EL REINO DE DIOS TRASTOCADO DE LOS AMILENIALISTAS

Los amilenialistas niegan un reino futuro sobre la tierra. Ellos enseñan que Jesucristo recibió el reino en el cielo y presentemente reina como Rey sobre toda la raza humana sobre la tierra. Concisamente dicho, los amilenialistas creen que el reino es celestial más bien que terrenal, es espiritual más bien que político, es presente más bien que futuro, y ha sido inaugurado en la primera venida más bien que esperando la segunda; y el Rey del reino está en el cielo más bien que volviendo a la tierra para reinar. Ellos también igualan erradamente el reino con la asamblea (iglesia). Al contrario, Jesucristo ha ido para recibir el reino en el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dan. 7:13, 14). Cuando Él recibe el reino, el Hijo del Hombre volverá a la tierra, así uniendo el cielo y la tierra. Entonces, se hará la voluntad de Dios como en el cielo, así también en la tierra.

El reino no fue establecido en la primera venida de Cristo. Él ha ido al cielo para recibirlo. Hay un paralelo interesante en la carrera del Rey David, el ascendiente mayor de Jesucristo. Cuando David fue escogido y ungido rey de Israel, él no ocupó inmediatamente el trono (I Sam. 16:1, 13). Él era un fugitivo mientras que Saúl usurpó el trono por un tiempo (I Sam. 15:28). Sin embargo, durante el tiempo en que David era un fugitivo, muchos se reunieron a sí mismos lealmente a él (I Sam. 22:1, 2). Cuando el reinado de Saúl fue terminado por la derrota y la muerte, el reino de David, que era un tipo de Cristo, fue establecido sobre Israel. Jesucristo es el cumplimiento de la profecía dada al Rey David. Cristo fue elegido, ungido, y ha sido enaltecido para ser el Rey mesiánico (Hech. 2:36). Él ha ido a la diestra del Padre para recibir el reino. En el curso de Su ausencia de la tierra, Satanás es el usurpador porque él es el dios de este siglo (Ef. 2:1-3). Sin embargo, los elegidos de Cristo están siendo reunidos en Él como herederos del reino (Hech. 15:13-17; Sant. 2:5). El reinado de Satanás terminará por la muerte y la derrota final de éste cuando Cristo regrese para establecer Su reino (Apoc. 19:11-16).

El reino no será establecido en poder y gloria hasta que Jesucristo regrese. Puesto que el reino es celestial, debe ser recibido del Padre, no de los hombres. “Tuyo es el reino” (Mat. 6:13) prueba que el Padre debe darlo. “Venga tu reino” de Mateo 6:10 refiere al reino futuro distintivo. No hay dos o más, uno dentro del otro, o uno que precede al otro. Puesto que los creyentes han de orar por la venida del reino, no existe presentemente.

Los Cristianos son responsables en estar ocupados hasta que regrese Cristo. Los derechos de Jesucristo le fueron negados por los hombres mientras que él estuvo sobre la tierra, pero Él había ido al lugar donde todos los derechos le dan sido dados. Estos derechos deben ser mantenidos por los Cristianos en el testimonio sobre la tierra. El testimonio de Cristo es la doctrina de Cristo (II Jn. 9-11). Los creyentes deberían contender fielmente por la fe a través de la ausencia de Cristo (Jud. 3). Se da el carácter del testimonio de Cristo en la continuación de Su ausencia en Lucas 19:28-40. Aunque Cristo es enaltecido sobre todos los cielos con respecto a Su lugar en lo alto, Él es el Humilde con respecto a Su testimonio sobre la tierra (Fil. 2:5-11). Por lo tanto, el Señor selecciona personas humildes para sostener el testimonio del Humilde (I Cor. 1:26-31). El Obrar y el velar son los dos deberes de los siervos de Cristo (Mar. 13:32-37). Se representa la ausencia de Cristo como durando un día y una noche. El día y la noche describen los dos deberes que Él da a todos los Cristianos — obrar en el día y velar en la noche.

La narración de Mateo de la parábola de un hombre que entrega los bienes a sus siervos antes de irse lejos (Mat. 25:14-30) es parecida al registro de Lucas de un cierto noble que entregó una mina a cada uno de sus diez siervos antes de irse a un país lejano (Luc. 19:11-27). La diferencia importante entre ellas es la distribución desigual de los bienes en Mateo y la distribución igual de las minas en Lucas. Mateo acentuó la soberanía de Dios que reparte a cada hombre en particular como Él quiere (I Cor. 4:7; 12:11). En contraste, Lucas retrató la responsabilidad de los recipientes; cada uno recibió una mina. Mateo, como Lucas, habló de la ausencia prolongada del distribuidor de los dones. Se retrata la ausencia de Jesucristo como una vigilia de la noche (Mat. 14:22-33).

