ELECCIÓN 2012: LA ILUSIÓN DE ELECCIÓN

Directamente delante de su cara la Élite ungen Obama y Romney, ¿y el voto de los americanos irá para ellos? cualquier presidente que diga que terminará el FED será asesinado. Ha ocurrido a pesar de que nuestra historia y la gente americana no hicieron nada entonces y no harán nada si pasara nuevamente otra vez. La gente americana no es diferente ahora que entonces, hace 100 años. La votación no hace una diferencia. Su voto no cuenta nada. Los candidatos son seleccionados, no decididos. No hay seguridad de que cualquiera del tercer partido podría hacer una diferencia. Usted no puede cambiar un sistema putrefacto desde dentro.

Election 2012: The Illusion of Choice

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LA REVISTA LA ATALAYA DEL 1 FEBRERO DEL 2012 AFIRMA OTRA INCREÍBLE MENTIRA SATÁNICA.

Otra mentira más del llamado “esclavo” que ha quedado plasmada en su revista La Atalaya del 1 Febrero del 2012, y que convierte en mentiroso al apóstol Pablo con el solo propósito de mentener vigente su falsa interpretación del reino que niega totalmente la elección de Israel.

LLAMADOS MEDIANTE «NUESTRO EVANGELIO» PARA HEREDAR LA SALVACIÓN, EL REINO, Y LA GLORIA

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

El evangelio apostólico

En 2 Tesalonicenses 2:14 Pablo dice: «el cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar [ganar] la gloria de nuestro Señor Jesucristo.»

En el pasaje de arriba Pablo habla de “nuestro evangelio”, o el “evangelio apostólico”, el cual Pablo lo considera también como suyo en Romanos 2:16 y que es, sin duda alguna, “el evangelio de Cristo” en Romanos 15:19, o también, ”El evangelio del Reino de Dios” (Hechos 20:24,25) . También habla de que hemos sido llamados para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Es decir, así como Cristo fue glorificado, nosotros también lo seremos si obedecemos al llamado santo de Dios. Y ese llamado, como lo veremos a continuación, tiene que ver con un reino glorioso.

El llamado santo

En 2 Timoteo 1:9 Pablo dice esto: «Quien nos salvó y nos llamó con un llamamiento santo…» Es decir, Dios nos llamó con un llamado santo «… para heredar su reino y gloria.» (1 Tesalonicenses 2:12)

¿Quiénes son los que han sido llamados por «nuestro evangelio, para alcanzar la gloria?» Encontramos la respuesta a esta pregunta en 2 Tesalonicenses 2:13 «Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, porque Dios desde el principio os ha elegido para la salvación… «Ellos son los que fueron elegidos» para la salvación … Entonces es para salvación que éstos elegidos fueron llamados por el evangelio de Pablo.

Escogidos para salvación

La locución «queridos hermanos» se utiliza para dirigirse a los que son llamados. La frase está en el caso vocativo, es decir, se refiere a todos aquellos a quiénes se dirige la carta paulina. «Oh hermanos, los que habéis sido amados.» (La palabra «amado» es un participio pasivo perfecto).

Esta frase, por si no lo saben, sólo se encuentra 2 Tesalonicenses 2:13 y en 1 Tesalonicenses 1:4, donde dice: «Conociendo, hermanos amados, su elección de Dios.»  Los «amados hermanos» son los elegidos en Cristo que han sido escogidos para la “salvación» que es en Cristo. Sin embargo, si algunos aún creen que los elegidos o escogidos lo componen sólo una clase o élite selecta de creyentes, es decir, un minoría de fieles entre todos los creyentes, están sencillamente errados, pues eso significaría que sólo una élite selecta de entre los creyentes se salvaría, y no así TODOS los creyentes.

Salvación con Gloria eterna

Esta salvación es mencionada por Pablo en 2 Timoteo 2:10 «… Sufro todo … por causa de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna”. Esta no es la» salvación común «que se ofrece a aquellos que no están en Cristo. La salvación ofrecida a los elegidos en Cristo es…”una salvación tan grande que primero comenzó a ser publicada por el Señor,…» y que incluye la glorificación del creyente en el reino de Dios.  Hebreos 2:3. Así, pues, entrar en la gloria es entrar en el reino.

Definitivamente la «salvación tan grande» se asocia con los misterios del Reino de Dios que fue anunciada a la nación de Israel primero, y luego a los gentiles. Esta salvación ofrecida a los elegidos puede o no puede ser ganada; depende si los elegidos realmente “…procuran hacer firme su vocación y elección… Porque de esta manera os será otorgada a vosotros amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor. «2 Pedro 1:10-11

Ahora bien, ¿Está usted realmente seguro de que ha sido llamado para ser un heredero del reino de Dios y de su Gloria? Yo espero que sí, aunque hay muchos “creyentes” que aún no entienden la razón de ser de ese ‘santo llamamiento’ de Dios, y además se atreven a decir que ya son salvos. Definitivamente la salvación y el reino descansan en el futuro, para la segunda venida de Cristo.

DECISIONES CORRECTAS

«Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos”

El ser humano vive una vida llena de decisiones, desde el momento que nos levantamos hasta el momento que nos dormimos, todo el tiempo estamos tomando decisiones de distinto carácter que influyen positivamente en nuestra vida o en otros casos de manera negativa.

Y es que yo siempre he creído que cada uno de nosotros somos arquitectos de nuestra vida, las decisiones que tomemos hoy determinaran nuestro futuro y en medio de esta acción que lindo es que tomemos en cuenta a Dios en todo lo que decidamos.

Pero la pregunta seria: ¿Estaremos tomando en cuenta a Dios en nuestras decisiones?

La verdad es que en la mayoría de decisiones ni siquiera nos molestamos en preguntarle a Dios que es lo que El quiere o que decisión debemos tomar. En otros casos si le consultamos, pero nunca esperamos su respuesta, sino que creemos que con solo consultar la respuesta ya la tenemos y la verdad es que además de consultar a Dios sobre esa decisión que vas a tomar, también necesitas esperar su respuesta, pues el simple hecho de consultar no significa que la respuesta es instantánea, habrá uno que otro caso aislado pero no todo será así de fácil.

