MAX IGAN EN CONVERSACIÓN CON SANTOS BONACCI SOBRE SECRETOS DEL VATICANO Y LA ASTRO-TEOLOGÍA

Max Igan en conversación con Santos Bonacci para hablar de Astro-teología y de los secretos del Vaticano, El hoyo del conejo es profundo y variado en la multitud de ramas que les son inherentes. pero como de costumbre «todos los caminos conducen a Roma» tuvo el imperio romano que inventar una nueva religión con fines de control. Vamos a tomar más de la historia e incorporarla con las religiones de nuestros misterios, tomar el control y utilizarlo para nuestro beneficio. Los nativos usan para decir: Ellos vinieron. Ellos tenían la Biblia, nosotros teníamos la tierra. Nos dijeron que cerráramos los ojos y rezar. Cuando abrimos los ojos, nosotros teníamos la Biblia y ellos tenían la tierra!

 

LA CONEXIÓN DEL GRUPO CARLYLE

La conexión de The Carlyle Group

Tanto la familia Bin Laden y Bush están conectadas con Carlyle Group smdh. The Carlyle Groupes es una gran «empresa de capital privado,» y uno de los mayores bancos de inversión en el mundo, tiene su sede en Washington y ha acumulado su capital principalmente por las inversiones en la industria de defensa, y que recauda dinero de los individuos ricos y las empresas, a continuación, reinvierte el dinero en las empresas privadas de defensa con los márgenes de beneficios muy altos. Se compone de políticos bien conocidos, como George Bush padre y James Baker, y es uno de los elementos más poderosos del «complejo militar-industrial», que es un negocio en torno a la industria de defensa es tan grande y poderoso que puede influir en la política de la guerra. Este video analiza la estructura del grupo y explica su historia de muchos abusos.

OBSTÁCULOS QUE IMPIDEN QUE LA SECTA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ SEA LA RELIGIÓN VERDADERA

Los Testigos de Jehová dicen ser la religión verdadera porque dicen mantener una unidad entre la hermandad. Sin embargo, cuando la examinamos desde adentro, vemos que esa unidad es aparente, pues se la mantiene con mano de hierro, siendo los disidentes expulsados de la congregación sin demora para mantenerla «limpia». Además, todos aquellos feligreses que osaran manifiestar sus dudas a otros hermanos de lo que enseña el llamado «esclavo», corren el riesgo de ser citados por el «comité judicial» para  que se rectifiquen de sus dudas, o de lo contrario podrían terminar siendo expulsados inmediatamente de la congregación como «apóstatas».

En realidad no existe una verdadera unidad dentro de los Testigos de Jehová, pues en el fondo existen puntos de vista divergentes entre los hermanos en cuanto a las fechas del armagedón, cómo criar sus hijos, qué educación seglar darles para que así se ganen la vida, lo cual muchas veces choca con los intereses  de la élite que espera que sus jóvenes se dediquen al precursorado y a la organización a tiempo completo. También existen envidias y competencia para ocupar puestos de «privilegio», y hay abusos de autoridad por parte de algunos ancianos y también por parte de los siervos ministeriales contra la grey. También se ven a misioneros o ancianos que muestran más interés y consideración por aquellos hermanos adinerados y menos por los que son menos favorecidos y muy poco instruidos.

Pero lo más grave aún es que su doctrina de las dos clases o rebaños, uno con todos los privilegios, y otro con muy pocos o ninguno, divide a la llamada «hermandad·» y no favorece en nada para la unidad aspirada por nuestro Señor Jesucristo.

¿QUÉ ES EL EVANGELIO DEL REINO?

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A ver, a ver…¿Quién lo sabe?

 

“…Cuando el edificio de la iglesia estaba casi completado, la… doctrina del reino de Cristo sobre la tierra fue… rechazada como una absurda invención de herejía y fanatiquismo” (Edward Gibbon, Decline and Fall of the Roman Empire [“Decadencia y caída del Imperio Romano”], edición abreviada, 1967, p. 234).

 Las ruinas del antiguo Foro Romano yacen en silencio, una escena decadente donde emperadores una vez gobernaron un poderoso imperio. Los templos paganos a Júpiter y Venus son reliquias de una gloria pasada. Los visitantes miran las ruinas y se maravillan de cómo deben haber sido en su esplendor.

Sobre esta escena caen las sombras de las cruces que están en la parte superior de muchas iglesias que rodean la ciudad. Para algunos, las cruces son un símbolo apropiado del triunfo de la iglesia sobre el imperio que de manera oficial persiguió a los creyentes e intentó erradicar el Cristianismo.

¿Es la obra de la religión organizada el Reino de Dios sobre la tierra hoy día? Esta es la idea central que plasma el punto de vista del mundo religioso. Pero ¿es este el mismo Reino de Dios quela Bibliadescribe?

¿Ha traído el Cristianismo al mundo y sus habitantes la paz duradera profetizada por los profetas bíblicos? ¿Está el Reino de Dios en su sitio a través de una iglesia organizada o a través de centenares de denominaciones divididas, más pequeñas? O, como algunos creen, ¿es el Reino de Dios simplemente la morada interna del Espíritu de Dios en el corazón de uno?

Tales creencias han formado dramáticamente el punto de vista religioso del mundo de lo qué es el evangelio que Jesucristo enseñó.

Cuando Jesús habló del Reino de Dios, ¿qué quiso decir Él? ¿Se estaba refiriendo ala Iglesiaque Él construyó a través de Sus discípulos? O ¿estaba Él hablando acerca de algo enteramente diferente?

Estas son preguntas importantes. Muchos han reinterpretado el lenguaje claro e inequívoco que Jesús usó cuando Él les enseñó a Sus discípulos acerca del venidero Reino de Dios. Pero, a través de los siglos en el mundo Cristiano, Jesús Mismo se ha convertido no el mensajero sino la totalidad del mensaje. Si usted va a entender el mensaje que Jesucristo trajo—“el evangelio del Reino de Dios” (Marcos 1:14)—usted necesita descubrir las respuestas bíblicas a estas preguntas.

¿Dónde Empieza la Historia?

¿Cómo describela Bibliael Reino de Dios, y cuándo empezó Dios a revelar información acerca de Su Reino a la humanidad?

Muchos asumen que el evangelio del Reino de Dios se originó con la predicación de Cristo y Sus apóstoles.

Comúnmente se hace referencia a los cuatro relatos de la vida de Cristo en el Nuevo Testamento como los cuatro Evangelios. Sin embargo, pocos se dan cuenta de que las bases del evangelio fueron reveladas a los siervos de Dios mucho antes de que Jesús naciera. (En realidad, estos cuatro libros no fueron originalmente llamados “los Evangelios”; ese término no les fue aplicado hasta la mitad del segundo siglo.)

La palabra evangelio es derivada del vocablo griego evangelion, que significa buenas noticias. En la Biblia, esta palabra griega se refiere al mensaje de un rey o un informe favorable acerca de un acontecimiento significativo. Así, evangelio simplemente se refiere a buenas noticias de parte de Dios. Es el mensaje de Dios anunciando Su plan y propósito para la humanidad. Son buenas noticias para nosotros. Jesucristo vino para proclamar las maravillosas noticias acerca del plan y propósito de Dios. El punto central de ese plan es el Reino de Dios.

Dios siempre ha revelado Su propósito a la humanidad. Aún en el principio, Él explicó la razón por la cual nacimos y el propósito de la vida humana. El principio del evangelio está implícito en esa explicación.

El apóstol Pablo dice que el evangelio fue predicado, muchos centenares de años antes del nacimiento de Jesús, a un hombre llamado Abraham. “Y la Escritura…dio de antemano la buena nueva [el evangelio] a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones” (Gálatas 3:8, énfasis agregado hasta el final).

Note usted que el evangelio es acerca de que Dios bendice a todas las naciones. Es acerca de buenas cosas venideras. En un pasaje es llamado “el evangelio eterno” (Apocalipsis 14:6). Es el plan de Dios para bendecir a toda la humanidad eternamente.

Jesucristo es la figura central en ese plan. Pero el evangelio no está limitado a información acerca de la persona de Cristo. Abarca el propósito entero de Dios como está revelado en todala Escritura. Esla buena noticia acerca de cómo el Mesías—Jesús de Nazaret—traerá ese plan a un clímax inimaginablemente maravilloso.

Sigamos el rastro de la revelación de Dios de esta buena noticia tal como se desarrolla en las Escrituras.

¿Cuándo expresó Dios por primera vez Su propósito para crear a la humanidad?

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26).

Este versículo comienza el anuncio, las buenas noticias, del Reino de Dios. Aquí Dios expresa Su intención de formar a los seres humanos a su imagen y darles dominio sobre Su creación. El hecho de haber sido creada a la imagen de Dios, le imparte un propósito especial a la vida humana. (La Lección3 de este Curso de Estudio Bíblico cubre en más detalle cómo y por qué Dios crea a los humanos a Su imagen y semejanza.)

Dios le ofreció a la primera familia humana un camino de vida—simbolizado por el árbol de la vida—que involucra a todos los seres humanos disfrutando de una relación personal con su Creador.

¿Qué ingrediente espiritual es esencial para que la relación del hombre con Dios tenga éxito?

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

Dios hace que Sus bendiciones y recompensas estén disponibles para aquellos que voluntariamente le sirven con una fe viva y activa (Santiago 2:17-23). Esta fe es posible únicamente como un don de Dios y es crucial para nuestra salvación (Efesios 2:8). Nadie que rehúsa creer y confiar en Dios puede agradarle.

Dios esperaba que Adán y Eva confiaran en Él y le demostraran su confianza obedeciendo lo que Él había dicho. A lo largo dela Biblia, la obediencia y la fe van de la mano. Lamentablemente, Adán y Eva subestimaron grandemente la importancia de confiar en Dios y seguir Sus instrucciones fielmente.

LA ELECCIÓN: ¿CUÁL CAMINO DE VIDA?

La confianza en Dios es el resultado de elegir. El camino de vida de Dios no fue la única elección que nuestros primeros padres enfrentaron. La serpiente le presentó a Eva una alternativa, y la convenció de que su enfoque era el mejor camino. La persuadió de que Dios había retenido información importante de ella, que Dios la había desinformado (Génesis 3:1-6). Eva entonces persuadió a Adán a que se uniera a ella en su rebelión contra las instrucciones de Dios y tomara del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:15-17).

Como resultado de esto, otro “gobernante” (Juan 12:31), el que ejerció influencia sobre “todos los reinos del mundo” (Mateo 4:7-9), pudo introducir a la humanidad a un camino diferente de vida. Este gobernante es “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9). Con el tiempo, él introdujo incluso un mensaje religioso falso—un “evangelio diferente” (Gálatas 1:6-8)—que es opuesto al plan y propósito de Dios para  nosotros.

Debemos entender el significado de que Satanás haya introducido a la humanidad a un camino deferente de vida, un camino opuesto a Dios. El mensaje de Satanás está camuflado en lenguaje que suena aceptable y parece correcto a nuestra manera natural de pensar (2 Corintios 11:13-15). Él incluso ha convencido a la mayor parte de la gente de que los caminos de Dios son locura (1 Corintios 2:14). Al hacer esto, Satanás se ha convertido no sólo en el gobernante sino en el “dios” de esta era (2 Corintios 4:4). Pablo se refiere a él como “el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2).

¿Qué palabras proféticas le dijo Dios a “la serpiente antigua”?

“Y el Eterno Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste… pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el calcañar” (Génesis 3:14-15).

Aquí, a principios de la historia humana, Dios prometió una esperanza para la humanidad. Él prometió quela Simientedesignada (el Mesías) libraría a la humanidad del gobierno de Satanás. Como veremos, esta antigua profecía también muestra el compromiso de Dios de llevar a feliz termino Su plan para moldear a la humanidad en Su propia imagen espiritual—para establecer un reino que producirá el fruto del árbol de la vida en lugar del fruto de las decepciones de Satanás.

La profecía de la simiente prometida da inicio a una hebra que corre a través de todala Biblia. Esla firme promesa de Dios de un Salvador, un Rey que gobernará con justicia y traerá la paz y la salvación a todos.

¿Cuánto tiempo ha planeado Dios Su Reino?

“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34).

Dios planeó desde antes de la creación del hombre establecer Su Reino. Nada impedirá que Él lo lleve a cabo. Desde las primeras hojas dela Biblia Diosexplica por qué nos creó y cómo establecerá Su Reino.

LA NECESIDAD DEUN REDENTOR

¿Cuál fue el resultado del pecado de Adán y Eva?

“Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3:24).

Dios desterró a Adán y Eva y sus descendientes del Huerto de Edén. Pero algo más les sucedió a ellos que fue aún más desastroso. Dios negó el acceso al árbol de la vida a Adán y Eva y sus descendientes hasta quela Simienteprometida, el Mesías, aparecería y los redimiría (1 Pedro 1:18-21) y los reconciliaría permanentemente con Dios (2 Corintios 5:18-21).

