de Russell. Por lo tanto, es racional considerar, que no se pensaban ni tan siquiera en ellas.                                                                                                                 

Este compromiso ayudó a la iglesia a crecer en libertad a pesar de las diferencias culturales entre judíos y gentiles convertidos al Señor. (Un paréntesis: Pregunto a los TJ: ¿Cuántas veces han comido carne sin saber que el animal ha sido desangrado o no? ¿Siempre lo saben?).

Los judíos legalistas convertidos, aún consideraban necesaria la ordenanza mosaica para poder ser salvos; su legalismo, no les permitía tener una visión completa de la naturaleza de la «Gracia», como ahora lo podemos ver pasmosamente por «Desgracia» e ignorancia. Por otro lado, el «abstenerse de sangre», ya sea de animal estrangulado, de animal sin derramarla, como lo propuso Santiago, dista del concepto erróneo de los TJ. que «abstenerse de sangre» es aplicable también a la transfusión hemática o sanguínea, la cual ha salvado millones de vidas de hombres, de mujeres y de niños de todos los rincones de la Tierra.


El concepto real de «abstenerse de sangre» en el capítulo 15 del libro de los Hechos  es bastante claro. Santiago nunca prohibió la hemotransfusión. La ordenanza para «abstenerse de sangre»  se traduce exclusivamente en no ingerirla, la razón la conocemos en el antecedente de los pueblos paganos que buscaban un beneficio meramente individual al consumirla y que dista astronómicamente del propósito benevolente que se busca en la hemotransfusión. Hace dos mil años, la técnica para transfundir sangre, no se conocía. . .  ¿por qué entonces los TJ la han prohibido?

El comportamiento biológico entre comer sangre y transfundirla es  completamente diferente, así como sus propósitos, que son diametralmente diferentes. 

El trasfundir sangre no es una práctica pagana tradicionalista antiquísima como lo fue la ingesta de sangre de animales muertos por los pueblos religiosos y paganos y que rechazó Dios desde un principio, sino una proceder que ha salvado millones de vida al mejora el volumen efectivo intravascular para alcanzar a cubrir las demandas metabólicas celulares de los tejidos de la economía por una pérdida hemática rápida y  desmedida como puede verse en el  choque hemorrágico severo, agudo, pudiendo provocar la muerte si no se atiende debidamente. La hemotransfusión, es un acto salvador, lejos de la idea de buscar  sangre de animales con el propósito de  consumirla en base un pensamiento místico para la obtención de destrezas y poder corporal. 

Vamos a dejar bien claro, cuales son las indicaciones científicas para la hemotransfusión.  

INDICACIONES PARA TRASFUNDIR SANGRE  

(Exclusivamente, descartando otros componentes) 

Es obligatorio hacer de la transfusión sanguínea un procedimiento seguro y de beneficio para el paciente; por lo tanto, se sugiere tener en cuenta las siguientes indicaciones: 

Sangre total. La única indicación para transfundir sangre total es el reemplazo sanguíneo durante una hemorragia aguda, con inestabilidad hemodinámica y que exceda una tercera parte del volumen sanguíneo del paciente. 

Hemorragias menos severas pueden ser tratadas con concentrados de glóbulos rojos, soluciones coloidales o cristaloides.

1 unidad = 450 ml de sangre más solución anticoagulante. Se conserva a 4° C durante 21 días. A los 2 días se pierde la viabilidad de las plaquetas; a los 3, 5 y 7 días la actividad de los factores VIII, V y XI, respectivamente.

Glóbulos rojos empacados. Es la forma adecuada de restaurar el volumen globular para mantener o restablecer la capacidad transportadora de oxígeno. Los pacientes con anemia crónica toleran adecuadamente niveles de 8-9 g% de hemoglobina. Por lo tanto, sólo deben transfundirse si las cifras son menores a estos valores y si el enfermo es sintomático.

Se excluyen los pacientes con patología cardiovascular o pulmonar, quienes toleran mal estas cifras de hemoglobina.

