EL CALENTAMIENTO GLOBAL NO ES UN MITO

El Calentamiento Global Es Un Mito

Antes de desarrollar el tema de este artículo considero necesario definir qué es el calentamiento global.

Éste es un fenómeno por el cual la temperatura, tanto en el ámbito terrestre como en el marino, supera año tras año sus medidas promedio.

La observación de estos cambios, más que importantes para nuestra supervivencia, comenzó  luego de que se desarrollara una teoría que sostenía que en las últimas décadas se producirían alteraciones climáticas en forma progresiva.

Incluso desde hace ya más de tres décadas se puede calcular con la ayuda de un ordenador el porcentaje sobre cuánto aumentará la temperatura de nuestro planeta a lo largo de los años.

Es preciso aclarar que el calentamiento global y el efecto invernadero no son lo mismo, aunque sí se encuentran relacionados.

Hace un par de días un amigo me comentó que para él «el calentamiento global era un mito», algo así como un invento ecologista de prensa amarillista, yo no considero que sea así.

Porque si  esto sólo se tratara de  una fantasía apocalíptica, podría alguien entonces explicarme ¿por qué Buenos Aires, en primavera pasada padeció de temperaturas que superan los 34 grados de calor?  

La verdad es que mientras no tomemos conciencia de que todavía estamos a tiempo de frenar la destrucción total del único hogar que tenemos, nuestro planeta tiene los años contados. 

EN DOS DÉCADAS EL 67% DE LA POBLACIÓN SEGUIRÁ SIN AGUA POTABLE

En Dos Decadas El 67 De La Poblacion Seguira Sin Agua Potable

El informe “El agua en un mundo en cambio” ha sido finalizado y según parece, señala varios datos preocupantes. Este reporte presenta la evaluación global más completa de los recursos de agua dulce del planeta y se realiza una vez cada tres años.

Según el informe varios países han comenzado a llegar al punto límite de la explotación de sus recursos hídricos. También se habla sobre la necesidad de un gobierno capacitado para enfrentar la escasez de agua en el mundo y de que en el año 2030 se calcula que el 67% de la población mundial no tendrá acceso a agua potable, es decir unas 5.000 millones de personas.

El cambio climático también ayuda a esta falta de agua debido al aumento de sequías que produce. Debido a esto, el Director General de la UNESCO, Koichiro Matsuura considera que debe haber una mayor inversión en recursos hídricos alrededor del mundo.

Definitivamente, los países tercermundistas son los que se ven mas  afectados con esta falta de agua potable, un ejemplo de eso es la zona de África Subsahariana donde 340 millones de personas viven sin acceso a agua potable segura, y otras 500 millones no tienen servicios de saneamiento adecuados, lo que produce una tasa de mortalidad alta: En el mundo mueren 5.000 niños al día por diarrea debido a no poder consumir agua potabilizada, lo que se traduce a la muerte de un infante cada 17 segundos.

EL DAÑO ECOLÓGICO Y LA APARICIÓN DE NUEVAS ENFERMEDADES

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En el mundo que conocemos los adelantos tecnológicos avanzan sin dar tregua, pero también aparecen nuevos virus que afectan nuestra salud, como el de la influenza AH1N1.

La actualmente llamada “gripe A” o “gripe porcina”, según la OMS, es un virus nuevo y altamente contagioso, ya que se trasmite fácilmente de persona a persona.

He escuchado en los últimos días diversas teorías que intentaban explicar dónde y por qué se había originado el mismo, pero sólo una sin demasiada trascendencia lo relacionaba con la destrucción del medio ambiente.

Entonces ¿es posible que el daño ecológico esté relacionado con la primer pandemia del siglo XXI?

La reconocida viróloga Vilma Savy, a quienes sus compañeros llaman la “Doctora Gripe”,  afirma que el comportamiento del ser humano ejerce una gran influencia sobre la aparición de nuevos virus. Es decir, el hombre está continuamente alterando el clima y deforestando el planeta.

Esto inevitablemente ayuda a que nuevos virus surjan de la destrucción y el desequilibrio de los ecosistemas naturales de los animales que poseen en sus células dichos virus.

Personalmente, creo que la naturaleza nos está dando muchas advertencias de que todo lo que le hacemos, aunque a muchos les cause gracia, vuelve.

 Fuente: Clarín

DIVORCIO Y VIUDEZ PERJUDICAN DE FORMA CRÓNICA LA SALUD

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(EUROPA PRESS) –

   El divorcio y la viudez tienen un impacto perjudicial y crónico sobre la salud, incluso después de que la persona vuelva a casarse.

  Asi lo refleja un estudio de las universidades de Chicago y Johns Hopkins en Estados Unidos que se publica en la revista ‘Journal of Health and Social Behaviour’.

   Según explica Linda Waite, de la Universidad de Chicago y coautora del estudio, «entre los casados, aquellos que se han divorciado alguna vez muestran una peor salud en todos los sentidos. Tanto los divorciados como los viudos que no se han vuelto a casar muestran peor salud».

   La investigadora explica que la experiencia de cada persona de ganancia y pérdida en el matrimonio afecta al nivel de salud con el que comienza la vida adulta. «Por ejemplo, la transición al matrimonio tiende a suponer un beneficio inmediato para la salud, en este sentido mejora las conductas saludables en hombres y bienestar económico para las mujeres».