Su elección de escuchar a Satanás condujo al hombre por el camino de ignorar la instrucción y camino de vida de Dios. En lugar de eso, ellos escogieron “el árbol de la ciencia del bien y del mal”. Ellos decidieron determinar por ellos mismos lo recto y lo malo. Abrazaron un “camino que al hombre le parece derecho” pero al final producirá siempre consecuencias trágicas en abundancia (Proverbios 14:12; 16:25). Es el camino de pecado, el cual conduce a la miseria, violencia y muerte (Romanos 3:15-16; 6:23).

¿Qué sucedió en las vidas de los descendientes de Adán y Eva?

“Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra” (Génesis 6:11-12).

Conforme la gente desarrolló su civilización aparte de Dios, las consecuencias de elegir su propio camino de vida pronto se hicieron aparentes. A partir de que Caín mató a su hermano Abel (Génesis 4:8), la violencia se multiplicó.

Para el tiempo de Noé, el mundo se había vuelto tan corrupto que “se arrepintió el Eterno de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” (Génesis 6:6). Excepto por Noé y su familia inmediata, todos perdieron la vida en el gran diluvio que siguió (Génesis 7:23).

¿Qué comparación hay entre las palabras que Dios le dirigió a Noé después del diluvio y la instrucción original que le dio a Adán?

“…a imagen de Dios es hecho el hombre. Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella” (Génesis 9:6-7).

Al recordarle a Noé que Dios creó a los seres humanos a Su imagen, Él enfatizó de nuevo la clave para tener buenas relaciones. Dios quiere que el comportamiento de la gente refleje Su carácter y camino de vida. Esa es la única manera en que una civilización puede desarrollarse pacíficamente y productivamente. Es la única manera para evitar los males que fueron la causa del diluvio.

Los descendientes de Noé pronto se olvidaron de las lecciones de la violencia y destrucción antes y durante el diluvio. Génesis 11 describe a la humanidad, después del diluvio, en abierta oposición al gobierno de Dios. En un lugar que llegó a ser llamado Babel, o Babilonia, los hombres construyeron una torre que se levantaba como un símbolo duradero de su renovada determinación por construir una civilización prescindiendo de la instrucción de Dios.

El mismo nombre Babilonia (Babel en hebreo) se convirtió en un epíteto bíblico para el reino de Satanás. En el último libro dela Biblia se habla simbólicamente del reino de Satanás como Babilonia (Apocalipsis 14:8).

 EL PRINCIPIO DEL PUEBLO ESCOGIDO DE DIOS

De la civilización que se originó enla Torrede Babel, Dios llamó a un hombre llamado Abram. Dios cambió el nombre de Abram a Abraham, que significa “el padre de muchas naciones” (Génesis 17:5). El nuevo nombre de Abraham lleva gran significado.

¿Por qué llamó Dios a Abraham?

“Pero el Eterno había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3).

Dios empezó un proceso que traería bendiciones a cada habitante de la tierra. A través de Abraham y sus descendientes, Dios empezaría un reino físico temporal, la nación de Israel.

¿Tuvo Dios la intención de tener una relación personal con Abraham como quiso tenerla con los primeros humanos, Adán y Eva?

“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció el Eterno y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1).

A través de las experiencias de su vida en una tierra nueva, Abraham aprendió la lección esencial de confiar en Dios por medio de tener fe en Sus promesas y actuar en conformidad a su fe. Como resultado de esto, Abraham es el “padre de todos los creyentes” (Romanos 4:11).

¿Qué relación había entre reyes y un reino y el llamamiento de Abraham?

“Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti” (Génesis 17:6).

A través de los descendientes de este hombre, Dios prometió levantar un gran nación. Más tarde, las profecías muestran que dicha nación sería un tipo del Reino espiritual y eterno de Dios. Las promesas de Dios a Abraham juegan un papel importante en Su plan maestro para la humanidad.

Las promesas que Dios le hizo a Abraham son la base del Reino de Dios. Abraham y los profetas son también el fundamento del evangelio. Pablo nos dice quela Iglesiamisma está edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20).

Nosotros no podemos captar de manera completa el significado del evangelio sin comparar la revelación que Dios hizo a Abraham y los profetas sucesivos con la enseñanza de Jesucristo. Éste fue el enfoque que los apóstoles de Cristo usaron en la predicación del evangelio al mundo. Cualquier otro enfoque conducirá a una comprensión distorsionada e incompleta del evangelio del Reino de Dios.

ISRAEL: EL REINO TEMPORAL DE DIOS

Las tribus de Israel, descendientes de Jacob, nieto de Abraham, se convirtieron en un reino literal bajo el mando del rey David.

David, ancestro físico de Jesucristo, consideró la eterna pregunta del propósito del hombre al contemplar la gloria de los cielos. “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria”, preguntó él, “y el hijo del hombre, para que lo visites? (Salmo 8:4). Ésta es la eterna pregunta de la humanidad. Nosotros continuamos preguntando, “¿Es esta vida todo lo que hay?”

A través de David, Dios reveló que Él intervendría dramáticamente en los asuntos de la humanidad, Él haría “cesar las guerras hasta los fines de la tierra”, y Él sería “exaltado entre las naciones” (Salmo 46:1-11).

A través de David, Dios estableció una dinastía de reyes sobre Israel. Cristo mismo, como “hijo de David, hijo de Abraham” (Mateo 1:1), nació para heredar el trono de David (Lucas 1:32). Nos enteramos de una relación directa entre la dinastía de reyes que Dios prometió que descenderían de Abraham y David y el Reino de Dios predicado por Jesucristo.

¿Cuánto tiempo regirá la dinastía de David sobre Israel?

“¿No sabéis vosotros que el Eterno Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, bajo pacto de sal?” (2 Crónicas 13:5).

El dominio de David va a durar por siempre. David es el rey quien gobernará sobre Israel después de su restauración bajo el Mesías después de Su regreso a la tierra (Ezequiel 37:21-24). Desde luego, el dominio de David tan sólo puede ocurrir después de que Dios resucite a David con todos los otros santos al regreso de Cristo.

 

El reino que Dios estableció a través de David fue un precursor de un reino mucho más importante que Jesucristo establecerá en el futuro. Notemos que Dios señaló la importancia de la dinastía de David. “Él me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternamente. Yo le seré por padre, y él me será por hijo; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fue antes de ti; sino que lo confirmaré en mi casa y en mi reino eternamente, y su trono será firme para siempre” (2 Crónicas 17:12-14).

Dios reclamó el reino de David como “Mí reino”—un tipo, un ejemplo o precursor, del venidero Reino de Dios. Comprender la relación entre el reino temporal de David y el Reino eterno de Dios es crucial para entender el evangelio que Cristo y Sus apóstoles predicaron.

¿Vio Pablo una relación entre el evangelio y las promesas que Dios le hizo a David?

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:1-4).

Mientras enseñaba en un día Sábado en Antioquía, Pablo explicó este concepto: “Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel” (Hechos 13:21-23; comparar 2 Timoteo 2:8; Apocalipsis 22:16).

Cuando Salomón, hijo de David, se convirtió en rey, ¿sobre el trono de quién se sentó?

“Y se sentó Salomón por rey en el trono del Eterno en lugar de David su padre…” (1 Crónicas 29:23).

No sólo consideraba Dios a Israel como Su reino temporal, sino que también consideraba el trono de Israel como Su trono—el trono que Jesucristo heredará (Lucas 1:32).

Los reyes de la dinastía de David eran responsables directamente ante Dios. Pero Israel y sus reyes no fueron fieles al pacto que Dios había hecho con ellos, y el reino de Israel no perduró. Así terminó el contacto directo que tenían con Dios.

Después del reinado de Salomón, la nación de Israel se dividió en dos. Las diez tribus del norte continuaron llamándose Israel. El reino del sur, conocido como Judá, permaneció fiel a la dinastía de reyes de David. Pero en lo sucesivo, ninguna de las dos naciones siguió el ejemplo de Abraham y de David.

Finalmente, Israel y Judá fueron llevados presos por sus poderosos vecinos. Después de una serie de invasiones, Israel se vino abajo y fue tomada cautiva por los asirios en el año721 a.C. El reino de Judá cayó ante los babilonios bajo el rey Nabucodonosor en el año587 a.C. Con su caída, el reino temporal de Israel fue aplastado y dejó de existir. Únicamente un remanente de su gente permaneció como cautivos y esclavos.

Entre los cautivos de Judá que fueron removidos a Babilonia estaba un hombre joven perteneciente a la nobleza llamado Daniel. Dios le dio la habilidad de interpretar ciertos sueños y visiones. A través de las interpretaciones de Daniel, Dios reveló un asombroso futuro lleno de esperanza para Israel.

DANIEL VISLUMBRA EL REINO DE DIOS

La obra profética de Daniel comenzó cuando Nabucodonosor tuvo un sueño perturbador. Este gobernante babilónico les pidió a sus magos que le dijeran tanto su sueño como su interpretación. Dios puso en la mente de Nabucodonosor que les demandara algo que es humanamente imposible—requerir de ellos que le dijeran lo que él había soñado.

Daniel no sólo pudo describir el sueño del rey sino también pudo explicar su significado profético.

¿Qué vio Nabucodonosor en su sueño?

“En su sueño Su Majestad veía una estatua enorme, de tamaño impresionante y de aspecto horrible. La cabeza de la estatua era de oro puro, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y los muslos eran de bronce, y las piernas eran de hierro, lo mismo que la mitad de los pies, en tanto que la otra mirad eran de barro cocido” (Daniel 2:31-33, Nueva Versión Internacional).

¿Qué simbolizaban las partes de la estatua, compuestas de diversos materiales?

“Éste fue el sueño que tuvo Su Majestad, y éste es su significado: Su Majestad es rey entre los reyes; el Dios del cielo le ha dado el reino, el poder, la majestad y la gloria… ¡Su Majestad es la cabeza de oro! Después de Su Majestad surgirá otro reino de menos importancia. Luego vendrá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. Finalmente, vendrá un cuarto reino, sólido como el hierro. Y así como el hierro todo lo rompe, destroza y pulveriza, este cuarto reino hará polvo a los otros reinos” (versículos 36-40, NVI).

Los estudiantes de la profecía e historia, por lo general están de acuerdo que las partes de la estatua se refieren a los cuatro imperios de Babilonia, Persia, Grecia y Roma (Persia y Grecia son incluso identificados por nombre en Daniel 8:21-21). En otra visión descrita en el capítulo 7, Daniel vio estos reinos como bestias salvajes que devoran a otras naciones.

Estos cuatro reinos dominaron el curso de los acontecimientos en el Cercano Oriente durante el tiempo de su dominio. El Imperio Romano finalmente creció hasta abarcar la mayor parte del territorio desde el Cercano Oriente hasta las partes de Europa que están más hacia el occidente. Roma se hizo infame por su intensa persecución de Judíos y Cristianos.

Aunque ninguno de estos reinos controló el mundo en su totalidad, sus ideas influyeron grandemente la civilización desde entonces. Esto es particularmente cierto de Grecia y Roma, cuyas culturas e ideas dieron forma en gran parte al pensamiento y prácticas gubernamentales, educativas, sociales y religiosas del mundo occidental.

¿Qué le sucederá a los reinos representados por la estatua que Nabucodonosor vio en su sueño?

“De pronto, y mientras Su Majestad contemplaba la estatua, una roca que nadie desprendió vino y golpeó los pies de hierro y barro de la estatua, y los hizo pedazos. Con ellos se hicieron añicos el hierro y el barro, junto con el bronce, la plata y el oro. La estatua se hizo polvo, como el que vuela en el verano cuando se trilla el trigo. El viento barrió con la estatua, y no quedó ni rastro de ella. En cambio, la roca que dio contra la estatua se convirtió en una montaña enorme que llenó toda la tierra” (versículos 34-35, NVI).

En el sueño de Nabucodonosor, la estatua entera se derrumbó cuando la “roca que nadie desprendió” golpeó e hizo pedazos sus pies. Sus diminutos fragmentos volaron como el polvo de tal manera que “no quedó ni rastro de ella”. Los reinos del hombre que operan bajo la influencia y guía de Satanás llegarán al mismo final. Están destinados a ser completamente destruidos y olvidados.

¿Qué seguirá a la destrucción de esta civilización influenciada por Satanás?

“En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos” (v. 44, NVI).

El reino que Dios establecerá transcenderá todos los esfuerzos humanos. Dios establecerá sobre la tierra Su civilización, rechazada por la humanidad desde el principio. La Interpreter’s Bible [“Biblia del interprete”], dice: “Su dominio ‘eterno’ es la universalidad del reino en el tiempo ([Daniel] 7:14) así como la montaña que llenó la tierra fue su universalidad en el espacio. El término ‘eterno’ levanta el reino de un plano de tiempo a uno de eternidad. Los períodos del mundo han terminado y el reino eterno que no tiene final es introducido. Cada uno de estos períodos mundiales fue sucedido por otro, pero este reino no tendrá sucesores”.

