MATEMÁTICAS EN LA BIBLIA


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La estructura matemática de nuestra Biblia prueba más allá de cualquier duda que fue escrita por un matemático experto. Es imposible que hubiera sido redactada sólo por simples seres humanos. Este patrón numérico se encuentra bajo la superficie de los textos originales en hebreo y griego de los cuales proviene nuestra versión en español Reina Valera. La ciencia moderna ha tratado de develar los secretos de la Biblia, así como los científicos descubrieron los secretos del átomo. Esta es indicación adicional de que la Biblia no pudo haber sido escrita por hombres sin la guía y dirección de un Autor Divino. En estos últimos días cuando las personas están abandonando la Palabra inspirada de Dios en todas partes del mundo y están volviéndose a doctrinas de demonios, estimo que no puede haber un estudio que más ayude y fortalezca el corazón del cristiano que el tema de la espiritualidad de los números tal como está revelado en la Biblia. Éste le demuestra de manera clara, aun a los corazones más endurecidos, que el autor de todos los libros que forman parte de la Escritura tuvo que ser una mente suprema.

Es completamente imposible que hombres de mentes, ambientes y circunstancias tan diferentes, separados por cientos de años en el tiempo, hubieran escrito sin ayuda alguna, libros que exhiben todos el mismo diseño numérico maravilloso como un medio para retratar verdades espirituales profundas, las cuales preservan uniformemente el mismo significado.

La espiritualidad numérica prueba que hay una sola solución al problema, y esa solución está dada en la propia Palabra de Dios: Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:21). El Espíritu Santo fue el único autor y escritor de la Palabra de Dios, desde el principio hasta el fin, a pesar de que fueran muchas las plumas que la registraran por escrito. Todo estudiante concienzudo de la Biblia está absolutamente convencido que en los idiomas originales en que fuera registrada la Escritura, el hebreo y el griego, tenemos las propias palabras de Dios.

Cuán confortador es poder llegar a esta conclusión en estos últimos días de apostasía universal, cuando las propias potencias de los cielos están siendo conmovidas. Cuán maravilloso es poder descansar seguros y confiados en que la Palabra de Dios son las propias palabras del Espíritu Santo.

En otros mensajes de Profecías Bíblicas he explicado ya que Dios tenía un propósito al crear al hombre, el Dios que no sólo planeó y diseñó su creación, sino que también la estructuró matemática y científicamente. La estructura matemática en el capítulo 1 de Génesis en el texto original hebreo es algo que maravilla, exhibiendo la huella indeleble del Matemático Experto que puso su sello en él. Hay ciertas reglas y leyes que gobiernan la aritmética bíblica y ellas son:

• Todos los números simples del 1 al 40 tienen un significado espiritual. Mientras que sólo a un cierto grupo de esos mayores de 40 se les puede aplicar un significado espiritual.

• Los números compuestos de estos números, es decir sus múltiplos, generalmente portan el mismo significado espiritual sólo que intensificado.

• Los números que se forman cuando se suman dos cifras simples, usualmente portan los dos significados expresados juntos, portando una importancia espiritual más profunda.

• Cuando un número compuesto es divisible por varios factores, usualmente se encuentra que su verdad espiritual está oculta en los factores simples, es decir, en esos que son indivisibles.

• El primer uso de los números en la Escritura casi invariablemente nos da la clave de su significado espiritual.

• Una verdad espiritual no parece ser evidenciada en cada lugar en que aparece el número.

• Los números comunican verdades espirituales por los menos en tres maneras:

(a) Por el uso actual del número.

(b) Por el número de veces que el Espíritu Santo usa una palabra especial o frase.

(c) Por la gematría o valor numérico de una palabra o frase.

• Considere además esto: En el primer capítulo Dios dice 7 veces que lo que había creado era bueno”, en los versículos 1, 10, 12, 18, 21, 25 y 31.

• El verbo hacer” también aparece 7 veces en relación con actos creativos específicos de Dios. En Génesis 1:7, 16, 25, 26, 31, 2:2 y 3.

• En el capítulo 1 de Génesis el cielo” está mencionado 7 veces. En los versículos 7, 16, 25, 26, 31, 2:2 y 3.

