LA VIUDA DE SAREPTA: EL SALTO DE FE

La viuda de Sarepta atendió, por fe, las necesidades de Elías aun cuando ella estaba al límite de sus recursos; y Dios los bendijo ricamente a ella, a su hijo y a Elías.

LEE: 1 Reyes 17 – Job 38 – 42:5, 6 – Lucas 4:24-28 – Hebreos 11:1 – Apocalipsis 1:17.

 “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).

ELLA CONOCÍA LO QUE ERA LA MUERTE.

Vio morir a su esposo y ahora veía, impotente, como todo a su alrededor moría. El pasto se secó, los árboles dejaron caer sus hojas, las vacas eran apenas esqueletos, y las cabras balaban tristemente. Cada día miraba el cielo sin nubes, esperando, contra toda esperanza, nubes y lluvia. Había racionado la harina y el aceite, tratando de estirarlos hasta el fin de la sequía. Ella partía el panecillo diario en forma desigual: su hijo necesitaba todo el alimento que ella podía darle. Se afligía al ver al muchacho tan delgado y sin energía. Pero su sacrificio parecía inútil; temía que ambos morirían de hambre.

Solo le quedaba lo suficiente como para una comida final. La viuda salió de la aldea de Sarepta a fin de buscar leña para su última comida. Y allí, esta mujer entró en la narración bíblica, donde su relato nos enseña lecciones que podemos, miles de años más tarde, aplicarlas a nosotros. Esta semana veremos el gran conflicto entre Dios y Satanás expuesto en miniatura en la vida de una viuda sin nombre que elige a Dios y es llevada, paso a paso, a una jornada de fe. 

A SAREPTA

Aunque nuestro relato comienza con la orden de ir a Sarepta, dada por Dios al profeta Elías, debemos recordar cómo surgió a esa orden. El reino de Israel había caído en la idolatría. La adoración a Baal era la religión oficial. Dios había “desafiado” dramáticamente al dios de las tormentas declarando, por medio de su profeta Elías, que no habría más rocío ni lluvia (1 Rey. 17:1).

¿Qué ironía surge de que Dios le diga que no habría lluvia, justamente, al reino que adoraba al dios de las tormentas? ¿Qué enseña esto acerca del poder de Dios en nuestro mundo en contraste con todo otro poder? Ver también Salmo 86:8, Jeremías 10:6, Hebreos 1:1 al 3 y Job 38.

Elías se había escondido en el arroyo de Querit (1 Rey. 17:3), mientras la tierra de Israel se marchitaba bajo la devastadora sequía. El arroyo finalmente se secó, y Dios ordenó al profeta ir a Sarepta (1 Rey. 17:1-9). Dios envió a Elías a un país extranjero. Sarepta estaba ubicada sobre la costa del Mar Mediterráneo, entre Tiro y Sidón. De este territorio de Fenicia había venido la terrible reina Jezabel. Uno de los importantes dioses nacionales de Fenicia era Baal, y la esposa del rey Acab importó y fomentó la adoración a Baal en Israel. En el mundo antiguo, se pensaba que los dioses pertenecían a una ciudad o a una región específicas. Sarepta, situada fuera de Israel, parecía estar lejos del área de influencia de Jehová. La gente de esa nación pagana también debía encontrarse lejos del alcance de Dios. Pero, nunca alguien está fuera del alcance de Dios. Allí, en el mismo centro de la adoración a Baal, Dios hizo conocer su presencia y su poder.

Es importante notar que Dios usa la necesidad del profeta para llegar a una mujer en la lejana Sarepta. No necesitamos cubrir nuestros problemas o pretender que no tenemos necesidades, porque todos sabemos que esto no es cierto. Como cristianos, sufrimos y sentimos dolor, y también necesitamos obtener alivio y ayudar a otros, que pueden profesar otra fe diferente de la nuestra, o ninguna.

¿Qué está mal en la actitud de alguien que dice que mostramos falta de fe cuando buscamos la ayuda de otros? ¿De qué manera, por medio de nuestras necesidades, podemos revelar a otros la bondad y el carácter de Dios? 

UN INSTRUMENTO INUSUAL (1 Rey. 17:7-12)

La viuda, que está juntando leña a fin de hacer su última comida para ella y para su hijo, reconoce de inmediato a Elías como un creyente en Dios. El texto no dice qué fue, pero algo le hizo saber, a ella, que Elías adoraba a Dios.