   Estas ventajas aumentan durante el matrimonio. El divorcio o la viudez socavan la salud porque disminuyen los ingresos y aumenta el estrés sobre aspectos como el cuidado de los hijos.

   Los resultados del estudio mostraron que los divorciados o viudos tienen un 20 por ciento más de enfermedades crónicas como enfermedad cardiaca, diabetes o cáncer en comparación con las personas casadas. También tienen un 23 por ciento más de limitaciones de movilidad como problemas para subir escaleras o caminar una manzana.

   Además, aquellas personas que nunca se han casado tienen un 12 por ciento más de limitaciones de movilidad y un 13 por ciento más de síntomas depresivos aunque no muestran diferencias en el número de enfermedades crónicas que padecen.

   Por otro lado, las personas que se vuelven a casar tienen un 12 por ciento más de trastornos crónicos y un 19 por ciento más de limitaciones de movilidad pero no más síntomas depresivos que los que están casados.

   Según señala Waite, los impactos del matrimonio, divorcio y nuevo matrimonio sobre la salud están basados en la forma en la que se desarrollan y curan las diversas enfermedades.

   «Algunas situaciones de la salud, como la depresión, parecen responder tanto rápida como de manera contundente a las situaciones presentes. En contraste, los trastornos como la diabetes y la enfermedad cardiaca se desarrollan de forma lenta durante un periodo de tiempo amplio y muestran el impacto de las experiencias pasadas, lo que explica por qué la salud se ve socavada por el divorcio o la viudez incluso después de que la persona vuelva a casarse», concluye Wait.

LA SOLEDAD AUMENTA EL RIESGO DE DEMENCIA

 Oye, Morticia, me han dicho que Apologista es cincuentón y vive solo…¿le damos hospedaje?

BBC Ciencia

La gente de mediana edad que tiene un defecto genético específico y que vive sola es la que más alto riesgo tiene de desarrollar demencia, afirma una nueva investigación.

Ancianas

Los que viven solos y tienen una variante genética determinada son quienes están más en riesgo.

El riesgo afecta a las personas que se separan o que quedan viudas después de una relación de muchos años antes de cumplir los 50 años, descubrió el estudio llevado a cabo en el Instituto Karolinska en Estocolmo.

Los científicos afirman que una variante del gen de la apolipoproteína e (APOE), es el factor de riesgo genético más importante para desarrollar Alzheimer.

Y este riesgo se incrementa cuando la gente de mediana edad vive sola.

Pero otros expertos afirman que hay muchas formas de reducir este riesgo de demencia.

Los de más riesgo

A medida que la población mundial se envejece, la demencia y sus enfermedades asociadas, como Alzheimer, se están convirtiendo en un problema cada vez más grave.

En 2005 había cerca de 25 millones de personas en el mundo con demencia, pero los expertos calculan que esta cifra se incrementará a cerca de 81 millones para el año 2040.

La investigación del Instituto Karolinska, que aparece publicada en British Medical Journal (Revista Médica Británica) estudió a 2.000 hombres y mujeres en Finlanda cuando tenían unos 50 años y nuevamente 21 años después.

Los investigadores analizaron el estado civil de los participantes y llevaron a cabo pruebas genéticas para determinar si tenían la variante e4 del gen de la APOE.

Descubrieron que la gente que vivía sola tenía el doble de riesgo de demencia que los que vivían con una pareja.

Los viudos y viudas tenían tres veces más riesgo.

Pero los que tenía la variante e4 de la APOE que habían perdido a sus parejas y seguían viviendo solos, mostraron el mayor riesgo de desarrollar Alzheimer, la forma más común de demencia.

Ancianas

Tener una vida socialmente activa es una forma de reducir el riesgo de demencia.

Tal como señala el doctor Krister Hakansson, los resultados del estudio son importantes para ayudar a prevenir la demencia y la discapacidad cognitiva.

Según el científico, sería muy útil buscar alguna forma de «ayuda compasiva» para las personas que han perdido a su pareja.

«Quizás vivir en una relación de pareja podría significar desafíos sociales y cognitivos que tienen un efecto protector contra la discapacidad cognitiva en la edad avanzada» dicen los autores.

Y agregan que el vínculo con la variante e4 de la APOE tendrá que ser confirmado en otros estudios, pero el presente hallazgo apoya lo que se ha encontrado en investigaciones previas.

Más estudios

Tal como señala en la misma publicación la doctora Catherine Helmer, de la Universidad Victor Seglen en Bordeaux, Francia, «una posibilidad es que la edad y las condiciones de la viudez sean factores cruciales.

«Quedar viudo en años más avanzados, como ha sido el caso de participantes en estudios previos, es quizás menos estresante, especialmente si la persona vuelve a tener una relación de pareja pronto. En este caso la viudez no sería un factor de riesgo.

«Sin embargo, la hipótesis de que la viudez tenga un efecto biológico dañino tiene que ser comprobada, igual que la posibilidad de que exista una vulnerabilidad genética que vincule a la viudez con la demencia» afirma la científica.

La doctora Helmer agrega, sin embargo, que el vínculo entre la variante e4 del gen de la APOE debe tratarse con «cautela» porque éste es un estudio epidemiológico que analizó la incidencia de la enfermedad en una población y por lo tanto necesita ser confirmado con otros estudios.

