LOS DEBATES INTERMINABLES SOBRE LA CRISTOLOGÍA EN LAS IGLESIAS

Por Ingeniero Mario A Olcese (Apologista)

Sin duda alguna, la persona de Cristo sigue suscitando interminables controversias entre sus seguidores, que sinceramente me provoca mucha tristeza y preocupación, pues yo mismo, «sin querer queriendo», estoy envuelto en este embrollo. Y es que estas polémicas terminan en sectas y divisiones que parecen nunca acabar. Los Trinitarios tienen sus razones para creer en un Dios Trino, y los Unitarios, las suyas. Y además, están los llamados “modalistas”, los unitarios universalistas, los binitarios, los arrianos, etc y muchos otros grupos que predican al Dios de la Biblia según su particular interpretación.  Debido a esta segmentación de la cristología, la gente está cada vez más confundida y no sabe qué creer o pensar, y un regular número de ellas termina por separarse de la religión cristiana o simplemente se vuelve indiferente a toda forma de religión.

Sinceramente es tedioso escuchar frecuentemente acusaciones de herejía o apostasía en los «foros cristianos” porque un contrincante recusa aceptar la posición del otro. Incluso escuchamos insultos con un lenguaje procaz que no es propio de personas que dicen amar a Dios y que afirman seguir el consejo de amor y paciencia preconizados por Cristo y sus apóstoles. La gente laica, que por curiosidad visita estos sitios, se queda estupefacta por lo que leen y oyen en estos foros, y se preguntan si realmente tales participantes son verdaderos paradigmas de la fe cristiana o simplemente unos cristianos teóricos.

Sé que mi creencia antitrinitaria no es bienvenida por la gran mayoría de cristianos, y no me sorprende que la gente se alarme cuando reiteradamente sostengo que Cristo no preexistió como Dios/Hijo, antes de su nacimiento en Belén. Y es que para muchos de mis lectores les resulta imposible creer que Jesús haya podido dar a conocer a Dios sin haber estado con Él  frente a frente en una vida pre-humana. Y no le quitamos la razón, pues regularmente es imposible conocer a “Don Juan Pérez” si uno nunca estuvo personalmente con esa persona. Por otro lado, expresiones de Jesús como “he bajado del cielo”, o “he descendido del cielo” inducen a cualquiera a pensar que Jesús hablaba de una pre vida celestial, y por esto tampoco les quitamos la razón a nuestros amigos Trinitarios. Claro que con darles la razón a nuestros detractores Trinitarios no estamos afirmando que ellos están necesariamente en la verdad. Ellos podrán tener sus buenas razones para creer en lo que creen, pero no necesariamente significa que ellos están en la verdad. Yo puedo tener mis buenas razones para creer que mi socio me está estafando, pero eso no significa que sea necesariamente cierta o verdadera esa presunción. Simplemente mis evidencias pueden estar mal interpretadas o sencillamente mis datos están incompletos. También sé que ese mismo criterio podría aplicarse a mi posición unitaria, pues yo mismo podría estar llegando a conclusiones supuestamente ciertas cuando en realidad no es así. En todo caso, está en usted el escoger o determinar quién tiene la verdad y quien no.

La Trinidad, mis estimados amigos, tiene sus puntos muy flacos o débiles que la hacen increíble, insostenible e inaceptable, y lo mismo sucede con la posición de los unitarios para los Trinitarios. Si esto no fuera así, no habría tanta división en este tema tan crucial y central para los cristianos. Pero justamente porque no es del todo clara esta doctrina católica, es que se suscitan tantos debates sobre la Deidad de Cristo.

Estoy más que convencido de que a los Trinitarios les resulta difícil explicar muchos de los pasajes unitarios, tales como Juan 17:3, Juan 14:28, y 1 Cor. 8:4.6, por citar tres de ellos, y lo mismo les debe ocurrir a los unitarios con Juan 1:1, Fil 2:5-8; Juan 8:58, los cuales son algo complejos e intrincados. Sinceramente ambos bandos tienen sus ganchos de izquierda poderosos que pueden hacer mucho daño y aun tumbar a cualquiera por KO. Esto debe ser reconocido, especialmente por los trinitarios y unitarios por igual, con la más absoluta franqueza y honestidad.

Ahora bien, si yo dijera que ningún texto trinitario tiene peso, simplemente estaría mintiéndome y mintiéndoles. Y de igual manera, si algún  trinitario dijera que ningún texto unitario tiene peso,  sencillamente esa persona estaría mintiendo y engañándose sola, pues muy bien sabe que no es así. En mi experiencia debatiendo con los Trinitarios, me he topado con un puñado de pasajes que no son tan fáciles de refutar, y lo mismo les pasa a los Trinitarios cuando tienen que explicar los pasajes que presentan los unitarios. Es por eso que los Unitarios siguen ganando adeptos dentro de los Trinitarios, y lo mismo ocurre con los Trinitarios dentro de los unitarios. Y esta ida y vuelta nunca terminará hasta que Cristo regrese.   