Lee cuidadosamente el versículo 12. La mujer reconoce que Dios existe pero, en ese momento, ¿qué significa eso para ella? Medita en la frase: “para que lo comamos, y nos dejemos morir”. ¿Qué implica esto?

¿Qué semejanzas puedes observar entre 1 Reyes 17:3 y 4, y 17:8 y 9?

Dios guía al profeta Elías a fin de salvarle la vida. Primero le dice que se esconda junto al arroyo de Querit. Los cuervos lo alimentan. Después, Dios le da otra orden y lo envía a Sarepta, donde ha “dado orden allí a una mujer viuda” (vers. 9) que lo alimente.

Ella parece un instrumento inusual de Dios. Es viuda, no es israelita, no tiene posición social, ni influencia, ni poder. Ella misma está a punto de morir de hambre. ¡Qué lección increíble podemos aprender de esta estrategia divina! Con frecuencia, Dios nos escoge no por ser fuertes, sino más bien a pesar de nuestra debilidad (2 Cor. 12:9).

Vimos que Dios no está limitado por la geografía. Dios no está limitado por las limitaciones humanas. Dios es el que da las órdenes. En todo el relato, es claro que Dios está en el control, algo muy importante en el contexto más amplio del ministerio de Elías en la gran batalla entre Jehová y Baal. Nada ni nadie cierra el camino de la voluntad de Dios. Más tarde, en la historia, veremos que ni siquiera la muerte puede interferir con los propósitos de Dios. Las cosas y los acontecimientos pueden herir nuestra vida o ser perjudiciales, pero los propósitos de Dios siempre son buenos (Jer. 29:11), aun cuando no podamos verlo de inmediato. Necesitamos aprender a confiar en Dios en toda situación, buena o mala, porque en algún momento atravesaremos una u otra.

¿De qué manera Dios ha sido capaz de usarte a pesar de tus debilidades? ¿Cuánto más podrías hacer si, por su poder, vencieras esas debilidades?     

Lee 1 Reyes 17:13 al 16. ¿Qué le dice Elías a la viuda, y por qué?

Las viudas eran personajes marginales en el mundo bíblico. Si no tenían hijos que se ocuparan de ellas, eran víctimas fáciles; tenían pocos recursos legales, y era peor en tiempo de sequía. Cada familia luchaba por sobrevivir y no había limosnas para las pobres viudas. El profeta le pide a esta mujer que lo alimente. Ella no es una buena candidata para esto. Solo un puñado de harina y un poco de aceite están entre esta pobre mujer y la muerte por hambre.

¿A quién debe ella alimentar primero? ¿Qué pensamientos debieron haber pasado por su mente cuando oyó el pedido? ¿Qué clase de fe se requería de su parte?

En muchas culturas, es más apropiado ofrecer algo a otros antes que tomar para uno mismo. El profeta no solo le pide a una persona que no puede darle casi nada, sino también pide que lo sirvan primero. Recuerda que el profeta es un representante de Dios ante esta mujer. Al pedirle su última porción de pan, el profeta invita a esta mujer a dar el salto de fe, a entregar a Dios todo lo que tiene.

¿Qué otros ejemplos encuentras, en la Biblia, en los que Dios pide una entrega completa? Por ejemplo, ver Génesis 22.

Cuando damos a Dios todo lo que tenemos, siempre ganamos. La mujer tenía para una sola comida. Al dársela primero al profeta, ella avanzó por fe, confiando en lo que no podía ver ni comprender. Pero ¿acaso no es la fe confiar en un Dios que no podemos ver y en promesas que no comprendemos completamente (Heb. 11:1)? También asombra que no sea una mujer israelita, sino una mujer pagana, rodeada de prácticas religiosas degradantes. Y, no obstante, de algún modo Dios se comunicó con ella (vers. 9), y ella respondió con fe. Hizo lo que se le había ordenado hacer.

¿En qué ocasión confiaste en lo que no podías ver ni entender? ¿Qué lecciones aprendiste acerca de lo que significa vivir por fe? 

RECORDAR MIS INIQUIDADES (1 Rey. 17:17, 18)

La viuda dio su último panecillo, y Dios realizó un milagro. Ella y su hijo escaparon de la muerte por el hambre y tuvieron una fuente constante de alimentos. Es difícil imaginar el asombro que ella debió sentir al ver que ese milagro increíble sucedía día tras día.