Por su parte, la doctora Susanne Sorensen, jefa de investigación de la organización británica Alzheimer´s Society, afirma que «heredar el gen de la APOE es sólo uno de los muchos factores que pueden afectar el riesgo general de una persona de desarrollar Alzheimer.

«La evidencia sugiere que seguir siendo socialmente activo durante los años avanzados puede reducir el riesgo de demencia de una persona y vivir con alguien es ciertamente una buena forma de hacerlo.

«Sin embargo, la gente soltera no debe preocuparse -agrega la experta- porque hay muchas otras formas de reducir su riesgo de demencia».

Entre éstas los expertos recomiendan comer una dieta balanceada y mediterránea, ejercitarse regularmente y revisarse regularmente los niveles de coleterol y la presión arterial.

EL APÓSTOL PABLO Y EL SÁBADO

 

microsThumbPREGUNTA:

La costumbre de Pablo era guardar el sábado (Hechos 13:14; 16:13; 17:2). ¿No deberíamos nosotros seguir su ejemplo en esto (1 Corintios 11:1)?

Cuando Pablo predicaba el evangelio en una ciudad nueva, su costumbre era ir a la sinagoga en el sábado (Hechos 13:14; 16:13; 17:2). Pero esto no significa que él guardaba el sábado. Pablo deseaba predicarles primero a los judíos, y el mejor lugar para hacer esto era en una sinagoga, y el mejor día para hacerlo era en el sábado, cuando los judíos estaban allí. Era simplemente una buena estrategia evangelística ir a la sinagoga en el sábado. Sin embargo, Pablo nunca le enseñó a nadie a guardar el sábado. El apóstol Pablo iba a la sinagoga en el sábado porque allí era cuando y donde la gente se reunía para escuchar las discusiones de la Escritura. Allí era cuando y donde él tenía un auditorio. Él iba a los judíos primeramente y luego a los gentiles, y la mejor manera de predicar a los judíos era yendo a las sinagogas en el día en que los judíos estaban allí.

Como Jesús, Pablo por costumbre iba a la sinagoga. Pero ¿por qué debemos insistir en imitar una frase de la oración e ignorar otra parte? ¿Por qué debemos citar el ejemplo del «sábado» pero no el de la «sinagoga»? El hecho de que esta era una sinagoga debiera enfocar nuestra atención en la situación histórica y debiera prevenirnos con respecto a costumbres específicas.

Pablo algunas veces guardó leyes judías tales como la circuncisión, hacer votos y participar en los ritos del templo (Hechos 16:3; 18:18; 21:26). Cuando estaba con los judíos, él vivía como ellos – pero él no se consideraba a sí mismo como estando bajo la ley del antiguo pacto (1 Corintios 9:20). Cuando estaba con los gentiles, él podía vivir como un gentil, al igual que Pedro lo pudo hacer (v. 21; Gálatas 2:14). En el primer siglo, ni los judíos ni los gentiles creían que los gentiles debían guardar el sábado. Si Pablo hubiese tenido otro punto de vista, nosotros podríamos esperar ver alguna evidencia, pero no hay ninguna. Su ejemplo no es automáticamente autoritario. Si imitamos todas las maneras en que él vivió como Jesús, tendríamos que ser solteros y predicadores ambulantes. Debemos discernir cuáles detalles de sus vidas se basaron en la cultura en que vivieron, cuáles se basaron en el cristianismo y cuáles se basaron en ambos.

El apóstol Pablo se consideró a sí mismo bajo la ley de Cristo, no bajo la ley del antiguo pacto (1 Corintios 9:19-21). Tenía la libertad de observar las costumbres del antiguo pacto cuando estaba entre judíos, y tenía la libertad de ignorarlas en otras situaciones. Pedro estaba en libertad de «vivir como los gentiles», al igual que Pablo (Gálatas 2:14). En la actualidad, nosotros debemos obedecer los mandamientos de Jesús (Mateo 28:20), y Jesús nunca le ordenó a nadie que descansara en el sábado. El ejemplo de Pablo, como el de Jesús, es siempre uno de libertad y él no establece ninguna restricción o mandamiento acerca del sábado.

En Antioquía de Pisidia, Pablo dio un mensaje controversial en la sinagoga: «Así pues, hermanos, ustedes deben saber que el perdón de los pecados se les anuncia por medio de Jesús. Por medio de él, todos los que creen quedan perdonados de todo aquello que bajo la ley de Moisés no tenía perdón» (Hechos 13:38-39).

Los judíos y prosélitos le pidieron a Pablo que les hablara el siguiente sábado (vers. 42), y eso fue lo que Pablo hizo. Él no trató de cambiar su costumbre de guardar el sábado. Una gran porción del grupo tendría que trabajar los siguientes seis días y no les hubiera sido posible reunirse el domingo. Además, sería bueno para ellos pensar y hablar acerca del mensaje de Pablo durante toda la semana. Debido a que Pablo esperó una semana, toda la ciudad pudo escuchar acerca de la controversia, y debido a eso, vinieron a escucharlo (vers. 44).

