«VI A RATZINGER ASESINAR A UNA NIÑA DE 7 AÑOS EN UN RITUAL SATÁNICO EN HOLANDA, 1987

Hace ya tiempo que conocemos el tribunal Internacional de derecho natural que juzga los abusos sexuales a menores dentro de la iglesia católica, dirigido por Kevin Annett.

La cosa ha seguido moviéndose y ahora han encontrado testigos de un asesinato ritual por parte del ex Papa Ratzinger a una niña de 7 años, en el que participó el rey de Holanda y el cardenal holandés de aquella época.

En esta noticia os enteraréis de las acciones emprendidas contra el actual Papa Francisco por obstrucción y sabotaje a la justicia por parte de las personas que llevan este caso, para el que cuentan con apoyo de parte de los políticos italianos.

Tómese la misma con extrema precaución porque se citan a personas acusadas de “infiltrados” que se han distinguido por denunciar el Nuevo Orden Mundial desde hace años, como la holandesa Mel Ve que, precisamente, ¡es la que grabó la entrevista de la testigo que sacó toda la trama!

Es decir, que puede tener su parte desinformativa para desacreditar a Bergoglio.

¿Podría ser ésta la razón del anuncio de dimisión del Papa Francisco en los últimos días?

Fuente: http://www.rafapal.com/?p=24073

RATZINGER AL SER NOMBRADO PAPA, SE ESCONDIÓ TRAS LOS MUROS DEL VATICANO POR UNA ORDEN DE CAPTURA DE LA INTERPOL

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Crimen Sollicitationis llama a manejar en secreto dichos casos y el secreto se extiende al mismo documento.

El castigo por la violación del secreto incluye la excomunión, la que sólo puede ser retirada por el mismo Papa. Tal vez esto explica la negación de la existencia de dicho documento por parte de algunos obispos.

Crimen Sollicitationis salió a la luz en el contexto del escándalo de la denuncia de los miles de casos de abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes católicos en Estados Unidos.

Abogados estadounidenses involucrados en diversos casos sobre pedofilia eclesial dijeron que dicho documento era una evidencia de la política de obstrucción a la justicia practicada de forma oficial y como política de estado por el Vaticano. En respuesta, la Iglesia católica arguyó que la política de secretismo no incluía ocultar los crímenes de pedofilia cometidos por sacerdotes.

Crimen Sollicitationis fue también reproducido por el diario estadounidense Worcester Telegram & Gazette, que obtuvo una copia en 2003. El documento en cuestión se mantuvo por 40 años custodiado en secreto y catalogado como “extremadamente confidencial” en los archivos secretos de la Santa Sede.

Daniel Shea, abogado estadounidense y ex seminarista lo descubrió y lo dio a conocer a la opinión pública de Estados Unidos. El documento, explicó Shea, fue citado como todavía en vigor, en una epístola del entonces cardenal Joseph Ratzinger titulada: “De Delictis Gravioribus” del 18 de mayo de 2001 . Con dicha fecha el cardenal Joseph Ratzinger y hoy Benedicto XVI envió la epístola “Delictis Gravioribus” (“Normas de delitos más graves”) a los obispos de toda la Iglesia católica y otros ordinarios y superiores, anunciándoles qué actos “más graves quedaban reservados” al único juicio de su congregación.

Añadía que la instrucción Crimen sollicitationis “en vigor, promulgada por la Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio el 16 de marzo de 1962, debía ser reconocida por los nuevos Códigos canónicos”.

Las jerarquías del Estado Vaticano se defendieron afirmando que las normas contenidas en el documento de 1962 no tienen ningún valor vinculante después de la entrada en vigor de las disposiciones que en 1983 reformaron el Código de Derecho Canónico. Sin embargo, en la epístola de Ratzinger de 2001, como ya dijimos, no hay dudas sobre la vigencia del documento Crimen Sollicitationis.

La justicia estadounidense persistió en las pesquisas y en enero de 2005, en la Corte del distrito de Harris County (Texas) el entonces cardenal y hoy Papa Benedicto XVI fue acusado de obstrucción de la justicia.

La epístola fue incluida en la demanda presentada a principios de 2005 contra la Iglesia Católica de Texas y contra Ratzinger por los abusos sexuales cometidos a tres menores por Juan Carlos Patiño Arango, un seminarista de origen colombiano asignado a la iglesia San Francisco de Sales, de Houston. Patiño Arango fue acusado de haber abusado sexualmente de ellos durante sesiones de “orientación psicopedagógica” en la iglesia, a mediados de los noventa.