¿Cuál es la respuesta humana al estar en contacto con Dios? Job 42:5, 6; Isa. 6:5; Dan. 10:8; Luc. 5:8; Apoc. 1:17. ¿Por qué crees que esa reacción es tan común?

Por medio del profeta Elías, la viuda entra en contacto con Dios. También para nosotros, al entrar en contacto con un Dios santo, nuestros pecados llegan a ser más visibles. Y, cuando algo terrible nos sucede, podemos sentir que Dios nos está castigando. En 1 Reyes 17:18, la viuda culpa al profeta de Dios por estar allí y, en consecuencia, atraer la atención de Dios sobre ella.

Considera el razonamiento de la viuda (vers. 18). ¿Por qué ella habrá pensado de esa manera?

Tal vez ella vio la clase de vida fiel y santa de Elías, y en su presencia se sintió convencida de cuánto contrastaba con él. O, al ver ese milagro, tal vez sintió la presencia de Dios y su santidad, y vio su pecaminosidad como la causa de esta tragedia.

Esta es una reacción muy común. A menudo nos echamos la culpa a nosotros y nuestros pecados por las tragedias que nos hieren. ¿Qué hice para que mi hijo enfermara? ¿Qué pecado causó esta calamidad en mi vida? Es cierto que muchas veces el dolor y el sufrimiento resultan de las elecciones pecaminosas que hacemos, pero también es cierto que otras veces las tragedias vienen sin razón aparente y no por faltas nuestras. Recuerda a Job. Dios admitió que era un hombre justo, y observa qué le pasó. Necesitamos ser muy cuidadosos al querer explicar las causas de una calamidad. Lo más importante es cómo respondemos frente a ella. Obsesionarnos con la supuesta causa no ayuda.

Todos afrontamos tragedias inesperadas e inexplicables. Es parte de lo que significa ser seres caídos en un mundo caído. ¿Cómo puedes aprender a confiar en Dios y amarlo, aun en medio del dolor? 

 FE PUESTA A PRUEBA       

¿Cómo fue probada la fe de la viuda y la de Elías? 1 Rey. 17:17-24.

Nota la lucha que Elías tuvo con la muerte del muchacho. Parece que él no estaba seguro de que Dios lo resucitaría. Su oración parece reflejar alguna de las actitudes de la madre, al echar la culpa a Dios por esa muerte. Aun los profetas pueden luchar con la comprensión de las cosas que suceden (Mat. 11:1-3).

Por un tiempo, tanto la viuda como Elías vivieron viendo un milagro –el suministro continuo de harina y aceite– que debería haber ayudado a mantener firme su fe. Y ahora, con algo tan dramático, su fe es puesta a prueba.

Nosotros también podemos haber tenido una experiencia increíble con Dios, algo que nos haya marcado en forma poderosa, solo para cuestionarlo más tarde cuando surgen eventos que no nos gustan. Por eso, aunque los milagros tienen su lugar en la edificación de la fe, no deberían ser el centro de ella.

¿De qué modo Elías se refiere a Dios? ¿Qué nos indica esto acerca de su relación con él?

Elías tenía una relación muy íntima con Dios; lo llama “Dios mío”. Tener una estrecha relación con Dios no significa que uno tiene todas las respuestas. Elías no entendía por qué Dios había permitido que el niño muriera. Pero, al tener una relación íntima con Dios, podemos experimentar mejor su poder. El milagro no ocurrió por una fórmula mágica o por el intento del profeta de mantener el calor del niño. El texto aclara que fue Dios quien resucitó al muchacho.

Elías mismo está emocionado por el resultado. “Mira, tu hijo vive”, probablemente le gritó a la viuda. Además de lo que este incidente hizo por la fe de la mujer, seguramente también ayudó a Elías.

La respuesta de la viuda termina con una declaración de fe. Ella ahora sabe que el Dios de Israel es capaz de mantener la vida, y de darla.

Lee Lucas 4:24 al 26, donde se menciona otra vez a esta viuda. ¿De qué modo las palabras de Cristo nos ayudan a comprender mejor esta historia? ¿Qué lecciones podemos obtener de ella nosotros, como parte de un grupo privilegiado? 