Para tomar una sabia decisión se necesita desechar los siguientes aspectos:


1. Las presiones de la gente: La presión que la gente quiera imponerte a la hora de tomar una decisión es una de las cosas que necesitas desechar, es decir NUNCA TIENES QUE CEDER ante las presiones de la gente. Recuerda que las decisiones de tu vida te pertenecen a ti y tienen que ser conforme a la voluntad de Dios y no la de la gente que te rodea. No permitas que las presiones te lleven a tomar decisiones de las cuales luego te arrepentirás toda una vida.

2. Las Emociones: Sin duda muchos de nosotros somos emocionalistas, nos dejamos llevar por el momento y en muchos casos tomamos la mala decisión de decir SI por emoción, cuando realmente tuvimos que haber dicho NO o por lo menos haberlo pensado antes de dar un SI. Tienes que desechar la emoción para poder tomar una decisión que vaya conforme a la voluntad de Dios y no conforme a lo que en el momento sentiste por una simple emoción.

3. El Corto tiempo para tomar una decisión: Por sencillo que parezca, tú debes tomarte tu tiempo para tomar una decisión, las mejores decisiones son aquellas que se meditaron bien y se pensaron detenidamente antes de llevarse a cabo. Tomate el tiempo que necesites para tomar decisiones que determinaran en gran manera tu futuro y sobre todo que esas decisiones vayan coladas a la luz de las Sagradas Escrituras.

Es impórtate que cada uno de nosotros comprendamos que una decisión importante en nuestra vida tiene que ser meditada y sobre todo guiada por la voluntad de Dios, para que dicha decisión será respaldada por El y a través de ella obtengamos una de las múltiples bendiciones que Dios quiere darnos.

Ahora bien, hay algunos aspectos importantes que te ayudaran a tomar una sabia decisión y estos son:

1. EVALÚA: tienes que evaluar la decisión que vas a tomar. Tienes que ponerte a pensar que resultados podría traer esa decisión, ¿Será bueno?, ¿Serán malos?, antes de tomar esa decisión tiene que tomarte un tiempo para evaluar los posibles resultados.

2. COMPARA: es importante también que las decisiones que vayas a tomar sean comparadas con la Palabra del Señor, es decir que debes ir a la Palabra de Dios y utilizarla como una Lámpara a tus pies y una lumbrera a tu camino. (Salmos 119:105)

3. BUSCA SABIDURIA EN LA PALABRA DE DIOS Y EN CONSEJEROS SABIOS: La Palabra de Dios dice en Proverbios 15:22 “Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman”. También encontramos en Proverbios 24:6b “Y en la multitud de consejeros está la victoria”. Eso si, evalúa bien en que clase de consejeros te vas a apoyar, por lo general lo hacemos con nuestro mejor amigo, pero yo te recomiendo que busques a alguien que no este muy relacionado contigo, para que pueda darte una justa opinión sin desviarse a uno y a otro lado.

4. ESPERA: Creo que esta es la parte mas difícil, ya que hay momentos en donde queremos tomar las decisiones a la ligera, pero realmente es impórtate que luego de consultarle al Señor y realizar los tres pasos anteriores esperemos una respuesta divina y no tomar la decisión hasta que Dios ponga en tu corazón la seguridad TOTAL de que la decisión que vas a tomar es la que El quiere para tu vida. Santiago 1: 19 dice: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar…”. Es necesario que antes de tomar una decisión, estemos pronto para oír lo que Dios quiere decirnos, por esa razón ESPERA y no te desesperes, porque las indicaciones de Dios llegaran.

La verdad es que la voluntad de Dios es que tomemos decisiones sabias, que estén respaldadas con la Palabra de Dios y sobre todo con su presencia. Aun cuando la desesperación venga, tenemos que entender que las cosas a la ligera por lo general siempre salen mal.

Evaluemos, Comparemos, Busquemos de la Palabra de Dios y apoyémonos en consejeros sabios y sobre todo, ESPEREMOS la respuesta de Dios antes de precipitarnos a tomar decisiones que marcaran nuestra vida o la de nuestra familia.

Lo lindo de todo esto, es que Dios nos ha prometido que nos hará entender, nos enseñara el camino por el que debemos andar y sobre todo tienes que tener la confianza de que Sobre ti y sobre mi, fijara sus ojos.

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos”

Salmos 32: 8

Autor: Enrique Monterroza
Fuente: http://reflexionesydevocionales.blogspot.com/2009/11/como-tomar-decisiones-correctas.html

DIOS NO HA RECHAZADO A SU PUEBLO: ISRAEL

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

Muchos teólogos, estudiantes bíblicos, y llamados “cristianos”, están convencidos que Dios ha rechazado a su Pueblo en definitiva. Hay ciertos pasajes en el Nuevo Testamento que nos hacen considerar todo lo contrario. Es por eso que es tan importante examinar minuciosamente las Escrituras, con interés y cordura, para no caer en contradicciones que parecen verdad y que nos puden comprometer, al aceptarlas, la salud espiritual.

Empecemos, pues:

«Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él (Mt.21:43).

Obviamente, estas palabras van dirigidas a los judíos que estaban alrededor de Cristo oyéndolo. Recordemos que Cristo vino exclusivamente para dar testimonio a los del Pueblo de Israel de su identidad mesiánica y de la implicancias del Reino de Dios futuro y terrenal, en su ministerio de tres años y medio. Personalmente, su mensaje nunca lo proclamó a los gentiles; de eso se encargarían sus discípulos y la postrera generación de creyentes de todo el mundo (enfatizado con corchetes para cada caso):

«El respondiendo (Cristo), dijo: [No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel]» (Mt.15:24).

«Y les dijo (Cristo): No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, [y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra]» (Hech. 1:7-8).

Cristo les expone a estos «judíos» que estaban a su alrededor, que el Reino de Dios les [sería quitado] por haberle rechazado. Cristo le reveló a Nicodemo que el que «no naciera de nuevo no vería el Reino de Dios». Sabemos que para [nacer de nuevo] se requiere, imprescindiblemente, que el potencial «hijo de Dios» crea en Jesucristo (Jn.3:4; 2 Co.5:17). Muchos judíos rechazaron abiertamente a Cristo, actitud negativa que los apartó del Reino de Dios: Nunca experimentaron el [nuevo nacimiento] por no haber creído en él: «A los suyo vino, y los suyos no le recibieron» (Jn.1:11).