Jesucristo reemplazará los reinos de este mundo con el Reino que Su Padre le dará a Su regreso—el Reino de Dios. Estas son las buenas noticias de la profecía de Daniel y son también las mismas buenas noticias que Jesús predicó. Esto es de lo que se trata el evangelio de Jesús. Éste es el mensaje que Él les ordenó a Sus discípulos que predicaran al mundo.

¿Qué tan cierta es la profecía?

“… El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación” (v. 45).

Las profecías de Daniel acerca del Reino vinieron en un tiempo crítico en la historia del antiguo Israel. Los israelitas habían perdido su soberanía al ser llevados cautivos. No obstante, en medio de su calamidad y ruina, dios les reveló, a través de Sus profetas, que bajo el reinado del Mesías ocurriría una restauración del pueblo y nación de Israel (Jeremías 23:5-8).

EL REY DEL REINO VENIDERO

¿Fue revelado el nacimiento de un Rey mesiánico a través de los profetas?

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo del Eterno de los ejércitos hará esto” (Isaías 9:6-7).

Los escritos de los profetas hebreos contienen muchas referencias a la venida de este Rey divinamente ungido, específicamente identificado en Daniel 9:25-26 como el Mesías. La palabra hebrea para Mesías significa “El Ungido”. En el antiguo Israel, los reyes y los sumos sacerdotes eran ungidos con aceite cuando eran escogidos para el puesto. El Mesías es el Rey de reyes divinamente ungido por Dios (Apocalipsis 17:14).

¿Reinará Jesús, el Mesías, sobre un reino físico, literal?

“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Daniel 7:13-14).

De acuerdo a esta profecía, Dios le dará a Jesucristo un Reino eterno en el cual Él gobernará sobre “pueblos, naciones y lenguas”—seres humanos físicos sobre la tierra.

¿Reconoció Jesús que Él había nacido para ser rey?

“–¡Así que eres rey!—le dijo Pilato. –Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo…” (Juan 18:37, NVI).

EL EVANGELIO QUE JESÚS ENSEÑÓ

 ¿Cuál fue el tema principal del mensaje de Cristo?

“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios” (Marcos 1:14).

“Aconteció después, que Jesús fue por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él” (Lucas 8:1).

Desde el principio del ministerio terrenal de Cristo, Él fijó su atención en el Reino de Dios. Él continuó con el mensaje proclamado por Daniel y los otros profetas. A través de Su ministerio Él uso reiteradas veces las palabras rey y reino para explicar las buenas  noticias que predicó (ver “El Reino en los Evangelios”, página 8).

¿Qué otro tema fue prominente en la predicación de Cristo?

“El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15; comparar con Mateo 9:13).

Jesús enseñó que nadie puede entrar en el Reino de Dios a menos que se arrepienta: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23; comparar con Mateo 19:16-17; 1 Juan 2:4).

Obedecer a Jesucristo es distinto de simplemente creer en Él. Someterse a al voluntad de Dios requiere de un cambio de corazón. Significa llegar a confiar en Dios y arrepentirse voluntariamente del pecado, que es ausencia de la ley, infracción de la ley de Dios (1 Juan 3:4). Aquí es donde muchas personas sinceras malentienden no sólo el evangelio sino lo que uno debe hacer para entrar en el Reino y recibir el don de la vida eterna.

Nuestra fe en Dios y en la confiabilidad de Sus promesas debe conducir a una vida de obediencia activa. De lo contrario nuestra fe es muerte e inútil (Santiago 2:26).

¿Qué dijo Jesús que es necesario para que alguien entre en el Reino de Dios y reciba vida eterna?

“… Vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:16-17).

¿Cuál mensaje tuvo prioridad en la mente de Jesucristo después de Su resurrección?

“Después de haber padecido, [Jesús] se presentó vivo [a los apóstoles] con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:3).

Después de explicarles más detalles del evangelio del Reino de Dios, Jesús envió a Sus apóstoles al mundo para enseñarles a las naciones esas verdades (v. 8; comparar con Mateo 28:19-20).

LOS APÓSTOLES ENSEÑAN EL MISMO EVANGELIO

¿Cuál mensaje les ordenó Jesús a Sus seguidores que predicaran?

“Habiendo reunido a sus doce discípulos… los envió a predicar el reino de Dios…” (Lucas 9:1-2).

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

¿Hicieron ellos lo que Él les mandó?

“Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían” (Marcos 16:20).

“Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12).

¿Era el Reino de Dios la meta de los primeros Cristianos?

“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Hebreos 12:28).

¿Por qué razón dijo Pedro que Dios llama a las personas a Su Iglesia?

“Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:10-11).

¿Enseñó también Santiago, medio hermano de Jesús, que el Reino de Dios es la meta de la vida Cristiana?

“Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Santiago 2:5).

¿Qué dijo Jesús mismo que debe ser la meta de cualquier Cristiano?

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…” (Mateo 6:33).

Vemos de manera consistente que la meta final de los creyentes en Cristo, es entrar y compartir en el Reino de Dios. Es el propósito mismo de sus vidas. A través de los cuatro Evangelios y los otros escritos de los apóstoles, la realidad del Reino de Dios es tratada como un resultado inevitable.

¿Fue el Reino de Dios un tema principal en la enseñanza de Pablo?

“Y entrando Pablo e la sinagoga habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios” (Hechos 19:8).

“Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, tanto por la ley de Moisés como por los profetas” (Hechos 28:23).

“Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (vv. 30-31).

Pablo enfatizó el tema del Reino de Dios, continuando la enseñanza de Jesucristo y los otros apóstoles.

¿Por qué razones fueron perseguidos Pablo y sus compañeros?

“Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús. Y alborotan al pueblo y a las autoridades de la ciudad, oyendo estas cosas” (Hechos 17:6-8).

Pablo enseñó que Jesús regresaría como Rey para establecer el Reino de Dios. Por causa de esta enseñanza, él fue falsamente acusado de incitar a sus seguidores para derrocar el gobierno romano. Aunque esto no era cierto, metió en serios problemas a Pablo y sus asociados. F.F. Bruce en su comentario sobre Hechos dice: “Los apóstoles proclamaron el reino de Dios, un reino muy diferente de cualquier imperio secular, y sin duda ellos daban a Jesús el título griego basileus (‘rey’), por el cual el emperador romano era descrito por sus súbditos de habla griega” (F.F. Bruce, The Book of Acts: The New International Commentary on the New Testament [“El libro de Hechos: Nuevo comentario internacional del Nuevo Testamento”], 1984, pp. 344-345).

Puesto que el evangelio hablaba de un Reino literal con Cristo como su rey, esto fue motivo de cargos de traición contra Pablo. Los ciudadanos temían que las autoridades romanas intervendrían y los tratarían severamente si se continuaba hablando abiertamente del Reino de Dios. Este incidente muestra el poderoso impacto que el mensaje del Reino tuvo en el mundo romano.

Pablo enseñaba que la gente debe volverse de los dioses e ídolos falsos y debe empezar inmediatamente a obedecer las enseñanzas del Dios viviente. Él retó sus supersticiones paganas. La predicación de Pablo de que Dios planea enviar a Jesucristo para establecer el Reino de Dios, a menudo trajo persecución sobre él y sobre sus compañeros (Hechos 16:19-24; 19:25-29).

¿Por qué fue Pablo muchas veces acusado en la corte de hacer el mal?

“Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio; promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos. ¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos?” (Hechos 26:6-8).

Pablo basó sus enseñanzas en las promesas hechas a sus antepasados. Él predicó que la gente en todas partes podía ser bendecida a través dela Semillade Abraham tal y como había sido prometido. Él predicó la promesa de que un gobernante que vendría de David, se sentaría en su trono para siempre. Ambas promesas se refirieron al papel de Cristo en el plan de Dios. Aún en ese día, muchos judíos anticiparon la aparición de este gobernante debido a la misma promesa y a las palabras de los profetas.

Las enseñanzas de Pablo incluyeron la promesa de que la humanidad sería reconciliada con Dios a través del perdón (Jeremías 31:34; Colosenses 1:18-23). La vida, muerte y resurrección de Cristo, hicieron posible eso. Pablo enseñó que Cristo fue el sacrificio por el pecado como había sido prometido en las Escrituras (Isaías 53:3-6; Romanos 3:23-25). Pabló creyó y enseñó que Dios resucitaría a los muertos (Daniel 12:2-3; Hechos 23:6).

El mensaje de Pablo incluyó todas estas promesas, así como también la maravillosa enseñanza de Dios de que los Cristianos tendrán parte en Su Reino, el cual reemplazará los reinos desobedientes de este mundo. Pablo resume diciendo, “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1:13-14).

 SURGE UN EVANGELIO FALSO

Hemos visto que en la actualidad, Satanás es el gobernante y dios de este mundo. En su papel de engañador de la humanidad, Satanás se involucró profundamente en la religión a principios de la historia humana. Él engaña a la humanidad falsificando y corrompiendo las enseñanzas de Dios.

¿Se encontraron los apóstoles con un evangelio pervertido y versiones adulteradas de las enseñanzas de Cristo?

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo” (Gálatas 1:6-7).

“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” (2 Pedro 2:1-2).

¿Cuál fue la respuesta de Pablo a cualquiera de los que enseñaban un evangelio diferente?

“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:8-9).

Pablo condenó a cualquiera que predicara un evangelio diferente del enseñado por él, los otros apóstoles y Jesucristo. Aunque Pablo no da detalles de esta enseñanza tergiversada, vemos por los acontecimientos posteriores, formas en que el mensaje de Cristo empezó a ser adulterado.

¿Quién fue responsable de las falsas enseñanzas?

“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Corintios 11:3-4).

“Porque éstos  son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque  el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (vv. 13-15).

Pablo le pidió a los ministros de al iglesia de Efeso que se reunieran con él (Hechos 20:17) poco antes de su arresto en Jerusalén por predicar el evangelio. Él les advirtió a los ministros: “Por tanto, mirad por vosotros mismos, y por todo el rebaño… para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (vv. 28-30).

El creciente número de maestros falsos fue causa de que la gente abandonara la enseñanza de Pablo y los otros apóstoles. Estas personas enseñaban sus propias ideas no bíblicas. Pablo escribió: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos” (Romanos 16:17-18).

¿Previó Jesucristo este problema?

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:13-15).

Jesús sabía que surgirían falsos maestros que distorsionarían Sus enseñanzas aun cuando afirmaran representarlo. Tales maestros ganaron continuamente un mayor número de seguidores. Ellos se convirtieron en los muchos, y, como Jesús había predicho, los fieles eran pocos en comparación.

No pasó mucho tiempo antes de que un Cristianismo falso, que enseñaba un evangelio adulterado y radicalmente diferente del de Cristo y Sus apóstoles, llegó a ser un movimiento religioso. Notemos la descripción que hace un historiador moderno del resultado de los cambios doctrinales en los primeros siglos: “Al contemplar la Iglesia Cristianaa principiuos del siglo cuarto, nos es difícil reconocer en ella la comunidad de los tiempos apostólicos, o mejor dicho, no podrmos reconocerla en absoluto” (Charles Guignebert, The Early Historia of Christianity [“La historia temprana del Cristianismo”], 1927, p. 122, énfasis agregado).

En menos de tres siglos, la iglesia visible que se llamaba a sí misma Cristiana, ya no era reconocible como la iglesia fundada por Cristo y los apóstoles. A veces, aquellos que rehusaban aceptar las doctrinas falsas y un evangelio adulterado, ya no podían revelar abiertamente su identidad sin ponerse en riesgo de persecución y muerte.

Hasta este día, abundan los conceptos erróneos acerca del evangelio y las doctrinas de Cristo bajo la bandera de Cristianismo. La advertencia de Pablo continúa vigente: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8).

¿Cuándo se detendrá el engaño satánico?

“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años” (Apocalipsis 20:1-2).

Inmediatamente después de que Cristo regrese, Dios atará a Satanás. Durante los 1,000 años siguientes, él será restringido y ya no tendrá influencia en los asuntos humanos. Así terminará su gobierno de confusión y engaño como “el dios de este mundo” (2 Corintios 4:4). Entonces se colocará el escenario para un nuevo Gobernante sobre la tierra, Jesucristo.

EL REINADO DE UN NUEVO REINO

¿Qué sucede después de que Dios echa fuera al actual “príncipe de este mundo”? (Juan 12:31).

“… y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).

¿Acompañará al regreso de Cristo un acontecimiento milagroso sin precedente?

“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:15-17).

¿Nos da la Biblia otros detalles acerca de esta resurrección?

“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15:50-54).

“Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (vv. 41-44).

¿Reinará con Cristo en Su Reino la gente que se levante en esta resurrección?

“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6).

El regreso de Jesucristo marcará no sólo el principio del Reino de Dios sino el tiempo cuando Dios resucitará a los muertos en Cristo y les dará vida eterna para reinar con Jesús por siempre.

¿Quién estará en esta resurrección a vida eterna en el Reino de Dios?

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21).

¿Desempeñarán los 12 apóstoles un papel especial durante el reino milenial de Cristo?

“Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:29-30).

