LA SANIDAD ES LA VOLUNTAD DE DIOS

TRADUCCIÓN AUTOMÁTICA, CON ERRORCILLOS MENORES

Vidrieras en Anglica de San Juan el Bautista ...

 

Mateo 8:2 , «Y he aquí vino un leproso y le adoraron, diciendo: Señor , si quieres, puedes limpiarme «.Mateo 8:1-4

La lepra era una enfermedad odiaba y sus síntomas se describen en detalle en Levítico 13:1-46. Este leproso creía que Jesús podía sanarlo, pero dudaba de su buena voluntad para que lo cure. Jesús le mostró su voluntad de sanar, y ya que Él no hace acepción de personas, estableció un precedente para nosotros (Romanos 2:11). Este leproso no sabía la voluntad de Dios acerca de la curación , pero esto no es el caso con nosotros. La Palabra de Dios es la voluntad de Dios, y revela que siempre es la voluntad de Dios para sanar.

Isaías 53:5, deja en claro que cuando Isaías dijo que «por su llaga fuimos nosotros curados», estaba hablando de la curación física de nuestros cuerpos. Jesús proveyó para la curación física, así como el perdón de los pecados . La misma palabra «guardar» (gr. – «sozo») se traduce como «sano» en referencia a la curación física en Mateo 9:22, Marcos 5:34, 8:48 y Lucas. Santiago 5:15 dice: «la oración de fe salvará (gr. -» sozo «) a los enfermos.» Muchas escrituras hablar de la curación de nuestros cuerpos, en relación con el perdón de nuestros pecados. La curación es una parte de nuestra salvación, tanto como el perdón de nuestros pecados.

En ninguna parte encontramos a Jesús se niega a sanar a nadie. A la luz de la declaración de Jesús que Él no podía hacer nada de sí mismo, pero lo único que vio hacer al Padre (Juan 5:19 y 8:28-29), y sus acciones son prueba suficiente de que siempre es la voluntad de Dios para sanar. Hay ciertas cosas que Jesús sufrió por nosotros que no debemos sufrir. Jesús murió por nuestros pecados para que no tendríamos que pagar por ellos (Romanos 6:23). Jesús tomó nuestras enfermedades y las enfermedades para que podamos caminar en la salud (Mt. 8:17;. 1 Pedro 2:24). Jesús se hizo pobre para que nosotros, por medio de su pobreza, podría ser rico (2 Cor. 8:9). Si Dios es por nosotros, entonces no hay un éxito puede estar contra nosotros.

El Señor ha hecho todas las provisiones para que usted pueda caminar en todo lo que Él ha provisto para el día de hoy. No lo posponga ni un minuto más.

Que el Señor bendiga Nigeria , América e Israel, y cuida de nosotros, ¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre nosotros, y ten misericordia de nosotros, ¡Que el Señor alce su rostro sobre nosotros, y nos da la paz, en Jesucristo, Nombre , te lo pedimos! ¡Amén!

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ISRAEL CONSIDERA TENER MÁS GESTOS DE BUENA VOLUNTAD

El gobierno israelí está considerando una petición palestina para transferir el control de seguridad adicional de las zonas controladas por palestinos en Cisjordania, como un gesto de buena voluntad hacia el líder Mahmoud Abbas.

El territorio en cuestión incluye los sitios dela Zona B, asignado en los Acuerdos de Oslo al control civil palestino y al control de seguridad israelí y la zona C, que se encuentra bajo control hebreo.

Estos temas fueron debatidos entre el Ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, y el secretario de Defensa de los Estados Unidos, León Panetta, en su visita a Israel a principios de esta semana.

JESÚS DIO EL EJEMPLO AL HACER LA VOLUNTAD DE DIOS Y NO LA SUYA

 imagen

EL MEJOR EJEMPLO FUE JESÚS QUE SE DESPRENDIÓ DE HACER
SU VOLUNTAD E HIZO LA VOLUNTAD DE SU PADRE Y SU DIOS.

¿PONES TU EN PRACTICA LA VOLUNTAD DE DIOS?

SALMO 119
34 Dame entendimiento para que guarde Tu ley
Y la cumpla de todo corazón.

125 Yo soy Tu siervo, dame entendimiento
Para que conozca Tus testimonios.

144 Tus testimonios son justos para siempre;
Dame entendimiento para que yo viva.

SALMO 111
10 El principio de la sabiduría es el temor a YAHWEH;
Buen entendimiento tienen todos los que
practican Sus mandamientos;
Su alabanza permanece para siempre.

JOB 34
16 Pero si tienes inteligencia, oye esto,
Escucha la voz de mis palabras.

SALMO 106
7 Nuestros padres en Egipto no entendieron Tus maravillas;
No se acordaron de Tu infinito amor,
Sino que se rebelaron junto al mar, en el Mar Rojo.

PROVERBIOS 15
32 El que tiene en poco la disciplina se desprecia a sí mismo,
Pero el que escucha las reprensiones adquiere entendimiento.
33 El temor de YAHWEH es instrucción de sabiduría,
Y antes de la gloria está la humildad.

EFESIOS 5
15 Por tanto, tengan cuidado cómo andan;
no como insensatos sino como sabios,
16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
17 Así pues, no sean necios, sino entiendan cuál es la voluntad de YAHWEH.

1 DE JUAN
20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de que
conozcamos a Aquél que es verdadero; y nosotros estamos en Aquél que es verdadero,
en Su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.

JEREMÍAS 4
22Porque Mi pueblo es necio,
No Me conoce;
Hijos torpes son,
No son inteligentes.
Astutos son para hacer el mal,
Pero no saben hacer el bien.”

2 DE CORINTIOS 4
4 en los cuales el dios de este mundo ha cegado
el entendimiento (la mente) de los incrédulos,
para que no vean el resplandor del evangelio
de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.

MATEO 24
39 y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos;
así será la venida del Hijo del Hombre.

PROVERBIOS 10
21 Los labios del justo apacientan a muchos,
Pero los necios mueren por falta de entendimiento

¿CUÁL ES EL RESULTADO DE LOS ENTENDIDOS
EN LOS PRECEPTOS DIVINOS?

DANIEL 12
3 Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento,
y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.

EL REINO DE DIOS LLEVARÁ A CABO LA VOLUNTAD DE DIOS PARA LA NUEVA TIERRA DEL FUTURO

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Por casi dos milenios los cristianos han rezado la oración del “Padre Nuestro”, la cual fue enseñada por Jesucristo mismo a sus discípulos. Una de sus partes dice: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (Mateo 6:10). Tal vez usted mismo ha repetido esta oración muchísimas veces, pero: ¿Se ha detenido a pensar por un instante qué significa eso que Jesús llamó: ‘el reino de Dios’? Además, ¿qué está pidiendo usted cuando ora: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad…así también en la tierra”? Es hora de que usted despierte de su indiferencia espiritual y medite en este asunto con la mayor seriedad posible. Pedir sin saber o sin comprender lo que se está pidiendo es la mayor incongruencia que puede cometer un ser humano pensante e inteligente.

Millones de cristianos están pidiendo que venga el reino  de Dios a la tierra a fin de que se haga la voluntad del Creador en el mundo, así como se hace en el cielo. No obstante, estos orantes no saben cuál es exactamente la voluntad de Dios para  esta tierra, y que su reino” llevará a cabo en el futuro. Esto es increíble, sorprendente, e Inaudito entre los que se consideran «cristianos convertidos».

Ahora bien, Jesús les había dicho a sus discípulos que ellos debían buscar y pedir por la venida del reino de Dios a la tierra, pero sin haberles dado una explicación o definición detallada de lo que éste era. Pero esto no es sorprendente, pues sus oyentes ya sabían lo que era ese reino de Dios por las Escrituras Hebreas, es decir, por el así llamado Antiguo Testamento

El Reino y los Judíos  

Pero antes de continuar con este estudio bíblico quisiera decirles que los más grandes teólogos católicos y protestantes están de acuerdo en que el tema central de todo el mensaje de Cristo es el Reino de Dios. Usted encontrará el reino de Dios en los libros de los Profetas, en los Salmos, y en los libros históricos como Samuel, Reyes, y Crónicas. De modo que los Judíos estaban bien familiarizados con la frase “el reino de Yahweh” (1 Crónicas 28:5— Entendiéndose por “Yahweh”, Dios). Es por esto que usted nunca encontrará en el Nuevo Testamento una explicación del reino de Dios por parte de Jesús cuando lo proclama, justo al inicio de su ministerio. Y Jamás leerá en la Biblia de alguien que le preguntara a Jesús sobre la naturaleza del reino de Dios, es decir, si este sería real o imaginario; espiritual o literal; terrenal o celestial; temporal o eterno; presente o futuro; etc. Los Judíos ya tenían bien definida la naturaleza de aquel reino mesiánico esperado por ellos por muchísimo tiempo, que Jesús no vio la necesidad de definirlo nuevamente a sus paisanos. De modo que si usted quiere saber qué es eso que la Biblia llama “El Reino de Dios”, tiene que averiguarlo en la misma Biblia, comenzando con el Antiguo Testamento. No obstante, este estudio le ofrecerá un resumen de lo que es el Reino de Dios, y usted lo podrá complementar con sus lecturas personales de la Biblia.

Pues bien, algunos alegarán que Jesús dio una explicación muy particular de la naturaleza del reino de Dios en sus famosas “Parábolas del Reino”. También es cierto que Jesús habló “secretamente” o “misteriosamente” a sus detractores en sus Parábolas del Reino, pero no fue así para con sus fieles discípulos (Mateo 13:10-17). Los que no eran de él tendrían dificultad de entender sus parábolas. Pero, ¿fueron sus parábolas una nueva forma de entender el reino de Dios?¿Cambiaron las parábolas de Jesús la esencia misma del reino tradicional judío? ¡De ninguna manera! Pues Cristo vino “a confirmar (no cambiar) las promesas hechas a los padres” (Romanos 15:8).  