«. . . el Reino de Dios sera quitado de vosotros . . . », por lo tanto, contiene a la generación de judíos con la que el Señor discutía, no pocas veces peligrosa y acaloradamente. Cristo les hace ver que este Reino, por no haberlo merecido, les sería entregado «a gente que produzca frutos de él». Lo que Cristo da a entender aquí, que el Reino sería entregado a cualquier generación que se haya vuelto a él; pero en esto, no cabe duda que Cristo se refiere a los judíos y no a personas foráneas o ajenas a la nación de Israel, que son los «goyms» o gentiles Aclaramos ya que Cristo fue absolutamente selectivo con su mensaje de salvación para los de la nación de Israel (Véase, sin faltar, Lc.1:67-80, por favor).

En su pregunta y auto contestación irónicamente retórica, Pablo explica con gran transparencia que Dios «no ha rechazado a su Pueblo Israel». Pablo se coloca en la punta mencionando que es [Israelita], [descendiente de Abraham, de la tribu de Benajmín]:

«Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín» (Ro.11:1).

Si Dios ha rechazado a su Pueblo Israel, también ha rechazado a Pablo, a Pedro, a Juan, a Tomás, y al resto de los discípulos del Señor que fueron judíos. A rechazado a los [varones israelitas], a los [tres mil judíos] que se convirtieron al mensaje de Pedro (véase Hech. 2:22-41). Los discípulos de Cristo, judíos de nacimiento, a excepción de Lucas que fue griego, fueron parte de la Iglesia que se fundó con la venida del espírtu santo en el año 33 después de Cristo, en el día del Pentecostés, como también los «tres mil varones israelitas» de los que hablamos un poco arriba. Dios [no ha reemplazado] a la nación de Israel por la Iglesia, ya que parte de Iglesia se encuentra conformada por judíos naturales que han creído en el Mesías Hombre que el Nuevo Testamento presenta. El «supersesionismo» es una gran farsa, una contradicción racista, totalmente antisemita. Dios no ha sustituido la Iglesia del Nuevo Testamento por el Testamento mosiaico para marginar a Israel a quien le fue dada la Ley. No hay nada razonable y cabal que sustente tal idea, que no deja de ser diabólica tan sólo.

Cristo por medio de su muerte ha hecho de judíos y gentiles un pueblo único. Cristo derribó el muro que separaba a ambos para hacer de ellos uno solo. Este muro o [barrera divisoria], es la Ley mosaica, pero tal vez representa alegóricamente el muro del templo que separaba el atrio de los gentiles del atrio de los judíos. Era ilícito para los gentiles traspasar esta barrera de división: había una advertencia de muerte para el que quebrantara el límite convenido. Judíos y gentiles fueron reconciliados con Dios mediante la cruz, en un solo cuerpo, que es la Iglesia, constituida por los que [estaban lejos], o sea, los gentiles, y por los que [estaban cerca], o sea, los judíos. «Ambos tienen entrada al Padre por un mismo espíritu»:

«Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre» (Ef.2:13-18).

El capítulo 11 a los Romanos, desde el 1 verso hasta el 36, está relacionado con la nación de Israel y su restauración. Los gentiles son las ramas silvestres que han sido injertadas en el Olivo de Dios; pero las ramas naturales, es decir, los judíos que han sido provocados a «celo» por el programa divino de salvación para los los gentiles (Ro.121:11), y que fueron antes desgajadas, volverán a ser injertadas en el árbol de Dios. Esto acontecerá en el momento en que Israel se aleje de todo designio maligno, principalmente, de su incredulidad. De ese modo podrán recibir en esta condición las bendiciones que Dios len ha prometido cuando el Reino de Dios sea cristalizado en la tierra. Por eso dice: «Y ellos también, si no permanecen en incredulidad, serán injertados; porque Dios es poderoso para injertalos de nuevo» (Ro.11:23).

«. . . y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados» (Ro.121:26-27).

Diremos, sin equivocarnos, que este «Todo Isreal» no pude ser la Iglesia de Cristo. Si no tomamos en cuenta con mucha seriedad los textos circunvecinos (Ro.11. 1-36), podríamos terminar creyendo una sarta de sandeces y mentiras fundadas en aire, polvo y postrera ruina, señores de la “Teoría del Reemplazo”. Para empezar, el término «Jacob» nunca ha estado relacionado con la Iglesia novotestamentaria. A Jacob, en el Antiguo Testamento, le fue conferido el nombre de «Israel» que significa «príncipe de Dios». La palabra [Israel] es utilizada regularmente para identificarla con la descendencia física de Jacob, y no con la Iglesia de Cristo. En Ro.11:1 Pablo asevera que el Pueblo judío, al que pertrenece, por ser de la tribu de Benjamín, [no ha sido rechazado por Dios]. Pablo dentro de los textos ya marcados hace una notable distinción entre las ramas silvestres, que son los gentiles creyentes que han sido injertados en el árbol de Dios; y las degajadas, las ramas naturales, que serán nuevamente injertadas en dicho árbol, y que son los israelitas que se hayan convertido al Señor. «Todo Israel» será salvo hasta que la «plenitud de los gentiles conlcuya», hasta que «el último de los gentiles de la tierra que debe convertirse, se haya convertido al Señor».

Cuando Pablo escribe que «Todo Israel» será salvo, no dice con esto que todos los judíos, sin excepción, [serán salvos]. No, el texto no dice esto. Pablo habla de un remanente que Dios ha levantado en el tiempo presente (Ro.11:5), y hace un paralelismo con el ejemplo de Elías, cuando éste se queja ante Dios en contra de Israel: «Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme?» (Ro.11:3). La respuesta, no se hace esperar, y Dios le hace saber que aparte de él, hay otros que le siguen, que le buscan, que le adoran en verdad . . . que no han doblado las rodillas ante el Baal idolátrico: «Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal» (Ro.11:4).