¿Regresará Jesús a la tierra literalmente?

“Y se afirmarán sus pies en aquel día, sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente… y vendrá el Eterno mi Dios, y con él todos los santos” (Zacarías 14:4-5); comparar con Apocalipsis 5:10).

Esta profecía describe el regreso literal de Jesucristo a la tierra, donde Él se encontrará y será acompañado por los santos resucitados. Él regresará al Monte de los Olivos, que mira hacia Jerusalén desde el lado oriente de la ciudad.

¿Cuál será el estatus de Jerusalén después del regreso de Cristo?

“Así dice el Eterno: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la verdad, y el monte del Eterno de los ejércitos, Monte de Santidad” (Zacarías 8:3).

“En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono del Eterno, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre del Eterno en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón” (Jeremías 3:17).

“Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como antorcha. Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca del Eterno nombrará… Los que os acordáis del Eterno, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra” (Isaías 62:1-2, 6-7).

Jerusalén, esa antigua ciudad sobre la cual tanta sangre se ha derramado a través de los siglos, se convertirá en el centro gubernamental y religioso del mundo en el Reino de Dios.

¿Traerá el Mesías a otras naciones bajo Su dominio?

“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno” (Isaías 2:2-3).

Notemos que el Reino de Dios, establecido por Jesús el Mesías, tomará el control sobre los reinos del mundo. Será un reino literal que reemplazará los presentes sistemas de gobierno, que han rehusado aceptar e implementar las leyes de Dios. Este reino divino se convertirá en una realidad al regreso de Cristo.

¿Cómo tratará Jesucristo con la gente que no venga a Jerusalén a adorarlo como Él manda?

“Y todos  los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, el Eterno de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia. Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que el Eterno herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos” (Zacarías 14:16-18).

Las naciones que pierdan sus suministros de agua, pronto se darán cuenta de que su supervivencia depende de la buena voluntad del nuevo Rey en Jerusalén. Finalmente todas las naciones responderán a las convocatorias de Cristo y vendrán a Jerusalén para aprender los caminos de Dios.

¿Qué le sucederá a las áreas secas y estériles alrededor de Jerusalén?

“Ciertamente consolará el Eterno a Sion; consolará todas sus soleades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto del Eterno; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto” (Isaías 51:3).

“En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca. Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente, para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano del Eterno hace esto, y que el Santo de Israel lo creó” (Isaías 41:18-20).

“Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada… Ellos verán la gloria del Eterno, la hermosura del Dios nuestro… El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos” (Isaías 35:1-2, 7).

¿Qué efecto tendrán estos cambios en la agricultura?

“He aquí vienen días, dice el Eterno, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán” (Amos 9:13).

Junto con la transformación de la tierra, ¿qué cambio tendrá lugar entre los animales salvajes?

“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora” (Isaías 11:6-8).

¿Qué le sucederá al estado de salud de la gente durante este tiempo?

“Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad” (Isaías 35:5-6).

¿Pondrá Cristo un final a la guerra y violencia?

“Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de s u vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Eterno de los ejércitos lo ha hablado” (Miqueas 4:3-4).

¿Experimentará el mundo la paz finalmente?

“Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos del Eterno, y sus descendientes con ellos” (Isaías 65:21-23).

“No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9).

El Reino de Dios, bajo la supervisión de Jesucristo, traerá bendiciones de paz y prosperidad al mundo. Dios restaurará lo que Él quito cuando expulsó a Adán y Eva del huerto de Edén: acceso al conocimiento de Él a través del árbol de la vida (Apocalipsis 22:1-2). El resultado será la paz universal. Dios no permitirá que nadie, hombre o bestia, cause daño alguno a ninguna parte de Su creación.

¿Cuál es la clave de todo este maravilloso cambio?

“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Eterno; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Eterno; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33-34).

Los seres humanos, por sí mismos, no pueden lograr esta increíble transformación de comportamiento y corazón. Sólo puede venir como resultado del Espíritu de Dios obrando en sus mentes y corazones, capacitándolos para obedecer Sus mandamientos de corazón (Zacarías 4:6; Ezequiel 36:25-37). Dios cambiará la misma naturaleza del hombre.

Los seres humanos podrán entonces empezar a lograr su ilimitado potencial humano. Dios podrá entonces formar a todas las personas—de todas las razas y naciones—a Su imagen espiritual, de acuerdo a Su intención original.

 RESUMEN

Nuestro mundo está dominado por el gran engañador, Satanás el diablo. Jesucristo vino trayendo las buenas noticias, el evangelio, del Reino de Dios. Él es el “hombre noble [que] se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver” acerca de quien Él habló en una de Sus parábolas (Lucas 19:12). Él nos dice que oremos: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10).

El apóstol Pablo nos recuerda: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:11-13).

Mientras tanto, “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Los fieles siervos de Dios continuarán cumpliendo el mandamiento que Cristo le dio a Sus seguidores: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

LINDSEY WILLIAMS NOS HABLA DE LO QUE SE VIENE EN ESTE AÑO 2012 (3 HORAS Y MEDIA DE CHARLA)

El Pastor LIndsey Williams fue capellán por varios años para la élite del mundo, los poderosos de la tierra, e hizo amistad con uno de ellos, que Lindsey llama «el Señor X», el cual le reveló varias cosas que la élite provocaría, especialmente con el precio del oro y el petróleo, y que se cumplieron al pie de la letra poco tiempo después. También este señor «X» le reveló de antemano que habría un gran conflicto en el Medio Oriente y que caerían los gobiernos de Egipto, Libia, y finalmente Siria, hechos que se han venido dando al pie de la letra en estos últimos 15 meses, más o menos.

Finalmente, Lindsey revelará en este video otros eventos que ocurrirán este año y que serán muy impectantes. No se pierdan este video!!! 

ABRAHAM, LA TIERRA Y EL REINO

Por Anthony F. Buzzard (M.Th) 

     Un sentido de la coherencia de la historia bíblica se gana cuando recordamos de nuevo los temas básicos en los cuales Israel había sido alimentado. Un número textos cruciales establecen la promesa de la tierra como empresa inviolable de parte del Dios de Abraham para asegurar  paz duradera en esa tierra, que será administrada por aquellos elegidos para ser hijos de Dios: 

“Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.  Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré» (Génesis 13:14-17). 

“Y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes.  Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham,  porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.  Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.  Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos» (Génesis 17:3-8). 

“Yla Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham» (Gálatas 3:8, RSV). 

Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra;  seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel.» (Exod. 19:5, 6, Biblia de Jerusalén).

     La realeza y la posesión de la tierra de Palestina formaron la base del pacto de Dios entre El Mismo y el pueblo elegido, representado inicialmente por Abraham. La función real de Israel dependió, sin embargo, de su obediencia. Hasta qué punto tuvieron éxito en vivir el alto ideal exigido está documentado en la historia del Antiguo Testamento de los Israelitas.  Era a menudo una historia del fracaso de satisfacer el estándar de Dios, siendo David un ejemplo excepcional de autoridad ejercida en cooperación con Dios.16

     Como hemos visto, la esperanza nacional de Israel, mantenida ardiente incluso en épocas de opresión por sus enemigos, era que el último rey ideal, el Mesías, traería eventualmente la edad de oro de paz mundial tan vívidamente predicha por los profetas. Con el alba de ese gran día, vendría el Reino de Dios. Sabemos que las oraciones para el advenimiento del Reino eran ofrecidas continuamente en la sinagoga cuando Jesús comenzó a predicar. Es imposible no notar la afinidad cercana de esta oración con «la oración del Señor»: 

Magnificado y santificado sea Su gran nombre en el mundo que él ha creado según Su voluntad.  Pueda él establecer su Reino en tu vida y en tus días y en el curso de la vida de toda la casa de Israel, incluso rápidamente y en un tiempo cercano.17 

     Como un distinguido teólogo alemán señaló, 18 «el trasfondo verdadero de la enseñanza de Jesús debe ser encontrado en… el pensamiento judío concerniente a Dios como gobernante, y sobre su reino como la manifestación de su actividad real.» 

Weiss sostiene que éste es el énfasis dominante en el Antiguo Testamento, y él demuestra que tal énfasis lleva con él el pensamiento del conflicto con una majestad (realeza) mundana o humana.  El concepto es que Dios demostrará su majestad por un acto del juicio contra la majestad mundana. Contra este trasfondo podemos ver que era natural para los profetas… cuando proclamaron la gran crisis que estaba por venir,  hacer esto en la forma de una proclamación de la venida de un acto poderoso de Dios como rey.  La esperanza expresada en [los profetas] es por la venida de una poderosa actividad real de Dios por el que su pueblo será redimido, sus enemigos y los suyos destruidos, y el actual estado de cosas malvado [cp. Gálatas 1:4, «esta presente edad maligna»] totalmente y para siempre trastocado… es esta esperanza que se encuentra detrás  del uso de Jesús de la frase el Reino de  Dios.19

LA VISIÓN DE LOS PROFETAS MENORES DEL FUTURO GLORIOSO PARA ISRAEL

Por Anthony F. Buzzard 

     Los así llamados profetas menores repiten las promesas divinas de un futuro abundante para la tierra cuando el pueblo de Dios vuelva al Señor con todos sus corazones. La maldición antigua impuesta debido a desobediencia al pacto será quitada y una condición de «leche y miel» prevalecerá en cumplimiento de las promesas divinas de restauración:

Vuelve, Israel, a Yahveh tu Dios, pues has tropezado por tus culpas. Tomad con vosotros palabras, y volved a Yahveh. Decidle: «Quita toda culpa; toma lo que es bueno; y en vez de novillos te ofreceremos nuestros labios. Asiria no nos salvará, no montaremos ya a caballo, y no diremos más «Dios nuestro» a la obra de nuestros manos, oh tú, en quien halla compasión el huérfano.»

Yo sanaré su infidelidad, los amaré graciosamente; pues mi cólera se ha apartado de él,  seré como rocío para Israel: él florecerá como el lirio, y hundirá sus raíces como el Líbano. Sus ramas se desplegarán, como el del olivo será su esplendor, y su fragancia como la del Líbano. Volverán a sentarse a mi sombra; harán crecer el trigo, florecerán como la vid, su renombre será como el del vino del Líbano. Efraím… ¿qué tiene aún con los ídolos? Yo le atiendo y le miro. Yo soy como un ciprés siempre verde, y gracias a mí se te halla fruto. ¿Quién es sabio para entender estas cosas, inteligente para conocerlas?: Que rectos son los caminos de Yahveh, por ellos caminan los justos, mas los rebeldes en ellos tropiezan. (Os. 14:2-10, Biblia de Jerusalén). 

     «Cuando ese día venga», dice al profeta Joel: 

Sucederá aquel día que los montes destilarán vino y las colinas fluirán leche; por todas las torrenteras de Judá fluirán las aguas; y una fuente manará dela Casade Yahveh que regará el valle de las Acacias. Egipto quedará hecho una desolación, Edom un desierto desolado, por su violencia contra los hijos de Judá, por haber derramado sangre inocente en su tierra. Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén de edad en edad. «Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune», y Yahveh morará en Sión. (Joel 4:18-21, Biblia de Jerusalén). 

     Estas promesas encontrarán el cumplimiento después del gran día del Señor descrito en los versos anteriores (Joel 4:15-17). Amós representa el futuro en los mismos términos.  Habrá una purga así como una restauración de Israel: 

He aquí que los ojos del Señor Yahveh están sobre el reino pecador; voy a exterminarlo de la faz de la tierra, aunque no exterminaré del todo a la casa de Jacob —oráculo de Yahveh.  Pues he aquí que yo doy orden, y zarandearé a la casa de Israel entre todas las naciones, como se zarandea con la criba sin que ni un grano caiga en tierra.  A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, esos que dicen: «¡No se acercará, no nos alcanzará la desgracia!» Aquel día levantaré la cabaña de David ruinosa, repararé sus brechas y restauraré sus ruinas; la reconstruiré como en los días de antaño, para que posean lo que queda de Edom y de todas las naciones sobre las que se ha invocado mi nombre, oráculo de Yahveh, el que hace esto. He aquí que vienen días – oráculo de Yahveh – en que el arador empalmará con el segador y el pisador de la uva con el sembrador; destilarán vino los montes y todas las colinas se derretirán. Entonces haré volver a los deportados de mi pueblo Israel; reconstruirán las ciudades devastadas, y habitarán en ellas, plantarán viñas y beberán su vino, harán huertas y comerán sus frutos.  Yo los plantaré en su suelo y no serán arrancados nunca más del suelo que yo les di, dice Yahveh, tu Dios. (Amos 9:8-15, Biblia de Jerusalén). 