Después del milagro de alimentar la multitud con cinco panes y dos pescados, Cristo hizo a Sus discípulos ir a la “otra ribera” (Mat. 14:22). Los discípulos en la barca simbolizan el pueblo de Cristo en el mundo cuando encaran el mar de la humanidad, las tinieblas de la depravación, y el viento de la doctrina falsa. La fe y la obediencia de los discípulos fueron probadas (Mat. 14:24, 28); no obstante, Cristo volvió para traer a Sus discípulos a su asilo deseado (Mat. 14:25-33).

El Rey volverá con Su reino. Cuando el hombre noble volvió, “…después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos…” (Luc. 19:15). ¿Quién puede negar que esto se refiere a la venida de Cristo? Esta parábola distingue los siervos de los ciudadanos. Los ciudadanos rechazaron y crucificaron a Cristo. Israel rechazó al Mesías. Después de Su regreso al Padre, ellos enviaron una embajada, diciendo: “…No queremos que éste reine sobre nosotros” (Luc. 19:14). Se ve el rechazamiento continuo de Israel de Cristo a través de los Hechos de los Apóstoles (capítulos 2, 3, 7, 13, 15, 28). Los siervos fueron llamados al noble que regresó  — Cristo. Estos diez siervos no podrían ser los apóstoles. Había doce apóstoles al principio, y había once después de la apostasía y la muerte de Judas.

Los diez siervos sugieren la idea de la responsabilidad. Los Cristianos letárgicos de Tesalónica que se extraviaron al creer que la resurrección se había llevado a cabo habían cesado ya de obrar. Por lo tanto, Pablo les recordó, “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (II Tes. 3:10). Los Cristianos deben despertarse de la apatía y asumir la responsabilidad de aprovechar bien el tiempo, porque los días son malos (Ef. 5:14-16). Entre la ascensión de Cristo y Su regreso, nos esperamos expectativamente y buscamos para Su segunda venida. La mina dada a cada de los siervos no significa la gracia especial. Se obró la gracia especial en sus corazones y no simplemente se entregó a ellos. Nunca se quita de uno a quien se da (Rom. 11:29). (Estudie Rom. 8:28-31.) La mina refiere al testigo de Dios que hace a cada hombre inexcusable (Rom. 1:19-28; Sal. 19:1-14).

El Rey que volvió mandó llamar a todos los siervos ante Él en el juicio. La primera persona que vino fue fiel en ejercer su responsabilidad. Él reconoció que Dios es soberano y le había dado la capacidad de ser fructífero (Luc. 19:16, 17). (Estudie Hech. 9:5, 6; I Cor. 15:10.) La segunda persona no fue tan fiel como el primero; por lo tanto, se omitió la recomendación dada a la primera persona para esta segunda persona (Luc. 19:18, 19). Las recompensas son según el grado de la fidelidad. “Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo” (Luc. 19:20). Se reconoció el señorío, pero esto se entiende en la luz de la confesión del señorío de Cristo por los no salvos (Fil. 2:9-11; Mat. 7:21-23). Él era un arminiano en su concepto de la teología. Él dijo, “Porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo…” (Luc. 19:21). Severo significa duro, fiero, y no compasivo. Un recipiente de la gracia no traería tales acusaciones contra el Dios del favor inmerecido, que dijo que Su yugo es fácil y Su carga es ligera. El Rey ya vuelto usó la declaración falsa del siervo mismo para condenarlo. Vas a observar que el Rey que regresó primero tratará con los siervos fieles y finalmente con los malos. No se menciona un elemento de tiempo aquí porque se pone el énfasis sobre la diferencia entre los siervos falsos y los verdaderos. El Hijo del Hombre abiertamente ejercerá Su poder y visiblemente traerá todas las cosas en sumisión a Su reinado justo sobre la tierra en el reino escatológico.

El dominio de Adán sobre la tierra prueba el propósito de Dios para reinar mediante el Hijo del Hombre sobre la tierra (Gén. 1:26-28). El reinado de Jesucristo como el Hijo del Hombre señala hacia atrás al fracaso de Adán en el huerto y delante a Jesucristo, mediante quien las bendiciones decomisadas son restauradas. El hombre fue hecho poco menor que los ángeles, y él fue el príncipe no disputado del mundo más inferior (Gén. 1:28; Sal. 8:4-9). En la capacidad de príncipe, Adán se vistió con la imagen de Dios; él representó a Dios sobre la tierra. El dominio de Adán era universal en cuanto a la creación más inferior. Sin embargo, ese dominio fue perdido en la caída. El dominio que fue perdido en Adán será restaurado en Jesucristo, el segundo Adán. Se aplica el Salmo 8 directamente a Jesucristo en Hebreos 2:6-7. Así que, el reinado de Cristo será universal. Como la tierra y las criaturas sobre la tierra habían de participar en el descanso sabático, ¿cuánto más sus antitipos (Rom. 8:18-24)? El reinado visible de Cristo no debe ser debilitado por hacerlo significar nada más que Su reinado “en el corazón”. El escritor de Hebreos nos enseña que el Salmo 8 no se ha cumplido aún en el Hombre preeminente, Jesucristo, el Hijo de David: “…Pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. Pero vemos a aquel que fue hecho uno poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa de padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (Heb. 2:8, 9).

