¿SE HA PERDIDO EL ORIGINAL DEL NUEVO TESTAMENTO?

Una noche de diálogo académico sobre los orígenes, la transmisión y la confiabilidad del Nuevo Testamento. ¿Tenemos los manuscritos originales? ¿Podemos confiar en las copias pasadas a nosotros? ¿Cuán preciso es nuestro nuevo testamento hoy? Estas preguntas y más examinaron dos estudiosos de NT de nivel superior. Dr. Ehrman y Dr. Wallace presentaron sus respectivas posiciones antes de abrir  un tiempo de preguntas y respuestas. 

 
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EL EVANGELIO ORIGINAL QUE DEBE SER RETOMADO POR TODOS LOS CRISTIANOS SINCEROS

Pablo nos dice que sólo hay un evangelio original y verdadero, y que cualquier otro es falso y peligroso que trae maldición. Jesús llama a su evangelio el reino de Dios, y proclama que este reino debe ser buscado y pedido, así como anunciado a todo el mundo (Mateo 6:10,33; 24:14; Lucas 4:43; Marcos 1:1,114,15).

Sin embargo, hoy millones de predicadores que predican evangelios distintos que no se parecen mucho, y a veces nada al original. El Reino de Dios simplemente no es parte de su discurso, ni parte de su «evangelio salvador». ¿Por qué se ha perdido el anuncio original?¿ Y por qué se predica un reino distinto al original, como es el caso de los Testigos de Jehová?

«LA PALABRA» ES EL MENSAJE DEL REINO DE DIOS

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista) 

Estimados amigos, es sorprendente que muchos predicadores afirmen predicar la palabra de Dios y no obstante sigan ignorantes de que ésta tiene que ver principalmente con el mensaje o el evangelio del reino de Dios. Esta verdad la puede descubrir cualquier persona medianamente inteligente en Mateo 13:19, que dice: “Cuando alguno oye LA PALABRA DEL REINO y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino».

Noten ustedes que los sembradores de hoy, los que supuestamente dicen imitar a Cristo, no están predicando el mismo mensaje del reino que su Maestro anunció insistentemente por todos los lugares, ciudades y aldeas que iba, sino cosas muy distintas o extrañas que no tienen asidero en la Biblia. Esto es muy serio, porque predicar un evangelio distinto es como predicar a un Jesús diferente, lo cual se traduce en un serio desconocimiento de quien es realmente Jesucristo. Así que poco le vale que usted afirme creer en Cristo si en realidad usted está creyendo un mensaje distinto del original que él predicó. En Lucas 6:46 Jesús dijo: “¿Por qué me llamáis, SEÑOR, SEÑOR, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante.”. Es decir, no pierda su tiempo en llamar a Jesús “Señor” si es que usted no va a obedecer a Cristo completamente, y esto incluye la predicación de la palabra del reino.

Jesús iguala LA PALABRA con EL EVANGELIO DEL REINO. Así  en Juan 14:24 él dice: “El que no me ama, no guarda mis palabras; y LA PALABRA que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”. Noten ustedes que LA PALABRA que él predicó no era suya sino del Padre que le envió. Ahora tomen note que en Lucas 4:43, Jesús dice: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado”. Es decir, la palabra que predicaba Jesús era el MENSAJE o evangelio del reino que le dio el Padre para revelar a los hombres (También Hechos 10:36).

Predicar la palabra del Reino causa persecución

Según Jesús, la persecución viene por causa de la palabra En Mateo 13:21, Jesús dijo: “…al venir la aflicción o la persecución por causa de LA PALABRA, luego tropieza”. Nótese que la persecución viene principalmente a causa de la Palabra, que es el Cristo y su evangelio del reino. Por eso Pablo estuvo encarcelado por causa de la Palabra o la predicación de Cristo,  su reino y su futuro reinado (Filemón 1:13, Fil. 1:7, Hechos 17:6-9). Pablo mismo dijo: Y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar” (Efesios 6:19,20). Vean ustedes que Pablo aquí se proclama como un EMBAJADOR (obviamente de un rey y un reino) en cadenas, ya que estaba puesto en prisión por dar a conocer el misterio del evangelio del reino que él llama también “la esperanza de Israel”. Esta son sus palabras: “Porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena” (Hechos 28:20).

Salvación a Través de la PALABRA del reino

El Apóstol Pablo fue claro cuando dijo  en 1 Corintios 15:2 “Por el cual asimismo, si retenéis la PALABRA que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano”. Así que si usted, amigo, retiene el mensaje del evangelio del reino, y no lo olvida o descuida, será salvo. Pero muchos aún no lo retienen y más bien lo olvidan como algo “muy judío”. Si usted está entre aquellos negligentes, entonces usted creyó en vano y terminará condenado para siempre. De allí la importancia de que ustedes retengan el mensaje verdadero del reino en sus corazones, y lo den a conocer a otros para que también se salven (Romanos 1:16).

¿ESTÁ USTED SEGURO DE QUE HA CREÍDO EN EL EVANGELIO ORIGINAL DE JESÚS?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Un evangelio poco conocido hoy
 ¿Sabía usted que el reino de Dios fue el mensaje central de nuestro Señor, y la razón que lo trajo a este mundo hace dos milenios? En Lucas 4:43 Jesús fue claro cuando dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado”. Aquí Jesús fue enfático cuando dijo que fue enviado para predicar EL REINO DE DIOS. Este REINO DE DIOS fue llamado por el mismo Señor como “el evangelio”, el único y singular evangelio salvador y que desafortunadamente se encuentra ausente en muchas de las iglesias supuestamente cristianas de hoy.