Según abogados de las víctimas, el cardenal Ratzinger “conspiró para obstruir la acción de la justicia”. El padre John Beal, catedrático de Derecho Canónico de la Catholic University of America, en declaración oral jurada, el 8 de abril de 2005, reconoció ante Daniel Shea que la carta ampliaba la jurisdicción y el control de la Iglesia Católica sobre delitos de abusos sexuales.

 

La carta de Ratzinger estaba cofirmada por Tarsicio Bertone (hoy flamante Secretario de Estado), quien, en una entrevista de hace tres años, ya aludió a la oposición de la Iglesia Católica a permitir que organismos ajenos a ella pudieran investigar las denuncias de abusos sexuales cometidos por curas.

 

“En mi opinión, no tiene fundamento la exigencia de que un obispo esté obligado a contactar con la policía para denunciar a un sacerdote que ha admitido ser culpable de pedofilia” dijo Bertone en ese entonces – vaya “joya” de sinvergüenza

 Posteriormente el gobierno de Estados Unidos ordenó al tribunal de Texas que el Papa Benedicto XVI debía recibir inmunidad en la demanda sobre Patiño Arango. El subsecretario de Justicia de Estados Unidos, Meter Keisler, dijo que como Jefe de Estado del Vaticano, Benedicto XVI goza de inmunidad. Y señaló que permitir que continúe la demanda sería “incompatible con los intereses de política exterior de Estados Unidos”.

La Corte Suprema de Justicia afirmó por su parte que los tribunales de Estados Unidos están obligados a acatar esas “sugerencias de inmunidad”. De tal manera, la elección de Ratzinger como Papa lo salvó de enfrentarse a la justicia estadounidense o tener que esconderse tras lo muros del Vaticano de una orden de captura de la INTERPOL.

Otra demanda presentada en 1994 contra el anterior Papa Juan Pablo II, también en Texas, fue desechada después de que el gobierno de Estados Unidos presentara una moción similar.

Trascendió que la embajada de la Santa Sede en Washington había pedido al gobierno de Estados Unidos que emitiera su sugerencia de inmunidad, e hiciera todo lo posible para que el caso fuese desestimado. Patiño Arango es hoy un prófugo de la justicia.

Fuente: TheClinic.cl

LA CARTA FIRMADA POR RATZINGER DONDE ENCUBRÍO A PEDERASTA

Domingo 11 de abril del 2010

El Papa Benedicto XVI se vio envuelto en nuevas revelaciones sobre los escándalos de abusos sexuales en el seno de la Iglesia Católica.

 Según la carta, el futuro pontífice rechaza la expulsión de un sacerdote acusado de abusos sexuales.

Ahora, la agencia de noticias Associated Press (AP) asegura tener una carta firmada por Joseph Ratzinger en 1985 (cuando aún era cardenal) en la que el futuro pontífice rechaza la expulsión de la Iglesia de un sacerdote acusado de abusos.

AP ha dado a conocer el contenido de la carta, escrita en latín y dirigida al obispo de Oakland (Estados Unidos), John S Cummins. A continuación les ofrecemos el texto de la misiva, de acuerdo a una traducción al inglés facilitada por la agencia de noticias.

Excelentísimo Obispo,

Tras recibir su carta del 13 de septiembre de este año sobre retirar de todas las responsabilidades del sacerdocio al Reverendo Stephen Miller Kiesle en su diócesis, es mi deber compartir con usted lo siguiente:

A pesar de que los argumentos presentados en favor de esa expulsión son de grave importancia, esta corte juzga necesario considerar el bien de la Iglesia Universal además de el del demandante. No es posible tampoco arrojar luz sobre el perjuicio que podría provocar en la comunidad de la Fe de Cristo el otorgar la expulsión, particularmente teniendo en cuenta la corta edad del demandante.

Es necesario que esta Congregación someta incidentes de este tipo a muy cuidadosa consideración, lo que requiere un periodo de tiempo más largo.

Mientras, su Excelencia no debe dejar de facilitar al demandante todo el cuidado paternal posible, y además explicarle al mismo las razones de esta corte, que está acostumbrada a salvaguardar el bien común especialmente ante sus ojos.