 

LA ESPERANZA DEL PROFETA ISAÍAS POR LA PAZ DEL MUNDO

Por Anthony F. Buzzard

     En ninguna parte se representa más vividamente el futuro brillante que en las palabras del profeta Isaías.  Su visión es que

Sucederá en días futuros que el monte dela Casade Yahveh será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, ala Casadel Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos. Pues de Sion saldrála Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra. Casa de Jacob, andando, y vayamos, caminemos a la luz de Yahveh”. (Isa. 2:1-5, Biblia de Jerusalén)  

     Cuando amanece esa nueva edad, «A los restantes de Sión y a los que quedaren de Jerusalén, se les llamará santos: serán todos los apuntados como vivos en Jerusalén» (Isa. 4:3, Biblia de Jerusalén). Después del limpiamiento del área del templo,  

Cuando haya lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y las manchas de sangre de Jerusalén haya limpiado del interior de ella con viento justiciero y viento abrasador,  creará Yahveh sobre todo lugar del monte de Sion y sobre toda su reunión, nube y humo de día, y resplandor de fuego llameante de noche. Y por encima la gloria de Yahveh será toldo y tienda para sombra contra el calor diurno, y para abrigo y reparo contra el aguacero y la lluvia. (Isa. 4:4-6, dela Bibliade Jerusalén).

     La naturaleza milagrosa del Reino predicho es emparejada por la concepción sobrenatural del Mesías: «He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.» (Isa. 7:14). Mateo ve en la concepción milagrosa de Jesús el cumplimiento del oráculo entregado por Isaías 700 años antes.  De la milagrosa concepción de María él registra simplemente que «todo esto sucedió para que se cumplan las palabras dichas por el Señor a través del profeta» (Mateo 1:22, Biblia de Jerusalén). 

     Inseparable de la grandeza del reino futuro es la majestad del rey prometido: 

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte [“Dios Fuerte según el léxico Hebreo, significa, el héroe divino13], Padre Eterno [Padre dela Edad venidera, según la versión Griega del texto Hebreo], Príncipe de Paz.  Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. (Isa. 9:6, 7).

     El profeta habla más adelante de uno “que evangeliza Sion y trae el Evangelio a Jerusalén» (Isa. 40:9). La asociación de las dos ideas de “Evangelio” y “Dios reinando”14  conducen naturalmente al concepto del “Evangelio del Reino” del Nuevo Testamento. Siempre que el texto bíblico habla de Dios que se convierte del Rey, los comentaristas Judíos traducen el verbo hebreo «gobernar» por un sustantivo: «el reino de Dios será revelado» (Targum judío, es decir, paráfrasis de Isaiah 40:10).  Del mismo modo también en Exodo 15:18, «El Señor reinará por siempre y para siempre» significa  «el reino del Señor dura por siempre y siempre.» 

     Exactamente la misma conexión entre el Evangelio y el reino se encuentra en Isa. 52:7: «cuán hermosos en las montañas son los pies del que trae buenas nuevas, que publica paz, que trae buenas nuevas del bien, que publica la salvación, que dice a Sion, ‘Tu Dios reina'». El contexto habla de una manifestación pública del señor: «El Señor desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro”.  (Isa. 52:10).

     Estos pasajes críticamente importantes, junto con la descripción del reino de Dios que substituye a los imperios del mundo en Daniel 2:44, transportan un cuadro claro del reino como el reinado que viene de Dios a la tierra, para ser introducido por una intervención sobrenatural. Es la creencia en la llegada inminente de una nueva era de la historia que Jesús demandó con Sus emplazamientos «Arrepentíos y creed en el Evangelio  [del Reino de Dios] » (Marcos 1:14, 15). 

     La visión de Isaías del brillante futuro personifica la esperanza del reino: 

Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo.  Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová. (Isa.  65:17-25, VRV.60) .

 

LA VISIÓN DE DANIEL DEL REINO DE DIOS

Por Anthony F. Buzzard 

     La importancia del libro de Daniel para el pensamiento de Jesús necesita especial énfasis: 

Pienso que no puede haber duda donde Jesucristo encontró y alimentó su doctrina del reino.  Él lo encontró en el libro de Daniel, y especialmente en Daniel 7.  Hay muchas evidencias que el libro de Daniel era uno de los libros preferidos de Jesucristo, uno de los libros que él estudió diligente y profundamente durante los años de oscuridad pacífica en Nazaret antes que comenzara de su ministerio público tempestuoso.  Él hace varias referencias a Daniel, y cuando el libro de Daniel es inmediatamente comprendido, arroja totalmente un diluvio de luz sobre las numerosas parábolas en las cuales nuestro Señor describió el Reino… El declaró repetidas veces que el Reino era el primer objetivo de su vida para establecer, y él afirmó que éste debe ser el primer objetivo de nuestras vidas a promover.  Él resumió todos nuestros deberes en el mandato siempre memorable de “buscar primero el Reino de Dios y su justicia» (Mateo 6:33).10

     Tomando nuestra pista del libro de Daniel, podemos establecer fácilmente el hecho de que el Reino de Dios (o el Reino de los Cielos) es un imperio verdadero, externo. No solamente esto, debe ser un gobierno que acogerá poder repentina y dramáticamente. Su administración estará en las manos «del Hijo del Hombre» (Dan. 7:13, 14) y de «los santos» (Dan. 7:27). En ningún relato, de la evidencia de Daniel, podía éste ser un reinado invisible establecido solamente en los corazones de los creyentes. Su dimensión política, así como su localización en la tierra, están inequívocamente claros. Es igualmente obvio que no ha aparecido aún el Reino de Dios descrito por Daniel. 

Y en los días de esos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino [en el Nuevo Testamento, el reino de Dios o el Reino de los Cielos] que nunca será destruido, y no será dejado ese Reino a otro pueblo;  desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre (Dan. 2:44, NASV). 

     En el verso siguiente el impacto del Reino se compara a una piedra que tritura el «hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro» de los anteriores imperios mundiales. Según el profeta, cuyo mensaje somos desafiados a creer, «el gran Dios ha dado a conocer al rey [Nabucodonosor] lo que ha de acontecer en el futuro [en hebreo, ‘sea hayamim del acharit ‘ es decir, en los futuros tiempos Mesiánicos]; y el sueño es verdadero, y su interpretación digna de confianza» (Dan. 2:45, NASV). El Hijo del Hombre debe ser designado monarca del Reino divino, compartiendo su autoridad con los santos: 

A El [el Hijo del Hombre, título preferido de Jesús] le fue dado el dominio, la gloria y un reino, para que todos los pueblos, naciones, y hombres de cada lengua puedan servirle. Su dominio es un dominio eterno, que no pasará;  y su reino es uno que no será destruido… y el reino y el dominio y la grandeza de los reinos bajo todo el cielo serán dados al pueblo de los santos del Altísimo. Su reino será un reino eterno y todos los dominios les servirán y obedecerán (Dan. 7:14, 27, RSV). 

     El Reino de Dios es evidentemente un imperio, que ejerce dominio sobre todas las naciones. Llegará al poder en la tierra («bajo todo el cielo» Dan.  7:27) y su establecimiento será por una catástrofe, una agitación internacional que da por resultado una reorganización política completa.  Ante su poder irresistible, las naciones del mundo tendrán que postrarse.  Un tema repetitivo del Nuevo Testamento (pero predicado infrecuentemente) es que Jesús y sus seguidores serán los ejecutivos del Nuevo Gobierno Mundial —el Reino de Dios.11 Ser un santo en el Nuevo Testamento es uno designado para gobernar en el reino venidero. Como Alan Richardson dice: 

Entrar en el reino significa mucho más que convertirse en un sujeto del reino de Dios, significa recibir una parte en la autoridad de Dios, ser uno de aquellos designados a reinar.  Jesús habla de los pobres en espíritu, es decir, de los «hasidim Cristianos» [los santos] como de aquellos a quienes pertenece la autoridad celestial;  ellos son los mansos, quienes, según la profecía del salmo 37:11 heredarán la tierra (Mateo 5:5).  Así como el viejo Israel obtuvo la herencia de la tierra prometida, así el nuevo Israel poseerá la tierra como su herencia… después de la muerte del Anticristo en Daniel 7 «juicio le fue dado a los santos del Altísimo y llegó el tiempo para que los santos poseyeran el Reino (malchut).»12 

     El Reino de Dios estaba destinado a sustituir a los imperios hostiles del mundo representados por la gran imagen de Daniel, capítulo 2.  El séptimo capítulo de Daniel proporciona un modelo imprescindible para la última misión de Jesús, quien vislumbró Su propio destino y aquel de la iglesia en las grandes visiones concedidas al profeta, quien presagiando la carrera de los creyentes, él mismo sufrió en las manos de los babilónicos y logró más adelante su alto oficio en el gobierno. 

LA ESPERANZA CRISTIANA: VIDA EN LA TIERRA DE LA PROMESA HECHA A ABRAHAM

La Esperanza Cristiana: Vida en la Tierra de la Promesa hecha a Abraham

     En una de las declaraciones más solemnes de todos los tiempos el Dios Todopoderoso prometió dar a Abraham un país entero. En la cumbre de una montaña, en alguna parte entre Betel y Ai, en la tierra de Canaán,  Dios le ordenó al «padre de los fieles» (Rom 4:16) diciéndole: «mira desde el lugar donde estás, hacia al norte, sur, este y oeste: Porque toda la tierra que ves la daré a ti y a tu simiente para siempre» (Génesis 13:14, 15). Como una garantía adicional del regalo de Dios para él,  Dios entonces instruyó a Abraham, diciéndole: «Levántate, camina a lo largo y ancho de la tierra, porque te la daré a ti» (Génesis 13:17). 

     El concepto de Abraham de la recompensa final de la fe estaba ligado firmemente a la tierra. Mientras miraba hacia el norte, Abraham habría visto las colinas que marcaban la frontera con Samaria.  Hacia el sur la visión se extendió a Hebrón donde más adelante los Patriarcas serían sepultados en el único pedazo de tierra poseída para siempre por Abraham (Génesis 23:17-20).  Al este descansan las montañas de Moab y al oeste el Mar Mediterráneo. El juramento divino le garantizó a Abraham la propiedad perpetua de una porción grande de tierra. La promesa fue repetida y convertida en la base de un convenio solemne, para ser acariciada por los Israelitas subsiguientes como el fundamento de la esperanza de Israel y de la humanidad. 

7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo,  para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua, y seré el Dios de ellos.  (Génesis 17:7, 8). 

     No parecería posible que los términos de la promesa de Dios podrían entenderse mal. Y sin embargo, por un milagro de la mala interpretación, la teología cristiana tradicional ha manejado estos pasajes inocentes de una manera que priva a Abraham de su herencia y hace a Dios un testigo no fiable.  Los predicadores Cristianos por siglos no han tenido casi ningún interés en la tierra como la herencia prometida a Abraham y a los fieles. Esto puede ser visto examinando los índices de las teologías sistemáticas estándares, diccionarios y comentarios dela Biblia, o de hecho escuchando los sermones en los cuales, extrañamente, mucho se dice sobre la perspectiva del «cielo» y casi nada de la tierra en la cual Abraham esperaba residir permanentemente. 

     Como Gerhard von Rad dice, en los primeros seis libros de la Biblia»no hay probablemente idea más importante que aquella expresada en términos de la tierra prometida y más adelante concedida por Yahweh.»1  La promesa es única. «Entre todas las tradiciones del mundo ésta es la única que habla de una promesa de la tierra a un pueblo.»2  Debido a que la tierra se promete en juramento, otro erudito sugiere que podría ser más correctamente llamada «la tierra jurada.» 3 Tan irresistible era la promesa de la tierra a Abraham que se convirtió en un «poder viviente en la vida de Israel.»4 «La promesa a Abraham se convierte en una tierra para la esperanza final… Hay un Evangelio para Israel en el pacto Abrahámico».5  Este hecho fue reconocido por Pablo.  Él habló del Evangelio (cristiano) como «siendo predicado por adelantado a Abraham» (Génesis 3:8), una declaración apostólica que lanza un diluvio de la luz en el contenido de las buenas Noticias del Nuevo Testamento y demuestra que el cristianismo bíblico está encajado enla Biblia Hebrea. 

     W.D. Davies precisa que grandes secciones del Antiguo Testamento hacen  de «la promesa divina a Abraham la roca fundamental sobre la cual descansa toda la historia subsiguiente.»6 Von Rad sostiene que «el conjunto del Hexateuco [Génesis a Josué] en toda su extensa complejidad estuvo gobernado por el tema del cumplimiento de la promesa a Abraham en la colonización de Canaán.»7  Es la tesis de este libro que la promesa Abrahámica impregnala Biblia entera. Esto sería auto-evidente a todos los lectores dela Biblia, y que la iglesia en los siglos tempranos ciertamente abandonó las raíces de la fe enla Biblia Hebrea y se unió a los patrones extranjeros del pensamiento del mundo Griego. 

     Que los patriarcas esperaron heredar una porción de este planeta es obvio no solamente por las promesas divinas hechas a ellos, sino también por su entusiasmo de ser sepultados en la tierra de Israel (Génesis 50:5). Sabiendo que Dios había prometido darles la residencia permanente en la tierra, ellos también comprendieron  que, al ser resucitados de la muerte, estarían nuevamente parados en el suelo dela TierraSanta.