 Es importantísimo saber que la frase “Reino de Dios” aparece en el evangelio de Marcos 14 veces; en Lucas 32 veces; en Mateo 4 veces, y 32 veces “el reino de los cielos”. Por cierto que también “el reino de Dios” aparece en el evangelio de Juan (6:33).

El teólogo George Eldon Ladd nos dice en su prólogo de su libro “El Reino de Dios”, lo siguiente: “Nuestro Señor Jesús dedicó gran parte de su ministerio público a la enseñanza del reino de los cielos. Este tema es aún hoy día un mensaje importante para el hombre dondequiera que éste se encuentre”.

También G.E. Ladd nos dice en la página 13 del mismo libro, lo siguiente: “El tema de la venida del Reino de Dios fue lo central de la misión de Jesús.”

Entonces es menester preguntarnos: ¿Hemos realmente recibido el evangelio primitivo de Jesús cuando nos convertimos? ¿No será que éste aún permanece perdido o ausente de nuestro montón de conocimientos recibidos de la Iglesia?

Un Reino que ha sido complicado y trucado con elucubraciones innecesarias

Siendo que el reino es un mensaje simple y claro, es sorprendente ver cómo en los sitios web cristianos dónde se trata del tema, se lo presenta de manera confusa y enrevesada que hace imposible que los simples puedan entenderlo, aquellos que son como niños de corazón y de mente. Unos creen que el Reino es una realidad presente, pero otros lo creen futuro; unos creen que el reino es la iglesia, mientras que otros lo creen que será una monarquía restaurada judía en Jerusalén. Unos dicen que el reino está en el corazón del creyente, en tanto que otros creen que es el cielo mismo a donde supuestamente irán los salvos a morar eternamente.

Pero me pregunto, ¿sería posible que el mensaje central y salvador de Jesucristo fuera tan complicado y sujeto a miles de interpretaciones que lo único que haría sería confundir más bien que orientar a los potenciales creyentes?¿Cómo puede uno aceptar el prístino y salvador evangelio del reino si éste es presentado de manera contradictoria y embrollada por las diferentes denominaciones que lo predican?¿Podría ser que el diablo, el gran enemigo del evangelio de la gloria de Cristo, esté detrás de toda esta confusión reinante? Creo que es hora que entendamos el reino de Dios de manera como es presentada en las Escrituras, no a partir del Nuevo Testamento, sino desde el mismo Antiguo Testamento. La llamada Iglesia de Cristo presenta un reino eclesiástico que no se ajusta al Antiguo Testamento, pues recordemos que el reino de Dios no comenzó con Cristo, sino con su ancestro, David. Este insigne rey tuvo un reino literal en la tierra y súbditos a sus órdenes, sabemos que era muy reverenciado y mentado en las memorias o crónicas de Israel. Así que para entender el reino predicado por Jesús debemos estudiar sus antecedentes en el Antiguo Testamento.

La Expectativa de los Judíos del Primer siglo

Es muy interesante lo que se puede extraer de este suceso que relata la entrada de Jesús en Jerusalén, pues nos revela lo que los paisanos de Jesús esperaban con desesperación. Dice así el relato de Marcos: “Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡BENDITO EL REINO DEL PADRE DAVID QUE VIENE! Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce”.

Después de leer este acontecimiento de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, el pueblo se emocionó mucho, pues veían a su rey entrar en la ciudad capital del reino davídico, y ellos pensaron que el reino se manifestaría inmediatamente en Jerusalén. Por eso su exclamación fervorosa: “Bendito el reino del padre David que viene”. Pero, ¿estaban errados los judíos por semejante esperanza? Veamos. En Lucas 19 Jesús precisamente da una parábola (de las Diez Minas) por la misma razón: “…por cuanto estaba CERCA DE JERUSALÉN, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente” (Lucas 19:11). Pero nótese que Jesús no se detiene para reprender o corregir a aquellos hombres por su “supuesta ilusa esperanza” de un reino Davídico restaurado en Jerusalén”, y tampoco les dice algo así como: “Oigan, hijos de Abraham, sepan que yo no voy a reinar en Jerusalén sino desde el cielo y con mi iglesia”. Tampoco les dice que su reino es “en el corazón de mis discípulos” o cosa semejante. El simplemente avala su expectativa mesiánica dando una parábola para que entiendan que el reino davídico será efectivamente restaurado en Jerusalén, pero que AÚN TARDARÍA HASTA SU REGRESO O PARUSÍA EN GLORIA. Este hecho destruye o fulmina todas las otras tesis del reino que aparecen por internet, y que trastocan el verdadero mensaje o esperanza del reino davídico por restaurarse.

Cristo vino a confirmar las promesas hechas a los padres del pueblo Hebreo

Cuando comenzamos a aceptar que el reino está estrechamente ligado a los Judíos, y que Dios hizo pactos muy claros y específicos con Abraham y David, tanto a corto como a largo plazos relativos a una tierra y a un reino, entonces no nos iremos por la tangente con respecto a lo que significa bíblicamente el reino de Yahweh. El problema de las iglesias es que muchas de ellas interpretan alegóricamente el reino obviando su naturaleza terrenal y nacional, tal vez por prejuicios infundados como que los judíos fueron rechazados por Dios porque “mataron a Jesús”. Estos se olvidan de lo que escribió Pablo a los romanos: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció…” (11:1,2). En otra ocasión, Pablo les dice a los mismos romanos que Cristo vino a confirmar lo que Dios les prometió a los padres. Dice el apóstol, así: “Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres” (15:8). Así, pues, si Cristo vino a confirmar las promesas hechas a los padres, esto significa que están vigentes, al día, ¡y por cumplirse! Es necesario entender esto para no irnos por las ramas con relación al reino verdadero que vino a ser confirmado y predicado por Jesucristo, y que luego fue anunciado por sus apóstoles y discípulos verdaderos (Lucas 8:1,2; 9:1,2).

