JUAN XII, EL PAPA QUE MURIÓ POR UNA INFIDELIDAD

La vida del Papa Juan XII (Roma 937 – Roma 964) no tuvo nada de apostólica.

Fue sorprendido in fraganti por el esposo de una de sus amantes. El ofendido esposo, sin tener en cuenta la santidad del pontífice, no dudó el propinarle a Juan XII una gran paliza. Y fue a consecuencia de dicha paliza que Juan XII murió tres días después.

 
juan xii

ELEGIR PERDONAR LA INFIDELIDAD

Perdonar el hombre infiel

Te vi con tu compañera de trabajo!…¿Así?…¿Con cuál de ellas?

Perdón es la fragancia que la violeta suelta, cuando se levanta el zapato que la aplastó, aseguró décadas atrás el escritor y aventurero norteamericano, Mark Twain, y con la frase sentenció la superioridad de quien, a pesar de saberse ofendido, ofrece lo mejor de sí en señal de indulgencia que nunca será lo mismo que indiferencia.

Conste que no creo en la paz de quien siempre ofrece la otra mejilla, sino en la de aquel que aprende las lecciones que a golpe de lágrimas nos da la vida, pero reserva el corazón limpio de odios y ansias de venganza. No se trata andar por el mundo con vocación de santa, sino de descubrir que perdonar es uno de los caminos que ayuda a ser felices.

No es lo mismo perdonar que justificar o excusar. No es reconciliación pues se puede perdonar a la pareja o al amigo que nos ha sido infiel y nunca volver al punto de partida. Tampoco es olvido. El perdón es una respuesta, sobre todo moral, que nos permite avanzar por nuestro propio bien. Es como recordar el frío del invierno, pero sin temblores pues ha llegado la primavera.

Perdonar es un proceso complejo, que no borra lo mal hecho ni resta responsabilidad al ofensor. Es una muestra de buena voluntad y a la vez es un camino para remediar la tristeza que nos acompaña cuando hemos sido insultadas. Bien lo definió un fraile dominico: «¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona».

¿Perdón o venganza contra la infidelidad?

Cuando hemos sido ultrajadas, la respuesta más frecuente es sentir ira y según los estudios del psiquiatra norteamericano, Richard Fitzgibbon, las formas básicas de lidiar con este sentimiento es negarla, expresarla de manera solapada aparentando que no estamos ofendidos, o perdonar y esta última es la que más rápidamente alivia a quien la padece.

El camino del perdón usualmente está minado por los deseos de venganza contra la infidelidad, pero el propio Dr. Fitzgibbon y otros psiquiatras y psicólogos, han sistematizado cuatro pasos terapéuticos que les han reportado excelentes resultados y que ahora les dejo aquí por si los necesitan para enfrentar los muchos momentos de la vida en que nos encontramos ante la encrucijada de perdonar o cobrar ojo por ojo siendo una mujer infiel.

1. Confrontar la rabia interior, la vergüenza, la herida. Muchas veces la causa de esos sentimientos permanece oculta por horas, días y hasta años y nos impide entender los conflictos y actuar en consecuencia.

2. Reconocer la causa de la herida, y descubrir por qué nos duele.

3. De todas las opciones posibles, elegir conscientemente la de perdonar, desplazando la ira y la venganza como opciones no viables, no por altruismo, sino por instinto de conservación.

4. Intentar explicarnos la conducta de esa persona que nos ha hecho mal, nos ha traicionado. Cuando lo hacemos, por lo general descubrimos que es un ser vulnerable, más necesitado incluso de ayuda que nosotros mismos.

Esperanza Díaz

PERDONAR LA INFIDELIDAD–UNA HISTORIA PERSONAL

 

Autora desconocida

Para perdonar la infidelidad, lo primero que hay que hacer es admitirla. Sé de primera mano la angustia que la infidelidad marital puede producir, pero no porque yo sufrí ese dolor, sino porque yo lo provoqué. Yo fui infiel en términos sexuales, tanto en mi primer, como en mi segundo matrimonio. En realidad, “infidelidad sexual” es simplemente un eufemismo para “engaño” y yo definitivamente engañé a mis dos esposos.