1 unidad = 250 ml de glóbulos rojos más solución anticoagulante. No contiene plasma ni plaquetas. Se conserva durante 21 días a 4° C.

Una unidad o paquete de glóbulos rojos aumenta aproximadamente la hemoglobina en 1.5 g. 

Es cierto que la hemotransfusión no está ausente de reacciones secundarias y que pueden ser severas, pero no hay ningún fármaco utilizado por nosotros que nos dedicamos al cuidado de la salud que no esté exento de reacciones severas inmunológicas que pueden ser mortales, como ejemplo tenemos, las antibióticos de cualquier clase, los analgésicos opioides o no, la medicación anestésica, los medios de contraste, las vacunas y sueros, etc. Pero se deberá tener en cuenta, que a pesar de las reacciones de hipersensibilidad que continuarán provocando, incluso, para matar  a muchos,  seguirán utilizándose porque se sabe que han salvado a millones de personas enfermas en todo el mundo. Mañana y pasado, salvarán a muchos miles y miles enfermos más todavía. El  riego beneficio en la utilización de fármacos está siempre presente en la mente de los  que realizamos la buena profesión médica.

Entre las reacciones secundarias postransfusionales que podemos encontrar están: Fiebre, urticaria, taquicardia, náuseas y vómito, opresión, dolor torácico, dolor lumbar, hipotensión y bronco espasmo. Las más severas: Coagulación intravascular diseminada, necrosis tubular isquémica y muerte.  

También es cierto que las infecciones son probables por medio de la hemotransfusión, pero esto sucede regularmente por un descuido injustificable de los laboratoristas  al no detectar la presencia de gérmenes a través de  las conocidas técnicas inmunológicas, al ser  mal empleadas  (Hepatitis B y C, Sífilis, SIDA; Citomegalovirus) en la sangre que es candidata para ser trasfundida. 

Por otra parte, se deberé tener en cuenta que la persona con  hemorragia severa con pérdidas de más de 1500-2000 mls. de sangre  requiere obligadamente de la hemotransfusión. Las soluciones cristaloides y coloideas únicas serán insuficientes con dichas pérdidas de sangre  para mantener una homeostasis celular óptima y que solamente los eritrocitos que se encuentran  en la sangre para transfusión podrán llevar a cabo al aportar oxígeno a las tejidos del cuerpo humano. Si el paciente en estas condiciones  no se le trasfunde sangre, morirá con entera seguridad.   

La transfusión o trasfusión  sanguínea tiene la finalidad de salvar la vida de los hombres que están en peligro de morir a causa de un choque hemorrágico severo. El consumo o ingesta de sangre en la antigüedad tenía el propósito de obtener fuerza y destrezas individuales. Es por eso que Dios aborreció esta práctica  por tener un carácter místico pagano y también puramente egoísta. 

La hemotransfusión es un acto no egoísta, porque se fija en preservar la vida humana. No creemos, por el carácter misericordioso del Divino, de acuerdo a la Biblia,  rehúse esta saludable y benevolente acción altruista, ya que Dios «hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos» (Mt. 4:45). 

Con respecto a la Eritropoyetina Recombinante: 

«El efecto de la eritropoyetina humana recombinante alcanza el efecto inicial después de 7 a 10 días, logrando que aumente la cuenta de eritrocitos, hematócrito y hemoglobina en forma significativa de 2 a 6 semanas después de iniciado el tratamiento».

Así que, su aplicación en casos agudos de hemorragia, no funciona para nada, sale sobrando.

Solo al los TJ. se les ha ocurrido rechazar la salvadora hemotransfusión en base a tamaña mentira doctrinal elaborada por ellos mismos, ajena al principio bíblico y que está fundamentado en el amor.  Este acto de rechazo de parte de los TJ., que es deliberado e inhumano, les ha costado la vida a muchas personas de la secta russelliana, secta caótica y asesina, muy perniciosa, además, de infernal condenación.  

