AMABLE «TRINOTERCO» NOS OFRECE SU DEFINICIÓN DE LA TRINIDAD

Apologista con jaqueca

Cómo entender la Trinidad

¿Cómo entender este misterio de que hay una sola naturaleza Divina en tres personas diferentes?. Resumo las explicaciones que los teólogos han dado para facilitarnos la comprensión de este dogma de fe.

La doctrina de la Trinidad enseña que existe un solo Dios, pero en Tres Personas divinas que tienen una misma naturaleza.

Las palabras «naturaleza» y «persona», no se toman aquí en el sentido corriente de los términos, sino de acuerdo con el lenguaje filosófico, que es más preciso.

La naturaleza o esencia de los seres es aquello que hace que las cosas sean lo que son; el principio que las capacita para actuar como tal (por ejemplo, la naturaleza del hombre es ser animal racional compuesto de alma y cuerpo), La persona, en cambio, es el sujeto que actúa (por ejemplo un hombre concreto con un nombre: Pedro Pérez, que actúa de acuerdo a su naturaleza: piensa, quiere, trabaja, etc.). Así es claro que en cada hombre hay una sola naturaleza y una sola persona. En Dios, en cambio, no ocurre así: una sola Naturaleza sustenta a una Trinidad de Personas.

Por esto, a la inteligencia humana le es imposible comprender el misterio de la Santísima Trinidad. El esfuerzo racional de los teólogos (entre los que tenemos a Santo Tomás de Aquino) ha tratado de ilustrarlo de la manera siguiente:

Como las tres divinas personas no se distinguen ni por su Naturaleza, ni por sus perfecciones, ni por sus obras exteriores, se distinguen únicamente por su origen.

No se distinguen por su naturaleza porque tienen una naturaleza en común, la Naturaleza divina. Así no son tres dioses, sino un solo Dios.

No se distinguen por sus perfecciones, porque éstas se identifican con la Naturaleza divina. Así ninguna de las tres Personas es más sabia o poderosa, sino que todas tienen infinita sabiduría y poder; ni la una es anterior a las otras, sino que todas son igualmente eternas.

No se distinguen por sus obras exteriores, ya que teniendo las tres la misma Omnipotencia, lo que obre una respecto a la criatura, lo obran las otras dos.

Se distinguen únicamente por su origen, porque el Padre no proviene de ninguna persona; el Hijo es engendrado por el Padre; y el Espíritu Santo procede a la vez del Padre y del Hijo. Esto es lo que impide que una Persona se confunda con las otras.

Ricardo Sada Fernández en tu estudio de la Trinidad nos explica esto de una forma muy didáctica:

En primer lugar, consideremos a Dios Padre. Éste, con su infinita sabiduría, al conocerse a Sí mismo, formula un pensamiento de Sí mismo. Nosotros muchas veces, hacemos una cosa parecida cuando pensamos en nosotros mismos, y nos formamos un concepto sobre el propio yo, es decir, «aquello que somos para nosotros mismos». Sin embargo, hay una diferencia muy grande entre nuestro propio conocimiento y el de Dios sobre Sí mismo. Nuestro conocimiento propio es imperfecto, incompleto («nadie es buen juez en causa propia»). E incluso, si nos conociéramos perfectamente, -es decir, si nuestro concepto sobre el propio yo fuera una clarísima reproducción de nosotros mismos-, tan sólo sería un pensamiento que no saldría de nuestro interior, sin existencia independiente, sin vida propia. El pensamiento cesaría de existir, aun en mi mente, tan pronto como volviera mi atención a otro asunto.

Tratándose de Dios, las cosas son muy distintas. Su pensamiento sobre Sí mismo es perfectísimo: abarca completamente todos y cada uno de los aspectos de su infinitud. Pero un pensamiento perfectísimo, para que de verdad lo sea, ha de tener existencia propia (si puede desaparecer, le faltaría esa perfección). Su pensamiento, es tan infinitamente completo y perfecto, que lo ha re-producido con existencia propia. La imagen que Dios ve de Sí mismo, la Palabra silenciosa con que eternamente se expresa a Sí mismo, debe tener una existencia propia, distinta. A este Pensamiento vivo en que Dios se expresa a Sí mismo perfectamente lo llamamos Dios Hijo. Dios Padre es Dios conociéndose a Sí mismo; Dios Hijo es la expresión del conocimiento que Dios tiene de Sí. Por ello, la segunda Persona de la Santísima Trinidad es llamada Hijo, precisamente porque es generado por toda la eternidad, engendrado en la mente divina del Padre.

Además, como esa generación es intelectual, se le llama «Verbo» es decir, «Palabra». Dios Hijo es la «Palabra interior» que Dios Padre pronuncia cuando su infinita sabiduría conoce su esencia infinita.

Ahora, Dios Padre (Dios conociéndose a Sí mismo) y Dios Hijo (el conocimiento de Dios sobre Sí mismo) contemplan la naturaleza que ambos poseen en común. Al verse (estamos hablando, claro está, de modo humano), contemplan en esa naturaleza lo bello y lo bueno en grado infinito. Y como lo bello y lo bueno producen amor, la Voluntad divina mueve a ambas Personas a un acto de amor infinito, de la Una hacia la Otra. Ya que el amor de Dios a Sí mismo, como el conocimiento de Dios de Sí mismo, son de la misma naturaleza divina, tiene que ser un amor vivo. Este amor infinitamente perfecto, infinitamente intenso, que dimana eternamente del Padre y del Hijo es el que llamamos Espíritu Santo «que procede del Padre y del Hijo». Es la tercera persona de la Santísima Trinidad. El Espíritu Santo es el «Amor Subsistente», el «Amor hecho Persona».

Cristo es Dios.