Las Parábolas del Reino, en el Evangelio de Lucas (capítulos 13-19), presentan las condiciones éticas y espirituales exigidas por Dios para ingresar o participar de él.  Los judíos pensaban que por la ley ellos podían ganar la aprobación de Dios. Creían que haciendo el bien a la luz de los Diez Mandamientos serían salvos y entrarían en el reino. Pero Jesús enseña muy claramente en sus parábolas que el reino de Dios exige arrepentimiento, como es en el caso de la parábola del hijo pródigo. Jesús enseñó también que se requiere un “nuevo nacimiento” a través del agua y del Espíritu para ver y entrar en él (Juan 3:3,5). Aquí se incluye el bautismo para el perdón de los pecados, y el recibimiento del Espíritu Santo. Para otros este “nuevo nacimiento” significa el “renacimiento en la resurrección” para obtener el cuerpo inmortal y glorioso con el cual entraremos al reino (1 Corintios 15:50).

En la Parábola de la Gran Cena Jesús enseña que su reino estará conformado por los pobres de la tierra. En cambio, los más de los ricos petulantes quedarán excluidos. En fin, Jesús estuvo enseñando su evangelio del reino y poniendo las condiciones para participar en él activamente.                      

¿Qué es el Reino de Dios?

En primer término, debemos decir que el reino de Dios es un asunto que tiene que ver con  la voluntad de Dios para con esta tierra. ¿Recuerda la oración del Padre Nuestro? Dice entre otras cosas: ”Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Notemos que Dios quiere que se haga Su voluntad en la tierra, así como se hace en el cielo. Es decir, en el cielo se está haciendo la voluntad de Dios—¡Pero no en la tierra! Por eso tenemos que seguir pidiendo que se haga la voluntad de Dios en la tierra a través de ese algo llamado: “REINO DE DIOS”. El Reino de Dios en la tierra significará que la voluntad de Dios finalmente se estará haciendo en nuestro mundo. ¡Piénselo seriamente!

¿Podría alguien decir que este mundo caótico y malvado refleja el carácter y la voluntad de Dios?¿Son las guerras, las pestes, las hambres, los odios, las desigualdades, la contaminación ambiental, el desempleo, los hogares destruidos, los gobiernos corruptos, la violencia, los crímenes, y cosas como éstas, su Voluntad para nuestro mundo? ¡No, ciertamente! Hoy no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo. Dios es un Dios de paz y no de confusión (1 Corintios 14:33). Hoy no hay paz en la tierra sino confusión total, y así no es Dios. Dios es un Dios que ama la paz, la justicia, la rectitud, la ley y el orden.

Habiendo comprendido que aún no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo, podemos concluir que todavía no ha venido el reino de Dios a la tierra. Cuando venga el Reino de Dios, por fin se hará lo que Dios dice y quiere para la sociedad humana. Los hombres tendrán que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, de lo contrario no podrán sobrevivir en su reino, y quedarán excluidos eternamente y… ¡Serán aniquilados para siempre! (Zacarías 14:17)(Salmos 37:9-11,20,22,34,38).

Hoy en día los hombres están destruyendo la creación de Dios, Su tierra, Sus mares, Sus lagos, Sus alimentos, Su atmósfera, Su fauna silvestre, Su flora, etc. Hoy existe la “lluvia ácida”, “el efecto invernadero”, los polos se derriten, se presentan graves inundaciones, tornados, huracanes, terremotos, sequías, plagas, enfermedades, etc. Todo esto por culpa del mismo hombre y de su “ciencia”. En Apocalipsis 11:18 hay una seria advertencia de parte del Altísimo, pues cada día estamos provocándole y ofendiéndole con nuestros actos malvados. Dice el mencionado pasaje apocalíptico: “…y tu ira ha venido…y de destruir a los que destruyen la tierra.”

El reino de Dios pondrá fin a los destructores de la tierra, a todos aquellos que no han amado a Dios y a Su creación. Los reinos (gobiernos) de este mundo darán paso al reino de Dios. Este Reino, fue también previsto por el profeta Daniel en los capítulos 2 y 7, en particular. Allí el profeta ve que el reino de Dios desplaza y hasta destruye a todos los gobiernos de la tierra, y él se vuelve único y poderoso por sobre toda la tierra. El profeta vislumbra un reino o gobierno que ejerce su poder mundialmente (Daniel 2:44). ¡Habrá solo un gobierno y también un solo gobernante mundial! ¿Se imagina usted un mundo con un solo gobierno y un solo gobernante? ¡Terminarían las rivalidades y discordias entres los pueblos! Hoy estamos divididos por fronteras, idiomas, religiones, sistemas políticos, sociales y económicos totalmente diferentes unos de otros. En el reino de Dios, todo ello desaparecerá; y habrá, por fin, una religión, un Dios, un idioma, un soberano o gobernante, un solo sistema de gobierno, y todo ello se traducirá en una paz con justicia verdaderas en la tierra. Los ejércitos habrán desaparecido por completo (Isaías 2:1-4;9:6,7).

Así como los reinos de Inglaterra, Francia, España, Italia, Portugal, etc, ejercieron, y algunos aún ejercen su poder, así también el reino de Dios ejercerá su poder mundial y Teocrático cuando Cristo regrese por segunda vez a la tierra como rey. (Mateo 25:31,34). Parece increíble, pero usted podrá leerlo en una Biblia Católica o Protestante. Y si usted es Católico, entonces tiene que leerlo en su Biblia…¡y creerlo!. Esto no es un asunto de “las sectas” sino de Dios.           

El Patriarca Abraham y el Reino

¿Por qué mencionar a un antiguo patriarca en el tema del reino? Muy simple, pues Abraham recibió una promesa extraordinaria de Dios que daría origen a su reino futuro en la tierra. ¿Cómo? En Génesis 13:14-15 Dios le dice a Abraham lo siguiente: “…Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y hacia el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. En Génesis 15:18 Dios le vuelve a decir a Abraham: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates”.

Notemos que Dios le hizo un pacto al anciano patriarca Abraham en el sentido que le daría un lugar o una tierra que se encuentra desde el río de Egipto (Nilo) hasta el río grande, el Eufrates. Si uno observa estos límites se dará cuenta que se hallan en el Medio Oriente, en lo que es ahora parte de Siria, Líbano, e Israel Moderno. Ahora adviértase también que esta “Tierra Prometida” sería igualmente para la descendencia o simiente de Abraham. Recordemos que Abraham luego recibió la promesa de Dios de que tendría un hijo de su anciana esposa Sara. Con el tiempo Abraham tuvo su descendiente según la promesa, y se le llamó Isaac. Luego Isaac tuvo su hijo Jacob y Esaú, y de Jacob nacieron 12 hijos, de los cuales uno continuó con la promesa, Judá. Con el correr de los siglos, de la familia de Judá, nace Jesucristo.

Jesucristo, por tanto, es la simiente o descendencia de Abraham. Ahora veamos los que dice San Pablo sobre Abraham y la simiente, Jesucristo. “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: A las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:16,29). Notemos que la simiente de Abraham es una sola: El Señor Jesucristo. Cristo tendrá la herencia de la tierra entera, siendo su residencia permanente, la tierra prometida, Israel. Sí, Jesús será el heredero de la tierra prometida para siempre. Además notemos que los que son de Cristo (Su Iglesia), tendrán también herencia con Cristo de la tierra prometida. Eso lo dice San Pablo, no quien escribe este estudio. Por tanto, si la tierra de Israel será la sede del reino de Cristo, ¿por qué enseña el catolicismo y el protestantismo, en su mayoría, que nuestro paradero final eterno será el cielo?. ¡No lo entendemos aún!

El Rey David y el Reino

Dios inauguró su reino con Saúl. Este fue el primer rey de la línea de Judá que reinó en Jerusalén. Desgraciadamente este rey fue infiel a Dios, razón por la cual Dios lo destituyó reemplazándolo por un pastorcito de ovejas llamado David. David tuvo dos hijos importantes, Salomón y Natán. De Salomón desciende José, el esposo de María, madre de Jesús. En cambio María desciende de Natán, lo cual la hace a  ella también descendiente de David. La promesa era que de la descendencia de la mujer (María) nacería la simiente que aplastaría la cabeza a la serpiente, Satanás (Génesis 3:15). Jesús, por tanto, al ser descendiente de Abraham y de David, es el heredero del reino de David que se reestablecerá en la tierra prometida. Recordemos que el reino de David era el Reino de Dios (1 Crónicas 28:5).  Jesús, por tanto, es de sangre azul y heredero potencial de su reino. Pero: ¿Hay un reino judío en Israel hoy? No, ¡por ahora!

 Se sabe que el último rey descendiente de David fue Sedequías, que fue derrocado por el rey babilónico Nabuconodosor en 586 A.C. Sedequías fue un rey desobediente que llevó al pueblo de Dios a la idolatría. Su castigo fue el destierro y el asesinato de todos sus hijos. El pueblo judío fue llevado preso y esclavo a Babilonia por 70 años. Desde esa fecha de 586 a.C, Israel no ha tenido más reyes de la línea de David. Pero Dios había profetizado por intermedio de Ezequiel el profeta, que algún día el reino de David sería restaurado en la persona de un descendiente suyo (Leer Ezequiel 21:25-27). Usted, amigo, debe leer en su Biblia todos los pasajes que le citamos, para que constate la veracidad de nuestras afirmaciones.