• El propio Dios como creador es mencionado 35 veces, 5 veces 7, en el relato de la creación desde Génesis 1:1 hasta Génesis 2:4.

Ahora con estas reglas en mente vamos a proceder con nuestro estudio. Son incontables los ejemplos que podría citar, pero no quiero cansarlo así que sólo me limitaré a mencionar unos pocos para ayudar a los estudiantes devotos de la Biblia. Antes de continuar permítame aclararle que la gematría es un sistema mediante el cual cada letra tiene un valor numérico. Como los antiguos no tenían símbolos para expresar los números, a cambio usaban las letras del alfabeto. Los romanos empleaban solamente seis de tales letras. La M que hoy se utiliza para expresar el número 1.000 no se empleó en principio, sino que su uso es relativamente reciente. Las letras usadas por los romanos eran:

I = 1 V = 5 X = 10

L = 50 C = 100 D = 500

Sin embargo, los hebreos y los griegos fueron más allá que los romanos y emplearon cada letra de su alfabeto para expresar una cifra. Es decir que sus alfabetos tenían un propósito doble. Las letras eran para formar palabras, pero también servían como números, de esa forma eran empleadas en la aritmética, tal como hoy nosotros hacemos uso del sistema arábigo.

Por ejemplo, la letra a” en griego, siempre representaba el 1”, la b” el 2” y así sucesivamente hasta llegar al 10, después del 10 se continuaba contando por decenas y luego con las centenas. Es así como cualquier palabra en griego o hebreo puede expresarse en números al reemplazarla por la cifra correspondiente. La suma del valor numérico de cada letra daba la gematría o valor numérico de la palabra.

Estos valores numéricos son a menudo muy significativos y no dejan duda en la mente de quien estudia el tema muy cuidadosamente, que el Espíritu Santo usó la aritmética oculta para probar la verdad de la Palabra de Dios. A continuación voy a presentarle los valores numéricos de los alfabetos griego y hebreo, es decir, el número que representa cada una:

Hebreo

Aleph 1, Beth 2, Gimel 3, Daleth 4, Hei 5, Vav 6, Zain 7, Cheth 8, Teth 9, Yod 10, Chaph 20, Lamed 30, Mem 40, Nun 50, Samech 60, Ayin 70, Phe 80, Tsaddi 90, Kooph 100, Resh 200, Scheen 300, Tav 400.

Griego

Alfa 1, Beta 2, Gamma 3, Delta 4, Épsilon 5, Zeta 6, Eta 7, Theta 8, Iota 9, Kappa 10, Lambda 20, My 30, Ny 40, Xi 50, Ómicron 60, Pi 70, Rho 80, Sigma 90, Tau 100, Ípsilon 200, Fi 300, Ji 400, Psi 500, Omega 600.

Los números, el código secreto de la Palabra de Dios

Los números son el código secreto de la Palabra de Dios. Cualquier estudiante devoto de la Biblia con penetración espiritual puede ver esto claramente. Dios ha sido llamado El Maestro Supremo de las Matemáticas y el Gran Geómetra, quien ha hecho todo de acuerdo a un plan y por un número, peso y medida. Dios es el autor de la Escritura y el creador del universo, entonces su Palabra y sus obras deben, y de hecho armonizan.

En Apocalipsis 13:18 el Señor revela una clave para el significado de los números y dice: Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis”. Entonces, si debemos identificar a la bestia por el uso de los números y por contar, ¿no implica esto que este número tiene un significado que está estampado con la marca de inspiración divina? Y si este es el caso… ¿No cree que tiene sentido esperar que otros números en la Biblia tengan también un significado? ¿No cree que sería una buena idea no sólo leer la Biblia sino tratar de entender su significado numérico?

El Salmista al hablar de Dios dijo: El cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres. Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito” (Sal. 147:4,5).

Luego en Isaías 40:25 y 26, Dios dice: ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? Dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio”.

Y Jesús le dijo a sus discípulos: Pues aun vuestros cabellos están todos contados” (Mt. 10:30).

¿Por qué los números 7 y 10 aparecen tan a menudo en los libros proféticos de Daniel y Apocalipsis si no tienen significado? ¿Por qué el número 3 está asociado tan a menudo con la resurrección del cuerpo si carece de significado alguno?