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Les dijo: ‘Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo: de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, que hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta de Sidón, a una mujer viuda. […]’.

Por esta relación de sucesos ocurridos en la vida de los profetas, Jesús hizo frente a las dudas de sus oyentes. A los siervos a quienes Dios había escogido para una obra especial no se les permitió trabajar por la gente de corazón duro e incrédula. Pero, los que tenían corazón para sentir y fe para creer se vieron especialmente favorecidos por las evidencias de su poder mediante los profetas. En los días de Elías, Israel se había apartado de Dios. Se aferraba a sus pecados y rechazaba las amonestaciones del Espíritu enviadas por medio de los mensajeros del Señor. […] El Señor pasó por alto las casas de Israel, y halló refugio para su siervo en una tierra pagana, en la casa de una mujer que no pertenecía al pueblo escogido. Pero ella fue favorecida porque seguía la luz que había recibido, y su corazón estaba abierto para recibir la mayor luz que Dios le enviaba mediante su profeta

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

   1. ¿Cuál es la conexión entre el pecado y el sufrimiento? La viuda de Sarepta pensó que su pecado había causado la muerte de su hijo. En el Nuevo Testamento, los discípulos pensaron que ser ciego era el resultado de los pecados propios o de los padres (Juan 9:2, 3). ¿Deberíamos relacionarnos en forma distinta con personas que sufren como resultado de sus pecados a diferencia de quienes parecen sufrir por otra causa? ¿O no deberíamos emitir siquiera esos juicios? Defiende tu respuesta.

   2. Un niño nace con un desorden genético raro, y la madre siente que Dios la está castigando por su juventud rebelde. ¿Qué consejo y consuelo puedes darle?

   3. ¿Alguien en la clase fue testigo de un milagro que solo pudo venir de Dios? ¿Cuál fue la reacción de la persona? ¿Cuál fue el impacto del milagro en la vida de esa persona? ¿Luchó esa persona otra vez con la duda, a pesar de haber presenciado algo tan asombroso? ¿Qué lecciones podemos aprender de esas experiencias acerca de lo que significa vivir por fe?

¿FUE ELÍAS LLEVADO AL TERCER CIELO EN UN TORBELLINO? (2 REYES 2:11)

 elias12 Reyes 2:11 se ha tomado, como es natural, como si Elías fuese llevado al cielo en  una especie de rapto para nunca más aparecer en la tierra y se toma como una enseñanza de lo que pasará con nosotros cuando muramos.

Yo explicaría este versículo diciendo que lo que le pasó a Elías no era que fue llevado al cielo donde Dios mora, sino que fue trasladado a otro lado de la tierra. Esta explicación es muy fácil de probar. Lea 1 Reyes 18:7-16 donde Elías está hablando a Abdías, el mayordomo del Rey Acab. Vemos en el verso 8 que Elías le dice a Abdías que vaya y le diga a Acab que Elías está aquí. Abdías le responde que no hay nación o reino que Acab no haya buscado a Elías, y no lo ha podido encontrar. En el versículo 12 Abdías le dice a Elías que tiene miedo de ir a decirle a Acab que Elías esta aquí, porque cuando él se vaya, el Espíritu del Señor se lo llevará a alguna parte que él no sabe, y después Acab lo mataría.

«Acontecerá que luego que yo me haya ido, el Espíritu de Jehová te llevará a donde yo no sepa, y al venir yo y dar las nuevas a Acab, al no hallarte él, me matará.»

Otro versículo excelente que enseña que Elías todavía estaba aquí en la tierra aun después del evento de la carroza de fuego es que él escribe una carta al Rey Joram en 2 Crónicas 21:10-13 diciéndole que el Señor herirá a su pueblo con una gran plaga. Vale señalar que el versículo 12 dice:

«Y le llegó (a Joram) una carta del profeta Elías que decía.»

El objetivo crucial en estos versículos es que Elías escribió una carta al Rey Joram, quien era el hijo del Rey Josafat. Elías fue trasportado durante el gobierno del Rey Josafat. Joram vino después de Josafat, y fue Joram quien recibió una carta de Elías. La conclusión obvia es que Elías todavía estaba vivo aquí, en la tierra.

Si Elías se había ido al cielo, entonces como explicaríamos la frase de Jesús en Juan 3:13:

«Nadie subió al cielo.»