Pablo viene a confirmar la veracidad de nuestro estudio al hacernos saber que «no todos los nacidos de Israel son de Israel, ni por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos, sino que en Isaac será llamada tu descendencia» (Ro. 9:7-8). Pablo determina con esto que «no son los hijos de la carne, es decir, los israelitas naturales, los que son hijos de Dios, sino más bien los hijos de la promesa son contados como descendencia, y que son hijos de Dios. «Todo Israel, por inferencia lógica, se establece como aquel Israel espirtual que ingresará, como parte de la Iglesia de Cristo (la otra fracción son los gentiles convertidos del mundo), al Reino de la Teocracia Universal prometido desde la antigüedad al patriarca Abraham.

Resumen muy breve: No pocos afirman que Israel ha sido marginado por Dios por siempre. Pablo invalida esta postura tan retorcida como escalera helicoidal al decir que Dios [no ha desechado a su Pueblo], y que en el tiempo actual, el presente, ha quedado un remenente escogido por la gracia divina, y no será hasta que haya entrado la [plenitud de los gentiles], en un futuro escatólogico, en que «Todo Israel será salvo» (Ro. 11: 25, 26).

Cuando Cristo regrese en Ira, en Poder, visible y en destellante Gloria, lo que hará primero es liberar a Israel de sus obstinados y crueles enemigos (para confirmar esto, véase por favor Zac.14:1-4; Jer. 30:7). El Antiguo Testamento nos muestra que la Casa de Israel y de Judá serán unidas, nuevamente; pero sus expectativas serán tremendamente incomparables en beneficios. Jamás volverán a existir entre ellas diferencias antagónicas que las hagan separarse otra vez (léase Is. 11:1-14; Ez.37:18-25).

Gracias, y que Dios me los bendiga siempre.

«Una rama silvestre que no se anda por las ramas».

LA BENDITA IMPARCIALIDAD DE DIOS CON LOS HOMBRES

(un estudio de la elección y la oración bíblicas)

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

Este estudio brotó por motivo de varias preguntas muy interesantes e inteligentes sobre la elección y la oración biblicas. Gracias doy a mi hermana en Cristo, Erika Justiniano Zárraga, por sus excelentes cuestionamientos que nos han puesto a estudiar en «verdad». Gracias de nuevo, Erika, porque has sido canal de bendición en lo personal, y no dudo que lo serás también para muchos en base a tu conocer correcto de la Palabra de Dios. Siempre adelante, Erika, sin ver atrás, sin detenerse nunca, a pesar de las agitadas tempestades y recias ventiscas provocadas por los enemigos de Dios, por los que quieren nublar con engaño y mentira, con sincretismos infernales, la única verdad del cielo.

Mr. 16:15, 16 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que [creyere] y fuere bautizado, será salvo; mas el que [no creyere], será condenado.

En el Nuevo Testamento Cristo nos enseña que hemos recibido el mandato de predicar el Evangelio «a toda criatura». Surge la pregunta obligada con respecto a esto: Si tan sólo son unos cuántos los «elegidos» a quiénes Dios salvará, ¿qué sentido tiene el anunciarles a [todos] los hombres el Evangelio de Cristo para su salvación? Evidentemente el Señor ordenó a sus discípulos, y a la postrera generación de creyentes que somos nosotros, el predicar el mensaje salvífico «a toda criatura» de la extensa tierra, porque, lo volvemos a repetir, «Dios no hace acepción de personas» (Stg. 2:1, 9). No tendría ningún caso que la Palabra se predicara a [todas] las personas del mundo, por más grande que fuera la preocupación y el esfuerzo hecho, si de cualquier forma Dios no cambiaría su inconmovible decisión de salvar a unas [pocas] y condenar a otras [muchas]. Esto compromete muy seriamente la inoportuna y parcializada idea calvinista de la “salvación”. El Evangelio tiene el propósito de llegar a la humanidad, en general, pero los calvinistas son extremadamente selectivos en esta situación.

Jn. 3:36 El que [cree] en el Hijo tiene vida eterna; pero el que [rehúsa creer] en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

En este texto, los dos verbos originales en griego, «pisteuon» y «apeithon», son participios presentes que indican un [creer] continuo. «Apeithon» señala [ser obediente] y «peithomai » [dejarse persuadir]. La persona, contrariamente a la regeneración previa expuesta por el calvinismo, se deja [persuadir] por propia decisión o voluntad individual; rechaza el mensaje salvífico de mala gana, la Palabra de Dios. Niega [dejarse persuadir], y como resultado, la vida espiritual no se obtiene, al menos que le dé un giro de 360 grados a su potencial y condenable determinación.

La palabra hebrea «bachir» se traduce en la Biblia como «escogido». En el Antiguo Testamento esta palabra se halla unas [200 veces]. En Is. 45:4 es importante notar que no es hasta que [Jacob] viene a ser [Israel] Dios lo nombra «mi escogido». Únicamente como «Israel» es que la nación judía se constituye como «escogida» (Is.65:9). No fue como «Abram», sino como «Abraham», que éste llegó a ser «amigo de Dios» y por lo que la nación de Israel fue llamada como [escogida], a causa de la «promesa». Cuando Abraham le [creyó] a Dios, le fue [contado por justicia] (Ro.4:4, 5). Solamente con una [apropiada] relación de parte de Abraham con el Señor, la nación de Israel pudo ser llamada «escogida». Por lo tanto, cualquiera de los hombres que tenga una relación cabal con el Divino, dentro de sus santos y perfectos parámetros, tendrá el justo y celestial apruebo de ser llamado como «escogido».

Por lado, la palabra griega «eklectos», que se emplea unas [28 veces] en el Nuevo Testamento, y que significa «escogido» o «elegido», se aplica del mismo modo que la palabra hebrea «bachir». Su sentido se conexa con los «elegidos», o sea, como [unos] para «planes dispuestos», o como [unos] «selecionados», y que lo son a partir de la genuina conversión. La palabra «eklego» es utilizada unas [18 veces] en el Nuevo Testamento y se traduce como «escoger», «seleccionar», «elegir para sí mismo». En el siguiente texto vemos que son los [escogidos] quienes tendrán el derecho de recibir legalmente el Reino. Ellos son los [elegidos] porque [le aman]. Este “requisto”, salta a la vista sin lugar a dudas en el texto que sigue (enfatizado con corchetes):

Stg. 2:5 Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha [elegido] Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y [herederos del reino] que ha prometido a los que [le aman]?