Pero el Apóstol Pedro nos da más luz acerca de quién pueda tratarse ese descendiente del rey David que reanudará la línea real en Israel en un futuro no lejano. Él dijo lo siguiente cuando hizo una apología de Jesucristo en el primer concilio en Jerusalén: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono.” (Hechos 2:29,30). Es claro, entonces, que aquel que tiene el derecho de sentarse en el trono del reino de David—el cual es llamado también: ‘El reino de Dios’— es el Cristo, ¡Jesucristo! Repetimos: El reino de David, que está suspendido en el tiempo, será RESTAURADO EN ISRAEL EN LA PERSONA DE CRISTO. ¡Jesucristo será el nuevo rey en Israel cuando él regrese a la tierra! Así como hay un reino en Jordania hoy, también habrá un reino en Israel pronto. Nada es imposible para Dios, aunque usted no lo crea aún.     

El Gobierno Mundial de Jesucristo

Jesús dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. Entonces el rey dirá a los de su derecha: Venida benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (Mateo 25:31,34).

Su dominio (el de Jesucristo) será mundial, pues también el profeta David nos dice: “Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.” (Salmos 72:8). Sí, su poder será total, pues regirá a los pueblos con mano firme y segura, y con la bendición de Dios el Padre (Apocalipsis 2:26,27). Pero, ¿cree usted en este mensaje del cielo?¿Le parece una historieta más?¿Un mito?¿Una Utopía? Muchos se resisten a creer, pues han sido instruidos de manera diferente. La gran mayoría de “cristianos” se les ha hecho creer que si son “buenos” irán al cielo para estar con Dios y todos los santos. A éstos les parece raro que les prediquemos una esperanza terrenal, cuando ya no pueden creen más en las promesas de un “mejor orden económico, político y social en la tierra”. Escapar de este mundo decadente y confuso es la mejor alternativa. Nos ilusiona pensar que estaremos en otra dimensión u otro plano existencial, lo cual estaría bien para los que se drogan. Estos “escapan” temporalmente y artificialmente de los problemas cotidianos, pero luego caer en una mayor desesperación y desilusión. Pero “tocar el arpa” en el cielo por una eternidad igualmente resultaría tedioso y monótono. La promesa de un mundo nuevo y justo eso sí tiene sentido, pues estamos llamados a colaborar con Jesús en la reestructuración de la nueva sociedad que él implantará con su iglesia (2 Pedro 3:13,14; Miqueas 4:1-4).

Usted puede cambiar su vida y gozar de una magnífica esperanza de vida eterna en el reino de Jesucristo. Sólo tiene que arrepentirse de sus pecados y ser bautizado bajo agua en el nombre de Jesucristo para recibir su sellamiento como hijo de Dios. Luego usted experimentará una nueva vida de fe en Cristo y sus promesas. Su vida tiene propósito si cree en Cristo y en Su Evangelio del Reino (Marcos 1:14,15). Evangelio significa “Buenas Noticias”, de modo que Cristo vino a traernos buenas noticias de un nuevo orden mundial bajo su reino.

El problema del ser humano es generalmente la falta de fe. Jesús ya había pronosticado que antes de su regreso a la tierra no hallaría fe en él y en su evangelio (Leer Lucas 18:8). Por eso no nos extraña que nuestro anuncio no sea bien recibido por la mayoría de personas. El problema es su falta de fe en las Palabras de Dios. Jesús se topó con muchos hombres faltos de fe en muchas ocasiones. Pero usted puede creer si dispone su corazón a la verdad bíblica.           

¡LOS QUE HACEN LA VOLUNTAD DE DIOS, ÉSTOS SON LOS HIJOS DE DIOS!

Una nueva reflexión para todos, especialmente para los «TJ»

Ingº Mario A Olcese

En una anterior entrega vimos que su Majestad, el Señor Jesucristo, enseñó a sus discípulos a orar a través de la llamada “oración modelo” del “Padre Nuestro”. Dijimos que esta oración sólo puede ser rezada por quienes son verdaderos hijos de Dios, individuos que creen en Cristo y viven según sus mandamientos. Sí, estas son personas realmente consagradas que pueden llamar con plena confianza “PADRE MIO” a Dios, o  “PADRE NUESTRO”, si están en grupo.

Estimados amigos, no se requiere ser muy inteligente para deducir, a partir de las Escrituras, que los que hacen la voluntad de Dios son hijos de Dios. Esto queda plenamente demostrado por las palabras de Jesús, que leen: “Porque todo aquel que hace la VOLUNTAD de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12:50).

Nosotros, los creyentes, estaremos de acuerdo en afirmar que Jesús es el Hijo de Dios, y que cada uno de nosotros somos sus hermanos, si hacemos la voluntad del Padre. Esto significa, además, que si somos sus hermanos, necesariamente nos convertimos en  hijos del mismo Dios y Padre de Jesús. En buena cuenta, ¡Dios no hace acepción de personas!

Antes debemos primero establecer lo siguiente:

I).- Que Dios sólo escucha a quienes hacen Su voluntad y le temen. Si usted no hace la voluntad de Dios, y no le teme, él no le escuchará.

Texto probatorio:

Dice Jesús: “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su VOLUNTAD, a ése oye” Juan 9:31.

II).- Los que dicen hacer la voluntad de Dios tendrán finalmente vida inmortal.

Texto probatorio:

“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la VOLUNTAD de Dios permanece para siempre” 1 Juan 2:17

¿Y cuál es la voluntad de Dios?

1.- NUESTRA SANTIFICACIÓN

Texto probatorio:

“Pues la VOLUNTAD de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación” (1 Tesalonicenses 4:3).

“Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la VOLUNTAD de Dios”  1 Pedro 4:2

“Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios” (1 Pedro 4:2).

2.- PADECER HACIENDO EL BIEN PARA CALLAR A LOS INSENSATOS

Texto probatorio

“Porque esta es la VOLUNTAD de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos” 1 Pedro 2:15

Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la VOLUNTAD de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.1 Pedro 3:17

De modo que los que padecen según la VOLUNTAD de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien”. 1 Pedro 4:19

3.- SER AGRADECIDOS A DIOS EN TODO

Texto probatorio:

“Dad gracias en todo, porque esta es la VOLUNTAD de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” 2 Tesalonicenses 5:18.

4.- QUE CREAMOS EN SU HIJO PARA TENER VIDA ETERNA EN LA RESURRECCIÓN

“Y está es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día postrero” (Juan 6:40).

5.- GUARDAR SUS MANDAMIENTOS

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está dentro de mi corazón” (Salmo 40:2).

Reflexión:

El Dios único está llamando a hombres y mujeres para que sean parte de Su santa familia, es decir, para completen Su casa como hijos adoptivos Suyos, y así cohereden con Su primogénito, Jesucristo, todos Sus bienes. Y para que esto pueda llevarse a cabo, es necesario que el elegido esté dispuesto hacer la voluntad de Dios.

Lo que Dios/ Padre espera de su potencial hijo en esta vida es básicamente que crea en Jesucristo y que viva en santidad (y con esta palabra “santidad” queremos decir una vida de pureza, alejada de los deseos insanos de la carne provenientes de las concupiscencias). El desea que Su nuevo hijo crea en Jesucristo, y guarde Sus mandamientos, y que viva obrando el bien. Esto, que decimos, lo concluimos por las citas bíblicas dadas arriba.

Pero aquí los llamados “Testigos de Jehová” tienen un problema enorme, y es que ellos dicen que sólo 144,000 TJ son hijos de Dios, mientras que el resto de sus miembros, no. Pero curiosamente, los líderes de la Watchtower esperan que la TOTALIDAD de miembros de su organización hagan la voluntad de Dios, es decir, que crean en Jesucristo, y en su mensaje o evangelio del reino, y que vivan apartados del mundo (o sea, en santidad) y que no cedan a la concupiscencia de la carne. Que obren siempre el bien para callar a los impíos, y que observen  los mandamientos de Dios para una buena vida.

Concluimos, entonces, que Si la TOTALIDAD de TJ debe cumplir esos requisitos expuestos arriba, y que que resumen la voluntad de Dios, entonces TODOS los TJ son hijos de Dios, y no tan sólo 144,000 individuos de la organización.

Pero si los TJ siguen tercamente afirmando que sólo 144,000 TJ son los verdaderos hijos de Dios, entonces automáticamente ellos están afirmando que sólo 144,000 TJ están viviendo en santidad, y que sólo éstos son los que creen en Jesús para vida eterna. ¿Se dan cuenta ustedes de lo serio que es este error de los Testigos de Jehová cuando limitan el número de los hijos de Dios a tan solo 144,000 TJ? ¡Ellos mismos se están poniendo la soga al cuello!

“VENGA TU REINO. HÁGASE TU VOLUNTAD…EN LA TIERRA”

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista) 

Una Ignorancia casi Generalizada 

          Por casi dos milenios los cristianos han repetido la oración del “Padre Nuestro”, la cual fue enseñada por Jesucristo mismo a sus discípulos. Una de sus partes dice: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (Mateo 6:10). Tal vez usted mismo ha repetido esta oración muchísimas veces pero: ¿Se ha detenido a pensar por un instante qué significa eso que Jesús llama: ‘reino’? Además, ¿qué está pidiendo usted cuando ora: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad…así también en la tierra”? Es hora de que usted despierte de su indiferencia espiritual y medite en este asunto con la mayor seriedad posible. Pedir sin saber o sin comprender lo que se está pidiendo es la mayor barbaridad que pueda cometer un ser humano pensante e inteligente. Millones de cristianos están pidiendo que venga el reino  de Dios a la tierra a fin de que se haga la voluntad del Creador en el mundo como se hace en el cielo. No obstante, estos orantes no saben de qué se trata eso que Jesús llama  “reino”. Esto es increíble, sorprendente e Inaudito. 