La Biblia, desde el principio hasta el fin, es un libro construido sobre un vasto sistema numérico el cual está entretejido con las doctrinas de la Palabra de Dios. Un sistema tan vasto no puede ser contradicho. El acuerdo y la armonía de los diferentes escritores, desde un extremo de la Biblia hasta el otro sobre el significado de números tales como 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12 y sucesivamente, ofrecen un argumento en favor de la Palabra de Dios que es imposible de refutar.

Si los varios escritores de la Biblia no hubieran sido guiados por una mente maestra, por Ese que nunca comete errores y cuyo conocimiento y sabiduría abarca los eventos de los tiempos, en algún momento los varios escritores de los diferentes libros, hombres que vivieron en tiempos tan diferentes, y lo más importante que nunca llegaron a conocerse, se habrían contradicho.

La precisión con que todos los números en la Biblia se acoplan en sus lugares es la mayor prueba de la intervención del poder sobrenatural y sabiduría de Dios. ¿Cree usted que un grupo de hombres podía haber diseñado tal sistema de números y hacer que los mismos armonizaran en la Biblia de principio a fin? Dejemos que el ateo, el modernista o el agnóstico explique esto. Ante la sabiduría del Todopoderoso, quien diseñó este sistema de números, la mente del hombre es nada.

Los sistemas numéricos se encuentran en toda la creación. Por ejemplo, cada copo de nieve está compuesto de cristales construidos sobre un plan simétrico definido. Si los hombres le colocan a los billetes de dólares un hilo entretejido en el papel para prevenir la falsificación, ¿por qué Dios no iba a poner características en su Libro para probar que el mismo era inspirado?

A continuación vamos a examinar los números importantes de la Palabra de Dios y a descubrir su mensaje revelado en cada número que abrirá nuestro entendimiento y nos bendecirá con las verdades profundas de la Palabra de Dios. Vuelvo a repetir, aunque podría citar decenas y hasta centenas de ejemplos en cada caso, no voy a hacerlo para no prolongar demasiado esta serie de mensajes, estimo que los pocos ejemplos que mencionaré serán suficientes para demostrar la veracidad de la aritmética bíblica.

El primer día

Leemos sobre el primer día de la creación en Génesis 1:3-5: Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día”.

Incluso en este primer día de la creación somos testigos de la operación de las leyes matemáticas que gobiernan el universo puestas en moción por el Experto en matemáticas. En el espectro de la luz hay 7 colores: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Ellos se unen para formar la luz. El 1 es el número de Dios, porque hay un solo Dios y leemos en la Biblia: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Jn. 1:5). En el primer día de la creación, Dios dividió la luz de las tinieblas.

El segundo día

Leemos en Génesis 1:6-8: Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo”. En ese segundo día de la creación Dios hizo el firmamento o atmósfera. La atmósfera contiene los elementos necesarios para sustentar la vida, sin ella no habría ni animales ni plantas. Contiene oxígeno necesario para la vida animal y dióxido de carbono necesario para la vida de las plantas. Dos es el número de testimonio y estos dos elementos portan testimonio de que Dios es el autor de la vida sobre la tierra, así sea animal o vegetal.

En otras palabras, los animales no evolucionaron de las plantas o viceversa. Sin la atmósfera tampoco habría sonido, porque las ondas sonoras se transmiten a través de ella. Hay exactamente 7 notas en la escala musical: Do, re, mi, fa, sol, la y sí. Cada octava nota comienza una nueva escala y es repetición de la primera.

El tercer día

Sobre el tercer día dice Génesis 1:9,10: Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno”. El agua en un principio cubría todo el planeta, pero el tercer día, Dios separó las aguas de la tierra.

Ahora tenemos 7 grandes masas terráqueas: Europa, Asia, África, América del Norte, América Central, América del Sur, Australia y Antártica.

Dios también juntó las aguas en mares. De acuerdo con la Enciclopedia Británica hay siete mares: Pacífico Norte, Pacífico Sur, Atlántico Norte, Atlántico Sur, Índico, Ártico y Mediterráneo.

Leemos, además, sobre el tercer día de la creación: Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día tercero” (Gn. 1:11-13).