Déjeme aprovechar esta ocasión para expresarle sentimientos de la más alta estima,

Su Excelencia Reverendísima,

Cardenal Joseph Ratzinger

http://www.bbc.co.uk/mundo/internacional/2010/04/100409_2211_carta_ratzinger_benedicto_obispo_abusos_irm.shtml

PAPA SE OPUSO A DESPIDO DE SACERDOTE PEDÓFILO ANTES DE SU NOMBRAMIENTO

 Viernes 9 de Abril del 2010

En una carta de 1985 firmada por él, Ratzinger expresó temores sobre las consecuencias que el despido del cura tendría para el «bien de la iglesia universal» 

Antes de ser papa, el cardenal Joseph Ratzinger se resistió a despedir a un sacerdote de California que cometió abusos de menores, revelaron archivos de la Iglesia conocidos el viernes.

En una carta de 1985 firmada por él, Ratzinger expresó temores sobre las consecuencias que el despido del cura tendría para el «bien de la iglesia universal».

La correspondencia, obtenida exclusivamente por The Associated Press, presenta la mayor refutación hasta el momento a la posición de la Santa Sede de que Ratzinger, hoy papa Benedicto XVI, no trató de impedir el despido de sacerdotes pedófilos cuando presidía la oficina de la Iglesia a cargo de velar por la ortodoxia doctrinaria.

La carta forma parte de la correspondencia de varios años entre la diócesis de Oakland y la Santa Sede sobre la propuesta de despedir al reverendo Stephen Kiesle.

El Vaticano confirmó la firma de Ratzinger en la carta, pero se negó a hacer declaraciones sobre su contenido.

EL VATICANO RESPONDE: EL PAPA TIENE INMUNIDAD JUDICIAL

Aporrea.org
01/04/10

El Papa Ratazinger condenó el aborto pero no dijo nada de la pedofilia que sacude a su iglesia.

El Papa Benedicto XVI, acusado por los abogados de las víctimas de ser el responsable último del encubrimiento de abusos sexuales de sacerdotes a niños, no puede ser llamado a testificar en ningún juicio porque tiene inmunidad como jefe de Estado, dijo el jueves un alto cargo judicial del Vaticano.

La entrevista con Giuseppe dalla Torre, jefe del tribunal del Vaticano, fue publicada el jueves en el periódico italiano Corriere della Sera, coincidiendo con los servicios de Jueves Santo que Benedicto XVI iba a celebrar en la basílica de San Pedro para conmemorar la fiesta más solemne del calendario litúrgico, que culmina en el Domingo de Resurrección.

El Pontífice no se refirió en su sermón a la crisis de confianza que barre la Iglesia cuando casi a diario surgen revelaciones de pasados abusos sexuales, acompañadas de acusaciones de encubrimiento.

Dalla Torre subrayó la estrategia del Vaticano de defender al Papa si fuera a verse forzado a testificar en varios procedimientos relativos a abusos sexuales, que están llegando al sistema legal estadounidense.

«El Papa es con certeza un jefe de Estado, que tiene el mismo estatus jurídico que todos los jefes de Estado», dijo, argumentando que por ello tenía inmunidad frente a los tribunales extranjeros.

Los abogados que representan a las víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes en varios casos en Estados Unidos han dicho que querrían que el Papa testificara, en un intento de intentar demostrar que el Vaticano fue negligente.

Pero el Pontífice tiene inmunidad diplomática porque más de 170 países, incluido Estados Unidos, tienen relaciones diplomáticas con el Vaticano, al que reconocen como estado soberano y al Papa como su jefe soberano.

Dalla Torre rechazó las sugerencias de que los obispos de Estados Unidos, algunos de los cuales han sido acusados de trasladar a los acosadores de parroquia en parroquia en lugar de entregarles a la policía, podrían ser considerados empleados del Vaticano, lo que convierte a su «jefe» en el responsable final.