          Ahora bien, Jesús les dijo a sus discípulos que debían buscar y pedir por la venida del reino de Dios a la tierra sin antes haberles dado una explicación o definición detallada de lo que éste era. Pero esto no es sorprendente, pues sus oyentes ya sabían lo que era ese reino de Dios por las Escrituras Hebreas, es decir, por el Antiguo Testamento.

El Reino y los Judíos  

          Pero antes de continuar con este estudio bíblico quiero decirle que los más grandes teólogos católicos y protestantes están de acuerdo en que el tema central de todo el mensaje de Cristo es el Reino de Dios. Usted encontrará el reino de Dios en los libros de los Profetas, en los Salmos, y en los libros históricos como Samuel, Reyes, y Crónicas. De modo que los Judíos estaban bien familiarizados con la frase “el reino de Yahweh” (1 Crónicas 28:5- Entendiéndose por “Yahweh”, Dios Padre). Por eso es que usted nunca encontrará en el Nuevo Testamento una explicación detallada o poco detallada del reino de Dios, pues no era necesario que Jesús lo definiera, ni tampoco sus discípulos. Y Jamás leerá en la Biblia de alguien que preguntara a Jesús sobre la naturaleza del reino de Dios, es decir, si éste sería real o imaginario, espiritual o literal, terrenal o celestial, temporal o eterno, presente o futuro, etc. Los Judíos ya tenían bien definida la naturaleza de aquel reino mesiánico esperado muchos siglos atrás, que Jesús no se molestó en definir su naturaleza nuevamente a sus paisanos. De modo que si usted quiere saber qué es eso que la Biblia llama “El Reino de Dios”, tiene que averiguarlo en la misma Biblia, comenzando con el Antiguo Testamento. No obstante, este estudio le ofrecerá un resumen de lo que es el Reino de Dios y usted lo podrá complementar con sus lecturas personales de la Biblia.

          Pues bien, algunos alegarán que Jesús dio una explicación muy particular de la naturaleza del reino de Dios en sus famosas “Parábolas del Reino”. También es cierto que Jesús habló “secretamente” o “misteriosamente” a sus detractores en sus Parábolas del Reino, pero no fue así para con sus fieles discípulos (Mateo 13:10-17). Los que no eran de él tendrían dificultad para entender sus parábolas. Pero, ¿fueron sus parábolas una nueva forma de entender el reino de Dios? ¿Cambiaron las parábolas de Jesús la esencia misma del reino tradicional judío? ¡De ninguna manera! Pues Cristo vino “a confirmar (no cambiar) las promesas hechas a los padres” (Romanos 15:8).

          Las Parábolas del Reino en el Evangelio de Lucas (capítulos 13-19) presentan las condiciones éticas y espirituales exigidas por Dios para ingresar o participar en él.  Los judíos pensaban que por la ley ellos podían ganar la aprobación de Dios. Creían que haciendo el bien a la luz de los Diez Mandamientos serían salvos y entrarían en el reino. Pero Jesús enseña muy claramente en sus parábolas, que el reino de Dios exige primeramente arrepentimiento, como lo vemos en la parábola del hijo pródigo. Jesús enseñó también que se requiere un “nuevo nacimiento” a través del agua y del Espíritu para ver y entrar en él (Juan 3:3,5). Aquí se incluye el bautismo para el perdón de los pecados, y el recibimiento del Espíritu Santo. Para otros este “nuevo nacimiento” significa el “renacimiento en la resurrección” para obtener el cuerpo inmortal y glorioso con el cual entraremos al reino (1 Corintios 15:50). En la Parábola de la Gran Cena Jesús enseña que su reino estará conformado por los pobres de la tierra. En cambio, la mayoría de los ricos petulantes quedarán excluidos. En fin, Jesús estuvo enseñando constantemente sobre su reino y poniendo las condiciones para participar de él activamente.                      

¿Qué es el Reino de Dios?

          En primer término, debemos decir que el reino de Dios es un asunto que tiene que ver con  la voluntad de Dios para con esta tierra. ¿Recuerda la oración del Padre Nuestro? Dice entre otras cosas: ”Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Notemos que Dios quiere que se haga Su voluntad en la tierra, así como se hace en el cielo. Es decir, en el cielo se está haciendo la voluntad de Dios—¡Pero no en la tierra! Por eso tenemos que seguir pidiendo que finalmente se haga la voluntad de Dios en la tierra a través de ese algo llamado: “REINO DE DIOS”. El Reino de Dios en la tierra significará que la voluntad de Dios finalmente se estará haciendo en nuestro mundo. ¡Piénselo seriamente! 

          ¿Podría alguien decir que este mundo caótico y malvado refleja el carácter y la voluntad de Dios? ¿Son las guerras, las pestes, las hambres, los odios, las desigualdades, la contaminación ambiental, el desempleo, los hogares destruidos, los gobiernos corruptos, la violencia, los crímenes, y cosas como éstas, la voluntad para nuestro mundo? No, ciertamente. Hoy no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo. Dios es un Dios de paz y no de confusión (1 Corintios 14:33). Hoy no hay paz en la tierra, sino confusión total, y así no es Dios. Dios es un Dios que ama la paz, la justicia, la rectitud, la ley y el orden.

          Habiendo comprendido que aún no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra, podemos concluir que todavía no ha venido el reino de Dios a la tierra. Cuando venga el Reino de Dios, se hará lo que Dios dice y quiere para la sociedad humana. Los hombres tendrán que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, de lo contrario no podrán sobrevivir en su reino, y quedarán excluidos eternamente y… ¡Serán aniquilados para siempre! (Zacarías 14:17)(Salmos 37:9-11,20,22,34,38).            

          Hoy en día los hombres están destruyendo la creación de Dios: Su tierra, Su ecología, Sus mares, Sus lagos, Sus alimentos, Su atmósfera, Su fauna silvestre, Su flora, etc. Hoy existe la “lluvia ácida”, “el efecto invernadero”, los polos se derriten, se presentan graves inundaciones, tornados, huracanes, terremotos, sequías, plagas, enfermedades, etc. Todo esto por culpa del mismo hombre y de su “ciencia”. En Apocalipsis 11:18 hay una seria advertencia de parte del Altísimo, pues cada día estamos provocándole y ofendiéndole con nuestros actos malvados. Dice el mencionado pasaje apocalíptico: “…y tu ira ha venido…y de destruir a los que destruyen la tierra.”

          El reino de Dios pondrá fin a los destructores de la tierra, a todos aquellos que no han amado a Dios y Su creación. Los reinos (gobiernos) de este mundo darán paso al reino de Dios. Este Reino fue también previsto por el profeta Daniel con cierto detalle en los capítulos 2 y 7. Allí el profeta ve que el reino de Dios desplaza y hasta destruye a todos los gobiernos de la tierra, y él se vuelve único y poderoso por sobre toda la tierra. El profeta vislumbra un reino o gobierno que ejerce su poder mundialmente (Daniel 2:44). ¡Habrá solo un gobierno y también un solo gobernante mundial! ¿Se imagina usted un mundo con un solo gobierno y un solo gobernante? ¡Terminarían las rivalidades y discordias entres los pueblos! Hoy estamos divididos por fronteras, idiomas, religiones, sistemas políticos, sociales y económicos totalmente diferentes unos de otros. En el reino de Dios, todo ello desaparecerá; y habrá, por fin, una religión, un Dios, un idioma, un soberano o gobernante, un solo sistema de gobierno, y todo ello se traducirá en una paz con justicia verdadera en la tierra. Los ejércitos habrán desaparecido por completo (Isaías 2:1-4;9:6,7). 

          Así como los reinos de Inglaterra, Francia, España, Italia, Portugal, etc, ejercieron— y algunos aún ejercen su poder— así también el reino de Dios ejercerá su poder mundial y Teocrático cuando Cristo regrese por segunda vez a la tierra como rey. (Mateo 25:31,34). Parece increíble, pero usted podrá leerlo en una Biblia Católica o Protestante. Y si usted es Católico, entonces tiene que leerlo en su Biblia…¡y creerlo! Esto no es un asunto de “las sectas” sino de Dios.                         

El Patriarca Abraham y el Reino 

          ¿Por qué mencionar a un antiguo patriarca en el tema del reino? Muy simple, pues Abraham recibió una promesa extraordinaria de Dios que daría origen a su reino futuro en la tierra. ¿Cómo? En Génesis 13:14-15 Dios le dice a Abraham lo siguiente: “…Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y hacia el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. En Génesis 15:18 Dios le vuelve a decir a Abraham: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates”. 

          Notemos que Dios le hizo un pacto al anciano patriarca Abraham en el sentido que le daría un lugar o una tierra que se encuentra desde el río de Egipto (Nilo) hasta el río grande, el Eufrates. Si uno observa estos límites se dará cuenta que se hallan en el Medio Oriente, en lo que es ahora parte de Siria, Líbano, e Israel Moderno. Ahora adviértase también que esta “Tierra Prometida” sería igualmente para la descendencia o simiente de Abraham. Recordemos que Abraham luego recibió la promesa de Dios de que tendría un hijo de su anciana esposa Sara. Con el tiempo Abraham tuvo su descendiente según la promesa, y se le llamó Isaac. Luego Isaac tuvo su hijo Jacob y Esaú, y de Jacob nacieron 12 hijos, de los cuales uno continuó con la promesa, Judá. Con el correr de los siglos, de la familia de Judá nace Jesucristo.