Los patrones numéricos en el reino vegetal son tan numerosos que es imposible discutirlos en mucho detalle en este breve estudio. Los granos en el maíz indio están siempre arreglados en hileras pares, nunca en números impares. Las hojas están arregladas en el tallo en un orden tan perfecto que cada hoja está exactamente paralela a la primera hoja del tallo. En el manzano es la quinta hoja, en el roble la cuarta, en el peral la sexta, etc. En las plantas endógenas, las que se mantienen dentro de la casa, el número prevalente es el 3, mientras que en las exógenas, las plantas del exterior, el número prevalente es el 5. Cada bellota, cada fruta, cada hoja, cada brizna de hierba crece en conformidad con un diseño matemático exacto.

El cuarto día

Del cuarto día de la creación, Génesis 1:14-16 dice: Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas”.

Un mes lunar, el tiempo que necesita la Luna para girar alrededor de la Tierra, es de 28 días, o lo que es lo mismo 4 veces 7.

La distancia de la Tierra a la Luna es 238.000 millas, 34.000 veces 7.

El diámetro de la Luna es 2.100 millas, 300 veces 7.

El Sol, el cual también fue creado el cuarto día, no sigue el patrón del 7, sino el patrón numérico de la divinidad, el número 3. Tal vez la razón particular para que el Sol ocupe este lugar particular en el designio matemático es que sin Dios el creador no habría vida. De la misma manera sin el Sol toda la vida sobre la Tierra se extinguiría en cosa de horas, unos pocos días cuando mucho. Dios quien también es luz, hizo el Sol para que reinara en el día.

La distancia del Sol a la Tierra es 93 millones de millas, o lo que es lo mismo 31 millones de veces 3.

La relación de la ley de gravedad de Newton entre el Sol y la Tierra es 2 veces 10 gramos a la 33ava potencia, 11 veces 3; ó 2 veces 10 toneladas a la 27ava potencia, 9 veces 3.

La masa del Sol es 333.000 veces más que la de la Tierra, es decir, 111.000 veces 3.

La Tierra es el tercer planeta en orden en el sistema solar. Le da la vuelta al Sol a una velocidad de 66.000 millas por hora, 22.000 veces 3.

Nuestro sistema solar tiene 9 planetas que giran alrededor del Sol, 3 veces 3.

El Sol cruza el equinoccio vernal en la primavera, en el tercer mes, el 21 de marzo, 7 veces 3.

Y cruza el equinoccio otoñal en septiembre, el noveno mes, 3 veces 3, el día 21, 7 veces 3.

En nuestro estudio sobre la conexión entre los días de la creación y lo que fue creado en esos días específicos, al igual que la construcción matemática relacionada entre los días y la creación, debemos también notar la tipología dispensacional.

El primer día

Este día tipifica la primera dispensación, la Dispensación de la Inocencia. Adán y Eva estaban vestidos con luz y caminaban en la luz de Dios sin pecado.

El segundo día

Dios separó las aguas superiores de las inferiores, entre la tierra y la atmósfera. Este era el medio que prevalecía durante la Dispensación de la Conciencia. Aunque a la humanidad se le prohibió la entrada al huerto del Edén debido al pecado, no había gobierno instituido que castigara el pecado. El hombre estaba protegido aquí en la tierra y también de los dañinos rayos solares que acortan la vida. A la conclusión de la dispensación de la conciencia, el agua que estaba en la parte superior, en el firmamento, descendió ocasionando el diluvio.

El tercer día

La tierra seca quedó al descubierto y la aparición de la tierra después del diluvio señaló el principio de la tercera dispensación, el Gobierno Humano. A su conclusión, la masa terráquea se dividió en pedazos y la raza humana fue esparcida sobre la faz de la tierra.

El cuarto día

En el cuarto día Dios hizo el Sol, la Luna y las estrellas. En la cuarta Dispensación de la Ley, Dios llamó a una nación a la que escogió para que fuera la administradora de su Palabra a través de los profetas y su ley. Así Israel podría llegar a la posición de traerle el Salvador al mundo y restaurar el reino de los cielos en este planeta rebelde. En Apocalipsis 12:1, Israel es descrito así: Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Dios también hizo el Sol, la Luna y las estrellas como señales proféticas. Los escritores de las profecías de la Biblia eran israelitas, de hecho, todos los autores humanos de la Biblia eran israelitas, con la posible excepción de Lucas.