Pablo y el evangelio primitivo

 

 A continuación veremos qué evangelio original predicaba el apóstol de los gentiles:

“Y entrando él dentro de la sinagoga, hablaba libremente por espacio de tres meses, disputando y persuadiendo del reino de Dios” (Hechos 19:8).

“Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, por quien he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro” (Hechos 20:25).

“Y habiéndole señalado un día, vinieron á él muchos á la posada, á los cuales declaraba y testificaba el reino de Dios, persuadiéndoles lo concerniente á Jesús, por la ley de Moisés y por los profetas, desde la mañana hasta la tarde” (Hechos 28:23).

“Predicando el reino de Dios y enseñando lo que es del Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento” (Hechos 28:31).

“¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones. Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios” (1 Cor.6:9,10).

“Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Cor. 15:50).

“Envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gál. 5:21).

“Porque sabéis esto, que ningún fornicario, ó inmundo, ó avaro, que es servidor de ídolos, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Efe. 5:5).

“Y os protestábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó á su reino y gloria” (1 Tes. 2:12).

“Una demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis” ( 2 Tes.1:5)

“REQUIERO yo pues delante de Dios, y del Señor Jesucristo, que ha de juzgar á los vivos y los muertos en su manifestación y en su reino” (2 Tim. 4:1).

Otros que creyeron en el evangelio primitivo:

 

.José de Arimatea:

“José de Arimatea, senador noble, que también esperaba el reino de Dios, vino, y osadamente entró á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús”.

Los Apóstoles:

“EN aquel tiempo se llegaron los discípulos á Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” (Mateo 18:1).

“Entonces los que se habían juntado le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restituirás el reino á Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6,7)

La Madre de los hijos de Zebedeo:

“Entonces se llegó á él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, adorándo le, y pidiéndole algo. Y él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Di que se sienten estos dos hijos míos, el uno á tu mano derecha, y el otro á tu izquierda, en tu reino” (Mateo 20:19,20).

El pueblo Judío:

“Bendito el reino de nuestro padre David que viene: ¡Hosanna en las alturas!” (Marcos 11:10).

Los fariseos:

“Y preguntado por los Fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia” (Lucas 17:20).

El “buen ladrón” de la Cruz:

“Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres a tu reino” (Lucas 23:42).

Jesús llamó a los hombres a predicar el reino

 “Jesús le dijo: ‘Dejen que los muertos entierren a sus propios muertos, y tu ve y predicar el reino de Dios” (Lucas 9:60).

 

Jesús previó la continuación de la Predicación de este evangelio del reino hasta Su Segunda Venida

Marcos 16:15,16: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio (del reino, Mar. 1:14,15) a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.

Lucas 9:60: “Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios”.

Lucas 9:1,2: “Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos”.

Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Mateo 10:7: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de Dios se ha acercado.”

Mateo 24:14: “Y este evangelio del reino será predicado como testimonio en todas las naciones, y entonces vendrá el fin”.

El ministerio de Felipe: el bautismo y el reino

Es interesante leer sobre el ministerio de Felipe en Hechos 8:12, 13 y que dice: “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. También creyó Simón (el mago) mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito”. Noten ustedes, hermanos, que aquellos discípulos de Felipe fueron bautizados por él cuando creyeron, ¿en qué? ¡en el anuncio del evangelio del reino de Dios y en el nombre de Jesús! Así que sí los discípulos de Felipe se bautizaron creyendo en Jesús y en su evangelio del reino. Entonces, ¿por qué millones de cristianos se bautizan hoy “creyendo” sólo en Cristo sin creer al mismo tiempo en su reino?¿Por qué se les ha ocultado el reino de Dios? No será que Satanás está detrás de este error?¿No dice Pablo de Satanás que “…el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo (la gloria y reino son sinónimos—comparar Mateo 20:21 y Marcos 10:37) el cual es la imagen de Dios”. Sí, el enemigo obscurece la mente de los incrédulos (ojo: ¡Hay muchos cristianos gentiles incrédulos que suponen que el reino de Dios no es para ellos sino sólo para los Judíos!) para que no entiendan el evangelio del reino de Cristo, y así no se salven.

La Muerte, Sepultura, y Resurrección de Cristo Dentro el Evangelio Salvador

Es justo y crucial señalar que Pablo menciona igualmente la muerte, sepultura y resurrección de Cristo como parte integrante del evangelio salvador, según lo leemos en 1 Corintios 15:1-9. Y es que es imposible heredar el reino de Dios si Cristo no hubiera muerto en la cruz y resucitado de entre los muertos en victoria. Esto lo explica el apóstol Pablo mismo cuando dice que si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe y esperanza de gloria. Así que el evangelio de Cristo, el del reino, se ve fortalecido y garantizado por la buena nueva de que Su Majestad, el rey, resucitó, está glorificado, y presto a volver para darnos nuestra corona de gloria también. Esto debemos creerlo también de todo corazón para ser salvos.