«RATZINGER ESCONDIÓ MI CASO»

Ataques de pánico. Problemas en el trabajo. Pesadillas. Dificultades para dormir. Cuando tenía 38 años, Wilfried Fesselmann decidió consultar a un psiquiatra. El médico le dijo que su problema se debía a un trauma de infancia. Fue entonces cuando Fesselmann sacó de algún lugar escondido en su cerebro el nombre del sacerdote Peter Hullermann, quien había abusado de él cuando tenía tan sólo 11 años. Con la particularidad de que el sacerdote denunciado como pederasta, entonces un cura de 31 años, fue apartado de su diócesis, en Essen, y enviado al obispado de Múnich cuando el cardenal Joseph Ratzinger, el actual papa Benedicto XVI, era el arzobispo de la diócesis bávara.Probablemente su caso habría pasado inadvertido si no hubiera sido por el escándalo que sacude a Alemania desde hace dos meses. Concretamente, desde que el pasado 27 de enero el padre Klaus Mertes, rector del colegio jesuita Canisius de Berlín, enviara cientos de cartas a antiguos alumnos en las que pedía su colaboración para desentrañar los casos de abusos sexuales que hubieran podido cometer tres profesores. Ese chispazo desató las lenguas, y Alemania asiste conmocionada a un goteo diario de denuncias de abusos y vejaciones consumadas dentro de estructuras educativas católicas de todo el país. Unas 300 personas han contado ya sus respectivos casos en las 27 diócesis alemanas.Essen, una ciudad de la zona industrial del Ruhr, también sufrió casos de pederastia. Hasta ahora, cuatro personas han denunciado a un mismo abusador: se trata de Peter Hullermann, quien ejerció como sacerdote en la ciudad a finales de los años setenta. «Todos confiaban en él y era el típico cura que se hacía amigo de los niños», asegura ahora una de sus víctimas, Wilfried Fesselmann, en una entrevista telefónica con este periódico. Fue en el curso de un viaje educativo, en el verano de 1979 a las colinas de Eifel, cuando empezó a tener una actitud ambigua. «Una noche de agosto de 1979 me hizo dormir con él», relata. «Entonces me di cuenta de lo que sucedía».

«Hablé con un compañero: le dije que el sacerdote obligaba a los niños a tener sexo con él. ‘Ten cuidado que no te pase a ti también’, le advertí. Él fue a hablar con sus padres, quienes en septiembre decidieron discutir el tema con otros padres. En esa ocasión salieron a la luz otros tres casos. En el obispado de Essen existía entonces un protocolo de actuación para estas situaciones. Dijeron que, para proteger a los niños, no hacía falta que los padres presentaran una denuncia: el sacerdote iba a ser trasladado a Múnich y no volvería a trabajar con jóvenes».

Los padres de Fesselmann ni siquiera participaron en esa discusión porque eran «católicos intransigentes»; y a pesar de que su propio hijo señalara al sacerdote y dijera que le había obligado a practicarle sexo oral, los padres consideraron inadmisible denunciar a un cura. «Esto simplemente no se hacía», asegura ahora la víctima.

En conversación con este diario, el portavoz del obispado de Essen, Ulrich Lota, ha reconstruido los acontecimientos de aquellos meses. «Entonces las cosas eran distintas de ahora», explica. «Se pensaba que se podía tratar eficazmente a los pederastas con una terapia, y por esto se decidió trasladar al cura a Múnich, donde se contaba con el psicólogo Werner Huth, experto en este tipo de casos». El responsable del personal del obispado de Essen avisó a los colegas de Múnich de que el sacerdote Peter Hullermann había abusado de menores en su diócesis y de que esta era precisamente la causa de su petición de traslado.

Joseph Ratzinger, arzobispo de Múnich entre 1977 y 1982, puso su firma en el documento que aceptaba el traslado de ese cura a su diócesis en 1980. El texto imponía al sacerdote una psicoterapia y señalaba que no debía volver a trabajar con niños. Sin embargo, en una decisión cuya responsabilidad se atribuyó el entonces vicario general Gerard Gruber (de 81 años en la actualidad), el cura abusador fue puesto a trabajar enseguida como «guía espiritual» en una parroquia de Múnich. «No queríamos que estuviera inactivo, aparte de la hora diaria de terapia», declaró el ex vicario a la prensa cuando se destapó el caso. «Esta decisión habría sido tomada por una iniciativa personal del vicario y sin que Joseph Ratzinger se enterara», afirma el obispado de Múnich en un comunicado difundido hace dos semanas.

Según el psiquiatra Huth, el obispado de Múnich ignoró repetidas advertencias suyas, escritas y orales, en las que aseguraba que el sacerdote en cuestión era peligroso para los niños. Huth, quien ahora tiene 80 años, era consultor del obispado para casos de pederastia. Asegura públicamente que Hullermann, quien al empezar el tratamiento tenía 32 años, no debería haber trabajado con menores, porque era muy narcisista, un rasgo típico de los pedófilos, y tampoco reconocía sus errores ni se tomaba en serio la terapia. En varias ocasiones, el psicólogo aconsejó directamente al sacerdote que no tomara alcohol y que se buscara un supervisor. Los abusos, siempre según el terapeuta, de los que estaba acusado habían sido cometidos bajo los efectos del alcohol.