El alcance de la caída de Adán será recobrado por Jesucristo, el segundo Adán. Como el segundo Adán, Jesucristo derrochará el imperio de Satanás y recobrará el dominio que Adán perdió. Por lo tanto, Su redención lleva tan lejos como las consecuencias de la caída ha alcanzado. Puesto que se invalidará la maldición, se debe experimentar su alcance. El hombre es literalmente depravado (Rom. 5:12). La creación más inferior está literalmente bajo la maldición. Así que, hubo un Edén, una serpiente, una caída, y una maldición literal. Los dolores de parto de la mujer, el trabajo y la corrupción del hombre, y las espinas y cardos en la tierra son literales.

Por Su redención, Jesucristo conquistó las consecuencias de la caída y recobró lo que Adán perdió. Por lo tanto, el hombre es renovado literalmente por la obra de Dios. La regeneración es del Padre, mediante el Hijo, y por el Espíritu Santo. Todos los departamentos de la creación más inferiores involucrados en las consecuencias de las derrotas vergonzosas del primer hombre deben mostrar los frutos de la victoria magnífica del segundo Hombre. Romanos 8 enseña la redención de toda la creación visible. Esto no indica el progresar desde lo material a lo espiritual y después retroceder a lo material. Significa el proceder desde la promesa hasta su cumplimiento. Un reino de justicia separado de la creación renovada sería inconsistente.

Una doxología por Pablo en I Timoteo 1:17 concluyó su testimonio glorioso de la gracia salvadora: “Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” El griego lee to de basilei ton aionon — “Por tanto, al Rey de las edades” (traducción). Él fue lleno de adoración para su Salvador y Rey. La palabra griega aionon es genitivo plural de aion, que significa un período de tiempo de carácter importante, una era, una edad, o la eternidad. Puesto que la palabra es plural, uno no diría las eternidades sino las edades. Es otra manera de expresar el hecho de que el reino de Cristo no tendrá fin: “ouk estai telos [no tendrá fin]” (Luc. 1:33). Este es el testimonio de las profecías del Antiguo Testamento y las del Nuevo Testamento: “Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dan. 7:14). “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apoc. 11:15).

Los Cristianos en las asambleas (iglesias) primitivas esperaron a Jesucristo, el Rey de los siglos (Rom. 8:23; I Cor. 1:7; Fil. 3:20; Heb. 9:28). El doble compuesto verbo griego apekdechomai, usado en estos versículos, significa esperar sin cansarse, expectativamente, y ansiosamente para Cristo. Su esperanza no era en el perfeccionamiento de la sociedad sino en la venida del Rey de los siglos. Su esperanza no era soteriológica. Una iglesia/reino visible no fue la esperanza de estos Cristianos. Esto sería una fuente de desastre y error incalculable en la historia de la “iglesia”. Ellos esperaron a Cristo, Su Majestad, el Rey Mesías, y Su reino escatalógico.

EL TRASTOCADO REINO ECLESIÁSTICO DE AGUSTIN DE HIPONA

Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)  

 

Agustín de Hipona

 

Pocos saben que Agustín de Hipona no sólo fue premilenario en su escatología temprana, sino que fue dispensacionalista. El creía en el modelo de las 7 edades. Las 5 primeras edades tenían que ver con la historia del AT (Adán, Noé, Abraham, David, y el exilio), y las 2 edades del NT eran la Era de la Iglesia y la Era del Reino Milenario, el “Descanso Sabático” de los santos en la tierra (Agustín, Sermón 259,2 y también “Apocalipsis y Redención en el Cristianismo Temprano” Vigiliae Christianae 45 (1991):163 por Paula Fredriksen.

Sin embargo, con el correr del tiempo, su antecedente Platonista, y la influencia de Orígenes de Alejandría impulsó a Agustín interpretar lo que antes creía literal de una manera simbólica o alegórica. Orígenes, recordemos,  estuvo encantado con la filosofía Griega, y fue en Alejandría (Egipto) donde se dio inicio a una suerte de Neo Platonismo en el siglo tercero. El (Orígenes) fue el iniciador de la interpretación alegórica de las Escrituras, junto con Clemente de Alejandría. Ellos investigaron el A y N. Testamentos para hallar nuevos y escondidos significados espirituales detrás de las normales comprensiones. Ellos buscaron integrar la filosofía Griega pagana con las Escrituras. Orígenes rechazó la idea de la resurrección física y creyó en la salvación universal de todos los seres humanos y los ángeles caídos.