El quinto día

En este día Dios hizo los peces y las aves. Cinco es el número de la gracia y el quinto día tipifica la Dispensación de la Gracia. Al nacimiento de Jesús quien vino para traerle a la humanidad la salvación de Dios por gracia, el Sol pasó a la constelación de Piscis, cuya señal es el pez. Los primeros cristianos usaban esta señal para propósitos de identificación. En el capítulo 6 de Juan está registrado que Jesús multiplicó cinco panes y dos peces y con ellos alimentó a 5.000 personas. La creación de las aves que vuelan en medio de los cielos, tal vez represente el llamado en este mundo de un pueblo para Cristo que habite en los lugares celestiales con él. Este llamado está teniendo lugar durante esta dispensación de la gracia. El Sol ahora está pasando de Piscis, el pez, al signo de Acuario, lo cual es otra indicación de que la dispensación de la gracia está próxima a concluir y que el retorno del Señor Jesucristo está cerca.

El sexto día

En el sexto día Dios creó las demás criaturas, incluyendo animales salvajes y domésticos, insectos y todas las otras formas de vida del reino animal. Finalmente, Dios hizo al hombre. Seis es el número del hombre, así lo declara Apocalipsis 13:18: “Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis”. En todas las formas de vida creadas por Dios en el sexto día, también encontramos un patrón matemático. Este patrón de 3 y 6 se encuentra en los insectos. Consideremos por ejemplo la abeja:

La abeja obrera llega a su madurez a los 21 días, 7 veces 3.

Trabaja durante 3 días después de salir de la celdilla.

El zángano alcanza su madurez en 24 días, 8 veces 3.

El cuerpo de la abeja está dividido en 3 partes: Cabeza y dos estómagos.

La abeja tiene 3 ocelos u ojos simples, en triángulo en la parte superior de la cabeza.

Los ojos compuestos están formados de aproximadamente 3.000 ocelos, 1.000 veces 3.

La reina va depositando en cada celdilla un huevo alargado y se calcula que diariamente pone unos 3.000 huevos, 1.000 veces 3.

Cada ojo tiene 6 lados, 2 veces 3.

Su perfecta organización social está dividida en 3 clases: La reina, las obreras y los zánganos.

Como todos los insectos, la abeja tiene 6 patas, 2 veces 3.

El huevo de la reina es incubado por 3 días.

Se le alimenta en 9 días, 3 veces 3.

Alcanza la madurez en 15 días, 5 veces 3.

El reino animal reintroduce el número 7. El período de gestación de algunos animales es como sigue:

El del ratón es 21 días, 3 veces 7.

El del conejo y la rata 28 días, 4 veces 7.

El del gato es 56 días, 8 veces 7.

El perro 63 días, 9 veces 7.

El león 98 días, 14 veces 7.

La oveja 147 días, 21 veces 7.

La gallina incuba sus huevos en 21 días, 3 veces 7.

Los patos en 42 días, 6 veces 7.

El período de gestación del ser humano es 280 días, 40 veces 7.

El sexto día de la creación, como ya dijera, representa el día del hombre, porque 6 es el número del hombre. El día del hombre será un período de 7.000 años, pero a la conclusión de 6.000 años, la humanidad adorará a un hombre que portará el número del hombre, el 666. Después de eso llegará el día del Señor, representado por el séptimo día, será un tiempo de reposo de la guerra, el hambre, los crímenes, las enfermedades y el dolor. A través de toda la Biblia, Dios promete a la humanidad este día dispensacional de reposo.

Según el libro Números en la Escritura, existe evidencia médica de que el pulso del hombre late más lento en el séptimo día que en los seis días previos. De ser esto cierto, ésta es una señal de Dios, que el hombre debe tomar un día para recordar a su Creador y esperar con interés ese día celestial de reposo para todos los que están en Jesucristo.

En la actualidad hay multitud de personas que hacen mofa en seminarios y púlpitos porque contienden que el relato de la creación consignado en el libro de Génesis es un mito, un cuento inventado por los antiguos para explicarle a sus hijos el origen del mundo. Y me pregunto: ¿Qué inventor de un mito iba a ponerse en el trabajo de diseñar un patrón matemático tan intrincado y complicado para entretejerlo en el relato de la creación registrado en la Biblia e imprimirlo además, en forma indeleble en todas las cosas creadas? No hay forma posible de que el relato del Génesis pueda ser un mito. Todo tuvo que haber ocurrido tal como Moisés lo registró en los 3 primeros capítulos del Génesis. Dios es indudablemente el Experto en Matemática del universo.