Cuando Ratzinger se encontraba ya en Roma, en 1985, el cura Hullermann volvió a agredir a un menor y fue condenado por un tribunal de la Alta Baviera a 18 meses de cárcel -que no cumplió porque quedó en libertad provisional, aunque durante ese periodo fue suspendido como sacerdote- y a una multa de 4.000 marcos (unos 2.000 euros de hoy). Al año siguiente volvió a trabajar en una casa para ancianos. Posteriormente fue trasladado a la comunidad bávara de Garching, de 15.000 habitantes, donde ejerció durante 21 años. En 2008 se mudó de nuevo, en este caso a Bad Tölz, siempre en Baviera, donde trabajó hasta que fue suspendido hace dos semanas.

Después de la condena de 1986, antes citada, no se le habían vuelto a atribuir abusos, Sin embargo, esta misma semana se ha interpuesto otra denuncia contra Hullermann, a quien los padres de un joven acusan ante la fiscalía de Garching de haber abusado sexualmente de su hijo en 1998. Este nuevo asunto puede ser decisivo porque, a diferencia de la mayoría de los delitos denunciados hasta ahora, todavía no ha prescrito. En Alemania, el delito de abuso de menores no prescribe hasta pasados 10 años de la mayoría de edad de la víctima.

Durante los 30 años en los que el obispado de Múnich ha ocultado el pasado del sacerdote pederasta, las víctimas fueron abandonadas a su suerte. Wilfried Fesselmann guardaba, oculto, su trauma. Ni siquiera sus padres le habían creído. Fueron años terribles y siguieron otros muy duros.

«Mi situación personal fue ignorada», afirma. «Obviamente, esto me causó problemas porque tuve que callar. No lograba salir de la situación a la que me habían llevado. Esto explica que, años después, sufriera ataques de pánico. Y todavía tengo problemas a la hora de conducir. Tuve que recibir terapia, primero con un neurólogo y después con un psiquiatra. Este especialista me dijo que todo podía deberse a un acontecimiento traumático en mi niñez. Y esta es la única experiencia traumática grave que tuve. Indiqué el nombre de Hullermann, conté la historia y logré entender el porqué de todo».

A continuación, se le ocurrió buscar al sacerdote a través de Google. «Me di cuenta de que todavía ejercía y que todavía se iba de vacaciones con niños. Todo seguía igual. Por eso le escribí dos correos electrónicos donde le preguntaba si no tenía mala conciencia por lo que había hecho. También le pregunté si se acordaba de mí. No recibí respuesta». Eso fue en 2006. «Dos años más tarde, en 2008, le mandé otro correo. Me contestó entonces una persona llamada Sigfried Kneissel. Me explicó que era el encargado de ocuparse de los casos de abusos en el obispado de Múnich y me preguntó qué tipo de denuncia quería hacer. Dije que se trataba de un caso de abuso del sacerdote Hullermann».

En abril de 2008, la policía llamó a la puerta de la víctima. Eran los agentes de la ciudad de Essen acompañados por dos oficiales de Baviera. Quisieron inspeccionar su ordenador para comprobar si había mandado los correos electrónicos («estaba claro que los había enviado», comenta ahora Wilfried Fesselmann). En esta ocasión, la víctima volvió a repetir su historia, y la policía le confirmó que su versión coincidía con la de las otras tres víctimas de entonces. El nombre de Fesselmann no aparecía en ningún informe, ya que sus padres no habían denunciado el caso al obispado. «En esta ocasión tuve una confirmación de que conocían el caso».

Todo coincide también con la reconstrucción del obispado de Essen. «Nos enteramos del cuarto caso a través de la prensa», explica Lota, su portavoz. «Estamos convencidos de que a partir de ahora podrían aparecer más denuncias».