El historiador Schaff dijo esto de Orígenes:

“Su gran defecto es el rechazo del sentido gramatical e histórico y su deseo constante de hallar significados místicos escondidos…Orígenes fue el primero en colocar, en conexión con el método alegórico del platonista Judío, Filón, una teoría formal de interpretación…”

Agustín se vio influenciado por ellos, sin embargo, según Paula Fredriksen, fue el teólogo laico Ticonio quien primero impresionó a Agustín en los años 390 d.C. Ella dice:

es Ticonio quién está de pie en la fuente de transformación radical del africano – y así, por último, de la teología latina, y cuya interpretación de su cultura separatista y tradiciones milenaristas proporcionó el punto de partida para lo que es lo más brillante e idiosincrásico en la propia teología de Agustín. Y es Ticonio, más exactamente, cuya propia lectura del Apocalipsis de Juan determinará la exégesis de la iglesia occidental durante los próximos 800 años. (Fredriksen, 157).

La herramienta fundamental de Ticonio no fue la alegoría sino la tipología. A través de las 7 reglas de Ticonio, Agustín podía de revertir los números en símbolos para atar a Satán en la sexta edad de mil años en lugar que en la edad séptima, y tener a los santos reinando con Cristo espiritualmente en la sexta edad en lugar que en la séptima. Los milagros de los santos “probaron” que ellos estaban reinando con Cristo en la Edad de la Iglesia, la sexta dispensación, y que todo lo que tenía que ver con el Anticristo, el Armagedón, y la resurrección concernían a la era en la que él vivía.

Agustín escribió: “El reinado de los santos con Cristo durante los mismos mil años, entendido en la misma manera, esto es, del tiempo de su primera venida…por tanto, la iglesia aun hoy es el reino de Cristo, y el reino de los cielos. En consecuencia, aun hoy los santos reinan con él”. 

Agustín pues trastocó la creencia escatológica cristiana premilenaria de un reino milenario literal en la tierra, la cual se mantuvo firme durante los primeros 3 siglos de la Era cristiana. Recordemos que siempre los Judíos creyeron en una aproximación o acercamiento literal de las Escrituras, y los apóstoles y la iglesia cristiana enseñaron un acercamiento igualmente literal a ellas y creyeron en un reino literal en la tierra (Hechos 15:15-16; 19:8; 2 Tim. 4:1; Heb. 1:8; Apo. 11:15).

Para Agustín la resurrección de los muertos sería ciertamente corpórea, pero estos cuerpos vivirían en el cielo, y no en un reino sobre la tierra. Así que, para Agustín, las primera seis edades son históricas, pero no la séptima, la cual es los santos mismos. El dice: “Después de la presente edad Dios descansará, como fue, en el séptimo día; y Él causará que nosotros, que somos el séptimo día, encontremos nuestro descanso en él” (Agustín, La Ciudad de Dios, 22.0.5).

El método de Interpretación que se originó de los teólogos alegóricos fue visto por Farrar de esta manera, cuando escribió lo siguiente: “La alegoría de ningún modo se extendió por una piedad espontánea, sino que fue hija del racionalismo que debe su nacimiento a las teorías paganas de Platón”.

La Iglesia Católica en el siglo cuarto abrazó la doctrina de Agustín fuertemente y se reconocieron ellos mismos como la continuación de Israel como una entidad espiritual. El carácter teocrático y político de Israel así como su vida religiosa fueron considerados como una forma continuada en la iglesia Católica. De este modo la iglesia Católica creyó lo que Agustín enseñaba concerniente a la iglesia como una extensión del Israel del AT.

La creencia conocida como Amilenialismo (no milenio) fue abrazada por la iglesia Católica a todo lo largo de la Edad Media, y una serie de “reformadores” protestantes la aceptaron como Wycliff, Lutero, Calvino y Zwinglo. Pero Tyndale y muchos Anabaptistas junto con los Moravianos y Hugonotes fueron premileniales. Los reformadores no cambiaron el sistema de interpretación alegórica sobre la iglesia y el reino milenario, confundiendo ambas entidades e igualándolas. Sostuvieron que el Reino era una realidad presente con un rey ya reinando en los corazones de los creyentes.

Ya a partir del siglo 18 la gente empezó a tomar la Biblia en sentido literal, aceptando el reino milenario venidero en la tierra nuevamente, aunque el amilenialismo sigue dominando el pensamiento Católico y el de algunos grupos protestantes aún hoy.

En el libro “La Ciudad de Dios” Agustín desarrolla la idea de que la iglesia universal o Católica es el reino de Dios en la tierra, y que el milenio realmente comenzó con la primera venida de Cristo al mundo. Así, Agustín vio las profecías apocalípticas como ya cumplidas en vez de interpretarlas como eventos para el futuro, o para después del fin del presente reinado de Satanás. El creyó que el diablo fue atado en el primer siglo, aunque esa creencia realmente presenta serios problemas e inconvenientes.