En las ciudades gentiles de Listra y Derbe, no se dice nada acerca del sábado. Aun en Atenas, donde vivían algunos judíos, nada se dice acerca del sábado. En su lugar, Pablo «cada día discutía igualmente en la plaza con los que allí se reunían» (Hechos 17:17). La predicación diaria es una costumbre válida también, si deseamos seguir el ejemplo que Pablo y Jesús nos dejaron. Santiago hizo notar que se predicaba sobre Moisés en las sinagogas cada sábado. (Hechos 15:21). ¡Pero Santiago no trató de animar a los gentiles a que asistieran a las sinagogas! Los conversos necesitaban oír acerca de Cristo, no acerca de Moisés. El concilio de Jerusalén rechazó la opinión de aquellos que pensaban que los gentiles debían guardar toda la «ley de Moisés» (vers. 5).

«Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios» (vers. 19). En lugar de requerirles a los gentiles cristianos que guardaran la ley de Moisés, el concilio les dijo que se abstuvieron de sangre, de carne de animales estrangulados, de la idolatría y de la fornicación (vers. 20). El concilio dio un decreto benigno debido a que en las sinagogas se predicaban los requisitos estrictos (vers. 21). El sábado era parte de la ley de Moisés, tanto como lo era la circuncisión, pero nada se dijo para hacer del sábado una excepción, ni por el concilio ni por Lucas, quien escribió para los lectores gentiles muchos años después.

En Corinto, Pablo nuevamente empezó en la sinagoga, y allí habló cada sábado (Hechos 18:4). Pero muy pronto Pablo dejó la sinagoga y empezó a predicar en la casa que estaba al lado de la sinagoga (vers. 7). Después de esto, no se dice nada con respecto al sábado, y Pablo pudo haber enseñado cada día de la semana. Aun al estar ocupado en la fabricación de tiendas, él podía hablar de las Escrituras con cualquiera que tuviera tiempo para escucharle. En Éfeso, Pablo predicó todos los días de la semana por dos años (Hechos 19:9-10). Esta es también una costumbre válida.

De regreso a Jerusalén, Pablo se detuvo siete días en Troas (Hechos 20:6). Pero no leemos nada sobre el sábado. Lo que leemos es que la iglesia («nosotros») esperó hasta el primer día de la semana para reunirse y partir el pan, y Pablo predicó hasta que terminó el sábado (vers. 7).

¿Por qué hasta entonces? Aparentemente el primer día de la semana era cuando los creyentes se podían reunir. Aunque Pablo tenía prisa (vers. 16), tenía que esperar hasta el primer día de la semana. Este también fue un ejemplo significativo.

En resumen, nunca se nos dice que Pablo descansó en el sábado, o que él enseñó a que se descansara en el sábado. Lo que se nos dice es que él aprovechó ese día como una oportunidad evangelística, y que podía aprovechar cualquier día de la semana para predicar acerca del Salvador. Su ejemplo nos demuestra libertad, y nada acerca de requisitos.

PREGUNTA:

Pablo enseñó regularmente en el sábado (Hechos 18:1-11). ¿Les estaba él enseñando a los gentiles a guardar el sábado?

RESPUESTA:

Este pasaje solamente dice que enseñó en las sinagogas por unos cuantos sábados; después de eso no dice cuándo él enseñó. Pudo haber sido en el sábado o pudo haber sido en otros días también, como lo hizo en Atenas y en Éfeso. Y el pasaje no dice nada acerca de evitar trabajar en un día de la semana en particular.

El libro de los Hechos nos dice lo que Pablo hizo en unos cuantos sábados y en otros cuantos días. Si queremos saber lo que Pablo mismo enseñó acerca del sábado, necesitamos ir al único lugar donde se usa la palabra «sábado» [la versión castellana usa «días de reposo»] en sus epístolas: Colosenses 2:16-17. «Por tanto, que nadie los critique a ustedes por lo que comen o beben, o por cuestiones tales como días de fiesta, lunas nuevas o días de reposo. Todo esto no es más que la sombra de lo que ha de venir, pero la realidad misma es Cristo» (Versión Popular).

El apóstol Pablo comienza su análisis del sábado con un «por tanto». Esas palabras deben hacernos examinar el contexto. La razón por la que los cristianos no deben dejar que otros los critiquen con respecto al sábado es debido a que Cristo ha triunfado en la cruz (vers. 15). La muerte de Cristo en la cruz cambió algo acerca del sábado. En Colosas, el sábado no tenía conexión alguna con los rituales del templo. La única manera que se podía observar era absteniéndose de trabajar y reuniéndose para adorar. Pero la muerte de Cristo había cambiado algo acerca del enfoque cristiano hacia el sábado. Nadie debía criticar a los cristianos con respecto al sábado.

El sábado, los días de fiesta, las lunas nuevas y todo el calendario judío era una «sombra» de lo que había de venir. Todo eso prefiguraba, era la sombra profética, simbolizando cosas que habían de venir. Gramaticalmente, es ambiguo el hecho de que esas cosas han ocurrido o si algunas eran futuras. En lo que respecta a la práctica cristiana, no importa, ya que la conclusión de Pablo es que no debemos dejar que otros nos critiquen en lo que al sábado respecta.

Ya sea que lo guardemos o que no lo guardemos, no debemos dejar que otros nos juzguen acerca de esta cuestión. Ya sea que guardemos el sábado o no, no debemos dejar que otros nos hagan sentir culpables con respecto al sábado. No debemos dejar que otros nos hagan pensar que vamos a perder nuestra salvación si no aceptamos sus ideas. Ni se ha prohibido el sábado, ni se ha requerido. Es por esto que en la Iglesia de Dios Universal hoy se recibe a los que guardan el sábado como a los que no lo guardan.