     La promesa de la tierra a Abraham y a su descendiente funciona como un hilo de rosca de oro a través del libro de Génesis. Las palabras claves en los pasajes siguientes nos ayudan a captar la atmósfera del tema principal dela Biblia: 

Ve a la tierra que te mostraré (Génesis 12:1).  Toda la tierra que ves  la daré a ti y tu descendencia  para siempre (Génesis 13:15).  Un hijo de tu propio cuerpo será tu heredero (Génesis 15:4).  Soy tu Señor que te trajo de Ur de los caldeos para darte esta tierra para tomar posesión  de ella (Génesis 15:7). En ese día el Señor hizo un pacto   con Abram diciendo, «a tu descendencia daré esta tierra (Génesis 15:18).  Haré naciones de ti  y reyes  saldrán de ti. Estableceré mi pacto como pacto eterno  entre mí y tus descendientes después de ti… la tierra entera de Canaán donde tú ahora estás como un extranjero, daré como posesión eterna a ti y a tus descendientes después de ti y yo seré su Dios (Génesis 17:6-8). Abraham será seguramente una nación grande y poderosa y todas las naciones de la tierra serán benditas a través de él. Porque yo lo he escogido (Génesis 18:18, 19).  Tus descendientes tomarán la posesión de las ciudades de sus enemigos (Génesis 22:17). Dios me prometió en juramento, diciendo, «a tu simiente daré esta tierra» (Génesis 24:7).  [Abraham ] es un profeta (Génesis 20:7). 

Isaac

Estableceré mi pacto con él como pacto eterno para sus descendientes después de él… mi pacto que estableceré con Isaac (Génesis 17:19, 21). A través de Isaac tu descendiente será reconocido (Génesis 21:12). A ti y a tus descendientes daré todas estas tierras y confirmaré el juramento que juré a tu padre Abraham (Génesis 26:3). 

Jacob

Que Dios te dé a ti y tus descendientes la bendición dada a Abraham, de modo que tú puedas tomar posesión de la tierra en donde tú ahora vives como extranjero, la tierra que Dios dio a Abraham (Génesis 28:4).  Te daré la tierra en la cual tú estás parado… yo te traeré de nuevo a esta tierra (Génesis 28:13, 15).  La tierra que di a Abraham y a Isaac también te lo daré, y daré esta tierra a tus descendientes después de ti (Génesis 35:12). 

Las Doce Tribus

Dios vendrá en tu ayuda y te llevará ciertamente fuera de esta tierra a la tierra que él prometió en juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob (Génesis 50:24). 

     La promesa a la nación de Israel recibió un cumplimiento primario bajo la dirección de Josué (Jos. 21:45). Muchos comentaristas hicieron que creyéramos que la tierra prometida a Israel ya no era más relevante, una vez que los hijos de Israel conquistaron Palestina. Ambas, la ley y las escrituras de los profetas, sin embargo, expresan la convicción de que el establecimiento de Israel de la tierra bajo Josué fue solamente un cumplimiento incompleto del pacto. Todos sabían que Abraham, Isaac y Jacob nunca habían podido llamar a la tierra como su propiedad.  Ellos habían sido extranjeros que vivían en viviendas temporales. Era obvio, entonces, que un  acontecimiento adicional y final debía esperarse por el cual los patriarcas podrían hacerse cargo realmente de su herencia.

     El punto es uno simple con las implicaciones trascendentales para los Cristianos del Nuevo Testamento que se vieron como los herederos del pacto Abrahámico  con Jesús. Von Rad  señala que las promesas que se han cumplido en la historia no están por eso agotadas o vaciadas de su contenido, sino que permanecen como promesas en un diferente nivel.»8  Davies concuerda: «la tradición, aunque cambiada, continuó resistiendo la esperanza de vida en la tierra.  Deuteronomio hace claro que todavía hay un futuro por mirar hacia adelante: la tierra tiene que alcanzar descanso y paz… La tierra mira hacia adelante a una bendición futura.» 9

     Naturalmente, entonces, en el Antiguo Testamento sigue habiendo la esperanza de un establecimiento final y permanente en la tierra, acompañada por la paz, en la visión. 

     Es apropiado en este punto recolectar un número de pasajes, sobre todo de los profetas y los salmos, para ilustrar la importancia en curso de un gran futuro para la tierra prometida y para aquellos considerados dignos de heredarla: 

Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo (Isa. 32:18).10

Sacaré descendencia de Jacob, y de Judá heredero de mis montes; y mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y mis siervos habitarán allí.  (Isa. 65:9). 

Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme.  (Isa. 60:21). 

Israel poseerá una porción doble en su tierra;  la alegría eterna será la suya (Isa. 61:7). 

Así heredarán la tierra una segunda vez y la alegría eterna estará sobre sus cabezas (Isa. 61:7, LXX). 

Mas el que en mí confía tendrá la tierra por heredad, y poseerá mi santo monte.  (Isa. 57:13). 

El justo no será removido jamás; Pero los impíos no habitarán la tierra.  (Prov. 10:30). 

Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová… Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra… Pero los mansos heredarán la tierra y se recrearán con abundancia de paz…Y la heredad de ellos será para siempre… Porque los benditos de él heredarán la tierra; y los malditos de él serán destruidos… Apártate del mal, y haz el bien, y vivirás para siempre… Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella… Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.  (Sal. 37:3-37). 

Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán (Jer. 30:3). 

     La integridad de la revelación divina está en juego en esta cuestión del futuro dela TierraPrometida.El plan completo para rescatar a la humanidad depende de la promesa pactada de la tierra a Abraham, que debe cumplirse en Jesús, quien «vino confirmar las promesas hechas a los padres » (Rom. 15:8). Abraham no había recibido ciertamente lo que había sido prometido. No se le permitió a Moisés entrar en la tierra prometida, e Israel fue expulsado eventualmente de su patria. Jesús, como heredero de  las promesas, también fue rechazado en el país que le pertenecía a él: «A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron» (Juan 1:11). 

     A pesar de siglos de decepción el fiel en Israel se aferró con tenacidad apasionada a la expectativa de que la tierra de Israel vendría a ser de hecho la escena de la salvación final. Esa esperanza permaneció como la luz del faro, no solamente de los profetas sino también de la fe cristiana original según lo predicado por Jesús y los Apóstoles. Ella fue extinguida por la intrusión de una esperanza no territorial del «cielo cuando mueras». Una idea contradictoria que los patriarcas «han ido ya al cielo», destruyó el sentido apasionado de la Bibliade anhelar un resultado exitoso de la historia humana en la tierra, cuando el fiel de todas las edades reapareciera por la resurrección, para participar en las glorias de la nueva era Mesiánica en la tierra.  

     Una vista no bíblica del futuro, divorciada de la tierra y del planeta, fue promovida por Gentiles que dominaron la iglesia post-bíblica y que fueron  indiferentes a la herencia de Israel, cuya expectativa de estar “el año próximo en Jerusalén» era su aspiración más profunda.  Los efectos de la pérdida de la promesa de la tierra en el Cristianismo han sido devastadores.  Una interrupción importante ocurrió cuando la fe fue separada de sus raíces en el pacto Abrahámico que garantizó un Edén restaurado. Perder de vista la promesa de Dios a Abraham es golpear en el corazón de la fe bíblica y del plan divino. Es como cancelar la constitución americana o abolir la monarquía británica.

     En contradicción directa a Jesús, el Cristianismo gentilizado ha sustituido hasta este día la promesa bíblica de la vida en la tierra en un mundo renovado por el llamado «cielo” para las almas de los que mueren.  El mensaje de la bienaventuranza famosa de Jesús, «bienaventurados son los mansos, porque ellos recibirán la tierra [o mundo] por herencia» (Mateo 5:5), enfrenta oposición constante en los sermones y servicios fúnebres que anuncian que los muertos «han partido al cielo.»  La antipatía Gentil al pacto hecho por el solo Dios con Abraham ha convertido grandes partes dela Bibliaen sin sentido para los asistentes a las iglesias.  El marco entero de la enseñanza de Jesús es desmantelado, puesto que depende para sus términos básicos de la referencia en las promesas divinas hechas a los padres de Israel. Todas las doctrinas principales de la fe son contrariamente afectadas por esta partida al por mayor de las raíces del Cristianismo, que era la religión de un Judío y de un Cristiano, Jesús, el legítimo pretendiente al trono Mesiánico, según lo definido por el texto de dela Escritura. 

     El «asesinato del texto [Antiguo Testamento bíblico]»11 por la erudición crítica ha sido igualmente responsable de la supresión del pacto de esperanza de «vida en la tierra.» Fragmentando la Biblia Hebrea en los intereses de una teoría de la composición, la erudición perdió de vista en lo que James Dunn ha llamado la presuposición Paulina sobre la autoridad de la Escritura», que una sola mente y propósito [Dios] inspiró varias escrituras[la Biblia]».12 Después de casi dos mil años de incomprensible oposición Gentil, la promesa a Abraham de una simiente, bendición, grandeza, y tierra, se deben reinstalar en la enseñanza de las iglesias como el tema coherente y unificador de la fe bíblica en Dios y Cristo y la base esencial del Evangelio Cristiano sobre el Reino de Dios. No podría haber mayor punto de unión para la cristiandad fragmentada. Ningún otro tema que aquel que ata juntos toda la revelación divina puede proveer a las iglesias con el mensaje unificado que ellas necesitan tan desesperadamente.

     El Evangelio como Jesús y los Apóstoles lo proclamaron descansa sobre el pacto jurado con Abraham que en la asociación con Cristo todos los fieles de todas las naciones serán reunidos juntos en la resurrección para poseer la tierra para siempre. En las palabras de Jesús: «muchos vendrán del norte, sur, este y oeste y se sentarán con Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas en la mesa del banquete en el Reino de Dios» (Mateo 8:11;  Lucas 13:28, 29). Juntos como miembros de la comunidad Mesiánica sacada de todos los colores y razas, ellos «gobernarán como reyes sobre la tierra » (Revelación 5:10). Esto es lo que Jesús quiso decir por «heredando la tierra.»Al hablarlo así Jesús estaba repitiendo simplemente la promesa antigua a los fieles de que Dios los «exaltaría para heredar la tierra» (Sal. 37:34).  Jesús es claramente un profeta de la restauración, viéndose a sí mismo como el Agente de Dios comisionado para encabezar la operación divina hacia el rescate del hombre de la tiranía y del engaño del diablo. 

     El escritor a los Hebreos habló de alcanzar la «futura tierra habitada» (Heb. 2:5). Esta meta fijada ante los Cristianos fue la «grandeza” o la «importancia” de la salvación que a toda costa no debe ser descuidada: «¿cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande? Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, sino al Hijo del Hombre (Heb. 2:3, 5).13  El Hijo del Hombre era un título no solamente para Jesús, sino para los santos corporativamente (Dan. 7:14; cp. vv. 18, 22, 27). El Nuevo Testamento espera así que las profecías de Daniel se hagan realidad. El tiempo está llegando cuando «los santos poseerán el reino» y «todas las naciones les servirán y obedecerán» (Dan. 7:22, 27). Tal es el lógico impulso de la promesa hecha a Abraham, la llave al secreto de la actividad de Dios en la historia humana.

Resistencia al Pacto

     Los resultados de las tentativas de la teología tradicional de evitar el elemento político incómodo en la salvación se pueden ilustrar por las observaciones del Pulpit Commentary (Comentario del Púlpito) en Génesis 13:14-17. El problema para el comentarista, que no ve ninguna importancia en las promesas de la tierra para los Cristianos, es reconciliar la declaración de Dios, «yo te [Abraham] daré la tierra» con la aserción hecha por Esteban que Dios

No le dio a Abraham ninguna herencia [en la tierra de Palestina] — ni siquiera un pie cuadrado de tierra, pero El le prometió dárselo como posesión [kataschesis ; cp. LXX  Gen. 17:8, «posesión eterna»] y a sus descendientes con él (Hechos 7:5). 

     ¿Cómo será resuelta la aparente contradicción? El comentario del púlpito hace dos tentativas para solucionar la dificultad. Primeramente, un retraslado de modo que la promesa en Génesis 13:15 lea: «A ti daré la tierra, es decir, a tus descendientes.»  De esta manera el fracaso de Abraham de nunca recibir la tierra personalmente será explicada: Dios la prometió solamente a sus descendientes, Israel, y ellos la recibieron bajo Josué.  Pero ésta no es ninguna respuesta al problema. A través de los tratos de Dios con Abraham la promesa de la tierra al patriarca mismo se hace repetidamente en varias ocasiones. Génesis 13:17 lee: «Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré”. Abraham tendría todo el derecho de quejarse si esto debiera significar que él personalmente no debería esperar heredar la tierra prometida! 

     El comentario ofrece una segunda manera alrededor de la dificultad. Sostiene que la tierra de hecho se convierte en posesión de Abraham durante el curso de su vida. «La tierra realmente fue dada a Abram como jefe nómada, en el sentido de que él vivió pacíficamente por muchos años, envejeció, y murió dentro de sus fronteras.» Esta explicación, sin embargo, debe contradecir las aseveraciones bíblicas enfáticas de que Abraham no poseyó definitivamente la tierra, ciertamente no por siempre: 

Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos (Gén. 17:7, 8). 