Es categórico que la [elección] se fundamenta en el [amor] de los [elegidos] para con Dios. Los hombres vienen a ser llamados «elegidos» porque su postura como creyentes en Cristo es correctamente la acertada ante el Señor. Los creyentes somos «escogidos antes de la fundación del mundo» en base a la «presciencia» de Dios, pero somos [consolidados] como tales por el «nuevo nacimiento» (Ef. 1:4, 5; 1 P. 1:1, 2). Se sembrará la semilla del manzano, crecerá y dará fruto a su tiempo. Antes de sembrar la semilla, usted con seguridad habrá [preconcebido] qué manzanas [seleccionará] como las mejores para venderlas a buen precio. Dios conocía a los hombres que creerían para vida eterna. El «creer» es la única cláusula indispensable en las Escrituras para que el hombre sea «justificado» (énfasis con corchetes):

Mr. 1:15 . . . diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y [creed] en el evangelio.

La oración y la providencia de Dios. Uno se pregunta ¿produce la oración del creyente un efecto positivo en la mente «del» que todo lo sabe? Unos dicen que la oración tiene sólo un efecto subejtivo en el creyente que ora (Stg.5:13). Si hay mucha carga interna, éste se sentirá descansado al pronunciar súplicas ante Dios, si ha creído que Dios le contestará sus peticiones hechas. No podemos suponer que Dios modificará o interrumpirá el orden de las leyes naturales que gobiernan el universo por el hecho de que alguien ore. Esto es lo que han admitido los cofrades de «teología de la prosperidad» que buscan más las cosas materiales que las espirituales; y si una vez buscan estas últimas, las buscan lo bastante mal. La oración no es un poder que modifica o altera los diferentes aspectos de la naturaleza material. La respuesta a esta pregunta se resuelve en la [presciencia] y la [detrminación] de Dios. Dios ha marcado los límites en los que el cosmos debe funcionar. Dentro de estos límites Dios le ha dado al hombre la libertad para tomar decisiones individuales, independientes a su soberana voluntad. Dios no obliga a nadie a tomarlas. Esto sería [esclavitud], y no [libertad]. Se rechaza o se acepta el mensaje de salvación. Así de simple la cosa. La Gracia Preventiva pergeña al hombre para escoger la oferta de la salvación, «porque de su voluntad que está escrita en su Palabra nos hizo nacer de nuevo» (Stg. 1:18; 1 P.1:23). Cuando el hombre acepta el mensaje, es el espíritu santo el medio para que lleve a cabo la obra de Dios, en pequeña, moderada, o marcada proporción, es decir, según como el hombre convertido lo estime o lo desee. Es indudable que la oración es uno de los grandes recursos para que la obra de Dios sea cristalizada. Dios en su [presciencia] conocía cómo cada hombre convertido dispondría en el futuro de la oración. De ese modo, cuando el creyente bien intimidado con el Divino Ser ora, únicamente solicitará lo que Dios había previsto de antemano. Cuando el creyente deja de colaborar con Dios dentro de los margenes de su [predetrminada] y santa voluntad, es entonces que Dios obrará por su [soberanía], sin que la oración esté involucrada en lo más mínimo. La Biblia muestra que Cristo enseñó a sus discípulos a orar (Mt.6:10). Con la oración, sin dejar de tener en cuenta la importante e insigne frase «Hágase tu voluntad», Dios [no relega las leyes naturales del universo] para imponer sus metas y planes divinos, pero sí las «contrarresta con su poderosa e irrevocable voluntad que es la ley de toda naturaleza»: las leyes naturales quedan sometidas a la ley de su soberana voluntad.

Dios no es arbritario con ciertas personas como destinatarios de la oración. Como mandato, se debe orar por los reyes y gobernates del mundo (1Tim. 2:2-3), por los santos creyentes para que se aparten del pecado y sean fortalecidos en el Señor (Ef. 6:18), por los que se dedican a la obra misionera (Ef.6:19; Co.4:2-4), por lo enfermos (Stg.5:14- 15), por los que nos acosan y persiguen con no poca fiereza (Mt. 5:44; Lc. 6:27, 28), por nuestras personas (1 Cr.4:10; Sal. 106:4- 5), por los unos y por otros (Stg.5:16), por [todos los hombres] para que sean salvos (1 Tim.2:1- 4).

Si Dios está regenerando antes a los que ha “escogido” para que crean y se salven, ¿para qué orar por ellos para que accedan al buen camino? Reflexione bien y calmo sobre este punto, amable lector que nos visita interesado. El calvinismo admite de alguna manera que los versos del 1 al 4 del capítulo 2 de la primera epístola a Timoteo salen “sobrando”. Pero a la verdad lo que yo creo por lo que la Biblia revela que el calvinismo es el que “sobra” con mucha notoriedad, por su mal entendido bíblico de la salvación. El calvinismo ha tornado un “dios” inclemente y tirano, un déspota y arbritario “ser”, tan impasible para con muchos hombres, [hombres] que sin excepción requieren el perdón y la salvación por medio de Jesucristo, el Hijo del Hombre, del Dios viviente que de «tal manera al mundo amó» (Jn. 3:16).

2 P. 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que [ninguno perezca], sino que [todos] procedan al arrepentimiento.

El texto anterior nos habla que el «llamado» de Dios es para [todos los hombres], válgame la insistencia, en [general]. Dios [no elige] a su antojo a un “puñadito” de personas para salvarlas, tampoco a un “montón” más para enviarlas al ultra candente Lago de Fuego. Si el Dios bíblico es un Dios de «justicia y equidad», el del calvinismo es con elongada ceretza uno demasiado «injusto y despiadado», un ogro peor que el asesino y gigantesco «Blunderbore».

Si Dios les propone a [todos salvación], indiscutiblemente es porque él desea que se [salven].