          Jesucristo, por tanto, es la simiente o descendencia de Abraham. Ahora veamos los que dice San Pablo sobre Abraham y la simiente, Jesucristo. “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: A las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:16,29). Notemos que la simiente de Abraham es una sola: El Señor Jesucristo. Cristo tendrá la herencia de la tierra entera, siendo su residencia permanente, la tierra prometida, Israel. Sí, Jesús será el heredero de la tierra prometida para siempre. Además notemos que los que son de Cristo (Su Iglesia), tendrán también herencia con Cristo de la tierra prometida. Eso lo dice San Pablo, no quien escribe este estudio. Por tanto, si la tierra de Israel será la sede del reino de Cristo, ¿por qué enseña el catolicismo y el protestantismo, en su mayoría, que nuestro paradero final eterno será el cielo?. ¡No lo entendemos aún!

El Rey David y el Reino           

          Dios inauguró su reino con Saúl. Este fue el primer rey de la línea de Judá que reinó en Jerusalén. Desgraciadamente este rey fue infiel a Dios, razón por la cual Dios lo destituyó reemplazándolo por un pastorcito de ovejas llamado David. David tuvo dos hijos importantes, Salomón y Natán. De Salomón desciende José, el esposo de María, madre de Jesús. En cambio María desciende de Natán, lo cual la hace a  ella también descendiente de David. La promesa era que de la descendencia de la mujer (María) nacería la simiente que aplastaría la cabeza a la serpiente, Satanás (Génesis 3:15). Jesús, por tanto, al ser descendiente de Abraham y de David, es el heredero del reino de David que se reestablecerá en la tierra prometida. Recordemos que el reino de David era el Reino de Dios (1 Crónicas 28:5).  Jesús, por tanto, es de sangre azul y heredero potencial de su reino. Pero: ¿Hay un reino judío en Israel hoy? No, ¡por ahora!

          Se sabe que el último rey descendiente de David fue Sedequías, que fue derrocado por el rey babilónico Nabuconodosor en 586 A.C. Sedequías fue un rey desobediente que llevó al pueblo de Dios a la idolatría. Su castigo fue el destierro y el asesinato de todos sus hijos. El pueblo judío fue llevado preso y esclavo a Babilonia por 70 años. Desde esa fecha de 586 a.C, Israel no ha tenido más reyes de la línea de David. Pero Dios había profetizado por intermedio de Ezequiel el profeta, que algún día el reino de David sería restaurado en la persona de un descendiente suyo (Leer Ezequiel 21:25-27). Usted, amigo, debe leer en su Biblia todos los pasajes que le citamos, para que constate la veracidad de nuestras afirmaciones.

          Pero el Apóstol Pedro nos da más luz acerca de quién pueda tratarse ese descendiente del rey David que reanudará la línea real en Israel en un futuro no lejano. Él dijo lo siguiente cuando hizo una apología de Jesucristo en el primer concilio en Jerusalén: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono.” (Hechos 2:29,30). Es claro, entonces, que aquel que tiene el derecho de sentarse en el trono del reino de David—el cual es llamado también: ‘El reino de Dios’— es el Cristo, ¡Jesucristo! Repetimos: El reino de David, que está suspendido en el tiempo, será RESTAURADO EN ISRAEL EN LA PERSONA DE CRISTO. ¡Jesucristo será el nuevo rey en Israel cuando él regrese a la tierra! Así como hay un reino en Jordania hoy, también habrá un reino en Israel pronto. Nada es imposible para Dios, aunque usted no lo crea aún.     

El Gobierno Mundial de Jesucristo

          Jesús dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. Entonces el rey dirá a los de su derecha: Venida benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (Mateo 25:31,34).

          Su dominio (el de Jesucristo) será mundial, pues también el profeta David nos dice: “Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.” (Salmos 72:8). Sí, su poder será total, pues regirá a los pueblos con mano firme y segura, y con la bendición de Dios el Padre (Apocalipsis 2:26,27). Pero, ¿cree usted en este mensaje del cielo?¿Le parece una historieta más?¿Un mito?¿Una Utopía? Muchos se resisten a creer, pues han sido instruidos de manera diferente. La gran mayoría de “cristianos” se les ha hecho creer que si son “buenos” irán al cielo para estar con Dios y todos los santos. A éstos les parece raro que les prediquemos una esperanza terrenal, cuando ya no pueden creen más en las promesas de un “mejor orden económico, político y social en la tierra”. Escapar de este mundo decadente y confuso es la mejor alternativa. Nos ilusiona pensar que estaremos en otra dimensión u otro plano existencial, lo cual estaría bien para los que se drogan. Estos “escapan” temporalmente y artificialmente de los problemas cotidianos, pero luego caer en una mayor desesperación y desilusión. Pero “tocar el arpa” en el cielo por una eternidad igualmente resultaría tedioso y monótono. La promesa de un mundo nuevo y justo eso sí tiene sentido, pues estamos llamados a colaborar con Jesús en la reestructuración de la nueva sociedad que él implantará con su iglesia (2 Pedro 3:13,14; Miqueas 4:1-4).

          Usted puede cambiar su vida y gozar de una magnífica esperanza de vida eterna en el reino de Jesucristo. Sólo tiene que arrepentirse de sus pecados y ser bautizado bajo agua en el nombre de Jesucristo para recibir su sellamiento como hijo de Dios. Luego usted experimentará una nueva vida de fe en Cristo y sus promesas. Su vida tiene propósito si cree en Cristo y en Su Evangelio del Reino (Marcos 1:14,15). Evangelio significa “Buenas Noticias”, de modo que Cristo vino a traernos buenas noticias de un nuevo orden mundial bajo su reino.

           El problema del ser humano es generalmente la falta de fe. Jesús ya había pronosticado que antes de su regreso a la tierra no hallaría fe en él y en su evangelio (Leer Lucas 18:8). Por eso no nos extraña que nuestro anuncio no sea bien recibido por la mayoría de personas. El problema es su falta de fe en las Palabras de Dios. Jesús se topó con muchos hombres faltos de fe en muchas ocasiones. Pero usted puede creer si dispone su corazón a la verdad bíblica.          

PADRE NUESTRO: ¿VINO YA TU REINO? ¿SE HACE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO?

oracion-manosPor Ingº Mario A Olcese (Apologista) 

Por casi dos milenios los cristianos han repetido la oración del “Padre Nuestro”, la cual fue enseñada por Jesucristo mismo a sus discípulos. Una de sus partes dice: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (Mateo 6:10). Tal vez usted mismo ha coreado esta oración muchísimas veces, ¿pero se ha detenido a pensar por un instante qué significa eso que Jesús llamó: ‘el reino’? Además, ¿qué está pidiendo usted cuando ora: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad…así también en la tierra”? Es hora de que usted despierte de su indiferencia espiritual y medite en este asunto con la mayor seriedad posible. Orar sin saber o sin comprender lo que se está pidiendo es la mayor disparate que un ser humano pensante e inteligente pueda cometer. Millones de cristianos están orando que venga el reino de Dios a la tierra a fin de que se haga la voluntad del Creador en el mundo así como se hace en el cielo. No obstante, estos orantes no saben de qué se trata eso que Jesús llama “tu reino”. Esto es increíble, sorprendente, e Inaudito. 

Ahora bien, Jesús les dijo a sus discípulos que debían buscar y pedir por la venida del reino de Dios a la tierra sin primero haberles dado una explicación o una definición detallada de lo que éste era. Pero esto no es sorprendente en absoluto, pues sus oyentes ya sabían lo que era ese reino de Dios por las Escrituras Hebreas, es decir, por el llamado Antiguo Testamento. 

El Reino y los Judíos 

Pero antes de continuar con este estudio bíblico quiero manifestar que los más grandes teólogos católicos y protestantes están de acuerdo de que el tema central de todo el mensaje de Cristo es el Reino de Dios. Usted encontrará el reino de Dios en los libros de los Profetas, en los Salmos, y en los libros históricos como Samuel, Reyes, y Crónicas. De modo que los Judíos estaban muy bien familiarizados con la frase “el reino de Yahweh (Elohim)” (1 Crónicas 28:5). Por eso es que usted nunca encontrará en el Nuevo Testamento una explicación detallada o poco detallada del reino de Dios, pues no era necesario que Jesús lo definiera, o cualquiera de sus discípulos. Y Jamás leerá en la Biblia de alguien que preguntara a Jesús sobre la naturaleza del reino de Dios, es decir, si éste sería real o imaginario; espiritual o literal; terrenal o celestial; temporal o eterno; presente o futuro; etc. Los Judíos ya tenían bien definida la naturaleza de aquel reino mesiánico esperado desde hace muchos siglos antes, que Jesús no se molestó en definir dicha naturaleza nuevamente a sus paisanos. De modo que si usted quiere saber qué es eso que la Biblia llama “El Reino de Dios”, tiene que averiguarlo en la misma Biblia, comenzando con el Antiguo Testamento. No obstante, este estudio le ofrecerá un resumen de lo que es el Reino de Dios y usted lo podrá complementar con sus lecturas personales de la Biblia.Pues bien, algunos alegarán que Jesús dio una explicación muy particular de la naturaleza del reino de Dios en sus famosas “Parábolas del Reino”. También es cierto que Jesús habló “secretamente” o “misteriosamente” a sus detractores en sus Parábolas del Reino, pero no fue así para con sus fieles discípulos (Mateo 13:10-17). ¿Pero fueron sus parábolas una nueva forma de entender el reino de Dios? ¿Cambiaron las parábolas de Jesús la esencia misma del reino tradicional judío? ¡De ninguna manera! Pues Cristo vino “a confirmar (no cambiar) las promesas hechas a los padres” (Romanos 15:8). 