¿Se equivocó Jesús?

 

¿A DÓNDE FUERON LLEVADOS ENOC Y ELÍAS?

 

¿Qué acerca de Enoc y Elías, aquellos hombres justos del Antiguo Testamento?  Cuando murieron, ¿fueron ellos al cielo donde Dios está? No, no lo hicieron. Juan 3:13 quiere decir lo que dice. La palabra de Dios nunca se contradice. Gén 5:21-24 habla sobre Enoc, quien caminó con Dios» y él no estaba; Pues Dios lo tomó». No dice que Dios llevó a Enoc al Cielo. Heb. 11:5 dice que Dios trasladó a Enoc a fin de que él no debiese ver la muerte. Sabemos de Judas 14-15 que los sermones poderosos predicados Enoc en un tiempo taimado y adverso poco antes del diluvio. ¿No murió Enoc? ¿Fue tomado él directamente para el Cielo? No, porque hebreos 11:13, en lo referente a Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob y Sara, dice que todos estos murieron en fe, no habiendo recibido las promesas». Todos ellos murieron y deben esperar su recompensa en la resurrección cuando Cristo regrese. La palabra «trasladado» en el Griego significa «movido para otro lugar». La misma palabra griega para «trasladado» aquí es usada en Hechos 7:16 como «llevado encima,» en lo referente a transferir el cadáver de Jacob a Siquem. Porque la predicación de Enoc estaba ganando oposición y él era propenso a morir en esa edad de violencia Gén. 6:11, Dios le tomó, y él no debía ser encontrado, Gén 5:24. El Todopoderoso tomó a Enoc físicamente para otro lugar, exactamente como está descrito en Hechos 7:16.

2 Reyes 2:11 describe una carroza de fuego que vino y llevó a Elías en un ciclón al cielo. Algunos suponen que éste es el «cielo» donde el trono de Dios está ubicado. Realmente la Biblia habla de tres cielos, 2 Corintios 12:2. El primer cielo es donde la atmósfera y las nubes se localizan, de desde dónde viene la lluvia, e.g., Gén. 7:11. El segundo cielo es el espacio exterior, hogar de los planetas y las estrellas, e.g., Sal 8:3. Y el tercer Cielo está donde está ubicado el trono de Dios, e.g., Sal. 11:4. Un ciclón llevó a Elías al cielo, según la dirección de Dios. Obviamente fue el primer cielo, pues sólo en la atmósfera puede un ciclón ser operativo. Dios llevó a Elías a otro lugar para que terminara sus días, su oficio siendo transferido a Elías, 2 Reyes 2:12-15. Note que los hijos de los Profetas supieron que Dios iba a quitar a Elías de entre ellos, versos 1, 3, 5. Después de que él fuera sacado, enviaron a un grupo de rescate de 50 hombres, pero en 3 días no lo pudieron encontrar, Versos 16-17. ¡No supieron nada de Elías yendo para el tercer Cielo!

Elías fue tomado al cielo durante el reinado de Josafat, Rey de Judá. Sin embargo, años más tarde, una carta de Elías llegó al hijo malvado de Josafat, el Rey Joram, avisándole de una muerte horrible porque él no había caminado en los caminos de su padre Josafat, II Crónicas 21:12-15. Compare 2 Reyes 3:1, 1 Reyes 22:42, y 2 Reyes 8:16 y es inescapable: Dios utilizó a Elías una vez más antes de que él muriera. Esto ha dejado perplejos a los comentaristas de la Biblia como Adam Clarke. ¡Pero la verdad es simple y la podemos recibir! Dios llevó a Elías a otro lugar en la tierra. Ningún hombre ha ascendido en el Cielo donde está el trono de Dios.

¿ESTUVIERON MOISÉS Y ELÍAS REALMENTE CON JESUCRISTO EN EL MONTE DE LA TRANSFIGURACIÓN?

 

 

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Este acontecimiento está registrado en tres de cuatro relatos de los evangelios: Mateo 17:1-9; Marcos 9:2-10; Lucas 9:28-36. Es importante notar las instrucciones de Cristo para Sus discípulos mientras bajaban de la montaña después del acontecimiento: “No le digan la visión a ningún hombre” (Mat. 17:9). Una visión es una experiencia sobrenatural, no un acontecimiento de tiempo real.