EL REINO TRASTOCADO DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

 

Muchas personas me acusan de ser un Testigo de Jehová porque predico insistentemente acerca del Reino de Dios a través de mis blogs y mis tres sitios web. Otros simplemente me dicen que aún me quedan residuos o retobos de mi pasado Watchtoweriano porque insisto en este maravilloso tema. Pero esta opinión es tan absurda como que si yo dijera que los evangélicos son católicos romanos porque enseñan la Trinidad, el infierno de tormento para los impíos, y la partida de las almas al cielo para los buenos.  Sin embargo, lo que no saben estas personas es que el reino de Dios no se originó con los Testigos de Jehová de la Watchtower, sino con Dios, el cual hizo un pacto con el legendario rey de Israel, David (1 Cró. 28:5). El hecho de que los Testigos lo prediquen (y trastocado, sea dicho de paso) no lo convierte en un mensaje originario de ellos. Simplemente lo han sacado de la Biblia, pero lo han alterado de acuerdo a sus intereses y prejuicios personales. Así, pues, en vez de ser un reino bíblico, su reino es un reino al estilo watchtoweriano, con sus retoques y cambios al gusto de la secta.

El Reino de Dios de las Santas Escrituras Vs. El reino Watchtoweriano

Los Testigos de Jehová están presentando un reino que se aparta mucho de la Biblia, puesto que su reino es uno clasista, racista, y por tanto, trastocado y dividido. Ellos dicen que sólo 144,000 hombres (fuera de Cristo) serán reyes del reino de Dios, en tanto que el resto de Testigos serán meramente súbditos de éstos. Además, ellos sostienen que el reino es celestial, es decir, que los reyes reinarán a los súbditos terrestres desde el cielo. En buena cuenta, en el cielo están los 144,001 tronos de los reyes ungidos, y allá vivirán para siempre esta clase privilegiada de Testigos-reyes. El resto (la gran mayoría de Testigos) se quedará en la tierra como súbditos humanos inmortales.

Al examinar cuidadosamente y sin prejuicios las Escrituras, nos encontraremos que Dios es un Dios que no hace acepción de personas. Esto significa que todos los que se rinden a Él para adorarlo y servirlo a través de Cristo son dignos de ser Hijos suyos, y herederos de Sus bienes (Romanos 8:14-17). La Biblia nos enseña que Dios está formando una familia a través de Su Hijo, Jesucristo (Heb. 2:10; Efe. 2:19). Esta familia es llamada por Cristo: “Mi iglesia” (Mat. 16:18), iglesia compuesta por hombres de todas las razas y nacionalidades del mundo que han decidido imitar a Cristo en todo y servirle fielmente, sin dejar de poner a Dios sobre todas las cosas.

La esperanza del Reino comenzó con un juramento divino, cuando Dios le prometió al insigne patriarca Abraham que su descendencia sería de bendición para todas las familias de la tierra (Gén. 12:2,3), y prosiguió con otra importante promesa-pacto con el legendario rey David, a quien Dios le aseguró que no le faltaría varón que ocupara su trono (1 Reyes 9:5). Así, Dios le prometió a David que su reino (que era el mismísimo reino de Dios) seguiría a través de un ungido de su casa y sangre, el cual traería finalmente la paz y la justicia perdurables, no solamente para sus paisanos judíos, sino también para todas las naciones de la tierra. Todos los profetas del AT dan testimonio de esta promesa y aseguran que se cumplirá con un varón señalado por Dios como “Mi Hijo” (Sal. 2:7, 8). En este punto estamos de acuerdos casi todos los cristianos de las diferentes denominaciones.

Cuando apareció Jesús como el Hijo de Dios en la tierra, él reveló con toda claridad que fue enviado para proclamar el evangelio del reino de Dios. El Apóstol Pablo luego dirá que Cristo vino a CONFIRMAR las promesas que Dios hizo a los padres (Romanos 15:8). Esto quiere decir que el propósito de la venida del Señor era el de ratificarles a los suyos que él restablecerá el reino de Su antepasado David en la tierra en su parusía en gloria. Este mismo mensaje sería llevado después por Pablo a los gentiles para que éstos también tuvieran la oportunidad de creerlo para su salvación (Rom. 1:16; Hechos 19:8; 20:24,25; 28:23, 30,31).

Así que Jesús vino para proclamar, no un reino nuevo, o desconocido, sino uno que sus paisanos ya sabían bien. De allí que Jesús no se molestó en dar alguna explicación de lo que se trataba el reino de Dios cuando comenzó su ministerio, sino que simplemente lo proclamó, diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de Dios se ha acercado” (Mar. 1:15). Este hecho, por sí solo, nos sugiere que sus paisanos judíos sabían lo que era este reino, y además, que lo estaban esperando desde hace muchísimo tiempo, aunque no sabían cuándo llegaría exactamente, hasta que Jesús entró en la historia y lo “acercó”.