Pregunta Crucial

¿Está su pastor predicando este mismo mensaje bíblico (apostólico) en su iglesia? Usted tiene que definir bien este asunto, porque creer en un evangelio falso no lo salvará, pues sólo hay un evangelio salvador, y no dos o más (Gál. 1:6-9). Ese evangelio primitivo, recuerde, es el reino de Dios y la muerte, sepultura y resurrección de Cristo al tercer día. Este fue el mensaje completo que el Señor espera que prediquemos a los hombres para su salvación (Lucas 4:43, Lucas 9:60; Rom. 1:16; 1 Cor. 15:1-9).

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ESCUCHANDO EL EVANGELIO ORIGINAL DE JESÚS Y SU REINO

Por Angela

¿Recuerdas el juego de «Teléfono» cuando eras un niño? Tú le susurrabas una frase corta al niño sentado junto a ti, que a su vez, susurraba al siguiente niño. Siempre fue divertido oír el resultado final, porque AL final de la línea veíamos cómo la frase original había cambiado por el tiempo que había pasado a través de una docena de orejas y bocas pequeñas.

Así también ha sido con el Evangelio de Cristo. Hoy, si uno le pregunta a alguien lo que es el Evangelio, tú podrás escucharlo definido así: «El Evangelio es la buena noticia de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, que provee la liberación total y gratis del poder y la pena del pecado de acuerdo con la sola gracia de Dios a través de la fe en Jesucristo», como se menciona en un sitio web que me encontré cuando buscaba información en Google sobre «¿Qué es el Evangelio?»

En el juego de teléfono, a veces el mensaje que resulta sale similar (no igual) al original, pues de alguna manera está cambiado, adaptado o ha perdido alguna parte integrante de su composición. Propongo hoy, que la Iglesia, algunos de sus líderes y sus seguidores, hayan tomado, con el tiempo, lo que era el Evangelio que Jesús y Sus Apóstoles predicaron, pero que de alguna manera perdieron un poco de su sentido y foco original. ¡Con el tiempo, en la narración y el intercambio del mismo, el Evangelio que comúnmente oímos hoy, puede estar omitiendo un pedazo muy significativo que resultan ser buenas y emocionantes noticias!

Strong define Evangelio (euaggelion) como «las buenas nuevas del reino de Dios que pronto será establecido, y también de Jesús, el Mesías, el fundador de este reino. Después de la muerte de Cristo, el término incluye también la predicación sobre (o concerniente) a Jesucristo como habiendo sufrido la muerte en la cruz para conseguir la salvación eterna de los hombres en el reino de Dios, pero como resucitado y exaltado a la diestra de Dios en el cielo, y desde allí regresar en majestad para consumar el reino de Dios».

Es a la vez verdad y muy importante que el mensaje del Evangelio incluya que Jesús murió y resucitó por nuestros pecados. Esto es todo lo acordado! Sin embargo, la otra parte del Evangelio que se ha abandonado del mensaje es esa importante palabra (logos) que Jesús predicó: el Reino de Dios. ¿Quién ha oído alguna vez predicar a un pastor de que el Evangelio es acerca el Reino de Dios, y de cómo podemos entrar en él para conseguir la vida eterna en el siglo venidero? La próxima vez que oiga de un ministro, evangelista de televisión o a un amigo suyo predicar el mensaje del «Evangelio», escuche con atención! ¿Menciona el predicador la venida del Reino de Dios a la tierra?

Sólo estoy sugiriendo que nuestra forma de definir el mensaje del Evangelio se ha diluido, acortado, y hasta adaptado a algo que no es radicalmente diferente, pero lo suficiente cambiado con el correr del tiempo, que simplemente se ha convertido en un mensaje diferente a lo que Jesús y la iglesia primitiva estaban predicando y proclamando.

En Marcos 1:14-15, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio de Dios, y diciendo: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; arrepentíos y creed en el Evangelio.» Lucas 8:11 dice que Jesús «comenzó a hablar con ellos sobre el Reino de Dios.» Jesús no estaba predicando su muerte y resurrección como el evangelio durante su ministerio, sino más bien la predicación de la buena noticia de un reino venidero donde no habría fin de la paz, en donde Jesús, como el Ungido (Mesías, Cristo), se sentaría sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y justicia. (Isaías 9). Jesús predicó esta buena noticia a los afligidos, a los quebrantados de corazón, para publicar libertad a los cautivos y la libertad a los presos, para consolar a todos los que lloran, y hacerles saber que el tiempo de la justicia y la rectitud estaba cerca! Esta fue una buena noticia, por cierto! El enseñó a arrepentirse y ser salvos, para entrar en el Reino y la vida eterna en el siglo venidero. Jesús nos enseñó que nosotros heredaríamos la tierra, que veríamos a Dios y Su misericordia, y que seríamos llamados hijos de Dios. El enseñó cómo sería el Reino de Dios y lo que debíamos buscar (Mat. 6:33) y nos mandó para que nos prepararemos para saber cuándo se cristalizarían su venida y la consumación de la edad.

Te reto hoy, que para eliminar la tradición, retires la confusión y la distorsión del mensaje original y vuelvas a las palabras de Jesús (el autor y consumador de nuestra fe) y examines cuidadosamente lo que fue el evangelio original realmente. Como dijo Jesús en Lucas 8:8, «El que tiene oídos para oír, que oiga.» Y en el versículo 10, Jesús dijo a sus discípulos: «A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios, pero para el resto, en parábolas, para que viendo, no puede ver, y oyendo, no entiendan». En Mateo 13:14-16, Jesús cita Isaías 6:9, «De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.».