Mi historia de adulterio comenzó antes de mi primer matrimonio. Tuve mi primera aventura con un hombre casado cuando yo tenía diecinueve años de edad y mi patrón de adulterio e infidelidad marital, continuó hasta muchos años después. Irónicamente, crecí en un ambiente familiar bastante conservador, que reprobaba el sexo premarital y extramarital; y recuerdo que en mis primeros años de adolescencia quería permanecer virgen hasta casarme. Sin embargo, también quería ser notada por los miembros del sexo opuesto, por lo que pasaba mucho tiempo poniéndome atractiva y “sexy” para ellos. Me sentía vacía si no estaba tratando de atraer a un hombre; incluso, una vez que había obtenido su atención y comenzado una aventura, pronto me aburría y comenzaba a buscar una nueva conquista.

Nunca pensé de mí misma como la “otra mujer”, pero sin lugar a dudas, yo era la otra mujer. Hubo ocasiones en que incluso yo era “amiga” de la esposa del hombre con el que estaba teniendo una aventura. Mi comportamiento era abominable, pero me había convencido de que todo estaba bien, porque nunca tuve la intención de romper el matrimonio de nadie. Simplemente, quería ver si era capaz de seducir lo suficiente a un hombre como para que él engañara a su esposa para estar conmigo. Aunque solo conozco una esposa que supo de mí, estoy segura que provoqué a todas las otras esposas un insoportable dolor, por lo cual estoy realmente arrepentida. “Lo siento”, en realidad, no lo soluciona, pero desafortunadamente es todo lo que puedo ofrecer al momento.

Con mi historial sexual, nunca debí haberme casado. Engañé a mis dos primeros esposos, antes y durante el matrimonio. Parecía que no podía contenerme. Aunque mis aventuras extramaritales ciertamente involucraban sexo, en última instancia, no tenían que ver con el sexo. Mis matrimonios no eran insatisfactorios sexualmente hablando, por lo tanto, no era sexo lo que yo estaba buscando cuando tenía aventuras. En lugar de ello, estaba buscando algo que llenara el vacío en mi vida, el agujero en mi corazón que nunca parecía sanar. Algunas personas usan drogas, alcohol o dinero para intentar llenar ese vacío; yo usaba aventuras sexuales. Padecía lo que se conoce como un “proceso de adicción”. Necesitaba el “toque” de mi última conquista sexual para sentirme viva, para sentir cualquier cosa.

“Necesité” mis aventuras sexuales hasta los treinta y cinco años, cuando finalmente encontré lo único que podía llenar el vacío y curar mi corazón para bien; o tal vez debería decir: “la única persona”. Esa persona es un hombre, pero no es cualquier hombre; es el hombre perfecto. Es el hombre… Jesucristo. Cuando tenía treinta y cinco años, me había hundido a lo más bajo. Una amiga me presentó a Jesús y yo le entregué mi vida y le acepté como mi Señor y Salvador. Dado que Jesús es Dios y que él es mi creador, él es el único que me conoce por dentro y por fuera y que es capaz de sanarme de mi adicción. Cuando se lo pedí, me perdonó de todo mi pecado sexual y me limpió de mi inmoral estilo de vida.

Perdonar la Infidelidad — El Punto de Vista Bíblico

Perdonar la infidelidad es esencial. Dios tiene una firme postura contra la infidelidad marital. El término adulterio se usa quince veces en el Antiguo Testamento y dieciocho veces en el Nuevo Testamento. Cada mención es una clase de amonestación, sobre o en contra del acto. En el libro de Proverbios, podemos ver que, a quienquiera que cometa adulterio, le falta entendimiento y destruye su propia alma. “No cometerás adulterio” es el séptimo de los Diez Mandamientos de Dios, y en la ley judía, cualquiera que cometía adulterio debía recibir el máximo castigo y ser condenado a muerte. No eran muchas las ofensas que merecían la muerte en la ley judía, pero el adulterio era una de ellas. Eso muestra cuán fuerte es el sentimiento de Dios en referencia a la infidelidad marital.