El Reino Watchtoweriano no tiene nada de Restaurado

En Hechos 1:3,6,7 los discípulos le preguntan a Jesús sí él ya iba a restaurar su reino en sus tiempos, y Jesús sencillamente les dice que a ellos no les correspondía saber los tiempos o las sazones que Dios puso en su sola potestad. Notemos que los discípulos usaron el vocablo “restaurar”. Esta palabra, por sí sola, ya nos dice que el reino debe ser de las mismas características que el reino original. Por ejemplo, si uno manda a restaurar un jarrón roto, uno lógicamente espera que le entreguen el mismo jarrón como era originalmente. Del mismo modo, si el reino de Dios fue originalmente una monarquía genuina en la tierra de Palestina, con un rey, príncipes, súbditos, y una capital (en este caso, Jerusalén), entonces uno esperaría que el reino restaurado sea idéntico al original, es decir, uno con un rey, príncipes, súbditos, y centralizado en Jerusalén. ¿Pero qué sucedería si por arte de magia este reino antiguo reaparece reubicado en el cielo, pero con sus súbditos en la tierra? ¿Podría alguno decir que el reino original se restauró realmente?

El reino de David, como ya lo dijimos, tuvo como capital la antigua ciudad de Jerusalén. Entonces, en sensato esperar que el reino restaurado deba estar en esta misma ciudad capital. No es, pues, de extrañar, que Cristo dijera en Mateo 5:33-35: “no juréis… ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey”, o que los judíos exclamaran con júbilo: “¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene!” cuando Jesús estaba entrando en Jerusalén en un asno con todos los honores de un rey (Mar. 11:10).

Por lo tanto, con toda buena razón rechazamos aquel reino insólito presentado por los Testigos de Jehová, pues obviamente no es el mismo reino que el verdadero o el original de la Biblia. Definitivamente el reino Watchtoweriano es uno que se localiza en el cielo mientras que el verdadero se restaurará en la tierra. Bástenos saber que el reino Watchtoweriano se localiza en el cielo para afirmar con toda confianza que el reino de los “Testigos” es espurio. Claro que hay otros defectos en el reino de los “Testigos” como ya lo hemos manifestado al comienzo de este escrito, como es su clasismo y divisionismo descarados (las dos clases en el reino: la celestial y la terrenal).

Lo que nos sigue sorprendiendo es que los Testigos de Jehová sigan anunciando sus fechas falsas (fruto de la especulación) para el establecimiento del reino y de la venida de Cristo, cuando todos sabemos que Jesús fue clarísimo cuando dijo que nadie puede saber el día y la hora para esos extraordinarios eventos (Mar. 13:32; Hechos 1:7). Además, es una venida que sería sorpresiva para todos, para creyentes y no creyentes, aunque los primeros no estarían con la guardia baja, por cierto (1 Tes 5:2). Este evento maravilloso que sacudirá el mundo, introducirá el reino milenario del Mesías en la tierra renovada. El mismo reino que nuestro Señor estuvo anunciando insistentemente en su primera venida, desde el mismo comienzo de su ministerio hasta el final de éste (Marcos 1:1,14,15 y Hechos 1:3).

El Cristo Rey Watchtoweriano es “otro Jesús”

Jesús dijo que los Suyos heredarán el reino cuando él retorne a la tierra en gloria y en persona con los ángeles de su poder, pero no antes de esto. Recordemos que los ángeles anunciaron a los fieles congregados en aquel monte santo de los olivos que: “Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”7.  De modo que no es un “Jesús invisible” o espiritual el que regresa al mundo como sostienen los Testigos de Jehová, sino el mismísimo Jesús de carne y huesos que vieron los verdaderos Testigos del primer siglo levantarse e irse al cielo! (Hechos 1:11; Apo.1:7).

Así que la herencia del reino sería obtenida en la parusía del Rey Jesús, cuando todas las gentes de las naciones harán lamentación a causa de él, al verlo venir con sus propios ojos en todo su esplendor. Este evento literal y único, como dije, ha sido desafortunadamente alegorizado por los “Testigos de Jehová”, y ellos han desviado la atención de la gente hacia un reino ya establecido en los cielos en 1914, aunque sólo con una parte importante de sus ungidos, pues aún hay un resto que todavía vive en la tierra, según ellos. Es decir, los Testigos de Jehová enseñan que Cristo ya está reinando con un buen número de sus ungidos desde el cielo, pero esperando que el resto de los ungidos que aún viven mueran para que se complete el número de los reyes que reinarán sobre la gran multitud de Testigos de Jehová y las naciones. Toda esta cantinflada no la creen ni ellos mismos seguramente.

Lo cierto es que ellos tienen que hacer esfuerzos denodados para poder explicarnos cómo los que traspasaron al Señor podrán ver a Jesús venir en gloria con sus ojos, si éstos no tienen lo que los Testigos llaman “ojos de entendimiento”. Y también nos tendrán que explicar cómo puede Jesús reinar en un mundo dónde el diablo está aún suelto, engañando e incitando a la maldad y al pecado en todas sus formas posibles, y que van en aumento galopante año tras año. Recordemos que las Escrituras nos dicen que Cristo atará antes al diablo para que no engañe más a las naciones, y así poder reinar sin obstáculo alguno (Apo. 20:3) Todas estas contradicciones seguramente ponen en aprietos a los “teólogos” de la Watchtower.