Y para terminar, yo soy un unitario convencido, no porque crea que el unitarismo está exento de fallas u objeciones, sino porque encuentro más y mejores pasajes que lo afirman,  que los que lo desacreditan. En todo caso, llegará al día en que llegaremos a saber si en verdad estuvimos en la razón o no, cuando lo que sea en parte se complete. Mientras tanto, no olvidemos que la religión cristiana es la religión de un solo Dios verdadero, que según las Escrituras, es sólo el Padre. Él es el único que se autoproclama Dios y Eterno en docenas de pasajes de la Escrituras, sin tapujo alguno.

SITIO EXCLUSIVAMENTE SOBRE CRISTOLOGÍA UNITARIA

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Apologista

El Debate Contemporáneo sobre la Preexistencia de Cristo

 John Knox

     El tema de la preexistencia fue el foco del ensayo iluminador de John Knox sobre la Humanidad y Divinidad de Cristo. Su principal punto es que “la aseveración de la preexistencia de Cristo colocó una tensión, por así decirlo, sobre la humanidad de Jesús el cual fue incapaz de soportar.” El prosigue para sostener que en el Evangelio de Juan la humanidad de Cristo es “en el sentido formal, afirmada ambiguamente, pero que en el hecho real ha sido transformada por su supuesta divinidad, como si ya no fuera más un varón propiamente dicho. Con estas palabras él refleja su objeción al retrato que tiene el apóstol Juan de Jesucristo. ¿Pero realmente Juan se contradice a sí mismo? Sólo si es interpretado según los credos posteriores. Si, en efecto, Juan pensó de Jesús como personalmente preexistente como Hijo, ¿acaso esto no niega automáticamente su real humanidad? Knox está convencido de que sí lo niega: “podemos tener la humanidad sin la preexistencia y podemos tener la preexistencia sin la humanidad. No hay absolutamente manera posible de tener a ambas.” Knox cree que “es simplemente increíble que una persona divina se hubiera convertido en una persona humana completamente y normalmente —esto es, si es que él también continuaría siendo, en su identidad esencial, la misma persona.”

 

     La figura tradicional de Jesús como la Encarnación de un Hijo preexistente es un problema agudo para Knox. El considera la Cristología ortodoxa como “mitad historia y mitad dogma, una mezcla de mitología y filosofía, de poesía y lógica, tan difícil de definir como de defender….Esto es verdad de la Cristología patrística generalmente (y por tanto de la Cristología formal que hemos heredado).”

 

     Estos asuntos han sido recientemente abordados por un número de distinguidos teólogos, que muestran que el problema antiguo de la naturaleza de lo divino y humano en Jesús está tan vivo como nunca.

 

     Knox considera que es una distorsión el desarrollo hacia el Cristo preexistente, que envuelve, nos guste o no, una negación de la completa realidad de la humanidad de Jesús. El señala que las protestas de los Padres de la Iglesia de que su Jesús era plenamente humano son menos que convincentes, porque “hay, en el caso de las palabras, no menos que con otras cosas, formas de quitar con una mano lo que uno acaba de dar con la otra. Uno puede afirmar la humanidad como un hecho formal y luego proceder así a definirla o describirla como negando su realidad en cualquier sentido ordinariamente aceptado.”

 

     En esta opinión él está completamente respaldado por Norman Pittenger quien hace el siguiente juicio importante sobre la Cristología patrística, la cual obtuvo su inspiración en gran parte de su lectura de Juan:

 

     En mi juicio una dificultad fundamental con la Cristología de la edad patrística es que mientras ella en teoría afirmaba la realidad de la humanidad de Jesucristo, de hecho, ella no tomó esa humanidad con suficiente seriedad…[curiosamente, ésta excluye a Pablo de Somosata de esta crítica.] La tendencia del  pensamiento Cristológico en la corriente dominante de lo que fue creído que era “ortodoxo” fue mucho más pesadamente  cargada sobre el lado de la divinidad que en la humanidad de  Jesús. La Cristología Ortodoxa, aun cuando los excesos de la enseñanza Alejandrina fueron un tanto contenidos en Calcedonia en el 451 AD, ha tendido hacia una humanidad impersonal que es, creo yo, una humanidad no genuina del todo.

 

     Este parece ser precisamente el problema. Pero Knox está equivocado de acusar a Juan por introducir esta distorsión. Juan no fue culpable de ninguna semejante disimulación sobre la humanidad de Jesús. Más bien, el problema radica con el malentendido de los Padres de la Iglesia Nicena, y algunos de sus predecesores, del “logos” de Juan y así del significado de la preexistencia. La posterior fórmula oficial de que Jesús era “hombre” pero no “un hombre” (que permanece en los libros del Trinitarismo tradicional hasta nuestros días) no refleja del todo la intención de Juan, pues no hay manera concebible de ser “hombre” excepto siendo “un hombre”.