El contraste entre «sombra» y «realidad» se encuentra también en Hebreos 10:1; las leyes de los sacrificios fueron una sombra de las cosas buenas que habían de venir (el mismo vocablo y tiempo verbal griego como en Colosenses 2:17), no la realidad. Así como los sacrificios eran sombras que señalaban hacia Cristo y fueron reemplazadas por él, los días de adoración del antiguo pacto fueron también sombras que señalaban hacia Cristo.

Ahora que él ya ha venido, los días han dejado de ser la norma por la cual somos juzgados. La norma apropiada es Jesucristo. En el último juicio, la cuestión definitiva no será acerca de días, sino acerca de la fe en Jesucristo. Su venida ha hecho una enorme diferencia en la manera en que el pueblo de Dios debe adorar en espíritu y en verdad. Apenas hemos empezado a ver cuán significativas su muerte y resurrección han sido para la fe y la práctica.

Pablo no les enseñó a los cristianos gentiles a guardar el sábado. Él en realidad les dijo que el sábado no era un aspecto en el cual debíamos ser juzgados. Como le dijo a la iglesia romana, que consistía de judíos y gentiles: «Hay quienes dan más importancia a un día que a otro, y hay quienes creen que todos los días son iguales. Cada uno debe estar convencido de lo que cree» (Romanos 14:5, Versión Popular).

El apóstol Pablo no pensó que era necesario decirle a esta gente que un día en particular era sagrado o superior. Él lo dejó a la convicción individual. ¿Cómo podía Pablo tomar una actitud tan indiferente en cuanto al concepto de días especiales? Aparentemente algo significativo había ocurrido, el evento más significativo en la historia: la crucifixión de Jesucristo. Debido a ese evento, los días ya no son un asunto para juzgar el comportamiento.

El punto principal de Pablo es que un cristiano no debe juzgar a otro en lo que respecta a mejores días: «¿Quién eres tú para criticar el servidor de otro? Si queda bien o queda mal, es asunto de su propio amo. Pero quedará bien, porque el Señor tiene poder para hacerle quedar bien» (vers. 4, Versión Popular). «Así pues, cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios», Pablo escribe en el versículo 12.

Pero ¿quiere esto decir que necesitamos vivir en temor del juicio final, guardando el sábado «por si acaso», observando lunas nuevas y otras restricciones «por si acaso»? Si alguna persona hace estas cosas reverentemente, «para el Señor», pueden ser aceptables hábitos de ayuda. Pero no pueden exigírselas a otros cristianos. La conclusión de Pablo es clara: «Por eso, ya no debemos criticarnos unos a otros. Al contrario, propónganse ustedes no hacer nada que sea causa de que su hermano tropiece» (vers. 13, Versión Popular). Por cada obstáculo que pongamos en frente de otros, seremos juzgados. Cuando enseñamos requisitos, debemos ser precavidos.

Es bueno ser obediente, pero no debemos pensar que nuestra obediencia gana algo para la salvación. Pablo advirtió convincentemente a los cristianos gálatas que la fe en Cristo era suficiente para la salvación. La fe nos lleva a caminar por el Espíritu, y eso implica un estilo de vida de amor, gozo, paz, etc. La fe no implica la observancia supersticiosa de la circuncisión o de las leyes del antiguo pacto «por si acaso» éstas son también necesarias.

Somos llamados a la fe, confiados en que el sacrificio de Cristo nos limpia de todo pecado, no a la esclavitud temerosa de tradiciones religiosas y reglas humanas. Semejantes reglas podrán tener apariencia religiosa y podrán tener la forma de piedad, pero no tienen el poder que transforma el corazón, lo cual es el enfoque del cristianismo. De hecho, para algunas personas las reglas pueden llegar a ser más importantes que amar al prójimo. Las reglas pueden engañar a las personas haciéndolas pensar que están bien con Dios simplemente por guardar las reglas. Por lo menos eso fue lo que produjeron en algunos de los fariseos.

Los gálatas habían sido gentiles en una religión pagana antes de que fueran salvos por la fe en Cristo. Pero los judaizantes herejes estaban aparentemente enseñándoles que, aunque habían empezado con Cristo, necesitaban completar su salvación con la circuncisión y su compromiso hacia el antiguo pacto (Gálatas 5:3). ¡Semejante enseñanza debe ser maldecida y condenada! Hace que Cristo no tenga valor alguno (vers. 2).

El apóstol Pablo dijo que la ley del antiguo pacto era esclavitud (Gálatas 4:24-25; 5:1; notemos también el «nosotros» en 4:3), al igual que el paganismo (Gálatas 4:8). ¡Los cristianos de Galacia habían ido de una esclavitud pueril (el paganismo con sus muchas reglas externas) a otra (el antiguo pacto, con sus reglas externas)!

Cuando los judaizantes enseñaron «días, meses, fechas y años» (vers. 10), es posible que les enseñaron el calendario judío con sus días, meses lunares, estaciones festivas y años sabáticos. Tales requisitos externos eran «débiles y pobres principios»34 (vers. 9), ya que nunca pueden ganarnos la salvación, ni son requeridos después de que se nos da la salvación. Los cristianos pueden guardar tales días si así lo desean (como muchos de los cristianos judíos lo hicieron), pero no deben enseñar que tales días son requeridos bajo el nuevo pacto.