Los Súbditos del reino Watchtoweriano  Vs. Los Súbditos del Reino de Dios

Los súbditos del reino watchtoweriano son los justos de la tierra, las otras ovejas, o la grande muchedumbre de Testigos de Jehová que no calificaron para ser reyes con Cristo debido a su fenotipo básicamente. Son los que no pertenecen a la clase de la iglesia, y que no son hijos de Dios, ni hermanos de Cristo. Es decir, aquellos que no tienen el ungimiento del Espíritu Santo. Increíble…¡estás son las mismas características que distinguen más bien a los incrédulos e impíos… no a los justos! En cambio, los verdaderos súbditos del reino de Dios serán los sobrevivientes de las naciones que hayan escapado de la Gran tribulación y hayan entrado a disfrutar del reinado milenario de Cristo, pero sin la perfección y la glorificación de los santos.

El Reino de Dios obviamente será regido por un gran rey y príncipes que colaborarán activamente con la eficaz administración del mismo. Estos que estarán glorificados con Cristo es LA IGLESIA, compuesta por todos aquellos que fueron bautizados y nacieron de nuevo como hijos de Dios.  Estos tienen a Cristo como cabeza, y ellos lógicamente son su cuerpo místico que reinará con él en su trono o gobierno. Esta iglesia verdadera no es simplemente un grupito escogido dentro de la feligresía, sino es que es feligresía completa la que compone la iglesia del Señor. De allí la diferencia con la llamada iglesia Watchtoweriana, que es una iglesia apóstata, sectaria, divisionista y racista.

A veces me preguntan cómo se yo que todos los cristianos componen la iglesia del Señor, a lo cual yo respondo con algunos versos de la Biblia. En Hechos 2:38-47, leemos: Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu SantoPorque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.  Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.  Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. 

En los versos de arriba he subrayado las oraciones más importantes, pues nos revelan los siguientes puntos:

1.- Que el bautismo es para recibir el Espíritu Santo (y que nos hace hijos de Dios, ver Rom. 8:14-17).

2.- Que este don del espíritu Santo no es para una clase de cristianos dentro de la feligresía como sostienen los “Testigos de Jehová”, sino para todos los que el Señor llama para ser salvos.

3.- Se nos revela que aquellos que fueron bautizados fueron añadidos a la iglesia para ser salvos. Esto significa que la salvación se obtiene si nos hacemos parte de la iglesia de Cristo. Y esto es importantísimo, porque los “Testigos de Jehová” enseñan impíamente que sólo un pequeño grupo de sus bautizados (144,000 hombres) pertenecen a la iglesia, ¡más no todos los “Testigos”! Es decir, el Cuerpo Gobernante priva a la mayoría de sus seguidores de la salvación. Esto, por sí sólo, nos evidencia de lo diabólico de su doctrina.

Más sobre los Testigos de Jehová en:

www.lavasori.wordpress.com

 

EL TRASTOCADO REINO ECLESIÁSTICO DE AGUSTIN DE HIPONA

 

Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)

 

Agustín de Hipona

 

Pocos saben que Agustín de Hipona no sólo fue premilenario en su escatología temprana, sino que fue dispensacionalista. El creía en el modelo de las 7 edades. Las 5 primeras edades tenían que ver con la historia del AT (Adán, Noé, Abraham, David, y el exilio), y las 2 edades del NT eran la Era de la Iglesia y la Era del Reino Milenario, el “Descanso Sabático” de los santos en la tierra (Agustín, Sermón 259,2 y también “Apocalipsis y Redención en el Cristianismo Temprano” Vigiliae Christianae 45 (1991):163 por Paula Fredriksen.

 

Sin embargo, con el correr del tiempo, su antecedente Platonista, y la influencia de Orígenes de Alejandría impulsó a Agustín interpretar lo que antes creía literal de una manera simbólica o alegórica. Orígenes, recordemos,  estuvo encantado con la filosofía Griega, y fue en Alejandría (Egipto) donde se dio inicio a una suerte de Neo Platonismo en el siglo tercero. El (Orígenes) fue el iniciador de la interpretación alegórica de las Escrituras, junto con Clemente de Alejandría. Ellos investigaron el A y N. Testamentos para hallar nuevos y escondidos significados espirituales detrás de las normales comprensiones. Ellos buscaron integrar la filosofía Griega pagana con las Escrituras. Orígenes rechazó la idea de la resurrección física y creyó en la salvación universal de todos los seres humanos y los ángeles caídos.