 

     A la luz de estas consideraciones, no es difícil ver que el cargo de docetismo puede muy bien ser etiquetado a la definición ortodoxa de Cristo. Si ser humano significa ser un hombre, y la ortodoxia tiene que rehuir decir que Jesús era “un hombre,” tal vez esta crítica debería ser aceptada. Pero, ¿acaso Juan nos demanda a que creamos en un “Dios, el Hijo” preexistente? Muchos han pensado así, y se han ceñido a la creencia ortodoxa de la preexistencia a pesar de la peligrosa aproximación al “Apolinarismo” (i.e., una herejía que niega la humanidad de Cristo) en que puedan verse enfrascados. La reciente obra de tres importantes eruditos muestra no sólo la naturaleza aguda del problema sino que sugiere la manera para solucionarlo—una solución que no es nueva, aunque el crédito no es siempre dado por los escritores modernos a aquellos que en la historia de la iglesia primitiva habían ya señalado en la correcta dirección. La solución resulta de la exégesis de Juan que fue propuesta antes.

PENSAMIENTO DE MIGUEL SERVETO Y ADÁN PASTOR SOBRE CRISTO

 

Miguel ServetAdam Pastor

 

El Español Miguel Serveto (1511-1553) fue uno de los más claros exponentes de la Cristología anti-Nicena. Su tesis fundamental fue que la caída de la Iglesia databa de la desastrosa intervención de Constantino dentro de los asuntos de la doctrina Cristiana en Nicea. El discutió que la aceptación de Jesucristo como el Hijo de Dios Mesiánico debería ser la base de una Cristología reconstruida. El Hijo, él afirmaba, vino a la existencia en su concepción en María. El luego rechazó como especulación filosófica Griega toda enseñanza de una “eterna generación” pre mundana del Hijo. El vio al Espíritu Santo como el poder y la personalidad de Dios extendida a la creación, no una persona distinta de la Deidad. Serveto enfatiza que el Hijo puede ser pensado como eterno sólo con respecto a la intención de Dios de generarlo en un momento posterior de la historia.17 Como es bien conocido, Serveto pagó con su vida por su Cristología “herética”. El fue quemado en una estaca en Ginebra, ante la instigación de la Iglesia Católica Romana y el Reformador Protestante, Juan Calvino, en Octubre 27 de 1553. Este trágico episodio es un recordatorio nefasto de la terrible violencia y celo equivocado que han marcado algunas formas “magisteriales” del Cristianismo profesante.

     El tema de la preexistencia fue una preocupación crítica entre los Anabaptistas Holandeses del siglo 16 en la disputa entre Menno Simons y un compañero Anabaptista, Adán Pastor (c.1500-1570). Un ex monje originalmente llamado Rodolfo Martens, Pastor era incuestionablemente “el más brillante hombre y erudito en la entera comunidad Holandesa Anabaptista de su día.” La Cristología de Pastor anticipa los cuestionamientos contemporáneos de la naturaleza de la preexistencia, y una Cristología similar ha emergido en la obra de los teólogos Holandeses del siglo veinte Hendrikus Berkhof y Ellen Flesseman. Pastor repudió el Trinitarianismo ortodoxo en 1547 en Emden y fue inmediatamente excomunicado por Simons y Obbe Philips. Como vemos de la obra diferencia entre la Verdadera Doctrina y la Falsa Doctrina, de Pastor él negó la preexistencia de Cristo. Como es lógico, Sandio y otros escritores Polacos anti-Trintarianos se refieren a Pastor como “el hombre en nuestra patria que ha sido el primer y capaz escritor en esa dirección,” i.e.- la opinión de que la “palabra” de Juan 1:1 no era una persona, sino la palabra creativa de Dios o su voluntad personificada. H.E. Dosker comenta que “Cuando leemos a Adán Pastor tenemos que frotarnos los ojos para ver si estamos despiertos o dormidos. Lo que él tiene que decir es tan asombrosamente moderno que desconcierta al lector. Y nos despertamos para ver que no toda modernidad…es moderna.”

 

         Pastor es crítico de la doctrina de Menno y Melchor Hoffman de que la palabra sólo pasó a través de María sin llegar a tener del todo contacto con su cuerpo. Esto hubiera hecho a María una especie de madre sustituta que no concibió realmente a Jesús como declara la Escritura. Semejante Cristología pudo difícilmente escapar de un cargo de docetismo y Gnosticismo. Pastor insiste que Cristo es verdaderamente humano y el descendiente de David, concebido sobrenaturalmente. Su opinión parecería coincidir bien con lo que Raymond Brown describe como aquella de Lucas y Mateo. Es seguro que los Anabaptistas Polacos un siglo antes reclamaron a Pastor como el primer hombre que tuvo claramente articuladas sus opiniones acerca de la preexistencia. Sin duda, Adán Pastor anticipa la moderna discusión acerca de la humanidad de Jesús cuando él define el “logos” no como una persona preexistente, sino como la actividad auto-expresiva de Dios poniendo adelante Su energía en la creación, en la verdad revelada y generando al Mesías.

 www.yeshuahamashiaj.org

www.elevangeliodelreino.org