Perdonar la Infidelidad — Dónde Encontrar Ayuda

Existe la ayuda para perdonar la infidelidad. Dios creó el sagrado lazo del matrimonio entre un hombre y una mujer y él quiere proteger esa unión, por lo tanto, él dio un mandamiento en contra del adulterio. Dios sabe que la infidelidad marital desgarrará un matrimonio, por lo tanto, él nunca la aprueba; y él siempre requiere que los ofensores sean castigados. Sin embargo, él también sabe que somos individuos débiles y egoístas que cometerán adulterio a pesar de sus mandamientos y advertencias. Por lo tanto, él provee una manera para que nosotros rompamos nuestros patrones destructivos y pecaminosos.

Dios envió a su único Hijo, Jesucristo, a sufrir el máximo castigo de muerte por nuestros pecados. Jesús murió en lugar de nosotros; Él murió en mi lugar. Yo cometí adulterio, y aun así, Dios condenó a su único Hijo a morir por ello. Para mí, eso es la gracia de Dios. Yo puse mi fe en Jesucristo como mi Salvador y Dios borró mis pecados. Comencé mi vida fresca, como si hubiera acabado de nacer (en realidad, había vuelto a nacer por medio del Espíritu Santo de Dios); y gracias al poder y al amor de Jesucristo, fui capaz de dejar de cometer adulterio. La fuerza no provino de mi interior. Créeme, traté de romper mi patrón destructivo por mi cuenta en varias ocasiones, pero no tuve éxito porque estaba enfocada en mí misma. Todavía tenía ese vacío que debía ser llenado. Solo una relación con mi amado Creador, podía llenar ese vacío. Por medio de esa relación, Jesús me cambió para que en lugar de estar enfocada en mí misma, mi corazón se orientara a ayudar a otros. Cuando comencé a buscar fuera de mí y a ver las necesidades de otros, mi vida ya no estaba vacía. Estaba emocionada (y continúo emocionada) sobre mi futuro, sirviendo a otros y glorificando a Dios

Perdonar la Infidelidad — La Fuente de Perdón

Si estás luchando con la infidelidad marital, ya sea que tu cónyuge ha sido o es infiel, o —como yo— fuiste o eres un cónyuge infiel, puedes encontrar la misma ayuda que yo encontré en la persona de Jesucristo.

Las consecuencias de la infidelidad Conyugal

Por Ing° Mario A Olcese

        

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El sentimiento de culpa es una de las principales consecuencias. La culpa la siente tanto el miembro de la pareja que ha sido infiel como el engañado, ya que este último se culpa por no haber sabido retener a su lado al cónyuge. También siente culpa el tercero…. Estos sentimientos llegan a ser muy intensos y pueden provocar la necesidad de confesar la infidelidad a la pareja, sobre todo en las mujeres. Los hombres tratan de hacer otro tipo de acciones para disminuir esa culpa, por ejemplo, son más amables, arreglan cosas en el hogar, compran un bonito regalo, etc.

  • Distanciamiento.
  • Falta de confianza.
  • Enfados y peleas frecuentes.
  • Agresión verbal, psíquica y hasta física.
  • Infidelidad del otro como venganza.
  • Ruptura de la relación.
  • Repercusión negativa en otros miembros de la familia.
  • Perdida de la gracia de Dios
  • Conflictos por el dinero y la herencia en el caso de que hubiesen hijos extra matrimoniales.
  • Pérdida del prestigio personal ante los amigos conservadores y socios comerciales.
  • Angustia, tristeza, temor, y falta de rendimiento en el trabajo o en las tares diarias.

www.elevangeliodelreinoorg

 

www.esnips.com/web/BibleTeachings (Estudios en español e inglés por Apologista)

ALGUNOS MOTIVOS PARA LA INFIDELIDAD

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La infidelidad es una de las razones principales por las que una pareja rompe su relación. Los «cuernos» destruyen la confianza de los enamorados y los pilares sobre los que se cimienta una relación. En la mayoría de los casos las personas son infieles cuando la relación no alcanza sus expectativas, están buscando algo en la pareja que ésta no es capaz de ofrecerles. La solución, en vez de basarse en el diálogo, es una salida aparentemente más fácil o cómoda: la infidelidad.