 

Después de los momentos aterradores, Pedro supo que él experimentaba una descripción breve de la venida de Cristo y el reino. Dirigiéndole la palabra a todos los creyentes unos 35 años más tarde, él dijo: Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo” (2 Pedro 1:16-18).

 

Ambos Moisés y Elías habían estado muertos por siglos, quedándose en este estado hasta la Primera Resurrección. Pedro, Santiago y Juan vieron una visión de ellos de cómo serán cuando sean glorificados en esa resurrección en la Segunda venida de Cristo (1 Tes. 4:13-17;  1 Cor. 15:51-52)

 

El relato de Mateo 17 explica las palabras de Jesús en el capítulo previo (16:28): “…Hay algunos aquí que no gustarán la muerte, hasta que vean al Hijo del Hombre viniendo en Su reino.” El significado evidente de esta declaración es que, a través de la visión, esos discípulos presenciarían la magnificencia del reino de Dios. Pedro, Santiago, y Juan todos murieron, «Y todos estos, habiendo obtenido un buen informe a través de la fe, no recibieron la promesa” (Heb. 11:39). Ellos recibirán esa promesa en el mismo tiempo que todos los demás sirvientes de Dios del pasado y del presente que califiquen para la Primera Resurrección (vs. 40 ).

 

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¿Era o no era Juan el Bautista el profeta Elías que vendría (Mateo 11:14; 17:10-13) (Juan 1:19-21)?

  

Mateo registra a Jesús diciendo que Juan el Bautista era Elías que debía venir, mientras que Juan parece registrar a Juan el Bautista negando esa posibilidad. La razón de esta inconsistencia aparente es una falta de análisis del contexto por los lectores.

 

Los sacerdotes y los Levitas vinieron a Juan el Bautista y le preguntaron si él era Elías. Una pregunta completamente graciosa para preguntarle a cualquiera, a menos que usted conozca las Escrituras judías. Porque Dios dice por el profeta Malaquías de que Él enviaría a Elías al pueblo de Israel antes de un cierto tiempo. Por lo tanto como el pueblo judío esperaba a Elías, la pregunta es completamente lógica.

 

Juan tenía aproximadamente 30 años cuando le hicieron esta pregunta. Sus padres estaban muertos ya; él era el único hijo de Zacarías de la tribu de Leví. Así que cuando él fue preguntado si era Elías que subió al cielo aproximadamente 878 años antes, la respuesta era obviamente «No, no soy Elías.»

 

 Jesús también declara, aunque indirectamente, a Juan que no es Elías en Mateo 11:11 donde él dice que Juan es mayor que toda la gente que ha nacido alguna vez. Moisés era mayor que Elías, pero Juan era mayor que   ambos.

 

¿Entonces qué quiso decir Jesús cuándo él dice de Juan «que él es Elías que debía venir»? El ángel Gabriel (Jibril en árabe) habla a Zacarías de su hijo, Juan, que no había aún nacido, diciendo «él irá delante del Señor, en el espíritu y el poder de Elías, para volver los corazones de los padres a sus hijos y al desobediente a la sabiduría del justo – para preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto.» (Lucas 1:17)

 

El Ángel se refiere a dos profecías, Isaías 40:3-5 (ver Lucas 3:4-6 para confirmar que esta profecía aplicaba otra vez a Juan el Bautista) y Malaquías 4:5-6, mencionado anteriormente, y que dice: « aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos”. Gabriel de modo inconfundible dice que Juan es  el «Elías» que Dios pronosticó por Malaquías el profeta.

 

Entonces, ¿era Juan Elías? No. Pero de haber preguntado los sacerdotes y Levitas, «Eres tú aquel que el profeta Malaquías habla como ‘Elías’?» Juan habría respondido afirmativamente.

 

Jesús en Mateo 17:11-13 dice que la profecía de Malaquías es verdadera, pero que Elías ya había venido. Él dice que este «Elías» sufrió, como él, Jesús sufrirá; «los discípulos entendieron que él les hablaba sobre Juan el Bautista». Por lo tanto, una vez que entendemos el contexto,  está claro el punto; Juan no era el literal Elías, pero él era Elías del cual la profecía habló, aquel que  prepararía el camino para el Mesías, Jesús, «el Cordero de Dios que se quita los pecados del mundo», Juan 1:29.

 

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