Es muy importante profundizar en este punto ya que una de las bases de la fe cristiana y de la Doctrina Trinitaria: Cristo, segunda Persona de la Trinidad es también Dios y consubstancial con Dios Padre.

Comentario breve:

¿Cómo es posible que Dios busque que le conozcamos para que obtengamos la vida eterna (Jn. 17:3) y a la vez ser un Dios (Trino) incomprensible? La verdad es que no lo entiendo…¿y ustedes, queridos «Trinotercos», lo entienden? 

AVISO:

SE BUSCAN PERSONAS QUE SEPAN INTERPRETAR JERIGONZAS!

SÓLO EL PADRE ES DIOS

Sean Finnegan

Jesús sabía que esta era su última vez con los discípulos antes de que lo tuvieran en custodia. Él oró justo antes de hacer su camino a través del valle del Cedrón, el Jardín de Getsemaní. Los discípulos escucharon con seriedad, y probablemente seguían en estado de shock, porque Jesús había lavado los pies. Mientras oraba no miraba hacia abajo, en vez  de eso él miró hacia arriba, al Padre. En el comienzo de su oración, hizo una declaración extraordinaria sobre la vida eterna. Él dijo, «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.» (Juan 17:3). Según este versículo, hay dos personas que deben ser conocidas: el único Dios verdadero, y a Jesucristo. Jesús consideraba al Padre como el único Dios y él se consideró distinto del único Dios. Esta simple verdad es elevada al más alto nivel cuando es precedida de la declaración: «Esta es la vida eterna…». Es decir, la vida eterna depende de nuestra comprensión de Dios y de Su Hijo.

Además, el apóstol Pablo fue inspirado por Dios para escribir en el mismo sentido en su primera carta a Timoteo.

I Timoteo 2:3-6 NVI – Esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien se dio a sí mismo como rescate por todos, el testimonio dado en el momento adecuado.

Hay dos deseos de Dios vinculados estrechamente: 1) Que todos se salven, y 2) Que todos puedan llegar a conocer la verdad. En el versículo cuatro «la verdad» no se refiere a todo lo que ocurre en general, sino una verdad muy específica. Los próximos dos versículos explican «la verdad» que Dios desea que todos los hombres conozcan. El primer ingrediente es que hay un solo Dios. El segundo ingrediente es que el hombre Cristo Jesús es el único mediador entre Dios y la humanidad. El tercer ingrediente es que Jesús se dio a sí mismo en rescate por todos en el momento adecuado. No hay confusión entre Jesús y Dios, pues son totalmente distintos en naturaleza y en función. De acuerdo con el saludo de la presente carta (I Timoteo 1:2), Dios es el Padre, y Jesucristo es nuestro Señor. Sólo unos pocos versos antes, a donde estamos ahora, se dice que el único Dios es inmortal. (En la palabra «inmortal», el prefijo, “in”, significa no, y mortal significa que puede morir, de modo que inmortal significa que no puede morir.) Sin embargo, el tercer ingrediente de «la verdad» es que Jesús se entregó a sí mismo como rescate por todos. A fin de que a Jesús pueda morir, él debía ser mortal. Por lo tanto, podemos concluir que el único Dios (el Padre) es completamente distinto de un hombre miortal (Jesucristo). Es importante reconocer esta distinción, ya que es entender que Cristo se dio a sí mismo como rescate por todos.

Un tercer texto que ofrece una claridad sobre este tema se puede encontrar en I Corintios. El contexto se refiere a la idolatría y el comer los alimentos que son sacrificados a los ídolos. Pablo reconoce que hay muchos que se llaman dioses.

I Corintios 8:6 NVI – Sin embargo, para nosotros no hay sino un solo Dios, el Padre, de quien son todas las cosas y nosotros somos para él, y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas, y nosotros por medio de él.

Este texto no deja margen de maniobra para las definiciones complicadas de Dios. Él es el Padre que creó todas las cosas. Él es la fuente de la cual todo, incluyendo a Jesús, se originó. Él es el único Dios, y somos capaces de llegar a Él a través de un solo Señor, Jesucristo. El Padre hizo todo, y experimentamos todas las cosas a través de Cristo.

Hay muchos otros lugares en el Nuevo Testamento que hablan de Dios como el Padre. Considere los siguientes versículos: Juan 1:18, 4:23 y 24; 6:27, 8:41 y 42, 54 y 20:17, Romanos 1:7, 15:6; I Corintios 1:3, 8:6 ; 15:24; II Corintios 1:2 y 3; 11:31; Gálatas 1:1,3 y 4; Efesios 1:2 y 3, 17; 4:6; 5:20, 6:23, Filipenses 1: 2, 2:11, 4:20, Colosenses 1:2 y 3; 3:17; I Tesalonicenses 1:1, 3, 3:13, II Tesalonicenses 1:1 y 2; 2:16; I Timoteo 1:2 , II Timoteo 1:2, Tito 1:4, Filemón 3, Santiago 3:9, I Pedro 1:2 y 3; II Pedro 1:17, II Juan 1:3, Judas 1:1, Apocalipsis 1:5 y 6.

El peso abrumador de la Escritura nos enseña que sólo el Padre es Dios. Él es el Creador impresionante de todo lo que existe. Él es el ser más poderoso en el universo. Él no tiene igual, ya que incluso lo confesó a Jesús (Juan 10:29; 14:18). Él es llamado el «un solo Dios y Padre de todos que está sobre todos y por todos y en todos» (Efesios 4:6 NVI). Alrededor de dos mil años atrás, trajo a la existencia de su Hijo perfecto que salvaría a la humanidad de la destrucción. Jesús, el único perfectamente obediente, siguió el plan de Dios a la perfección. Como resultado de ello hoy en día tenemos acceso al Padre por medio de él.

 

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