Dios, el maestro supremo de la política

Como dijera al iniciar este estudio, la Biblia establece las bases de las matemáticas, desde Génesis hasta Apocalipsis. La estructura numérica de la Biblia prueba que no se trata de un simple libro escrito hace cientos de años por diferentes autores, sino que declara que su autor es el propio Dios, quien a través de su Santo Espíritu le reveló a cada autor lo que debía escribir.

Uno de los estudios más interesantes relacionados con la estructura de la Escritura es que de acuerdo con los valores numéricos en hebreo y griego, cada letra, palabra, frase o pasaje tiene un valor numérico definido o suma. Los hebreos y los griegos no usaban cifras como el 1, 2 ó 3 para citar los números, sino que empleaban las letras del alfabeto. En hebreo y griego, por ejemplo, si se deseaba escribir 1, se anotaba la primera letra del alfabeto, si era 2, la segunda y así sucesivamente. Cada letra del alfabeto podía ser usada alternativamente como letra o como número.

Debido a que cada letra tenía un valor numérico, cada palabra, frase u oración tenía un valor numérico total. Esta suma se obtenía añadiendo los valores de cada una de las letras en la palabra, frase u oración en particular. La palabra más importante en la Biblia es el nombre de Jesús. En griego Jesús se deletrea I-E-S-O-U-S y su valor es como sigue:

 

I = 10
E = 8
S = 200
O = 70
U = 400
S = 200

888

Cada número de la Escritura es importante, de otra manera no se encontraría allí, ya que cada palabra, jota y tilde que se encuentra en los textos originales, fueron inspirados por Dios. Por otra parte, cuando leemos el libro de Apocalipsis descubrimos que el número de Satanás o del Anticristo es 666, por lo tanto, el número del Señor Jesucristo debe encerrar un significado aún mucho más profundo.

Ahora consideremos el patrón numérico del primer versículo de la Biblia. A continuación examinaremos las palabras Dios, cielos y tierra, los 3 sustantivos más importantes que figuran en este primer versículo de Génesis, de los cuales uno es sujeto y los otros 2 complementos. Los valores numéricos de estas palabras son respectivamente: 86, 395 y 296 y si los sumamos totalizan exactamente 777, 111 veces 7. Si se cambiara cualquiera de estas palabras se alteraría inmediatamente el patrón numérico. El valor de la palabra creó de este versículo es 203, 29 veces 7.

En los primeros 17 versículos del capitulo 1 del Evangelio de Mateo en los que figura la genealogía de Jesús, encontramos también un patrón matemático maravilloso. El valor numérico de todas las palabras en griego que componen los 17 versículos suman 42.364, o lo que es lo mismo 6.052 veces 7. Nuevamente observamos que si se cambiara una sola palabra se alteraría de inmediato el patrón numérico trazado en ellos.

Asimismo todas las palabras registradas en Mateo 1:18-25 concernientes al recuento del nacimiento del Señor Jesucristo, suman 77, pero lo más asombroso es descubrir que el valor numérico de esas 77 palabras es exactamente 51.247, 7.321 veces 7. Si variáramos o suprimiéramos cualquier palabra de estos versículos se trastornaría este patrón. El ángel que le habló a José expresó 28 palabras y la suma del valor de estas letras es 21.042, 3.006 veces 7. Asimismo en el capítulo 2 de Mateo en donde figura el recuento de la infancia del Señor Jesucristo, el número total de palabras que se usaron fue 161, 23 veces 7 y la suma total de esas palabras es 123.529, 17.647 veces 7.

También encontramos trazado un patrón numérico en los nombres de esos santos hombres que registraron la palabra de Dios, tal como les fue revelada. Los autores del Antiguo Testamento fueron 21, 3 veces 7. El valor numérico de esos 21 nombres hebreos, suma exactamente 3.808, 544 veces 7. De esos 21 escritores, 7 son mencionados en el Nuevo Testamento y el valor numérico de sus nombres es 1.554, 222 veces 7.