No obstante, Fesselmann fue citado a juicio por supuesto intento de chantaje al cura. «Es cierto que en uno de los correos electrónicos hablé de una remuneración», admite, «pero nunca chantajeé a nadie». El juicio, que la víctima interpreta como una intimidación y un intento de callarle, se cerró con la absolución de Wilfried Fesselmann. En agosto de 2008, el sacerdote pederasta fue trasladado al que sería su último destino, la comunidad de Bad Tölz, en Baviera, en la que fue encargado de ejercer como guía espiritual para turistas, con la indicación explícita de que no trabajara con niños.

Desde que se destaparon en Alemania los primeros casos de abusos, la ministra de Justicia federal, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, del partido liberal FDP, invitó a las víctimas a que denunciaran sus casos. Wilfried Fessemann le escribió una nota con su historia. Hasta ese momento, la víctima no era consciente de que el actual papa Benedicto XVI pudiera ser responsable de la ocultación del abusador.

Lo cierto es que la fecha del traslado coincide con la etapa en que Joseph Ratzinger era cardenal arzobispo de Múnich (1977-1982). Una coincidencia que asocia por primera vez al Papa, de forma directa, con uno de los cientos de casos escalofriantes que conmocionan actualmente a Alemania.

Desde entonces han caído, bajo el efecto dominó, algunas instituciones prestigiosas de la Iglesia alemana, como el Coro de las Voces Blancas de Ratisbona, los Domspatzen. Aquí los abusos denunciados se cometieron a lo largo de quince años, desde 1958 hasta 1973. Georg Ratzinger, el hermano del actual Pontífice, fue el director de ese coro entre 1964 y 1993. A pesar de que las acusaciones involucran a tres educadores y al entonces director del internado donde el coro se alojaba, el hermano del Papa aseguró no tener conocimiento ni haber intentado ocultar caso alguno de pederastia. Su función de director artístico le mantenía al margen de la gestión directa del internado.

Después de que el caso de Fesselmann saltara a la prensa hace dos semanas, Hullermann fue suspendido. Otro párroco que ofició la misa el domingo siguiente en Bad Tölz fue interrumpido en su sermón por un hombre que pidió explicaciones sobre las verdaderas razones del cese del sacerdote pederasta. Varios fieles abandonaron la iglesia. La imagen parece resumir la de la Iglesia mundial, comprometida por los casos de abusos y sorda frente a las víctimas, que antes eran fieles.

Benedicto XVI, en la carta pastoral enviada el pasado domingo a los católicos irlandeses, no mencionó en ningún momento el drama que está afectando a su país natal. No fue suficiente su rotunda denuncia de la pederastia clerical y tampoco sus palabras de «vergüenza y remordimiento»: la omisión fue duramente criticada en Alemania por numerosas asociaciones católicas, entre ellas Wir Sind Kirche [Somos Iglesia]. Y no sirvió de nada que la canciller Angela Merkel defendiera «el significado universal» de su mensaje. El país está que arde.

«Ratzinger escondió el caso. Él lo sabía», repite ahora Wilfried Fesselmann. También dice que se siente mejor tras haber contado su historia. Cree que su gesto puede convencer a otros para saldar cuentas con el pasado. Espera también una indemnización económica que le compense por los problemas sufridos en su vida personal y laboral. Sin embargo, asegura: «Lo que necesitamos las víctimas ante todo es que se reconozca lo que ha pasado. Que se sepa. Porque, de lo contrario, van a seguir ocultándolo».

ABUSOS SEXUALES DESCUBIERTOS EN UN CORO QUE ERA DIRIGIDO NADA MENOS QUE POR EL HERMANO DEL PAPA, GEORG «RAT SINGER»

El obispado de Ratisbona afirmó que fueron cometidos abusos sexuales en el «ambiente» del coro de jóvenes de la ciudad del este del estado alemán de Baviera, en la época en la cual el grupo era dirigido por el hermano del papa Benedicto XVI.

Las autoridades del obispado hicieron la declaración a través de un escrito publicado en internet, dirigido a los padres de los asistentes al coro.

En la carta, el obispado dice que tomó conocimiento de «casos de abusos sexuales durante la pasada década de los cincuenta».

El portavoz del obispado, Clemen Neck, declaró después que hay informaciones según las cuales los abusos fueron cometidos entre 1958 y 1973, y auspició una investigación que sea «transparente».

El hermano del papa Benedicto XVI, Georg Ratzinger, hoy de 86 años, condujo el coro histórico de Ratisbona entre 1964 y 1993. Georg Ratzinger dijo hoy que no tenía conocimiento de los abusos, en declaraciones a una radio de Baviera.