Existen varias objeciones que devalúan el calvinismo como verdadero:

Si la salvación es [limitada] por designio, la [oferta] también lo es. Por lo contrario, la Palabra de Dios ofrece salvación para todos (mírese Mt. 11:28; Jn.6:37; 12:32; Mr.16:15). No se requiere de ser un genio para comprender que Cristo murió por [todo el mundo] (Jn.1:29; 3:16; 1 Tim. 1:15-16; 1 P. 3:9; 1 Jn.2:2). La Biblia asegura que algunos hombres estando en Cristo llegaron a «perderse» (énfasis con corchetes):

1 Co. 8:11 Y por el conocimiento tuyo, se [perderá el hermano] débil por quien Cristo murió.

Existen ciertas «condiciones» por las qué Dios «no escuchará la oración jamás»:

Jer. 7:16 Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque [no te oiré].

Cuando Jeremías recibió como profeta el mandato de [no orar] por el pueblo judío, fue porque era uno rendido completamente a la desobediencia. La admonición a Jeremías “no ores a este pueblo” es el resultado de la grave rebeldía a la que estaba sometido el pueblo judío. Los judíos ofrecían en ese tiempo cultos a los dioses falsos de otras naciones, veneración a la «reina del cielo» babilónica, a la «luna creciente», y a las «estrellas» del firmamento. Dios les prohibió terminantemente cualquier práctica idolátrica. Dios nunca obligó a los judíos a apartarse de sus malos caminos, pero si les hizo ver las lamentables consecuencias de seguir en estos caminos impuros y malignos. El Señor ya les «había enviado con persistencia a todos sus siervos los profetas, pero sus oídos no se inclinaron a escuchar» (ver Jer. cap. 25:4). Jeremías advirtió al pueblo judío sobre el cautiverio babilónico de setenta años por violar el año sabático (2 Cr.36:21; Lev. 25:1-7; 26:34, 43). A pesar de la exhortación, Dios concibió siempre en su [preconocimiento] que no se arrepentirían, irremediablemente, de su maldades y pecados: tuvieron su oportunidad histórica, pero no la aprovecharon para nada. Inexorablemente, el pueblo judío sería deportado con violencia y en contra de su voluntad a las paganas comarcas del impío Nimrod.

Mucho tiempo atrás, unos 150 apoximadamente antes del nacimiento de Ciro el Grande, Isaías en una de sus profecías menciona con increíble exactitud el nombre de este notable rey persa. Ciro es alentado a restaurar Jersualén a causa de su destrucción a manos del voluble rey Nabucodonosor (Is.44:28). Si Dios levantaría a Ciro mucho más tarde como su ungido, fue «a causa de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido» (Is.45:4), porque el pueblo judío jamás evitaría por su incambiable y maligna causa la prolongada y humillante deportación. La profecía se cumple luego que los [setenta años] de exilio para los del pueblo judío finalizan: Ciro, en un decreto real, los insta a regresar para que «reedifiquen la ciudad de Jerusalén y sus muros» (véase sin falta Dn.9:25a, y Hageo, todo su capítulo).

2 Cr. 36:23 Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha encargado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios sea con él, y suba.

«¿Para qué orar por un pueblo qué no dejaría sus pésimos y perversos moldes y vicios arraigados?» Por tal motivo, Dios ordenó, y de cierto modo vino a insinuar a Jeremías, que “no se tomara la insustancial molestia” de orar por él. Lo indetenible, tendría que cumplirse, no por causa de Dios, que no decretó el pecado, como cierto calvinista lo asiente con error en uno de sus sincréticos y torcidos libros, y que este servidor suyo leyó con tanto pasmo y desagrado, sino por la indisciplinada voluntad del pueblo judío que seguidamente y en conciencia lúcida se alejaban de Dios: « . . . volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová». Dichosamente, el Señor Dios haría regresar a los del pueblo judío a la tierra de Palestina, siendo Ciro el promulgador del salvoconducto que le dio fin oficialmente a la larga diáspora mesopotámica.

Is. 45:13 Yo lo desperté (hablando de Ciro el Grande) en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos.

En el caso de Abraham que solicita a Dios en oración para que no destruya Sodoma y Gomorra. Dios sería [capaz de oír] a Abraham para perdonar a toda la ciudad esclavizada en tan tremenda depravación y homosexualidad impresionante (Gn.19:5), si por lo menos «diez» de sus habitantes fueran justos. El requisito, uno imposible, y Dios actuó increpo arrasando con fuego y azufre la pervertida ciudad de Sodoma (Gn.18:22; cap. 19). En el caso de Ninive, sus pobladores habían experimentado con anterioridad algunos imprevistos naturales y relevantes que los hiceron luego susceptibles a la predicación del intolerante y reacio profeta: En el 765 a. C. Nínive fue azotada por una terrible plaga; en el 763 a. C. En el 759 a. C. los asirios fueron testigos de un eclipse total, y con seguridad este acontecimiento cósmico conmovió sobremanera su tan fervorosa religiosidad. Otra segunda plaga asoló Asiria en el año 759 a. C. Nínive se convirtió al mensaje salvador de Jonás (Jon. 3:5-10), pero años más tarde, Nínive, la «ciudad sanguinaria» (Nah.3:1) que abandonó las sendas correctas por las injustas de «rapiña» y de «pillaje», es sentenciada a mortal juicio por boca de Nahúm, el profeta menor, porque Dios le reveló que la derrumbaría, sin vuelta atrás. No fue hasta el año 621 a. C. en que los medos, los babilonios y los escitas se encargaron de aplastarla completamente. La magnánima «providencia» emanicipadora de Dios fue mostrada a Nínive primero a través del profeta Jonás, pero su incurable obstinación a la maldad con el paso de los años la despeñó a la ruina y sin reparo: ¡Nínive de Asiria fue el motivo mismo, la causa deliberada de su mortal desgracia!

Dt. 28:23 Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro.

«. . . los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce . . .» es una metáfora que Dios utiliza para decir que [no escucharía] la oración del que le clamase. La razón, muy obvia: una vida de desobediencia sería suficiente para hacerle los oídos “sordos” al Señor. En Dt. cap 28 se halla una extensa lista de maldiciones como consecuencia a la [desobediencia]. ¿Sería justo qué Dios oyera al pueblo judío para colmarlo de bendiciones mientras éste violaba con “grato esmero” sus estatutos y mandatos divinos? «No hay cambio, no hay bendición, sino maldición».