¿Cómo pudo Pablo ser tan indiferente a algo que había sido un mandamiento? Porque algo más significativo que el antiguo pacto ha venido, algo más importante que el maná nos ha dado vida. Los días de adoración del antiguo pacto eran sombras o siluetas, tal como lo fueron los sacrificios, y ahora la Realidad ha venido (Colosenses 2:16-17; Hebreos 10:1-2). La ley, el antiguo pacto entero, estuvo vigente hasta que Cristo vino (Gálatas 3:25; Hebreos 9:10).

El antiguo pacto fue una administración apropiada para una nación carnal. El nuevo pacto se administra de una manera diferente. La ley de Dios es la misma, pero se administra de diferentes maneras en diferentes tiempos para diferentes personas y diferentes propósitos.

Debemos reconocer la validez continua de la ley de Dios, pero debemos reconocer que el Nuevo Testamento nos da una representación más completa que la del Antiguo Testamento. Debemos interpretar las leyes antiguas con la perspectiva de la nueva situación que nos trajo Jesucristo. El propósito espiritual del sábado es todavía válido, pero el propósito espiritual no es evitar el trabajo en un día específico. El propósito espiritual es de señalarnos hacia Cristo. Ahora que ya hemos venido a Cristo, el indicador es de tan disminuida importancia que (ya sea que entendamos o no su función) Pablo puede decir que no es un asunto por el cual los cristianos deben ser juzgados.

El sábado le señaló el Creador a una nación inconversa. Les dio frecuentes recordatorios de él, de la misma manera como el templo y sus sacrificios lo hicieron. Pero ahora que el Creador está viviendo en nosotros, no necesitamos de indicadores en la misma manera. Tal como permanecemos por el propósito espiritual de la circuncisión mediante el arrepentimiento y perdón –ignorando completamente los detalles físicos que el antiguo rito demandaba– permanecemos por el propósito espiritual del sábado cuando tenemos fe en Cristo.

Podemos ver eso más claramente en Hebreos 4, el cual analizaremos más adelante, pero la conclusión se hace necesaria simplemente por la actitud indiferente de Pablo hacia los días del antiguo pacto. Algo de tanto significado ha ocurrido que el sábado semanal ya no es un asunto en el cual el pueblo de Dios tiene que ser juzgado.

Sin embargo, los aspectos prácticos del sábado son todavía prácticos. Todavía necesitamos tiempo para adoración, y necesitamos tiempo para dedicarnos a Dios. Si trabajamos siete días a la semana, lo más seguro sería que nos alejaríamos de Dios y nos moriríamos de hambre espiritualmente.

El apóstol Pablo tuvo que hacerse cargo de muchos problemas por vivir la vida cristiana, y menciona un gran número de pecados que pueden mantener a las personas fuera del reino de Dios, pero nunca menciona el sábado. Cuando describe los pecados de los gentiles (Romanos 1), no dice nada acerca del sábado. Tiene mucho que decir acerca de la fe y el amor, de magnificar el propósito real de la ley de Dios, pero el sábado simplemente no se ordena. Ni tampoco es creíble declarar que todo el Nuevo Testamento fue escrito para que sólo los «sabios» entendieran el mandamiento más importante.

No debemos dejar de asistir a nuestras reuniones, no sólo por nuestro propio beneficio sino por el beneficio de la comunidad de la fe. «Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien. No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino démonos ánimos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca» (Hebreos 10:24-25). Debemos ir a los servicios de la iglesia preparados a animar a otros, a dar palabras de alabanza y gratitud al Señor.

EL SÁBADO DEL NUEVO PACTO

WCG

¿Es el sábado una ley del antiguo pacto? Por supuesto. Forma parte de los Diez Mandamientos, y los Diez Mandamientos eran el corazón del antiguo pacto. 
 

Pero, ¿el sábado es un requisito del nuevo pacto? O, como otra posibilidad, ¿ha sido transformado, para ser guardado de un modo diferente? Sabemos que la Biblia no dice que el sábado fue cambiado por el domingo. Sin embargo ¿es posible que Jesucristo haya cambiado la forma cómo hemos de observar el sábado? Entonces la pregunta es, ¿Qué lugar ocupa el sábado en el nuevo pacto?

El nuevo pacto se basa en la fe, no en la ley. Pero sabemos que la fe produce buenas obras. Da como resultado la obediencia a Dios. La fe nos conduce a amar Dios y a nuestro prójimo. Por ejemplo, diezmar es una expresión de amor hacia Dios y de amor para todos los que escuchan el evangelio que nuestros diezmos ayudan a apoyar.

La fe nos lleva a amar a Dios y dedicarle tiempo en oración y en estudio. La fe y el amor nos animan a compartir con los demás, no dejando de reunirnos, sino exhortándonos y animándonos unos a otros en amor y buenas obras.

¿Nos da el sábado los beneficios espirituales? Ciertamente. No sólo nos beneficiamos físicamente del reposo semanal, sino que nos beneficiamos espiritualmente del tiempo que le dedicamos a Dios. ¿Debemos desechar este beneficio espiritual? ¿Debemos dedicar todo nuestro tiempo en nuestros propios placeres? Por supuesto no. Un cristiano debe desear dedicarle más tiempo al Señor, no menos. El sábado es una bendición. Nos regocijamos en él. No deseamos, y no debemos desear, dejar de lado una cosa buena. Pero sí necesitamos comprender que existen cambios en la forma que se presenta el sábado en el Nuevo Testamento y que desempeña un papel distinto del que tenía en el Antiguo testamento.