En lugar de confiar en lo que siempre has oído, volvamos a la Escritura y a las palabras que Jesús habló y escúchalas. Oro  de que veamos con nuestros ojos, y escuchemos con claridad con nuestros oídos las palabras de Jesús hoy y entendamos con nuestro corazón el Evangelio del Reino de Dios!

«Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones y entonces vendrá el fin.» Mateo 24:14.

LA SORPRENDENTE ESCATOLOGÍA ORIGINAL DE AGUSTÍN DE HIPONA SOBRE EL REINO FUTURO

 

Puede conmocionarnos un poco al darnos cuenta de que Agustín de Hipona no fue sólo premilennialista 1 en su anterior escatología, sino que él fue también dispensacionalista. Un Milenio literal en la tierra es de hecho la esencia de la teología dispensacional. Agustín se mantuvo firme en un modelo de siete edades tradicional (dispensacional) que clasificó períodos en la historia bíblica con el progreso espiritual de la humanidad hacia la redención. Las primero cinco etapas se correlacionaban a la historia del Antiguo Testamento y estaban demarcadas por Adán, Noé, Abraham, David, y el Exilo.2 Las dos dispensaciones del NT, según Agustín y casi todos los dispensacionalistas, fueron la Edad de la Iglesia y el Reino Milenario, “ el Descanso de Sábado ” de los santos en la tierra.3

 

Pero tres factores convergieron en el norte de África que influenció a Agustín para tomar un nuevo acercamiento para el Milenio. Una de ellas fue su revulsión sobre las celebraciones báquicas de los donatistas.

 

Posteriormente Agustín abandonó su creencia en una dispensación futura del reino por otra presente y encarnada en la Iglesia. En su libro La Ciudad de Dios, Agustín desarrolla su nueva visión presente del reino en la institución de la Iglesia. La iglesia era para Agustín, el reino de Dios. Ya no habría que esperar el reino y el descanso sabático en el futuro, sino en el presente, en la Era de la iglesia.

 

Aunque personalmente creo que la teoría dispensacionalista tiene sus defectos y peligros, lo cierto es que Agustín en el principio creyó que habría una dispensación FUTURA que seguiría a la de la Iglesia, la dispensación del reino milenario, “el descanso sabático” de los santos en la tierra.

 

1 Agustín, Ciudad de Dios, 20.7,1; Vea también G. Folliet, “ La Typologie Du Sabbat Chez Canonice a Augustin. La interpretación milenarista millénariste entre 386 et 400, ” agosto 2 (1956): 371-90.

 

2 Aunque los dispensacionalistas disientan algo en los diferentes períodos administrativos (las economías) en el Antiguo Testamento, hay un acuerdo general que una dispensación es una economía distinguible en la gerencia de Dios de Su plan redentor para el género humano.

 

3 Agustín, Sermón 259, 2. Vea también a Paula Fredriksen, “el Apocalipsis y La Redención en el  Cristianismo Primitivo, ”Vigiliae Christianae 45 (1991): 163.

 

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RETOMANDO EL EVANGELIO VERDADERO TAL COMO JESÚS LO ENSEÑÓ

 

—“El Partido Político y Teocrático que Cristo vino a Edificar”—

 

 

      Por Ing° Mario A Olcese

 

Un Evangelio Prístino

Hoy escuchamos por todos lados una infinidad de evangelios que en nada se parecen al evangelio que Cristo y sus apóstoles predicaron. Hoy escuchamos entre los Católicos Romanos el llamado “Evangelio social”, y entre los evangélicos, el llamado “evangelio de la prosperidad”. Ninguno de estos evangelios es el evangelio que Cristo predicó, y de hecho, no encontramos esas frases en ninguna parte de las Escrituras. Lo sorprendente del caso es que millones de así llamados “cristianos” han aceptado estos evangelios falsos para olvidarse del verdadero que es el Reino de Dios y la muerte, sepultura y resurrección al tercer día de Jesucristo. El Reino de Dios es poco o casi nada predicado en las iglesias, y lo más grave es que cuando uno le pregunta a un evangélico o a un católico de qué se trata el evangelio, uno recibe una variedad de respuestas que no se ajustan a lo enseñado  por Cristo. Estos “cristianos” parecen haberse olvidado de la advertencia Paulina a los Gálatas, y que dice: Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gál. 1:6-9). ¡Usted puede ser un anatema (maldito) si predica o enseña un evangelio que no es el genuino!

El Evangelio y el nuevo gobierno mundial divino de Justicia

Cuando nuestro Señor estuvo en nuestro planeta hace dos milenios, él se esmeró en dar a conocer el mensaje de Dios a su pueblo. En Lucas 4:43 él dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios porque para esto he sido enviado”. Aquí Jesús no dijo que fue enviado para bendecir a todos los hombres en la presente edad maligna, sino a “introducirlos” en el reino de Dios (Col. 1:13), y a reclutar a los herederos de dicho reino venidero (Lucas 12:32). Jesús vino a formar su equipo de gobierno (su iglesia), y a escoger a los mejores candidatos, a los más preparados, probos, y dignos, para cargos de mayor responsabilidad dentro de su “gabinete” (Apocalipsis 2:27 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones; Apocalipsis 3:21; Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”;  Lucas 19:15-19: Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas.  Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. ).