 

El historiador Schaff dijo esto de Orígenes:

 

“Su gran defecto es el rechazo del sentido gramatical e histórico y su deseo constante de hallar significados místicos escondidos…Orígenes fue el primero en colocar, en conexión con el método alegórico del platonista Judío, Filón, una teoría formal de interpretación…”

 

Agustín se vio influenciado por ellos, sin embargo, según Paula Fredriksen, fue el teólogo laico Ticonio quien primero impresionó a Agustín en los años 390 d.C. Ella dice:

 

es Ticonio quién está de pie en la fuente de transformación radical del africano – y así, por último, de la teología latina, y cuya interpretación de su cultura separatista y tradiciones milenaristas proporcionó el punto de partida para lo que es lo más brillante e idiosincrásico en la propia teología de Agustín. Y es Ticonio, más exactamente, cuya propia lectura del Apocalipsis de Juan determinará la exégesis de la iglesia occidental durante los próximos 800 años. (Fredriksen, 157).

 

La herramienta fundamental de Ticonio no fue la alegoría sino la tipología. A través de las 7 reglas de Ticonio, Agustín podía de revertir los números en símbolos para atar a Satán en la sexta edad de mil años en lugar que en la edad séptima, y tener a los santos reinando con Cristo espiritualmente en la sexta edad en lugar que en la séptima. Los milagros de los santos “probaron” que ellos estaban reinando con Cristo en la Edad de la Iglesia, la sexta dispensación, y que todo lo que tenía que ver con el Anticristo, el Armagedón, y la resurrección concernían a la era en la que él vivía.

 

Agustín escribió: “El reinado de los santos con Cristo durante los mismos mil años, entendido en la misma manera, esto es, del tiempo de su primera venida…por tanto, la iglesia aun hoy es el reino de Cristo, y el reino de los cielos. En consecuencia, aun hoy los santos reinan con él”. 

 

Agustín pues trastocó la creencia escatológica cristiana premilenaria de un reino milenario literal en la tierra, la cual se mantuvo firme durante los primeros 3 siglos de la Era cristiana. Recordemos que siempre los Judíos creyeron en una aproximación o acercamiento literal de las Escrituras, y los apóstoles y la iglesia cristiana enseñaron un acercamiento igualmente literal a ellas y creyeron en un reino literal en la tierra (Hechos 15:15-16; 19:8; 2 Tim. 4:1; Heb. 1:8; Apo. 11:15).

 

Para Agustín la resurrección de los muertos sería ciertamente corpórea, pero estos cuerpos vivirían en el cielo, y no en un reino sobre la tierra. Así que, para Agustín, las primera seis edades son históricas, pero no la séptima, la cual es los santos mismos. El dice: “Después de la presente edad Dios descansará, como fue, en el séptimo día; y Él causará que nosotros, que somos el séptimo día, encontremos nuestro descanso en él” (Agustín, La Ciudad de Dios, 22.0.5).

 

El método de Interpretación que se originó de los teólogos alegóricos fue visto por Farrar de esta manera, cuando escribió lo siguiente: “La alegoría de ningún modo se extendió por una piedad espontánea, sino que fue hija del racionalismo que debe su nacimiento a las teorías paganas de Platón”.

 

La Iglesia Católica en el siglo cuarto abrazó la doctrina de Agustín fuertemente y se reconocieron ellos mismos como la continuación de Israel como una entidad espiritual. El carácter teocrático y político de Israel así como su vida religiosa fueron considerados como una forma continuada en la iglesia Católica. De este modo la iglesia Católica creyó lo que Agustín enseñaba concerniente a la iglesia como una extensión del Israel del AT.

 

La creencia conocida como Amilenialismo (no milenio) fue abrazada por la iglesia Católica a todo lo largo de la Edad Media, y una serie de “reformadores” protestantes la aceptaron como Wycliff, Lutero, Calvino y Zwinglo. Pero Tyndale y muchos Anabaptistas junto con los Moravianos y Hugonotes fueron premileniales. Los reformadores no cambiaron el sistema de interpretación alegórica sobre la iglesia y el reino milenario, confundiendo ambas entidades e igualándolas. Sostuvieron que el Reino era una realidad presente con un rey ya reinando en los corazones de los creyentes.

 

Ya a partir del siglo 18 la gente empezó a tomar la Biblia en sentido literal, aceptando el reino milenario venidero en la tierra nuevamente, aunque el amilenialismo sigue dominando el pensamiento Católico y el de algunos grupos protestantes aún hoy.

 

En el libro “La Ciudad de Dios” Agustín desarrolla la idea de que la iglesia universal o Católica es el reino de Dios en la tierra, y que el milenio realmente comenzó con la primera venida de Cristo al mundo. Así, Agustín vio las profecías apocalípticas como ya cumplidas en vez de interpretarlas como eventos para el futuro, o para después del fin del presente reinado de Satanás. El creyó que el diablo fue atado en el primer siglo, aunque esa creencia realmente presenta serios problemas e inconvenientes.