     Éstas, entonces, son las premisas bíblicas: Abraham debe lograr la posesión de la tierra para siempre. Él vivió su vida como un extranjero que no poseía ninguna tierra a excepción de un pedazo pequeño de propiedad comprado a los Hititas como sitio de entierro para Sara (Gén. 23:3-20). Abraham mismo confesó a los habitantes hititas de Canaán: «yo soy un extranjero y un forastero entre vosotros» (Gén. 23:4).  La observación de Esteban estaba correcta: “Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo. » (Hechos 7:5). 

     ¿Cómo entonces será realizado el pacto de la concesión de la tierra a Abraham, a Isaac y a Jacob? La respuesta proporciona una llave a la fe cristiana. Hay solamente una manera en la cual pueden convertirse en realidad las promesas del pacto histórico — por el retorno futuro a la vida de Abraham y de los fieles por la resurrección de los muertos. La restauración de los patriarcas a la vida les otorgará sus acariciados anhelos y su recompensa, de unir al Mesías y sus seguidores en la tierra renovada de Palestina, y así convertirse en ejecutivos con Jesús del reino de Dios. Todo esto está implicado en el anuncio del Evangelio de Jesús. 

A la Tierra de la Promesa vía La Resurrección

     La necesidad absoluta para la resurrección en el plan divino era el punto de intercambio importante de Jesús con los profesores religiosos de su día.  (Uno podría esperar que él tuviera mucho a decir a los teólogos en el mismo asunto en el presente siglo).  Los Saduceos no creyeron en ninguna resurrección y así negaron el pacto de esperanza de vida en la tierra para el fiel. La respuesta de Jesús a su comprensión defectuosa del plan divino implicó un reproche severo de que habían abandonado la revelación de Dios: 

Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?  Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. (Mateo 22:29-32). 

     La lógica de la discusión de Jesús era simplemente que desde que Abraham, Isaac, y Jacob habían estado de largo muertos, debe haber una resurrección futura para restaurarlos a la vida, de modo que su relación con el Dios vivo pudiera ser reasumida y pudieran recibir lo que había garantizado el pacto.  En ningún registro está la respuesta de Jesús que se utilizará como justificación para creer que los patriarcas estaban ya  vivos.  El asunto entre Jesús y sus opositores era si habría una resurrección futura. Jesús discutió que el pacto fracasaría si los patriarcas fueran dejados en sus sepulcros.  Para que Dios sea el Dios de la vida, los patriarcas deben levantarse a la vida nuevamente en la resurrección futura (Dan 12:2). 

     El libro de Hebreos persigue exactamente la misma línea de argumento que expone el drama de la fe de Abraham en las grandes promesas de Dios.  El misterio del fracaso de Abraham de lograr su lugar en la tierra se puede solucionar para siempre sólo por una intervención decisiva en el futuro, la cual lo restauraría a la vida.  En el curso de su discusión, el escritor hace declaraciones rotundamente contradictorias a las ideas tradicionales alrededor de una vida futura en el «cielo.»  «Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Heb. 11:8). Así la historia comienza. La herencia de Abraham, observamos, debe ser el lugar a donde fue invitado a ir, es decir, el Canaán geográfico. Esto es exactamente lo que describe el relato de Génesis.  Esa misma tierra, según el escritor cristiano del Nuevo Testamento, estaba Abraham destinado a recibir «después», pero cuánto tiempo “después” aún no se nos ha dicho. El escritor continúa: «por la fe Abraham hizo su hogar en la tierra de la promesa  como un extranjero en un país extranjero;  él vivió en tiendas al igual que Isaac y Jacob que eran herederos con él de la misma promesa» (Heb. 11:9). Abraham, Isaac y Jacob y otros héroes de la fe “murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. » (Heb. 11:13).  Una impresión incorrecta es dada por nuestras versiones cuando traducen «en la tierra» como «sobre la tierra.»14  Esto podría sugerir que los patriarcas compartieron la noción tradicional del «cielo» como su destino.  El punto, sin embargo, es que la gente “que dicen esto, claramente dan a entender que buscan una patria (Heb. 11:14), a saber, la misma tierra renovada bajo el gobierno prometido del Mesías, el Reino de Dios.

     La mucha verdad pasada por alto sobre la promesa de la tierra para los Cristianos ha sido rescatada por George Wesley Buchanan: 

Esta herencia de la promesa-reposo estaba atada inextricablemente a la tierra de Canaán, que es el lugar donde los patriarcas vagaron como residentes temporales (11:13). Fue llamada la tierra de la promesa (11:9) y la patria celestial (11:16)… esto último no significa que ésta no fuese en la tierra. Igual sucedió con los que recibieron el llamado celestial (3:1), o los que habían probado el don celestial (6:4) ellos recibieron el llamado y el don celestiales cuando vivieron en la tierra. De hecho, la patria celestial era la misma tierra en la cual los patriarcas moraron como «extranjeros y peregrinos» (11:13). «celestial» significa que es una tierra divina que Dios mismo ha prometido.15 

El «Cielo» Estará en la Tierra

     Las explicaciones tradicionales de estos versos procuran evadir las implicaciones de hebreos 11:8, 9. «El cielo» como la recompensa de los fieles no coincide con esta declaración bíblica clara de que Abraham esperaba heredar la misma tierra en la cual él había vivido. Abraham era obviamente residente en una localización geográfica en la tierra, y él anticipó volver a esa tierra y poseerla. «El hizo su hogar en la tierra de la promesa» (Heb. 11:9).  La tierra prometida para los fieles debe estar en este planeta —nuestra propia tierra renovada y restaurada. No hará nada discutir que Canaán era un «tipo» de cielo como lugar para las almas partidas en la muerte.  Semejante idea del mundo de la filosofía Griega ha invadido el Cristianismo y obstruye la creencia en la promesa de la Bibliade una herencia en la tierra de la vida, Palestina, como el centro del futuro orden mesiánico mundial. La resurrección en el futuro, cuando regrese Jesús, es la única trayectoria por la cual los patriarcas pueden alcanzar su meta y poseer la tierra que nunca han poseído. En efecto, como recalca Hebreos, ninguno de los distinguidos fieles «recibió alguna vez lo que había sido prometido» — la herencia de la TierraPrometida(Heb. 11:13, 39).  Ellos murieron en la fe, una virtud ligada estrechamente a la esperanza, completamente seguros de la resurrección que los traería a la posesión de la tierra con el Mesías. Esto no tiene nada que ver con la idea, que muchos han aceptado bajo presión de la tradición post-bíblica Gentil, que los patriarcas y los creyentes subsecuentes han ganado ya una recompensa en el cielo.

Pablo y Abraham

     Pablo trata la historia de Abraham como el modelo de la fe cristiana sin insinuar que la herencia de Abraham es diferente de la de cada creyente cristiano.  De hecho,  justo lo contrario es la verdad: Abraham es «el padre de todos los que creen» (Rom 4:11). Abraham demostró la esencia de la fe cristiana estando dispuesto a creer en el plan de Dios para concederle la tierra, la simiente y la bendición para siempre.  La fe para Abraham era una respuesta entusiasta a la iniciativa divina expresada en palabras. Es precisamente esa clase de fe que Jesús exige con Su llamamiento a: «arrepentíos y creed en el Evangelio del reino» (Marcos 1:14, 15).  Jesús es así el exponente por excelencia  de la fe Abrahámica.  El renuncia a todo, incluyendo su vida, para la causa del diseño magnífico de Dios para el rescate de la humanidad caída, y él invita a sus partidarios a que hagan lo mismo. Después del ejemplo de Abraham, que estaba dispuesto a renunciar aun a la familia por la causa divina (Gén. 12:1), Jesús invitó a sus seguidores a que reconocieran las previas demandas de la familia de la fe.  Sus parientes verdaderos no eran sus hermanos y hermanas de sangre, sino «los que oyenla Palabra de Dios [el Evangelio del reino, Mateo  13:19] y lo hacen» (Mateo 12:46-50).  La lealtad a Jesús y al Evangelio reemplazan a las demandas de la familia y del país (Lucas 14:26, 27, 33;  Gén. 12:1 del Cp.).

     La justificación —venir a una relación recta con Dios— incluye un asimiento inteligente del plan de Dios, creyendo como Abraham en lo que ha prometido Dios hacer (Rom. 4:3, 13). El alcance del mensaje del Evangelio es más amplio que sólo una aceptación de la muerte y  resurrección de Cristo. La fe apostólica invita a la participación en el Plan divino en curso en la historia que podríamos llamarlo «Operación Reino». Implica el asimiento del futuro divinamente revelado como la meta de la empresa Cristiana. Comprendiendo lo que está haciendo Dios en la historia del mundo le permite a un hombre adaptar su vida a Dios dentro de la enseñanza de Jesús, como ambos, el profeta y el rey del reino. Un Cristiano, según Pablo, es uno que «sigue en los pasos de la fe de nuestro padre Abraham» (Rom. 4:12). El acoplamiento con el pacto patriarcal no podía estar más claro. La fe de Abraham «fue caracterizada por (o basada en) una esperanza que fue determinada solamente por la promesa de Dios… la fe de Abraham fue la firme confianza en Dios como el que determina el futuro de acuerdo a lo que El ha prometido.”16  Tanto Jesús y los Apóstoles nos invitan, con el mensaje del reino,17 a la preparación para el gran acontecimiento que es nada menos que el resultado final del pacto hecho con Abraham y su descendiente (espiritual). Pablo define esa promesa y especifica el objetivo del Cristiano. Él nos recuerda que Abraham debía ser el «heredero del mundo» (Rom. 4:13), que es simplemente repetir la promesa de Jesús que «Los mansos heredarán la tierra [o el mundo]» (Mateo 5:5; cp. Gén. 17:8). 

Como James Dunn dice: 

La idea de la «herencia» era una parte fundamental de la comprensión judía de su relación pactal con Dios, sobre todo, de hecho casi exclusivamente, en la conexión con la tierra  —de su tierra de Canaán por derecho de herencia como le fue prometido a Abraham… [Este] es uno de los temas más emotivos de la auto identidad nacional judía… Central para la auto comprensión Judía era la convicción de que Israel era la herencia del Señor… Integral a la fe nacional era la convicción de que Dios había dado a Israel la herencia de Palestina, la tierra prometida.  Es este axioma que Pablo evoca y se refiere al nuevo movimiento cristiano como un todo, a Gentiles así como a Judíos. Ellos son herederos de Dios. La relación especial de Israel con Dios ha sido extendida a todos en Cristo. Y la promesa de la tierra se ha transformado en la promesa del Reino… Esa herencia del reino, y la ciudadanía completa bajo el gobierno único de Dios, es algo todavía aguardado por los creyentes.18  

     Es fácil ver cuán devastador será para el cristianismo del Nuevo Testamento cualquier recorte del vínculo entre Cristo y el pacto Abrahámico. Mientras que Jesús y los Apóstoles trabajaron para proclamar el Evangelio del reino como la esencia de las garantías del pacto reveladas  a Israel y ahora ampliadas a todos los creyentes, el Cristianismo tradicional ha interferido con esta tesis bíblica principal. Ha promovido una meta en el «cielo» que hace imposible o inútil el cumplimiento de la promesa de la tierra confirmada por Jesús (Mateo 5:5; Rev. 5:10). Nuestros padres no están en el cielo, y nunca se esperó que lo estuvieran. Ellos miraron hacia adelante, como lo hicieron los cristianos del Nuevo Testamento, para entrar y heredar la tierra de la promesa, el Reino de Dios en la tierra, por la resurrección de los muertos. Este reingreso en la tierra de Canaán renovada significaría la recuperación del gobierno divino en la tierra, la reversión del desastre que ha abrumado a la humanidad desde el principio. Por este «gozo puesto delante de él» el Mesías había muerto en las manos de su propia gente incrédula (Heb. 12:2). Para esta herencia, que concede el derecho de gobernar en el reino, los cristianos primitivos sufrieron como parte de su preparación para la realeza. Abrazando el mensaje del reino, se esforzaron en ser «dignos de Dios que nos llamó a su reino y gloria» (I Tes. 2:12).  El sendero a la gloria no era fácil.  «Es a través de muchas tribulaciones que entraremos en el Reino de Dios” (Hechos 14:22), es decir, lograr la realeza con Jesús en el nuevo gobierno que viene. 