Aplicación en el nuevo pacto: 

Veamos lo que Jesús nos enseñó acerca del sábado. Primero, vemos que Jesús guardó el sábado. Él nació bajo la ley, y guardó la ley. Él jamás pecó. Cuando Jesús vivió, el antiguo pacto aún estaba en vigor, de manera que él vivió de acuerdo con los términos del antiguo pacto.

Eso significó que él hacía cosas de acuerdo con el antiguo pacto como sacrificar un cordero durante la Pascua, apoyar las actividades de templo con sus diezmos, y decirles a los leprosos sanados que presentaran ofrendas de acuerdo con la ley de Moisés. Él guardó la Fiesta de la Dedicación y otras costumbres judías. Y fue circuncidado. Es decir, él era perfecto en todas las leyes del antiguo pacto —aun aquellas leyes que los apóstoles vieron que ya no era necesario observar después de la crucifixión y resurrección de Jesús. El nuevo pacto vino después de la muerte y resurrección de Jesús, no antes.

Jesús no discutió con los fariseos acerca de si debían guardar el sábado —sino acerca de cómo guardarlo. En comparación con los fariseos, Jesús era un liberal. Según las reglas farisaicas no se permitía sanar en el sábado, pero Jesús sanó en el sábado a propósito. Él pudo hacer sus curaciones fácilmente en cualquier otro día. Él pudo haberles prometido fácilmente a las personas que se sanarían en cuanto se ocultara el sol. Pero no lo hizo. Él sanó en el sábado porque era un buen día para liberar a las personas de la esclavitud.

El antiguo pacto le decía a la gente que no recogieran comida en el sábado, bajo la amenaza de ser apedreados, pero Jesús defendió el derecho de sus discípulos de recoger grano el sábado. Leámoslo en Marcos 2:23-26:

Aconteció que al pasar él por los sembrados un día de reposo, sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas. Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito? Pero él les dijo: ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban?

Jesús no negó que los discípulos estuvieran trabajando el sábado. En cambio, señaló que el mismo David había quebrantado una de las leyes de santidad de Dios, y eso estaba bien. Es más importante calmar el hambre que guardar tabú tan estricto. La letra de la ley fue quebrantada, pero estaba bien porque se estaba observando un principio más importante de la ley. Había una necesidad humana importante.

David tenía una emergencia, mas en el caso de los discípulos no parecen haber tenido alguna emergencia. Parece que simplemente sintieron un poco de hambre. El punto era que ellos no necesitaron obsesionarse por evitar toda actividad en el sábado.

Marcos continúa: “También [Jesús] les dijo [a los fariseos]: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo” (vv. 27-28).

Jesús, como Dios en la carne, tenía autoridad sobre el sábado. Él tenía el derecho de interpretar lo que significaba y cómo se debía guardar. Aquí, él dijo que el sábado fue hecho para beneficiar a los humanos. Así que vemos este principio en acción: Las necesidades humanitarias son más importantes que la interpretación estricta de las reglas.

Jesús sanaba con frecuencia el sábado. Allí de nuevo, una necesidad humanitaria era más importante que las reglas del sábado. En el pasado, hemos sido demasiado estrictos con esto. A veces ni siquiera les permitiríamos a las enfermeras trabajar durante una hora el viernes por la noche. Ellos tenían que renunciar a sus trabajos si querían ser miembros de nuestra iglesia. Eso, mis hermanos, es demasiado estricto. Ellas no están sanando como lo hacía Jesús, pero están al cuidando de necesidades humanitarias —necesidades que en muchos casos son más urgentes que calmar el hambre.

Sé que nuestra motivación era correcta en lo que hicimos. Queríamos demostrar la importancia de obedecer Dios. Tomábamos sus órdenes en serio, y eso es bueno. Pero a veces parecía como si el sábado fuera más importante que la gente, o si el sábado era más importante que expresar amor y fe en Cristo. Mirábamos lo externo en vez de lo interno.

Nuestras intenciones eran buenas. Ahora, podemos cambiar pues Dios nos ha guiado hacia una comprensión más profunda del nuevo pacto.

He explicado antes que el sábado era la señal del antiguo pacto con Israel, pero que no es la señal del nuevo pacto en la sangre de Cristo. La señal del nuevo pacto es la fe en Cristo, y el pan y el vino son los símbolos de ese pacto. Por consiguiente, la forma como se debe guardar el sábado bajo el nuevo pacto es diferente de la manera como se observaba bajo el antiguo pacto.

El Señor del sábado ha venido, y la realidad ha reemplazado a la sombra (Col. 2:17). El sábado del Nuevo Testamento, el reposo del sábado que permanece para el pueblo de Dios (Heb. 4) es la nueva vida en Cristo, la vida de la fe en él, la vida del Espíritu. Nuestra observancia del sábado semanal, por lo tanto, debe reflejar y debe celebrar ese hecho, pero no debe ser una observancia del antiguo pacto.

Trabajar el sábado:

En Juan 5, vemos lo que Jesús hizo el sábado, y lo que dijo sobre el sábado. Él había ido al Estanque de Betesda y encontrado a un hombre que era paralítico desde hacía 38 años. “Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?” (v. 6).