El nombre de David figura en casi todos los libros del Antiguo Testamento, está citado 147 veces, 21 veces 7. El nombre de Moisés aparece en la Escritura 847 veces, 121 veces 7 y el del profeta Jeremías 147, 21 veces 7, en 7 libros del Antiguo Testamento.

Desde el punto de vista humano este intrincado y complicado patrón numérico sólo pudo originarse de dos maneras posibles, o es el resultado de una coincidencia increíble o fue trazado, determinado y calculado por cada uno de los autores de los libros de la Biblia. Sin embargo, esta última alternativa es imposible, porque en primera instancia los escritores de la Biblia vivieron en siglos diferentes y segundo, que cada uno habría necesitado de sofisticadas computadoras para poder computar y conservar este patrón numérico. La respuesta obvia es que Dios instruyó a los escritores del Antiguo y Nuevo Testamentos a través de su Santo Espíritu, ordenándoles lo que debían escribir. Esos miles de complicados patrones matemáticos sólo pudieron haber sido trazados por el Maestro Supremo de las matemáticas, por Dios mismo.

Sin duda habrán algunos escépticos que dirán que todo es producto de la casualidad o que tal vez estoy acomodando las cifras, pero consideremos las posibilidades en contra y a favor de que los patrones matemáticos trazados en Génesis 1:1 y Mateo 1:1-17, hubieran ocurrido por accidente. Sólo hay un número entre 7 que es múltiplo de 7, o sea que los otros 6 números no pueden ser 7, por lo tanto la probabilidad de que aparezca un 7, es de una entre 7. Según la ley de las probabilidades, la posibilidad de que 2 números sean múltiplos de 7, es de una en 7 veces 7, o sea una entre 49. La posibilidad de que 4 números sean múltiplos de 7, es de una en 2.401. Ahora si consideramos 10 números como múltiplos de 7, las posibilidades serían de una en 282.475.249. La posibilidad de que 24 factores sean múltiplos de 7, sería de una en 199 quintillones, 581.000 billones, 380.536 millones, 414.401. Hay miles de pasajes en la Biblia en los que encontramos más de 100 patrones numéricos en la estructura de un texto. Calcular la probabilidad de que esto ocurra por accidente abrumaría de trabajo incluso hasta la computadora más sofisticada de este siglo XXI.

Supóngase que lleva en los brazos un talego con 24 naranjas y que súbitamente se le cae al suelo mientras se encuentra en la cocina. Cuando las naranjas dejan de rodar por el suelo usted descubre que se hallan acomodadas en 4 hileras de 6 naranjas cada una, perfectamente simétricas y equidistantes. Las probabilidades de que tal cosa pueda ocurrir son astronómicas, iguales a las de encontrar 24 pasajes en la Escritura cuyo valor numérico sea divisible por 7.

Seres humanos sencillos como Mateo, Marcos, Lucas o Juan habrían necesitado de toda la vida para poder determinar, diseñar y escribir a propósito un solo capítulo que estableciera y conformara este patrón matemático. El doctor D. B. Turney relata que trató de construir un pasaje que exhibiera esta misma característica numérica y concluyó diciendo: «Le di valores numéricos a las letras del alfabeto inglés y traté de redactar un pasaje que se ajustara a este patrón, es decir, que cada sección fuese múltiplo de 7, me valí de todos los recursos de la aritmografía bíblica, sin permitir, claro está, que el pasaje careciera de sentido. Después de trabajar por varios días no pude lograrlo. Sin embargo, esta característica se cumple en cada uno de los miles de pasajes bíblicos, sin el más mínimo esfuerzo visible».

Estos diseños fenomenales no sólo están confinados al texto de pasajes individuales de la Biblia, sino que porciones separadas de la Escritura están entrelazadas en patrones perfectos e intrincados. Esas palabras especiales que aparecen en algunos libros de la Biblia forman también una asombrosa cadena de diseños colmada de infinidad de características numéricas. Por ejemplo el diseño numérico de los nombres de los escritores de la Biblia se extiende a través de toda la Escritura. El descubrimiento de tal cadena de vocablos requiere una búsqueda cuidadosa, palabra por palabra en todos los 66 libros de la Biblia.