 

Los hombres también traicionan, para demostrar su masculinidad porque la sociedad espera que él actúe así. La pregunta que muchas personas se hacen es cómo descubrir y asegurarse de que la pareja les está siendo infiel. Si vives con tu novio, observa su comportamiento, si no vuelve a casa a la hora de costumbre, si ya no existe diálogo entre vosotros, si se irrita contigo por cualquier motivo. Estas actitudes NO son síntomas de una traición, pero sí indican que algo no funciona en vuestra relación y que por lo tanto existe peligro de infidelidad.

 

Para los hombres es más difícil saber si les están siendo infieles, puesto que ellos son menos observadores y se fijan menos en cambios sutiles que sin embargo las mujeres descubren a la primera. Los hombres en general temen o sospechan que su pareja les está siendo infiel, cuando ésta se niega a mantener relaciones sexuales como de costumbre. Existen mujeres que jamás perdonarían una infidelidad y otras que sin embargo deciden auto engañarse para no tener que enfrentarse a la realidad. Descubrir que hemos sido traicionados por la persona amada siempre es una experiencia dolorosa y hasta humillante, puesto que se ponen en juego los valores que fundamentan una relación de pareja, como son la confianza, la sinceridad y el respeto.

 

Perdonar o no una traición depende de la persona y del tipo de relación que existe, ya sea por motivos religiosos o porque no quieren hacer sufrir a sus hijos. En el caso de las mujeres que deciden perdonar (pero no olvidar), la infidelidad suele ser un arma arrojadiza muy frecuente en las discusiones, que puede desgastar más todavía la relación. No recuerdes constantemente la infidelidad de tu pareja, si no eres capaz de superar y olvidar, quizá sea necesario plantearse una solución tajante. Muchas mujeres que han sido infieles se torturan porque no saben si contárselo a su pareja, se sienten mal, pero lo primero y más importante es descubrir el porqué de la traición. Si has sentido esa necesidad es porque tu pareja no te da algo que tú necesitas y no tiene por qué estar relacionado con el sexo.

 

Debes evaluar los pros y los contras antes de decidirte a contárselo a tu pareja, puede que sólo fuera para ti una aventura que te haya hecho ver que no quieres abandonar a tu novio; en este caso puedes volver a reconstruir tu relación. Si decides ser sincera es posible que tu pareja no pueda perdonarte y eso dependerá de lo importante que seas para él. Muchas veces ellos deciden perdonar, pero la infidelidad estará presente durante mucho tiempo en su memoria y será difícil que vuelva a confiar en ti, por ello es aconsejable buscar ayuda profesional (y pastoral) y no depender de los consejos bien intencionados de las amistades.

 

La infidelidad y sus motivos

 

Las 10 razones más comunes por las que ‘ponemos los cuernos’ son resultado de la búsqueda de la satisfacción de necesidades que no encontramos en nuestra pareja

 

Una de las peores traiciones hacia nuestra pareja o por parte de ella es la infidelidad. Generalmente pensamos que la persona infiel es la única culpable, sin embargo la infidelidad es el resultado de la crisis de una pareja, pues quien es infiel lo hace porque busca en otra persona cuestiones sexuales, emocionales o intelectuales que su pareja no le da, AUNQUE CIERTAMENTE  TAMBIÉN POR FALTA DE UNA MORAL SÓLIDA DEL INFIEL.