Usted podría pensar que es una pregunta extraña —pero algunas personas sencillamente no quieren sanarse. Ellos están cómodos en sus viejos hábitos, en su viejo estilo de vida. El hombre había sido paralítico de 38 años, y si de repente fuera sanado, se vería obligado a cambiar su forma de vivir. Tendría que aprender a desempeñar un nuevo papel en la comunidad. Esto lo podría atemorizar, de modo que Jesús le preguntó, ¿realmente quieres ser sanado? Aquel hombre deseaba ser sanado, así que Jesús le dijo:

“Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día. Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho” (vv. 8-10).

Ahora ciertamente, no se trataba de una emergencia. Aquel hombre no tenía que ir a ninguna parte el sábado. Pudo quedarse hasta la puesta del sol. Pero Jesús le había dicho que cargara algo en el Sábado, y a los líderes judíos no les gustó eso. Ellos descubrieron que Jesús había hecho esta curación el sábado, y en los versículos 16-17 leemos: “Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” Así que Jesús reconoció que estaba trabajando el sábado, y no estaba pecando. Jesús no tenía miedo de usar la palabra “trabajo” para describir lo que él estaba haciendo. En el nuevo pacto, debemos tener un enfoque más flexible hacia el trabajo y las necesidades humanitarias.

La Escritura dice que aquéllos que no proveen para los suyos son peores que los incrédulos, y el sentido común también nos lo dice. Si tenemos que escoger entre trabajar el sábado y proveerle comida a nuestra familia, no es un pecado trabajar el sábado. No debemos aplicar reglas del antiguo pacto al sábado del nuevo pacto. Ellos no lo hacen por motivos egoístas, sino para evitar que sus familias padezcan hambre y lleguen a estar en la calle.

Si otras personas quieren ser más estrictas, pueden serlo ciertamente con ellos mismos. Pero no deben juzgar a sus hermanos. Ustedes ven, estamos bajo el nuevo pacto, y el nuevo pacto simplemente no requiere el sábado como lo hizo el antiguo pacto. En el Nuevo Testamento vemos ejemplos de cómo guardar el sábado, pero no vemos órdenes como del Antiguo Testamento: no recojas comida, no lleves una carga, no viajes fuera de la ciudad, etc.

Algunas personas quieren que se establezcan límites. Otros no, y quieren vivir su fe cristiana como guiados por principios más amplios. Jesús vio los principios como más importante que las reglas específicas. Esto lo vemos en el Sermón del Monte, en sus enseñanzas acerca de la lujuria y el odio y la violencia. También lo vemos en su manera de considerar al sábado. Los principios humanitarios son más importantes que los tabúes estrictos.

Pero no todos tienen una comprensión tan amplia de los principios como la tenía Jesús. Así que, si necesitan reglas, son bienvenidos de guardar sus propias reglas —con tal de que lo hagan para la gloria de Dios, con tal de que su fe esté en Cristo y no en sus reglas. El punto principal es que los de un grupo no deben criticar a los del otro. Los conservadores no deben condenar las acciones de los otros, y los liberales no deben despreciar a quienes guardan las reglas. Debemos darnos la bienvenida mutuamente con basó en la fe en Jesucristo.

Conclusión:

En conclusión, somos una iglesia del nuevo pacto. Nuestra relación con Dios se basa en la fe en Cristo, no en el antiguo pacto. Nuestra fe nos lleva obedecer a Dios de modos diferentes al antiguo pacto. Algunas leyes del antiguo pacto permanecen iguales, y algunas están obsoletas, y algunas se aplican de modos diferentes. Hay un nuevo pacto entre Dios y su pueblo.

El nuevo pacto se basa en la fe. No hay indicio alguno en el nuevo pacto de que debemos guardar el sábado según las reglas del antiguo pacto. En el Nuevo Testamento, vemos ejemplos de personas guardando el sábado, y leemos que nos dicen que el sábado es una sombra que señala a la realidad, la cual es Cristo. Eso no significa que el sábado ha sido abrogado, sino que se cumplió en Cristo. Significa que Cristo es más importante que el sábado. Significa que el reposo del sábado para los cristianos en Hebreos 4 es la nueva vida en Cristo, no sólo un día de la semana. Y Pablo nos dice en Romanos 14 que no debemos ser involucrados en disputas acerca de los días.

Debemos tener hambre y sed de las cosas de Dios. Debemos desear una relación mejor con él y Jesucristo. Eso forma parte de la ley escrita en nuestros corazones por el Espíritu Santo bajo los términos del nuevo pacto. Pero esa ley espiritual nos exige que no seamos tan rígidos con respecto al sábado. 

La fe nos provoca la voluntad de obedecer a nuestro Señor y Salvador en todo lo que él nos dice que hagamos. Vemos claramente las órdenes de amarnos unos a otros, creer en el Hijo, predicar el evangelio, trabajar por unidad en la fe, reunirnos como una Iglesia, edificarnos mutuamente en la fe, hacer buenas obras de servicio, llevar una vida pura y moral, vivir pacíficamente y perdonar a aquéllos que nos hacen mal. 

Estas órdenes del nuevo pacto son exigentes. Ocupan todo nuestro tiempo. Todos nuestros días se dedican a servir a Jesucristo. Debemos estar ocupados haciendo su obra siempre, y este no un camino ancho y fácil. Es una tarea difícil, una tarea desafiante, una tarea que pocos cristianos están dispuestos a hacer.