Las Parábolas del Reino en el Evangelio de Lucas (capítulos 13-19), presentan las condiciones éticas y espirituales exigidas por Dios para ingresar o participar de ese reino esperado por los Judíos. Los judíos pensaban que por la ley ellos podían ganar la aprobación de Dios. Creían que haciendo el bien a la luz de los Diez Mandamientos serían salvos y entrarían en el reino. Pero Jesús enseña muy claramente en sus parábolas que el reino de Dios exige arrepentimiento, como ocurre en la parábola del hijo pródigo. Jesús enseñó también que se requiere un “nuevo nacimiento” a través del agua y del Espíritu para ver y entrar en él (Juan 3:3,5). Aquí se incluye el bautismo para el perdón de los pecados, y el recibimiento del Espíritu Santo. Para otros este “nuevo nacimiento” significa el “renacimiento en la resurrección” para obtener el cuerpo inmortal y glorioso con el cual entraremos al reino (1 Corintios 15:50). En la Parábola de la Gran Cena Jesús enseña que su reino estará conformado por los pobres de la tierra. En cambio, los ricos petulantes quedarán excluidos. En fin, Jesús estuvo enseñando permanentemente sobre su reino y poniendo las condiciones para participar de él activamente.

¿Qué es el Reino de Dios? 

En primer término, debemos decir que el reino de Dios es un asunto que tiene que ver con la voluntad de Dios para con esta tierra. ¿Recuerda la oración del Padre Nuestro? Dice entre otras cosas:”Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Notemos que Dios quiere que se haga Su voluntad en la tierra como se hace en el cielo. Es decir, en el cielo se está haciendo la voluntad de Dios, ¡Pero no en la tierra! Por eso tenemos que seguir pidiendo que se haga la voluntad de Dios en la tierra a través de ese algo llamado: “REINO DE DIOS”. El Reino de Dios en la tierra significará que la voluntad de Dios finalmente se estará haciendo en nuestro mundo. ¡Piénselo seriamente!

¿Podría alguien decir que este mundo caótico y malvado refleja el carácter y la voluntad de Dios? ¿Son las guerras, las pestes, las hambres, los odios, las desigualdades, la contaminación ambiental, el desempleo, los hogares destruidos, los gobiernos corruptos, las violencias, los crímenes, y cosas como éstas, Su Voluntad para nuestro mundo? No, ciertamente. Hoy no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo. Dios es un Dios de paz y no de confusión (1 Corintios 14:33). Hoy no hay paz en la tierra sino confusión total, y así no es Dios. Dios es un Dios que ama la paz, la justicia, la rectitud, la ley y el orden. 

Habiendo comprendido que aún no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra, podemos concluir que todavía no ha venido el reino de Dios a la tierra. Cuando por fin venga el Reino de Dios, se hará completamente lo que Dios dice y quiere para la sociedad humana. Los hombres tendrán que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, de lo contrario no podrán sobrevivir en su reino, y quedarán excluidos eternamente y… ¡Serán aniquilados para siempre! (Zacarías 14:17)(Salmos 37:9-11,20,22,34,38). 

Hoy en día los hombres están destruyendo la creación de Dios: la tierra, los mares, los lagos, los alimentos, la atmósfera, la fauna silvestre, la flora, etc. Hoy existe la “lluvia ácida”, “el efecto invernadero”, los polos se derriten, se presentan graves inundaciones, tornados, huracanes, terremotos, sequías, plagas, enfermedades, etc. Todo esto por culpa del mismo hombre y de su “ciencia”. En Apocalipsis 11:18 hay una seria advertencia de parte del Altísimo, porque le estamos provocando y ofendiendo con nuestros actos malvados. Dice el mencionado pasaje apocalíptico: “…y tu ira ha venido…y de destruir a los que destruyen la tierra.” 

El reino de Dios pondrá fin a los destructores de la tierra, a todos aquellos que no han amado a Dios y Su creación. Los reinos (gobiernos) de este mundo darán paso al reino de Dios. Este Reino fue también previsto por el profeta Daniel en los capítulos 2 y 7. Allí el profeta ve que el reino de Dios desplaza y hasta destruye todos los gobiernos de la tierra, y él se vuelve único y poderoso sobre toda la tierra. El profeta vislumbra un reino o gobierno que ejerce su poder mundialmente (Daniel 2:44). ¡Habrá solo un gobierno y también un solo gobernante mundial! ¿Se imagina usted un mundo con un solo gobierno y un solo gobernante mundial? ¡Terminarían las rivalidades y discordias entres los pueblos! Hoy estamos divididos por fronteras, idiomas, religiones, sistemas políticos, sociales y económicos totalmente diferentes unos de otros. En el reino de Dios todo ello desaparecerá y habrá, por fin, una religión, un Dios, un idioma, un soberano o gobernante, un solo sistema de gobierno, y todo ello se traducirá en una paz con justicia verdadera en la tierra. Los ejércitos habrán desaparecido por completo, y los armamentos bélicos (Isaías 2:1-4;9:6,7).

Así como los reinos de Inglaterra, Francia, España, Italia, Portugal, etc, ejercieron, y algunos aún ejercen su poder en sus ciudadanos, así también el reino de Dios ejercerá su poder mundial y teocrático cuando Cristo regrese por segunda vez a la tierra como rey. (Mateo 25:31,34). Parece increíble, pero usted podrá leerlo en una Biblia Católica y Protestante por igual. Y si usted es Católico, entonces tiene que leerlo en su Biblia…¡y creerlo! Esto no es un asunto de “las sectas” sino de Dios. 

El Patriarca Abraham y el Reino 

¿Por qué mencionar a un antiguo patriarca en el tema del reino? Muy simple, pues Abraham recibió una promesa extraordinaria de Dios que daría origen a un extraordinario reino futuro en la tierra. ¿Cómo? En Génesis 13:14-15 Dios le dice a Abraham lo siguiente: “…Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y hacia el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. En Génesis 15:18 Dios le vuelve a decir a Abraham: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates”. 

Notemos que Dios le hizo un pacto al anciano patriarca Abraham en el sentido de que le daría un lugar o una tierra que se encuentra desde el río de Egipto (Nilo) hasta el río grande, el Eufrates. Si uno observa estos límites se dará cuenta que se hallan en el Medio Oriente, en lo que es ahora parte de Siria, Líbano, e Israel Moderno. Ahora adviértase también que esta “Tierra Prometida” sería igualmente para la descendencia o simiente de Abraham. Recordemos que Abraham luego recibió la promesa de Dios de que tendría un hijo de su anciana esposa Sara. Con el tiempo Abraham tuvo su descendiente según la promesa, y se le llamó Isaac. Luego Isaac tuvo su hijo Jacob y Esaú, y de Jacob nacieron 12 hijos, de los cuales uno continuó con la promesa, Judá. Con el correr de los siglos, de la familia de Judá, nace Jesucristo. 

Jesucristo, por tanto, es la simiente o descendencia de Abraham. Ahora veamos los que dice San Pablo sobre Abraham y la simiente, Jesucristo. “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: A las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:16,29). Notemos que la simiente de Abraham es una sola: El Señor Jesucristo. Cristo tendrá la herencia de la tierra entera, siendo su residencia permanente, la tierra prometida, Israel. Sí, Jesús será el heredero de la tierra prometida para siempre. Además, notemos que los que son de Cristo (Su Iglesia), tendrán también herencia con el Mesías de la tierra prometida. Eso lo dice San Pablo, no quien escribe este estudio. Por tanto, si la tierra de Israel será la sede del reino de Cristo, ¿por qué enseña el catolicismo y el protestantismo, en su mayoría, que nuestro paradero final y eterno será el cielo? ¡No lo entendemos aún! 

El Rey David y el Reino 

Dios inauguró su reino con Saúl. Este fue el primer rey de la línea de Judá que reinó en Jerusalén. Desgraciadamente este rey fue infiel a Dios, razón por la cual Dios lo destituyó reemplazándolo por un pastorcito de ovejas llamado David. David tuvo dos hijos importantes, Salomón y Natán. De Salomón desciende José, el esposo de María, madre de Jesús. En cambio María desciende de Natán, lo cual la hace a ella también descendiente de David. La promesa era que de la descendencia de la mujer (María) nacería la simiente que aplastaría la cabeza a la serpiente, Satanás (Génesis 3:15). Jesús, por tanto, al ser descendiente de Abraham y de David, es el heredero del reino de David que se reestablecerá en la tierra prometida. Recordemos que el reino de David era el Reino de Dios (1 Crónicas 28:5). Jesús, por lo tanto, es de sangre azul y heredero potencial de su reino. Pero: ¿Hay un reino judío en Israel hoy? No, ¡por ahora! 

Se sabe que el último rey descendiente de David fue Sedequías, que fue derrocado por el rey babilónico Nabuconodosor en 586 A.C. Sedequías fue un rey desobediente que llevó al pueblo de Dios a la idolatría. Su castigo fue el destierro y el asesinato de todos sus hijos. El pueblo judío fue llevado preso y esclavo a Babilonia por 70 años. Desde esa fecha de 586 a.C, Israel no ha tenido más reyes de la línea de David. Pero Dios había profetizado por intermedio de Ezequiel el profeta, que algún día el reino de David sería restaurado en la persona de un descendiente suyo (Leer Ezequiel 21:25-27). Usted, amigo, debe leer en su Biblia todos los pasajes que le citamos para que constate la veracidad de nuestras afirmaciones. 

Pero el Apóstol Pedro nos da más luz acerca de quién puede tratarse ese descendiente del rey David que reanudará la línea real en Israel en un futuro no lejano. Él dijo lo siguiente cuando hizo una apología de Jesucristo en el primer concilio en Jerusalén: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono.” (Hechos 2:29,30). Es claro entonces que aquel que tiene el derecho de sentarse en el trono del reino de David, el cual es llamado también ‘El reino de Dios’, es el Mesías Jesús. Repetimos: El reino de David que está suspendido en el tiempo será RESTAURADO EN ISRAEL EN LA PERSONA DE CRISTO. ¡Jesucristo será el nuevo rey en Israel cuando él regrese a la tierra! Así como hay hoy un reino en Jordania, así también habrá un reino en Israel muy pronto. Nada es imposible para Dios, aunque a usted le parezca una utopía.