Algunas situaciones que obstaculizan la oración (del que la procura):

«La duda» (Stg.1:6-7).

«El pedir en forma equivocada con el propósito de gastar en placeres» (Stg. 4:3).

«La iniquidad, la envida, los celos, la mala voluntad» (Sal. 66:18).

«Negarse a perdonar» ( Mt.5:23-24; 6:12, 14-15; Mr. 11:25-26).

«Una vida de constante pecado» (Is.59:1-3; Jn.9:31).

«El rechazo a la Palabra de Dios» (Pr.28:9; Zac. 7:11-13).

«La desavenencia en el hogar» (1 P.3:7).

«La conducta hipócrita» (Job.27:8-9; Mt. 6:5).

«El orgullo» (Job.35:12-14).

«Robarle al Señor» (Mal.3:8-10).

«La idolatría» (Jer.11:9-14; Ez. 8:15-18).

«Olvidarse de Dios» (Jer.14:10-12).

En 1 de Jn. 5:16, la referencia que se enuncia como «pecado de muerte» se establece para las personas que conocieron el Evangelio pero que después lo rechazaron en conducta abierta como falsos maestros religiosos. Concretamente, se refiere a los actos impíos y heréticos de estas personas. Por otro lado, el «pecado que no es de muerte», nos habla de los «pecados» cometidos por los creyentes. Esta locución no señala que el perdón no sea ya posible. En 1 Jn.5:16 se hace la distinción entre la oración por [los creyentes] y por los que [no lo son]: «Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son . . .» (Jn.17:9). Cuando Juan examina la oración que ha sido respondida (véase 1 Jn. 14-17), explica la efectividad de la oración hecha por otros creyentes, cuyo pecado «no es de muerte», [oración] que [no otorga garantía] similar en la mediación de los [no creyentes], que sí tienen «pecado de muerte.

La mayoría de los pecados que se cometen «no son de muerte», pero Juan percibe un pecado que es lo suficiente, por sí mismo, para ser llamado como «pecado de muerte». Esta diferencia es frecuente en los escritos rabínicos, y la podemos ver en el Antiguo Testamento, en Núm. 18:22. La LXX tiene: «laberin hamartian thanatëphoron», que significa, «incurrir en pecado portador de muerte», como los actos criminales que están bajo la pena de muerte. Hay una diferencia notable en Heb. 10:25 entre pecar con voluntad luego del pleno [conocimiento] Escritural y el pecar por [ignorancia] (Heb. 5:2). Jesús nos hizo saber del pecado imperdonable que es atribuir al Satanás, a Belcebú, las obras del espíritu santo (Mr. 3:29; Mt.12:32; Lc. 12:10). Es probable que Juan tenga esta idea en mente cuando la aplica a los que rechazan a Jesucristo como Hijo de Dios y se presentan como «anticristos». «Por lo cual» (peri ekeinës, gr.). Este pecado para muerte. «Que se pida» (hina erötësëi, gr), que es usado aquí por el apóstol amado en el sentido de [petición] y no por [examinación]. Queda por entendido que el apóstol Juan [nunca] prohibe el [orar] por estos casos de suma gravedad. Juan simplemente [no les ordena] a los creyentes la oración para los encontrados en pecado de muerte, sino que, simplemente, se los deja a Dios, que tratará con sus vidas tan erradas.

En este tiempo, en que la Gracia está abierta para todos, y no para unos pocos antes predestinados, es decir, para los que han dado el paso firme y decisivo, por propia voluntad, de creer que Jesucristo es el verdadero Mesías Salvador, debemos pedirle a Dios en oración sincera para que por medio de su providencia los muchos que no le conocen vengan a la estrecha senda que conduce a la vida inacabable.

Ni la salvación, ni la oracion, son conceptos bíblicos arbritarios. Sólo Dios conoce quien se salvará o no. Cada uno de los seres humanos que habitan el Planeta decide qué camino habrá de tomar: el de gloriosa vida, o el de eterna muerte: por voluntad intrínseca. La libertad de escoger es un privilegio dado por Dios (ya que no somos sus patosas marionetas manipuladas a sus anchas en un teatro cósmico inventado con sarcástico capricho), y el día de mañana, Dios juzgará los actos de los hombres que surgen según el uso que le hayan dado a esta libertad. Usted cree y se sostiene en los designios de Dios, preserverando, usted vendrá a salvarse; si no cree, hasta el fin de su vida, se perderá ineludiblemente. Así de sencillo es.

Amén.

Dios les bendiga siempre.

Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento. A.T. Robertson.

Manual de Teología Bíblica. Dr. Stanton Richardson.

Biblia de Estudio, Siglo XXI, RVA.

Reina Valera 1960.

UNA RAZÓN MÁS PARA NO CREER EN LA WATCHTOWER

En el libro El Misterio Terminado de 1916, página 164, la Sociedad Watchtower de los Testigos de Jehová interpretaba Apocalipsis 10:1-3 diciendo que el «otro ángel» que se menciona en esos versículos, y que habló con voz fuerte, era el mismo Pastor Russell, el fundador de la secta, y no el Señor Jesucristo, tal como se enseña hoy en día.

Lo curioso del caso es que la Sociedad Watchtower enseña que Jesús hizo una inspección de su «Esclavo» en 1918 y que lo halló que estaba dando un alimento de alta calidad a los domésticos, y que debido a la alta calidad de alimento correcto que estaba dando, él los escogió para que administre sus bienes. La siguiente pregunta surge inmediatamente: ¿Cómo es posible que Jesús escogiera en 1918 a un siervo o «esclavo» que en ese entonces estuvo dando un alimento que hoy ya no se «consume», es decir, que ya no se cree en absoluto, y que más bien es considerado totalmente tóxico o falso?