Si empezaron mal con sus profecías incumplidas, ¿cómo es posible que continúen las gentes creyendo en  sus demás estatutos que son  anti-Dios y en su torcido pensar?  El lavado cerebral, vaya, es  digno de alabarse por su excelencia.  

Dios les  bendiga hermanos y amigos míos por siempre.

 

LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ Y LAS TRANSFUSIONES DE SANGRE

«Solamente os abstendréis de comer carne con su alma, es decir, con sangre.»
Gen 9,4

«…que se abstengan de las contaminaciones de los ídolos, de la fornicación, de lo ahogado y de sangre.»Hch 15,20

«Y tomando Jesús la palabra, habló a los doctores de la Ley y a los fariseos, diciendo: `¿Es lícito curar en sábado o no?´. Ellos guardaron silencio. Y, asiéndole, le curó y le despidió, y les dijo: `¿Quién de vosotros, si su hijo o su asno cayere en un pozo, no le saca al instante en día de sábado?´»
Luc 14,3-5

«Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.»
Juan 15,13

De todos es sabido la oposición de los Testigos de Jehová a recibir transfusiones de sangre incluso aunque su vida corra peligro. Para ello se basan en una interpretación torticera de dos versículos bíblicos: Génesis 9,4 y Hechos 15,20. Cualquiera que los lea sólo encontrará una prohibición de alimentarse de sangre, pero es obvio que las transfusiones de sangre no figuran entre las recetas alimenticias de Arguiñano y sí entre los avances de la ciencia médica a la hora de salvar vidas.

Como quiera que un Testigo de Jehová (TJ) no va a aceptar argumentos que no puedan ser sacados de la Escritura, vayamos a la misma para hacerles entrar en razón. Esta es una charla real que mantuve (LF) con un Testigo de Jehová (TJ):

LF
Así que vosotros afirmáis que la vida está en la sangre, ¿verdad?

TJ
Sí, lo dice la Biblia en Gen 9,4

LF
Y claro, como la Biblia, incluso en el Nuevo Testamento (Hch 15,20) prohíbe el ingerir sangre, vosotros rechazáis las transfusiones de sangre, ¿verdad?

TJ
Efectivamente. Es una ley de Dios y no debemos quebrantar la ley de Dios en ningún caso.

LF
Ok, ¿has leído lo que Cristo dijo en Lucas 14,1-6?

TJ (tras haber leído la cita):

Sí, ¿y? ¿Qué tiene que ver esto con lo que estamos hablando?

LF
¿Tú crees que es justo el permitir que se quebrante una ley de Dios, la del sábado, para salvar la vida de un burro, a la vez que se prohíbe quebrantar otra ley para salvar la vida de un ser humano? Pero antes de responderme, lee Juan 15,13

TJ (tras leer Juan 15,13)

silencio…..

LF
Juan 15,13 dice «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» Bien, pues si, como vosotros enseñáis, en la sangre está la vida de la persona, entonces el mayor acto de amor que nadie pueda hacer es donar su sangre, su vida, por sus amigos, en caso de necesidad. Y ya sabes que contra el amor, no hay ley que valga, ya que el amor es la ley superior a cualquier otra.

El TJ, tras balbucear mucho, dijo que iría a consultarlo con sus superiores. No volvió a aparecer.

No es baladí este asunto. Son muchos los Testigos de Jehová que han muerto inútilmente por negarse a recibir transfusiones en el mundo y también en España. Incluso han muerto niños porque sus padres, cegados por las enseñanzas del imperio sectario de la Watchtower, se han opuesto a la transfusión. Pero como hasta ahora no he encontrado un solo TJ, líderes incluídos, que haya sido capaz de rebatir a los argumentos arriba expuestos, creo que sería útil que tanto creyentes como no creyentes, en especial médicos y ATS, usen dichos argumentos en caso de encontrarse ante un TJ que pone en peligro su vida o la de sus hijos por no querer recibir sangre. Si logramos salvar una sola vida, habrá merecido la pena.

Luis Fernando Pérez Bustamante

Más artículos sobre la secta «Testigos de Jehová» en el link «sectas» de www.elevangeliodelreino.org