Por ejemplo el doble diseño de 7 en el nombre de Moisés no pudo haber sido planeado por los escritores de la Biblia. Nuevamente es importante recordar que esos autores no vivieron en la misma época, sino que la existencia de todos estuvo comprendida en un período de 1.600 años y que incluso sólo unos pocos tuvieron la oportunidad de conocer a otros. Además se trataba de personas de diferentes estratos sociales y culturales, algunos carecían por completo de instrucción y otros sólo tenían muy poca. ¿Cómo pudo saber el apóstol Juan, quien viviera 1.500 años después de Moisés, que sólo tenía que mencionar el nombre de Moisés una vez en el libro de Apocalipsis para cumplir el diseño numérico perfecto trazado en él a través de toda la Biblia?

Este únicamente es un ejemplo entre las miles de cadenas de complicados diseños que se encuentran en cada pasaje de la Biblia. Cada una de las palabras de la Escritura está asociada o conectada a un patrón continuo, y todos esos intrincados diseños matemáticos forman el más grandioso de los planes. La verdad más maravillosa de todo esto es que el patrón numérico de las Escrituras demuestra que el Antiguo Testamento está unido con el Nuevo, lo cual debería ser prueba suficiente para que los judíos aceptasen que el Nuevo Testamento es el cumplimiento del Antiguo y que el Señor Jesucristo es en hechos y palabras el Mesías prometido por Moisés, Daniel y todos los profetas del Antiguo Testamento.

Las mentes de los hombres más inteligentes que han vivido sobre la faz de la tierra serían incapaces de trazar este sublime patrón matemático. Ningún ser humano es capaz de concebir los medios para unir por completo, en un todo, la Palabra de Dios. Esto sólo pudo hacerlo su autor, Dios mismo, la Inteligencia Suprema del universo. El número de palabras que aparecen en el Evangelio de Mateo y que no figuran en los otros 26 libros del Nuevo Testamento, revelan patrones matemáticos tan profundos que nos asombra hasta hacernos estremecer con temor reverente. Pero… ¿Cómo pudo saber Mateo el número exacto de palabras que tenía que escribir para completar este patrón? Para que Mateo por sí solo hubiera podido hacer esto habría necesitado tener consigo los otros libros del Nuevo Testamento, incluso esos que todavía no se habían escrito, las epístolas que redactara Pablo mientras estaba prisionero, las 3 epístolas de Juan y el libro de Apocalipsis.

La Biblia es completamente diferente a cualquier otro libro en el mundo, incluyendo El Corán, el libro sagrado de los musulmanes, los escritos religiosos de los hindúes y budistas o cualquier otro libro. La infalible estructura numérica de la Biblia demuestra que es el único libro en la tierra escrito por una inteligencia suprema, superior a la de cualquier hombre. La Biblia no es el trabajo de muchas personas, sino de una mente soberana. El diseño que exhibe en cada una de sus palabras es prueba absoluta de que toda ella es producto de un autor único, que cada palabra del Antiguo y Nuevo Testamentos fue escrita por la misma mente suprema que planeó todas las cosas desde la fundación del mundo: Dios el creador, aquel que dijera: Sea la luz; y fue la luz (Gn. 1:3).

De hecho, cualquier persona por muy escéptica que sea, si analiza todo esto con una mente abierta, tendrá que admitir honestamente, aunque no lo haga abiertamente, que la inteligencia que planeó y redactó la Biblia es divina, sobrenatural. Que tuvo que haber sido redactada por un diseñador supremo, por el Maestro Supremo de las matemáticas, por eso ella misma declara: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 Ti. 3:16,17).

La evidencia de hechos es tal, que no existe crítico que pueda hacerles frente exitosamente. La geometría demuestra por simple inspección que los dos ángulos de la base de un triángulo isósceles son iguales, es algo que no admite discusión. La inspiración de la Biblia está demostrada por medio de la precisión absoluta y matemática que encierra. Esta evidencia abrumadora hace añicos todos los argumentos de ateos y agnósticos. La Escritura, respaldada por este indiscutible diseño científico y matemático, proclama en términos claros y precisos, que Dios, el creador del universo envió al Señor Jesucristo, quien se engendró por obra del Espíritu Santo, en el vientre de una virgen para morir por los pecados de todos los que le aceptan y reciben como Señor y Salvador.

 

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