Durante estos dos mil años de ausencia, él ha estado guiando e inspirando a los suyos a través de su espíritu para formar su equipo de gobierno (príncipes, ministros, viceministros, etc) a través de la labor esmerada de sus fieles pastores y maestros que él constituyó para el perfeccionamiento de Su iglesia (Efe. 4:11-13). La razón de ser de la venida de Cristo a nuestro mundo no fue sólo la de salvar a los hombres de la condenación debido al pecado, sino también para prometerles una participación activa en su nuevo gobierno mundial, que es su reino milenario venidero de justicia y paz, si resultaran fieles hasta el final (“Yo os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí” para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando (gobernando) a las doce tribus de Israel, Lucas 22:29,30).

Jesús y Satanás

El Señor Jesucristo, el futuro Rey Presidente Mundial, es la pesadilla más grande para Satanás. Satanás es el actual Presidente y Líder Mundial que viene rigiendo el presente mundo malo a través de cientos de gobiernos títeres. El Apóstol Pablo llama a Satanás “El dios de este mundo”. El es el verdadero gobernante de las naciones, el líder detrás de todas las naciones gentiles. Juan dijo que todo el mundo yace bajo el poder del maligno (1 Juan 5:19).

Recordemos que la primera cosa que intentó el diablo fue asesinar al bebé Jesús a través de un edicto del rey Herodes, y luego hacerlo caer bajo su influjo cuando estuvo andando en el desierto de Judea por 40 días. El diablo sabía que Cristo no sólo le arrebataría servidores sino que finalmente él sería destituido o depuesto de su dominio mundial para que se pudiese restaurar en la tierra un nuevo reino o gobierno mundial presidido por el Mesías, Hijo de Dios. El diablo sabía que Cristo, como simiente de la mujer, pisaría su cabeza y lo destruiría, y por eso lo atacó desde el principio, arremetiendo fieramente contra Él, e intentándolo asesinar desde su infancia, y luego hacerlo caer con sus tentaciones durante todo su ministerio. En el desierto, el diablo le ofreció a Jesús su reino y su dominio mundial si sólo le rendía su adoración postrada (Mateo 4:8, 9: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares) en un intento desesperado de evitar su futura deposición por Él. El quiso astutamente aliarse con su enemigo y hacerlo parte de su dominio maligno en la era presente. Pero Jesús, conocedor de las artimañas del diablo, lo rechazó sin demora. El destino fatal del diablo y de sus ángeles estaba ya determinado desde el mismo principio de su extraordinario ministerio. Nada podría cambiarlo.

 Jesús percibió cómo ciertos judíos, sin saberlo,  servían a Satanás, y por esto él los llamó ‘hijos del diablo’… ¿Por qué? Porque sencillamente estaban haciendo la voluntad de su padre y jefe (Juan 8:44). No obstante, para estos Judíos ciegos, Jesús era el que estaba endemoniado (v.48). ¡Así engaña el diablo! En distintas ocasiones, tanto Judas, como Pedro, fueron llamados “diablo” y “Satanás” respectivamente por Jesús cuando se dejaron influenciar por el enemigo por ciertos hechos o palabras malignas. El problema con los siervos de Satán es que no se dan cuenta de que están siendo manipulados por él para destruir o a atormentar a los hijos de Dios (2 Cor. 12:7). Se hace necesario, entonces, deponer al diablo de su trono maligno y establecer un nuevo gobierno justo y perfecto a manos del Hijo de Dios (Rom. 16:20). Si no se depone al diablo, el trabajo de Cristo se verá constantemente obstaculizado con revueltas y conflictos. Por eso en Apocalipsis 20:1-4 se nos revela que el diablo y sus servidores angélicos serán lanzados y atados al abismo por mil años y entonces el gobierno revolucionario y renovador de Cristo se restaurará en la tierra. Los hijos de la luz reemplazarán a los hijos de las tinieblas, y la tierra disfrutará de una era nunca antes vista, donde los animales más feroces y hostiles entre sí vivirán en armonía.

Por fin llegará el día en que las revoluciones sociales, las guerras entre naciones, el terrorismo internacional, los desplazados, y los dictadores malignos, dejarán de existir. La constante lucha entre el bien y el mal habrá terminado finalmente, cuando el bien triunfe sobre el mal, y el diablo, la serpiente antigua, sea removido de nuestro planeta y “encarcelado” en el abismo. La enemistad (predicha en Génesis 3:15) que ha venido coexistiendo entre las dos simientes (la de la mujer y la de la serpiente), habrá finalmente terminado.

Vivir en el Cielo no es la Promesa de Cristo

El mensaje de Dios es el evangelio de la paz, del reino, o del gobierno divino venidero en la tierra en la persona de Jesucristo (Hechos 10:36). Un mensaje o “Buena Nueva” (= ‘evangelio’) que tiene que hacer con la política mundial. Nadie que enseñe otra cosa puede estar enseñando el evangelio original, y menos, aquellos que nos predican que esta tierra será destruida y que nosotros partiremos al cielo para vivir con “angelitos alados” tocando un arpa o una lira de oro al lado de los seres celestiales. Hay definitivamente un prejuicio enorme hacia un reino o gobierno teocrático en la tierra por mil años. Para algunos “cristianos” esta enseñanza es muy “Judía”, y para muchos sectarios, clasistas, y racistas, los Judíos no son sino un pueblo paria, maldito, y aborrecible, que perdió todos sus derechos de primogenitura. Hay ciertamente muchos hombres que no quieren que Cristo reine sobre ellos, ni ahora, ni nunca, y rechazan su señorío o autoridad. Éstos serán destruidos por Cristo cuando él regrese en gloria (Lucas 19:27: Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí).