El Gobierno Mundial de Jesucristo

Jesús dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. Entonces el rey dirá a los de su derecha: Venida benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (Mateo 25:31,34). 

Su dominio (el de Jesucristo) será mundial, pues también el profeta David nos dice: “Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.” (Salmos 72:8). Sí, el poder del Mesías escogido será total, pues regirá a los pueblos con mano firme y segura, y con la bendición de Dios el Padre (Apocalipsis 2:26,27). Pero, ¿cree usted en este mensaje del cielo? ¿Le parece una historieta más? ¿Un mito tal vez o una utopía de poetas? Muchos aún se resisten a creer, pues han sido instruidos de manera diferente. La gran mayoría de “cristianos” se les ha hecho creer que si son “buenos” irán al cielo para estar con Dios y todos los santos. A éstos les parece raro que les prediquemos una esperanza terrenal, cuando ya no pueden creer más en las promesas de un “mejor orden económico, político y social en la tierra”. Escapar de este mundo decadente y confuso es la mejor alternativa. Nos ilusiona pensar que estaremos en otra dimensión o en otro plano existencial, lo cual estaría bien para los que se drogan. Estos “escapan” temporalmente y artificialmente de sus problemas cotidianos, pero luego caen en una mayor desesperación y desilusión. Pero “tocar el arpa” en el cielo por una eternidad igualmente resultaría tedioso e improductivo. La promesa de un mundo nuevo y justo eso sí tiene sentido, pues estamos llamados a colaborar con Jesús en la reestructuración de la nueva sociedad que él implantará con su iglesia (2 Pedro 3:13,14; Miqueas 4:1-4). 

Usted puede cambiar su vida y gozar de una magnífica esperanza de vida eterna en el reino de Jesucristo. Sólo tiene que arrepentirse de sus pecados y ser bautizado bajo agua en el nombre de Jesucristo para recibir su sellamiento como hijo de Dios. Luego usted experimentará una nueva vida de fe en Cristo y sus promesas. Su vida tiene propósito si cree en Cristo y en Su Evangelio del Reino (Marcos 1:14,15). Evangelio significa “Buenas Noticias”, de modo que Cristo vino a traernos buenas noticias de un nuevo orden mundial bajo su reino. 

El problema del ser humano es generalmente la falta de fe. Jesús ya había pronosticado que antes de su regreso a la tierra no hallaría fe en él y en su evangelio (Leer Lucas 18:8). Por eso no nos extraña que nuestro anuncio no sea bien recibido por la mayoría de personas. El problema es su falta de fe en las Palabras de Dios. Jesús se topó con muchos hombres faltos de fe en muchas ocasiones. Pero usted puede creer si dispone su corazón a la verdad bíblica. 

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“VENGA TU REINO. HÁGASE TU VOLUNTAD…EN LA TIERRA”

 

Is Jesus Ruling Right Now

 

 

Una Ignorancia Generalizada

 

          Por casi dos milenios los cristianos han rezado la oración del “Padre Nuestro”, la cual fue enseñada por Jesucristo mismo a sus discípulos. En una de sus partes dice: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (Mateo 6:10). Tal vez usted mismo ha repetido esta oración muchísimas veces pero: ¿Se ha detenido a pensar por un instante que significa eso que Jesús llama: ‘reino’? Además, ¿qué está pidiendo usted cuando ora: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad…así también en la tierra”? Es hora que usted despierte de su indiferencia espiritual y medite en este asunto con la mayor seriedad posible. Pedir sin saber o sin comprender lo que se está pidiendo es la mayor incongruencia en un ser humano pensante e inteligente. Millones no saben de qué se trata eso que Jesús llama  tu reino”. Esto es increíble, sorprendente, e Inaudito.

 

          Ahora bien, Jesús les dijo a sus discípulos que debían buscar y pedir por la venida del reino de Dios a la tierra sin necesidad de darles mayores detalles de lo que éste era. Pero esto no es sorprendente, pues sus oyentes ya sabían lo que era ese reino de Dios por las Escrituras Hebreas, es decir, por el Antiguo Testamento 

El Reino y los Judíos  

          Pero antes de continuar con este estudio bíblico quiero decirle que los más grandes teólogos católicos y protestantes están de acuerdo en que el tema central de todo el mensaje de Cristo es el Reino de Dios. Usted encontrará el reino de Dios en los libros de los Profetas, en los Salmos, y en los libros históricos como Samuel, Reyes, y Crónicas. De modo que los Judíos estaban bien familiarizados con la frase “el reino de Yahweh” (1 Crónicas 28:5- Entendiéndose por “Yahweh”, el probable nombre de Dios).  

Jamás leerá en la Biblia de alguien que preguntara a Jesús sobre la naturaleza del reino de Dios, es decir, si este sería real o imaginario; espiritual o literal; terrenal o celestial; temporal o eterno; presente o futuro; etc. Los Judíos ya tenían bien definida la naturaleza de aquel reino mesiánico esperado muchos siglos atrás, que Jesús no se molestó en definirla nuevamente a sus paisanos. De modo que si usted quiere saber qué es eso que la Biblia llama “El Reino de Dios”, tiene que averiguarlo en la misma Biblia, comenzando con el Antiguo Testamento. No obstante, este estudio le ofrecerá un resumen de lo que es el Reino de Dios y usted lo podrá complementar con sus lecturas personales de la Biblia. 

          Pues bien, algunos alegarán que Jesús dio una explicación muy particular de la naturaleza del reino de Dios en sus famosas “Parábolas del Reino”. También es cierto que Jesús habló “secretamente” o “misteriosamente” a sus detractores en sus Parábolas del Reino, pero no fue así para con sus fieles discípulos (Mateo 13:10-17). Los que no eran de él tendrían dificultad para entender sus parábolas. Pero, ¿fueron sus parábolas una nueva forma de entender el reino de Dios?¿Cambiaron las parábolas de Jesús la esencia misma del reino tradicional judío? ¡De ninguna manera! Pues Cristo vino “a confirmar (no cambiar) las promesas hechas a los padres” (Romanos 15:8). 

          Las Parábolas del Reino en el Evangelio de Lucas (capítulos 13-19) presentan las condiciones éticas y espirituales exigidas por Dios para ingresar o participar de ese reino esperado por los Judíos.  Los judíos pensaban que por la ley ellos podían ganar la aprobación de Dios. Creían que haciendo el bien a la luz de los Diez Mandamientos serían salvos y entrarían en el reino. Pero Jesús enseña muy claramente en sus parábolas del reino, que el reino de Dios exige arrepentimiento, como es en el caso de la parábola del hijo pródigo. Jesús enseñó también que se requiere un “nuevo nacimiento” a través del agua y del Espíritu para ver y entrar en él (Juan 3:3,5). Aquí se incluye el bautismo para el perdón de los pecados, y el recibimiento del Espíritu Santo. Y para otros, este “nuevo nacimiento” significa también el “renacimiento en la resurrección” para obtener el cuerpo inmortal y glorioso con el cual entraremos al reino (1 Corintios 15:50). En la Parábola de la Gran Cena Jesús enseña que su reino estará conformado por los pobres de la tierra. En cambio, los ricos petulantes quedarán excluidos. En fin, Jesús estuvo enseñando sobre su reino y poniendo las condiciones para participar de él activamente.                        

¿Qué es el Reino de Dios? 

          En primer término, debemos decir que el reino de Dios es un asunto que tiene que ver con  la voluntad de Dios para con esta tierra. ¿Recuerda la oración del Padre Nuestro? Dice entre otras cosas: ”Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Notemos que Dios quiere que se haga Su voluntad en la tierra, como se hace en el cielo. Es decir, en el cielo se está haciendo la voluntad de Dios—¡Pero no en la tierra! Por eso tenemos que seguir pidiendo que se haga la voluntad de Dios en la tierra a través de ese algo llamado: “REINO DE DIOS”. El Reino de Dios en la tierra significará que la voluntad de Dios finalmente se estará haciendo en nuestro mundo. ¡Piénselo seriamente!  

          ¿Podría alguien decir que este mundo caótico y malvado refleja el carácter y la voluntad de Dios?¿Son las guerras, las pestes, las hambres, los odios, las desigualdades, la contaminación ambiental, el desempleo, los hogares destruidos, los gobiernos corruptos, la violencia, los crímenes, y cosas como éstas, la voluntad de Dios para nuestro mundo? No, ciertamente. Hoy no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo. Dios es un Dios de paz y no de confusión (1 Corintios 14:33). Hoy no hay paz en la tierra sino confusión total, y esto no es lo que Dios quiere para nuestro mundo. Dios es un Dios que ama la paz, la justicia, la rectitud, la ley y el orden.  

          Habiendo comprendido que aún no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra, podemos concluir que todavía no ha venido el reino de Dios a la tierra. Pero cuando finalmente venga el Reino de Dios a la tierra, entonces se hará lo que Dios dice y quiere para la sociedad humana. Los hombres tendrán que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, pues de lo contrario no podrán sobrevivir en su reino, y quedarán excluidos eternamente y… ¡Serán aniquilados para siempre! (Zacarías 14:17)(Salmos 37:9-11,20,22,34,38).            

