¿FUÉ PABLO REALMENTE EL PRIMER ESTIGMATA CRISTIANO?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Los católicos romanos suelen afirmar que los estigmas en un cristiano es una señal de su santidad, y para demostrarlo suelen citar las palabras del apóstol Pablo a los Gálatas, que dicen: De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las MARCAS del Señor Jesús”. (6:17) 

El apóstol Pablo no dice que él llevaba las heridas sangrientas de Jesús en sus manos, pies y en la frente, sino simplemente las marcas de Cristo en su cuerpo. ¿Y cuáles marcas pueden ser estas?

En primer lugar, Jesús seguramente llevaba en su cuerpo las marcas de los azotes que recibió de sus detractores, pues eso es lo que se desprende de lo que Jesús mismo dijo en Lucas, con estas palabras: “Y después que le hayan AZOTADO, le matarán; mas al tercer día resucitará” (Lc 18:33). Es obvio que Jesús recibió azotes que le produjeron heridas sanguinolentas que después cicatrizaron. Pues bien, el mismo apóstol Pablo fue azotado en varias ocasiones, y todos nos podemos imaginar las numerosas marcas que le habrán quedado en las diferentes partes de su cuerpo hasta su muerte. Vean lo que dicen los siguientes textos de los azotes que recibió Pablo durante su ministerio:

Hechos 16:23: Después de haberles AZOTADO mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad.

 2 Corintios 11:25: Tres veces he sido AZOTADO con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;

Hechos 22:25: Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito AZOTAR a un ciudadano romano sin haber sido condenado?

La Versión NVI vierte el texto, así: “Por lo demás, que nadie me cause más problemas, porque yo llevo en el cuerpo las cicatrices de Jesús”.

Sí, Pablo, como Jesús, llevó las marcas o cicatrices de las golpizas y azotes que recibió durante su ministerio entre los gentiles. Esas marcas no fueron heridas sangrantes en sus manos, pies y frente, sino simplemente cicatrices que seguramente no eran visibles a simple vista, debido a la ropa que lleva puesta.

Finalmente, el apóstol Pablo siempre dirigía sus epístolas a los santos y fieles de las iglesias, los cuales no eran pocos, y además estaban todos vivos. Pero lo curioso del caso es que no hay ninguna mención en el NT de que alguno de ellos sufriera de estigmas en sus cuerpos debido a su gran santidad. Esto resulta muy curioso e interesante para todos los que estudiamos el tema con seriedad y responsabilidad.

Sabemos que estigmatas no sólo existen dentro del catolicismo romano, sino también dentro del protestantismo, e incluso en personas que están involucradas en la nueva era, el ocultismo y la ufología, como el conocido estigmata italiano Giorgio Bongiovanni, muy devoto precisamente a los ovnis y al ocultismo.

En realidad este fenómeno se puede explicar aduciendo diferentes causas, como pueden ser: Trastornos psicológicos, estratagemas demoníacas, e incluso fraudes bien elaborados. En todo caso, sabemos que el diablo es el padre del engaño, cuyos secuaces se transforman en mensajeros de luz, que hacen artificios y portentos milagrosos, pero engañosos, con el fin de desviar y conducir a los incautos y simples hacia la perdición eterna.

Deja un comentario