Jesús jamás enseñó que partiríamos al cielo para estar para siempre con él. Usted no encontrará a Jesús ofreciendo a sus seguidores el cielo como el paradero final de la carrera cristiana, sino “el reino de los cielos” lo cual es muy distinto. Desgraciadamente muchos todavía confunden la frase “reino de los cielos” con la locución “reino en los cielos”.

Yo lo reto a usted a que me presente tan solo un texto donde se nos prometa el cielo si somos fieles hasta el final de nuestra carrera cristiana. Sólo uno!

El Reino y San Agustín

La Iglesia Católica por siglos se ha encargado de desdeñar y estigmatizar a los judíos acusándolos de matar a Jesús. Los padres de la Iglesia, y en especial los que se dejaron influenciar por las ideas gnósticas de los primeros siglos de la Era Cristiana, adoptaron la creencia de la supervivencia del alma después de la muerte física (Platonismo-Gnosticismo) y la partida de ésta (el alma) al cielo en el momento de la muerte. Así, el reino milenario “Judío” en la nueva tierra se esfumó y se hizo innecesario, siendo este reino espiritualizado o alegorizado por pura conveniencia de la iglesia Universal. Ahora el reino o gobierno literal de Cristo en la tierra prometida fue reemplazado por la noción Agustiniana de un “reino eclesiástico”. Es decir, para “San Agustín de Hipona” (Padre insigne del romanismo del siglo IV), el reino es la misma Iglesia organizada, la cual reina en la tierra sobre las naciones y ejerce su poder y autoridad bajo órdenes del Papado y de la curia romana. Convenientemente la Iglesia Universal se adueñó de las promesas muy judías para justificar su poder temporal y dominar así sobre todos los pueblos de la tierra. Ahora la Iglesia Universal era el reino hecho realidad en todo el mundo, al adjudicarse todas las promesas pertenecientes a la era venidera para la presente era, que es la era maligna, la era de Satanás. Para Agustín, y mil millones de Católicos en todo el mundo, el evangelio original de un reino teocrático Judío se convirtió prácticamente en una esperanza obsoleta, siendo este reino mesiánico futuro reemplazado por un reino que está ya “presente” en la tierra…¡y por espacio de casi dos milenios! Así, de un plumazo, el esperado reino restaurado teocrático Judío para la parusía ya no se hace necesario hoy, y más bien se ha convertido simplemente en una vana ilusión y una vana expectativa de los premilenaristas. El amilenialismo y postmilenialismo reemplazaron al premilenialismo apostólico y el pasaje de Apocalipsis 20 fue reinterpretado y hasta considerado irrelevante.

Si como sostenemos, la iglesia Universal realmente apostató de la fe en muchas de sus prácticas y doctrinas, entonces debemos tener cuidado con su doctrina del «reino eclesiástico», pues ésta muy bien puede ser una de sus más grandes apostasías ideadas por Satanás para desvirtuar el verdadero evangelio del reino tal como Jesús y sus apóstoles lo enseñaron.  Esto es serio, porque finalmente podría ser otra causa de perdición para millones de potenciales creyentes y a una infinidad de creyentes ya comprometidos. Jesús enseñó que aquellos que no quieren aceptarlo como Rey y Señor del reino milenario que se restaurará en su segunda venida no podrán ser salvos. Usted puede decir que Cristo es “el Rey y Señor de su vida”, pero si usted no está dispuesto a aceptarlo a Él como el venidero Rey y Presidente de la nueva sociedad que Él personalmente restaurará en este mundo, y se le hace difícil creer que Él pueda pisar nuestro mundo para gobernar en persona entre los hombres, entonces usted corre el riesgo de no ser incluido en su partido divino y en su gobierno que por espacio de casi 20 siglos él ha estado construyendo o edificando (Lucas 19:27).

Nuestra Misión, como Iglesia Mesiánica, es anunciar el Partido de Cristo, y convocar a más adherentes

Es evidente que Cristo vino a edificar su iglesia (sus partidarios de su nuevo gobierno mundial). Su misión principal en la tierra fue arrebatar seguidores al diablo y atraerlos a su nuevo partido milenario a fin de restaurar juntos el gobierno o reino de la justicia y paz verdaderos (Col. 1:13). Sus seguidores estaban muy conscientes de la misión de Cristo como el restaurador del gobierno o reino davídico, que le preguntaron poco antes de volver al Padre, lo siguiente: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6). Ellos sabían que Jesús era el Mesías y que restauraría el gobierno davídico en Jerusalén como Líder y Presidente de ese antiguo partido de Dios. Ahora, viendo ellos que Jesús “tardaba” en llevarlo a cabo, le preguntaron si Él lo inauguraría en sus tiempos. Ellos querían gobernar con él, y deseaban deponer el dominio satánico representado por el abusivo e impío Imperio Romano. Pero Jesús no los reprendió por semejante “extraña” pregunta como algunos han querido hacernos creer, como si ésta hubiera sido tonta y fuera de lugar. Al contrario, en el verso 7 Jesús les dice: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Es decir, Jesús no los reprende en ningún momento por su pregunta supuestamente absurda o tonta, sino que más bien la valida, diciéndoles que el tiempo para que se restaure dicho reino en Jerusalén sólo lo sabe Su Padre (v. 7).