          Hoy en día los hombres están destruyendo la creación de Dios: Su tierra, Su ecología, Sus mares, Sus lagos, Sus alimentos, Su atmósfera, y Su flora y fauna. Hoy vemos la “lluvia ácida”, “el efecto invernadero”, los polos que se derriten, inundaciones, tornados, huracanes, terremotos, sequías, plagas, enfermedades, etc, etc. Todo esto por culpa del mismo hombre y de su “ciencia”. En Apocalipsis 11:18 hay una seria advertencia de parte del Altísimo, pues cada día estamos provocándole y ofendiéndole con nuestros actos malvados. Dice el mencionado pasaje apocalíptico: “…y tu ira ha venido…y de destruir a los que destruyen la tierra.”  

          El reino de Dios pondrá fin a los destructores de la tierra, a todos aquellos que no han amado a Dios y Su creación. Los reinos (gobiernos) de este mundo darán paso al reino de Dios. Este Reino fue también previsto en detalle por el profeta Daniel en los capítulos 2 y 7 de su libro. Allí el profeta ve que el reino de Dios desplaza y hasta destruye a todos los gobiernos de la tierra, y luego se vuelve único y poderoso por sobre toda la tierra. El profeta vislumbra un reino o gobierno que ejerce su poder mundialmente (Daniel 2:44). ¡Habrá solo un gobierno y también un solo gobernante mundial! ¿Se imagina usted un mundo con un solo gobierno y un solo gobernante? ¡Terminarían las rivalidades y discordias entres los pueblos! Hoy estamos divididos por fronteras, idiomas, religiones, sistemas políticos antagónicos, y niveles sociales y económicos injustos. En el reino de Dios todo esto desaparecerá; y habrá, por fin, una religión, un Dios, un idioma, un soberano o gobernante, un solo sistema de gobierno, y todo ello se traducirá en una paz con justicia verdadera en la tierra. Los ejércitos habrán desaparecido por completo (Isaías 2:1-4;9:6,7). 

          Así como los reinos de Inglaterra, Francia, España, Italia, Portugal, etc, ejercieron— y algunos aún ejercen su poder— así también el reino de Dios ejercerá su poder mundial y Teocrático cuando Cristo regrese por segunda vez a la tierra como rey. (Mateo 25:31,34). Parece increíble, pero usted podrá leerlo en una Biblia Católica o Protestante. Y si usted es Católico, entonces tiene que leerlo en su Biblia…¡y creerlo!. Esto no es un asunto de “las sectas” sino de Dios.                          

El Patriarca Abraham y el Reino 

          ¿Por qué mencionar a un antiguo patriarca en el tema del reino? Muy simple, pues Abraham recibió una promesa extraordinaria de Dios que daría origen a su reino futuro en la tierra. ¿Cómo? En Génesis 13:14-15 Dios le dice a Abraham lo siguiente: “…Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y hacia el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. En Génesis 15:18 Dios le vuelve a decir a Abraham: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates”. 

          Notemos que Dios le hizo un pacto al anciano patriarca Abraham en el sentido de que le daría un lugar o una tierra que se encuentra entre el río de Egipto (Nilo) hasta el río grande, el Éufrates. Si se observa estos límites uno dará cuenta de que se hallan en el Medio Oriente, en lo que es ahora parte de Siria, Líbano, e Israel Moderno. Ahora tome nota que esta “Tierra Prometida” sería igualmente para la descendencia o simiente de Abraham. Recordemos que Abraham luego recibió la promesa de Dios de que tendría un hijo de su anciana esposa Sara. Con el tiempo Abraham tuvo su descendiente según la promesa, y se le llamó Isaac. Luego Isaac tuvo su hijo Jacob y Esaú, y de Jacob nacieron 12 hijos, de los cuales uno continuó con la promesa, Judá. Con el correr de los siglos, de la familia de Judá, nace Jesucristo. 

          Jesucristo, por tanto, es la simiente o descendencia de Abraham. Ahora veamos los que dice San Pablo sobre Abraham y la simiente, Jesucristo. “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: A las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:16,29). Notemos que la simiente de Abraham es una sola: El Señor Jesucristo. Cristo tendrá la herencia de la tierra entera, siendo su residencia permanente, la tierra prometida, Israel. Sí, Jesús será el heredero de la tierra prometida para siempre. Además, notemos que los que son de Cristo (Su Iglesia) tendrán también herencia con Cristo de la tierra prometida. Eso lo dice San Pablo, ¡y no quien escribe este estudio! Por tanto, si la tierra de Israel será la sede del reino de Cristo, ¿por qué enseña el catolicismo y el protestantismo que nuestro paradero final eterno será el cielo? ¡No lo entendemos aún! 

El Rey David y el Reino               

          Dios inauguró su reino con Saúl. Este fue el primer rey de la línea de Judá que reinó en Jerusalén. Desgraciadamente este rey fue infiel a Dios, razón por la cual Dios lo destituyó de su trono, reemplazándolo inmediatamente por un pastorcito de ovejas llamado David. David tuvo dos hijos importantes, Salomón y Natán. De Salomón desciende José, el esposo de María, madre de Jesús. En cambio María desciende de Natán, hecho que hace de  ella una descendiente de David. La promesa era que de la descendencia de la mujer (María) nacería la simiente que aplastaría la cabeza a la serpiente, Satanás (Génesis 3:15). Jesús, por tanto, al ser descendiente de Abraham y de David, es el heredero del reino de David, el cual que se reestablecerá en la tierra prometida. Recordemos que el reino de David era el Reino de Dios (1 Crónicas 28:5).  Jesús, por tanto, es de sangre azul y heredero potencial de su reino. Pero: ¿Hay un reino judío en Israel hoy? No, ¡por ahora!

 

          Se sabe que el último rey descendiente de David fue Sedequías, que fue derrocado por el rey babilónico Nabucodonosor en 586 A.C. Sedequías fue un rey desobediente que llevó al pueblo de Dios a la idolatría. Su castigo fue su duro destierro y el asesinato de todos sus hijos. El pueblo judío fue llevado preso y esclavo a Babilonia por 70 años. Desde esa fecha de 586 a.C, Israel no ha tenido más reyes de la línea de David. Pero Dios había profetizado por intermedio de Ezequiel, el profeta, que algún día el reino de David sería restaurado en la persona de un descendiente suyo (Leer Ezequiel 21:25-27). Usted, amigo, debe leer en su Biblia todos los pasajes que le citamos, para que constate la veracidad de nuestras afirmaciones. 

          Pero el Apóstol Pedro nos da más luz acerca de quién pueda tratarse ese descendiente del rey David que reanudará la línea real en Israel en un futuro no lejano. Él dijo lo siguiente cuando hizo una apología de Jesucristo en el primer concilio en Jerusalén: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono.” (Hechos 2:29,30). Es claro, entonces, que aquel que tiene el derecho de sentarse en el trono del reino de David—el cual es llamado también: ‘El reino de Dios’— es el Cristo, ¡Jesucristo! Repetimos: El reino de David que está aún suspendido en el tiempo, será RESTAURADO EN ISRAEL EN LA PERSONA DE CRISTO. ¡Jesucristo será el nuevo rey en Israel cuando él regrese a la tierra! Así como hay un reino en Jordania hoy, así también habrá un reino en Israel pronto. Nada es imposible para Dios, aunque usted no lo crea aún.       

El Gobierno Mundial de Jesucristo 

          Jesús dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. Entonces el rey dirá a los de su derecha: Venida benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (Mateo 25:31,34).

 

          Su dominio (el de Jesucristo) será mundial, pues también el profeta David nos dice: “Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.” (Salmos 72:8). Sí, su poder será total, pues regirá a los pueblos con mano firme y segura, y con la bendición de Dios el Padre (Apocalipsis 2:26,27). Pero, ¿cree usted en este mensaje del cielo?¿Le parece una historieta más?¿Un mito?¿Una utopía? Muchos se resisten a creer, pues han sido instruidos de manera diferente. La gran mayoría de “cristianos” se les ha hecho creer que si son “buenos” irán al cielo para estar con Dios y todos los santos. A éstos les parece raro que les prediquemos una esperanza terrenal, cuando ya no pueden creen más en las promesas de un “mejor orden económico, político y social en la tierra”. Escapar de este mundo decadente y confuso es la mejor alternativa para los dubitativos. Nos ilusiona pensar que estaremos en otra dimensión o en otro plano existencial, lo cual estaría bien para los que se drogan. Estos “escapan” temporalmente y artificialmente de los problemas cotidianos, para luego caer en una mayor desesperación y desilusión. Pero “tocar el arpa” en el cielo por una eternidad igualmente resultaría tedioso y monótono. La promesa de un mundo nuevo y justo eso sí tiene sentido, pues estamos llamados a colaborar con Jesús en la reestructuración de la nueva sociedad que él implantará con su iglesia (2 Pedro 3:13,14; Miqueas 4:1-4).

 

          Usted puede cambiar su vida y gozar de una magnífica esperanza de vida eterna en el reino de Jesucristo. Sólo tiene que arrepentirse de sus pecados y ser bautizado bajo agua en el nombre de Jesucristo para recibir su sellamiento como hijo de Dios. Luego usted experimentará una nueva vida de fe en Cristo y sus promesas. Su vida tiene propósito si cree en Cristo y en Su Evangelio del Reino (Marcos 1:14,15). Evangelio significa “Buenas Noticias”, de modo que Cristo vino a traernos buenas noticias de un nuevo orden mundial bajo su reinado milenario futuro. 

           El problema del ser humano es generalmente la falta de fe. Jesús ya había pronosticado que antes de su regreso a la tierra no hallaría fe en él y en su evangelio (Leer Lucas 18:8). Por eso no nos extraña que nuestro anuncio no sea bien recibido por la mayoría de personas. El problema es su falta de fe en las Palabras de Dios. Jesús se topó con muchos hombres faltos de fe en muchas ocasiones. Pero usted puede creer si dispone su corazón a la verdad bíblica.          

Escrito Por Ingª Mario A Olcese (Apologista)

 

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