OTRA INAUDITA CONTRADICCIÓN DOCTRINAL DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

La Watchtower publicó en su revista La Atalaya del 1 de abril del 2007, pág 22, un articulo sobre la inspección que supuestamente hiciera Cristo a su «Esclavo» en 1918, y que lo llevó a confiarle todos sus bienes a partir de 1919 para que anuncie las Buenas Nuevas a las naciones. Entonces nos preguntamos: ¿qué pasó con aquellos que supuestamente iniciaron la organización y que empezaron a enseñar las doctrinas básicas de la WT, encabezados por Charles T. Russell? ¿Acaso no confíó Jesús a Charles T Russell su organización naciente para que diera el alimento a los domésticos desde 1879 hasta su muerte en 1916? Si la respuesta es que no, ¿por qué la Sociedad consideró a Russell, y al resto de Estudiantes de la Biblia, como parte del resto fiel, el cual,  por el espíritu santo, dirigía la organización de Jehová?

EL FIN DE NUESTRA CARRERA Y VOCACIÓN CRISTIANA: LA VIDA ETERNA EN EL REINO DE DIOS

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Algunas personas se alarman cuando afirmo que el fin de la vocación cristiana es obtener la vida eterna en el Reino de Dios. ¿Pero estoy acaso lanzando dardos fuera del blanco?

Las Escrituras nos dicen que el fin por el que permanecemos firmes a nuestra vocación y elección es precisamente para llegar a la meta, y la meta según las Escrituras es ganar la vida eterna en el reino. Veamos algunos pasajes que confirman mi tesis.

Pedro y la entrada al Reino

Dice Pedro: “Hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:10,11). Notemos, amigos míos, que la entrada amplia y generosa al reino se obtiene haciendo firme nuestra vocación y elección. Esto quiere decir que la meta es la entrada al reino y el medio para lograrlo es manteniendo firme nuestra vocación y elección, sin caer o desmayar. Así de simple es la cosa.

Pablo y la vida eterna

Por su lado Pablo dice así: “Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos a Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”. Es decir, Pedro habla de la entrada amplia y generosa en el reino, y Pablo habla que la finalidad de nuestra santificación es la obtención de la vida eterna. Y esto no es contradictorio o extraño, puesto que es bien sabido que para entrar en el reino uno no puede hacerlo como un mortal de carne y sangre (1 Corintios 15:50) sino como un inmortal, a través de la transformación de nuestro cuerpo moribundo por otro imperecedero.

Jesús habla de la vida eterna en el Reino

En Mateo 19:16-25 Jesús relaciona muy claramente la vida eterna con la entrada en su reino (es decir, la salvación) en este interesante registro bíblico: “Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo  Así que aquí tenemos tres aspectos que conforman nuestra meta o fin por la cual corremos firmes y parejos en el derrotero cristiano: vida, reino y salvación. Así pues, cuando Jesús dice: “… mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo (Mateo 14:13), él está diciendo que aquel que persevera hasta el final entrará en su reino con vida inmortal. De igual modo, cuando Pedro escribió: “Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas” (1 Pedro 1:9). Sin duda Él se está refiriendo a la entrada en el reino de Cristo, porque un poquito antes, en el verso 4, el apóstol habla de una herencia reservada o mantenida en los cielos para nosotros…y esa herencia es expresada como el reino de Dios, tanto por Santiago (2:5) y por Jesús en Mateo 25:31,34.

El llamado de los fieles

Es interesante remarcar que Pablo habla del llamado de Dios para su reino y gloria (1 Tes. 2:12). Es decir, para Pablo el reino de Dios es la razón por la cual nos llamó y nuestra herencia. En 2 Tes.1:5 Pablo se nos habla de ser dignos del reino de Dios por los padecimientos presentes. A Timoteo Pablo le dijo que lo preservaría para su reino celestial (2 Timoteo 4:18). En 1 Timoteo 6:12 Pablo le dice a Timoteo que fue llamado a la vida eterna (es decir, para el reino). En Hebreos 9:5 se habla del “llamado para recibir la herencia eterna”. Y ya hemos visto que hemos sido llamados para heredar el reino (Santiago 2:5; Mat. 25:31,34, 2 Pedro 1:11). En 1 Pedro 5:10 Pedro habla del llamado a la gloria (=reino) eterna de Dios. Y ya vimos antes que el reino y gloria son sinónimos (compare usted Mateo 20:21 y Marcos 10:37). En Apocalipsis 17:14 se nos dice que los llamados están con el Cordero, quien es el rey de reyes y Señor de Señores.

¿Quiénes son los elegidos o escogidos?

Todo aquel que ha sido rociado y lavado con la sangre de Cristo es un elegido (1 Pedro 1:2), y todo elegido estará con Cristo en su reino (Apo. 17:14). Estos escogidos deberán estar vestidos, entre otras cosas, de mansedumbre (Col. 3:2), pues en esa condición de mansedumbre heredarán la tierra (Mt.5:5).Los escogidos fueron llamados para la salvación (vida eterna en el reino), por la santificación del Espíritu y fe de la verdad.

La esperanza de los justos

«Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga» (Mateo 13:43). Esta declaración es interesante, pues el justo resplandecerá como el sol en el reino de Cristo, tal como Cristo resplandeció cuando lo vieron en su gloria y reino en  la visión de la transfiguración (Mateo 17:2). Si algún cristiano no logra la transfiguración para brillar también como el sol, entonces no sólo no podrá reinar con Cristo, sino que aún permanece como cualquier impío injusto.

Ahora sí entendemos el porqué Jesús nos anima a buscar el reino de Dios y su justicia, pues esto significará primordialmente para el que lo busca, lo siguiente:

1.- Su inmortalidad.

2.- Su resplandor como el sol.

4.- Su participación lado a lado con el rey de reyes y Señor de Señores en su reino.

Estas 3 cosas dan verdadero significado a la salvación ofrecida por el Señor a todo seguidor leal suyo. Por eso, mientras no heredemos el reino de Dios, no podemos afirmar que Cristo ya no salvó completamente, pues aún falta una salvación futura que se cristalizará cuando el Señor vuelva (Parusía). Dice Hebreos 9:28, de este modo: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (también 1 Pedro 1:5). Y este pasaje lo complementaremos con el de Mateo 25:31,34, que dice: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria… Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo».  Así que salvación es definitivamente heredar el reino de Dios con vida eterna.