Ahora noten ustedes que los discípulos tendrían primero que estar anunciando y dando testimonio de Jesús y de su reino hasta que él volviera a restaurarlo. Ellos tendrían que estar captando adeptos para su causa, y arrebatando a los pecadores de la garras del diablo (Col. 1:13, 2 Timoteo 2:25,26). Su primera venida había sido para anunciar la cercanía de su reino y establecer las condiciones para ingresar en él, como están enunciados en el Sermón del Monte (Mateo 5), y en Gálatas 5:16-26 por Pablo. Sin embargo, muchos cristianos creen que Cristo cumplió todo lo prometido en un periodo muy corto de tiempo, cuando se destruyó el templo Judío en el año 70 DC. Estos son los llamados preteristas extremos o totales, los partidarios de la Escatología Realizada. Estos creen que Cristo estableció su reino en el primer siglo, y que su venida, y la resurrección de los muertos ocurrieron en el año 70 DC. Sin embargo, estos exégetas se encuentran con grandes problemas para explicar ciertos eventos predichos en Mateo 24, como es el caso de la resurrección de los muertos, y la venida física y personal de Cristo a esta misma tierra. De allí que aparecen los llamados “preteristas parciales”, los más moderados en esta corriente escatológica, y que sostienen que la parusía y la resurrección descansan aún en el futuro. Pero los preteristas extremos nos quieren hacer creer que la parusía de Cristo ocurrió en el año 70 DC, cuando en realidad Jesús fue muy claro al detallar la forma de su regreso glorioso, la cual no encaja con la supuesta “parusía” de Cristo expuesta por ellos. Les recomiendo que lean mi artículo sobre “La Señal de la Venida de Cristo” que aparece en mi sitio web: www.elevangeliodelreino.org en el link “el Reino”.

Retomando el tema, Jesús les dijo a sus discípulos que a ellos no les correspondía saber los tiempos o las sazones para la restauración del reino de Dios. Además les dijo que mientras durará su ausencia, ellos debían dar testimonio de él, y de su futuro reino o gobierno mundial (Hechos 1:7; Mateo 24:14). Y así lo hicieron. Vemos a Pablo, por ejemplo, predicando el reino de Dios entre los gentiles. En Roma, él se la pasó dos años enteros preso en una casa rentada (“porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena, dijo él”, Hechos 28:20),  y recibía a todos los que le visitaban “a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas… Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.” (Hechos 28:23, 30,31).  Fíjense ustedes cómo Pablo hablaba desde la mañana hasta la tarde sobre Jesucristo y de su Reino o gobierno —la esperanza de Israel”— a los que le visitaban. Era su tema central y la razón de ser de su ministerio. Sin embargo, los predicadores de hoy se la pasan predicando desde la mañana hasta la tarde el evangelio de la prosperidad, de la riqueza, de la bendición material y nada en absoluto sobre el Reino o gobierno de Cristo que él implantará en esta tierra decadente y moribunda. Simplemente son evangelios y evangelistas fraudulentos. A éstos no hay que recibirlos ni decirles «Bienvenidos». San Juan dice: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras. (2 Juan 9-11). ¡Usted no puede perder su tiempo escuchando a esos mensajeros del diablo!

Ahora observemos algo de lo ocurrido en Tesálonica, pues aquí vamos a descubrir qué predicaban los cristianos a los gentiles y a los judíos del lugar. Dice Hechos 17:1-7:

“Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo (es decir, el futuro Gobernante del partido o reino de Dios). Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas. Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo. Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús. Tomen nota que los cristianos en Tesálonica eran considerados como revoltosos o como predicadores de un nuevo gobierno y de un nuevo rey como lo era César. Su mensaje tenía sabor político, y era una proclama de esperanza para las masas oprimidas por los gobernantes injustos e imperfectos. De modo que afirmar que el mensaje del reino de Dios es un mensaje que nada tiene que ver con la política, o con los gobiernos humanos, es una falacia. Los cristianos auténticos son pregoneros de un nuevo gobierno y de un nuevo Líder justo y poderoso, que cambiará realmente las estructuras decadentes de nuestra sociedad. Estamos llamados a formar el partido de Dios, con Cristo como el futuro Presidente del Maravilloso Gobierno Davídico Mesiánico Restaurado.

 

Debemos anunciar al mundo que hay un personaje ideal o idóneo para el cargo de Presidente del Mundo llamado Jesucristo. Tenemos que “trastornar” al mundo con este  personaje revolucionario, cuyo mensaje trae la esperanza de la justicia y de la paz permanentes a nuestro mundo, cuando los malvados e injustos reciban el justo pago por sus abusos cometidos contra los más desposeídos de esta tierra, y los pobres sean enriquecidos como príncipes en su reino o gobierno. En ese tiempo los creyentes serán realmente prósperos al lado del hombre más rico y poderoso que existirá… Jesús, el Cristo.

 

Necesitamos reavivar este mensaje apostólico del reino venidero de justicia, y no desviarnos con prédicas extrañas como: «recibe a Jesús en tu corazón», «Haz de Jesús el Señor y Rey de tu vida», «Acéptalo a Jesús como tu salvador personal», y frases por el estilo. Me pregunto, ¿cómo puede alguno aceptar al Mesías si no entiende nada de lo que este Mesías hará en este mundo malo cuando él regrese,  y más bien les estamos enseñando doctrinas católicas?