 

La infidelidad no sucede espontáneamente, siempre hay motivos que la provocan. La lista de razones es interminable, pero los sexólogos especialistas en terapia de pareja coinciden en que en todas se intenta satisfacer las carencias del matrimonio:

 

Las 10 razones más comunes

 

1. Nos sentimos devaluados. Terminado el enamoramiento, enfrentamos a la pareja real y olvidamos a la idealizada, y sus conductas no siempre placenteras en la convivencia defraudan nuestras expectativas. Si la pareja nos abandona al centrarse sólo en sus objetivos personales y no en los de ambos, y al mismo tiempo nos relacionamos con una persona distinta que nos hace sentir más valorados, la elegimos inconscientemente como nueva compañera. Principalmente para las mujeres, es muy importante sentirnos bellas y deseadas por nuestro hombre. Si no se cumple nuestro objetivo, sentimos una gran frustración y se devalúa nuestra autoestima. Una forma de sentirnos de nuevo atractivas y deseadas, es siendo cortejadas en una relación extramarital.

 

2. La monotonía. Cuando nuestra pareja descuida el tiempo en común por sus actividades personales y deja de tener detalles cariñosos con nosotros, sentimos que el amor se acabó, se produce un distanciamiento y nos empezamos a sentir encadenados a pasar el resto de nuestros días en una relación que ha perdido su encanto. Un matrimonio sumido en la rutina y en el aburrimiento se puede venir abajo a causa de un encuentro con un intruso que lllegue y nos aborde con el misterio, encanto y riesgo de los que carece nuestra relación.

 

3. Una vida sexual deficiente. El sexo es un elemento esencial en la pareja y si éste es defectuoso, quien se siente insatisfecho tiende a buscar fuera de la relación la satisfacción sexual que no encuentra en su pareja. Si a pesar de sentir un gran amor por la pareja, en la cama no encontramos nada excitante, nos vengamos teniendo relaciones sexuales con otra persona, porque estamos enojados con nuestra pareja que no quiere hacer el amor o no quiere llevar a cabo nuestras fantasías sexuales.

 

4. Dependencia emocional de los padres. Si nuestra pareja no es emocionalmente independiente de sus padres y no establece límites respecto a ellos, esta conducta infantil nos hace sentir sin su apoyo, y nuestra necesidad insatisfecha de ser escuchados y atendidos nos impulsa a buscar una relación extramarital.

 

5. Buscamos nuevas sensaciones. Si se acaba la seducción del enamoramiento y se vive en el hastío de una relación, hay quienes necesitan seguir satisfaciendo su necesidad de seguir enamorados. La curiosidad de experimentar el sexo con otras personas y de vivir la aventura es un fuerte motor para buscar un affair.

 

6. Idealizamos a la pareja. Para continuar idealizando a nuestra pareja, muchas veces elegimos como amante a una persona totalmente opuesta. Hay quienes llevan a cabo todas sus fantasías sexuales con el amante y no con la pareja para sentir que la siguen manteniendo en el concepto de ‘decente’.

 

7. La pareja lo permite. Se dan casos en que la pareja está de acuerdo en que tengamos relaciones extramaritales, porque es consciente de que necesitamos satisfacer las deficiencias que existen en nuestra propia relación.

 

8. Sentimos amenazada nuestra libertad. Cuando la pareja es asfixiante o nos da pavor perder nuestra independencia y quedar atrapados en una relación, intentamos sentirnos libres cometiendo actos de infidelidad.

 

9. Alarde de poder. Por haber obtenido poder, dinero y una posición social, hay quienes sienten que se han ganado el derecho a tener un mayor potencial sexual con el sexo opuesto.

 

La infidelidad es un síntoma de la serie de crisis por las que atravesamos como pareja. Si buscamos en el fondo, descubriremos que somos infieles cuando no encontramos en nuestra pareja lo que buscamos y nuestra relación no satisface completamente nuestras necesidades. Sin embargo, superar la crisis dependerá de la forma en que podamos comunicarnos como pareja.

 

10. La Falta de Convicciones Morales. Aunque muchos se sientan tentados a ser infieles, sus convicciones religiosas lo sostienen para no caer fácilmente en la infidelidad. Así pues, la falta de convicciones morales y religiosas puede ser un factor para la infidelidad.

 

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