     Debemos insistir otra vez en el vínculo directo entre el Cristianismo primitivo y el pacto con Abraham. Como dice Dunn:

El grado en el cual el discurso de Pablo está determinado por la auto comprensión corriente de su propia gente, está indicado claramente por su cuidadosa fraseología que recoge cuatro elementos dominantes en esa auto-comprensión: la promesa del pacto a Abraham y su simiente, la herencia de la tierra como su elemento central… ella se ha convertido casi en un tópico de la enseñanza judía de que el pacto prometió que la simiente de Abraham heredaría la tierra… la promesa interpretada así era fundamental para la auto conciencia de Israel como pueblo del pacto de Dios: Era la razón por la que Dios lo había elegido en primer lugar entre todas las naciones de la tierra, la justificación para mantenerse diferentes de otras naciones, y la esperanza confortante que hizo soportable su humillación nacional actual…

El caso de Pablo revela la fuerte continuidad que él vio entre su fe y la promesa fundamental de las Escrituras… Pablo no tenía ninguna duda que el Evangelio que él proclamó era una continuación y un cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham. Pero él estaba igualmente claro de que los herederos de la promesa a Abraham no deberían ser más identificados en los términos de la ley. Porque Génesis 15:6 demostró con suficiente claridad que la promesa fue dada y aceptada a través de la fe, absolutamente aparte de la ley entera o en parte.19 

     El punto que debe comprenderse es que Pablo no cuestiona el contenido de la promesa. ¿Cómo podría él hacerlo sin que derrumbe toda la revelación dada porla Biblia? La promesa territorial fue deletreada y repetida claramente en el registro del Génesis y era el acariciado tesoro nacional de su gente. Al Israel fiel, representado primero por Abraham, Dios le había dado seguridad de que heredarían la tierra como un paraíso restaurado.  La gloria del ministerio de Pablo es introducir un nuevo hecho revolucionario —de que esta magnífica perspectiva está abierta a todos los que crean en el Mesías como la simiente de Abraham y como aquel que encabezará la nueva administración del Reino. Era obviamente al Mesías que las promesas fueron hechas como el descendiente distinguido de Abraham.  Pero los cristianos Gentiles, a través de la aceptación de las afirmaciones de Jesús como el Cristo de Israel, pueden adquirir una parte completa en la misma herencia prometida. Pablo alcanza un momento triunfante en su discurso cuando él declara a sus lectores Gentiles que «si ustedes son de Cristo, entonces son contados como descendientes de Abraham y son herederos [del mundo, Rom. 4:13] según la promesa [hecha a Abraham ] » (Gál. 3:29).

     Sin embargo, las promesas son seguras, como dice Pablo, sólo para «los que son de la fe de Abraham» (Rom. 4:16), es decir, para aquellos cuya fe es del mismo tipo que la suya, la cual descansa sobre los mismos arreglos divinos. Por lo tanto, Pablo habla de la necesidad para los Cristianos de venir a ser «hijos de Abraham» (Gál. 3:7), «simiente de Abraham» (Gál. 3:2;  Rom. 4:16), y de reconocer a Abraham como su padre espiritual (Rom. 4:11), caminar en sus pasos (Rom 4:12), y considerarlo un modelo de la fe cristiana (Gál 3:9), porque el Evangelio había sido predicado a él de antemano (Gál. 3:8). ¿Pero cuánto oímos hoy sobre el evangelio Cristiano que tiene su base en las promesas del pacto hechas a Abraham?  Pablo habla a la iglesia de Galacia sobre la «bendición de Abraham» ahora puesta a disposición de todos en Cristo. Esta frase es citada de Génesis 28:4 donde es definida. Significa «tomar posesión de la tierra en donde viven ahora como extranjeros, la tierra que Dios dio a Abraham.» Nuevamente un vínculo iluminador se hace entrela Bibliahebrea y el cristianismo del Nuevo Testamento que proporciona una base maravillosa para reestructurar la actual iglesia fragmentada sobre un fundamento bíblico. 

     Nunca abandonó por un momento Pablo las raíces de la fe revelada en los tratos de Dios con Abraham.  Puesto que la tierra prometida de Canaán sería un día el centro del gobierno Mesiánico, era obvio que la herencia de la tierra implicó la herencia del mundo. La promesa sigue siendo geográfica y territorial, relacionada a la tierra de la era venidera, y correspondiendo exactamente con la afirmación de Jesús de su herencia Judía cuando él prometió al manso (otra vez citando la BibliaHebrea) la herencia de la tierra/mundo (Mateo 5:5, citando Salmo 37:11). Jesús creyó que Jerusalén todavía sería digna del título La Ciudaddel Gran Rey (Mateo 5:35) y que los creyentes supervisarían un nuevo orden mundial con él.20 En breve, la promesa de la tierra se repite en el Nuevo Testamento como la promesa del Reino de Dios, que es la base del Evangelio Cristiano. El Reino es ofrecido a los creyentes como su destino.  Es la «tierra habitada renovada del futuro» (Heb. 2:5), que no debe estar sujeta a ángeles sino al Mesías y a los santos, el «Israel de Dios» (Gál. 6:16), «la circuncisión verdadera» (Fil. 3:3). Mucho del entusiasmo de los Cristianos del Nuevo Testamento descansa en el gran privilegio extendido a ellos como el pueblo de Dios en Cristo. Su esperanza corresponde exactamente con la esperanza de los profetas de Israel. J.  Skinner observa que «el punto principal [de la esperanza para el futuro de Jeremías] es que en un cierto sentido una restauración de la nacionalidad Israelita era la forma en la cual él concibió el Reino de Dios».21 Jesús también se consideró un profeta (Lucas 13:33), habría estado de acuerdo. 

     La aplicación de Pablo del pacto Abrahámico a los cristianos, ambos, judíos y Gentiles, no lo condujo a pensar que el Israel no convertido permanecerá para siempre fuera de la bendición divina en Cristo. En Romanos 11:25, 26 él miró hacia adelante, como un elemento importante en el desarrollo futuro del Reino, una conversión colectiva de un remanente de la nación de Israel en la Segunda Venida.22 La iglesia Judía/Gentil, sin embargo, en el pensamiento de Pablo, serían los líderes en el Reino Mesiánico (1 Cor. 6:2; 2 Tim. 2:12; 1 Corintios 4:8).  De esta manera el pacto Abrahámico garantiza una parte en el gobierno del Mesías para todos los que ahora aquellos creen  en el Evangelio, y nos asegura que habrá, además, otra oleada de conversión cuando el Israel nacional finalmente acepte a su Mesías. A ese evento los Apóstoles miraron correctamente hacia adelante cuando, en una conversación final con el Jesús que se iba, le preguntaron: ¿»Ha llegado ahora el tiempo para la restauración del Reino a Israel?» (Hechos 1:6).  Para aquellos que no han tenido el beneficio de un entrenamiento Calvinista, esta pregunta no presentará ningún problema.  Después de todo, si a usted Jesús le ha enseñado que va a administrar a las doce tribus (Lucas 22:28-30), usted esperaría con una cierta impaciencia la restauración de esas tribus en el Reino. La mención del Espíritu Santo (Hechos 1:5), que era el atributo de la realeza y de los sacerdotes, incitó muy naturalmente el entusiasta interés de los Apóstoles en el dénouement del plan de la salvación. Pero note cuidadosamente: La venida del Espíritu no era la venida del Reino (Hechos 1:5-7).

Herencia Mundial

     Era común al pensamiento Judío y al de Pablo, así como a todo el Nuevo Testamento, que el mundo entero debía beneficiarse de la promesa Mesiánica hecha a Abraham  de que él «heredaría el mundo» (Rom. 4:13) por medio de heredarla TierraPrometida.Este hecho puede ser visto en ambos, los textos bíblicos y extra bíblicos. Un celebrado Salmo Mesiánico, que Jesús en Su Revelación interpreta como profecía Cristiana para El yla Iglesia(Rev. 1:1), es demostrablemente un Salmo político que resume o perfila la carrera del Mesías: 

Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.23

Que [Dios] te fortalezca, y te haga heredar toda la tierra (Jub. 22:14).  

Y habrá reyes de ti [Jacob]. Ellos gobernarán por todas partes donde las huellas de la humanidad hayan pisado. Y le daré a tu simiente toda la tierra debajo del cielo [cp. Dan. 7:27: «el reino debajo de todo el cielo»], y ellos gobernarán en todas las naciones como lo han deseado (Jub. 32:19). 

Pero para los elegidos habrá luz, alegría, y paz, y heredarán la tierra (1 Enoc 5:7). 

Los justos… están seguros del mundo que Tú les has prometido con una expectativa llena de alegría (2 Bar. 14:12, 13).

Los justos recibirán el mundo que está prometido para ellos (2 Bar. 51:3). 

Si el mundo ha sido creado en efecto para nosotros, ¿por qué no poseemos nuestro mundo como herencia?  ¿Cuánto tiempo será esto así? (4 Esdras 6:59). 

     La respuesta conmovedora del Nuevo Testamento a esta pregunta Judía es que el pueblo del pacto, en su totalidad, no ha aceptado la singular afirmación de Jesús que El es su Mesías. (Cuánto un Cristianismo Gentil  tradicional torcido puede ser culpado por esto, es una cuestión para la consideración seria.) Pablo está esperanzado de que muchos de sus compatriotas finalmente reconocerán al Jesús que vuelve.  Mientras tanto él continúa propagando el mensaje del Mesías por el cual, primero el Judío y luego el Gentil son invitados dentro de la comunidad Mesiánica que se prepara para gobernar en el Reino. La teología Paulina es nacida de la convicción de que Abraham fue designado «heredero del mundo» (Rom. 4:13), una idea que encaja naturalmente en los textos apenas citados. Henry Alford comenta respecto a la conexión entre las aspiraciones de Pablo y las esperanzas judías: 

Los rabinos ya habían visto, y Pablo, quien había sido educado en sus enseñanzas, que mucho más estaba implicado en las palabras: «en ti todas las familias de la tierra serán benditas” que la mera posesión de Canaán. Ellos claramente remontan el regalo del mundo a esta promesa [Gén. 12:3]. La herencia del mundo… es ese señorío final sobre el mundo entero que Abraham, como el padre de los fieles de todos los pueblos, y Cristo, como la simiente de la promesa, poseerán…24

     Un distinguido comentarista alemán observa que ser «simiente de Abraham» significó que uno era destinado a tener «dominio sobre el mundo», basado en Génesis 22:17: «Sus descendientes poseerán las puertas [es decir, las ciudades] de sus enemigos.» 25 Con esta promesa en mente, Jesús vislumbra a los fieles asumiendo autoridad sobre las poblaciones urbanas: «Bien hecho, siervo fiel, sé tú sobre diez ciudades» (Lucas 19:17).

     El comentario crítico internacional  en Romanos 4:13 coge el sabor de la anticipación del Antiguo Testamento del reino Mesiánico. Este habla de la promesa de que la simiente de Abraham (Cristo) debe «gozar del dominio mundial», «El derecho al dominio universal que pertenecerá al Mesías y a su pueblo», y «la promesa hecha a Abraham y a sus descendientes de dominio mundial Mesiánico» 26 algo del fervor de Israel por la tierra se puede considerar en la 14ava y 18ava  Bendiciones repetidas en la sinagoga desde el año 70: 

Sé misericordioso, oh Señor nuestro Dios, en Tu gran misericordia  hacia Israel Tu pueblo y hacia Jerusalén, y hacia Sion el lugar donde habita Tu gloria, y hacia Tu templo y Tu habitación, y hacia el reino de la casa de David, el constructor de la ciudad de Jerusalén Tu ciudad. Concede Tu paz sobre Israel, Tu pueblo y sobre Tu ciudad y sobre Tu herencia, y bendícenos, todos nosotros juntos. Bendito eres Tú, Oh Señor,  quien hace la paz.

     Incluso cuando la tierra no se menciona directamente, se implica en la ciudad y el templo que se convirtieron en la quintaesencia de la esperanza de salvación. La misma esperanza se refleja exactamente en el Nuevo Testamento, atando el cristianismo primitivo a sus orígenes Abrahámico /Davídico enla BibliaHebrea:

El Señor Dios le dará [a Jesús] el trono de David su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob para siempre; y su reino no tendrá fin (Lucas 1:32, 33). 

Socorrió [Dios] a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre  (Lucas 1:54, 55). 

[Dios] ha levantado un cuerno [dominio político] en la casa de su siervo David… para demostrar misericordia a nuestros padres y para recordar su santo pacto, el juramento cual él juró a nuestro padre Abraham (Lucas 1:69, 72, 73). 

[Simeón] esperaba la consolación de Israel (Lucas 2:25). 

[Ana] daba gracias a Dios y hablaba del niño de todos los que esperaban la redención en Jerusalén (Lucas 2:38). 

Bendito el reino de nuestro padre David que viene (Marcos 11:10).

José de Arimatea [un discípulo de Jesús, es decir, Cristiano, Mateo 27:57], un miembro prominente del concilio… que esperaba el Reino de Dios (Marcos 15:43). 

Nosotros [discípulos de Jesús, es decir, cristianos] esperábamos que él era [Jesús] el que había de redimir a Israel (Lucas 24:21). 

Los Apóstoles preguntaron: «¿Es éste el tiempo en el que vas a restaurar el reino a Israel?»  (Hechos 1:6). 

Debido a mi esperanza en lo que prometió Dios a nuestros padres soy llamado a juicio; promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus sirviendo constantemente a Dios día y noche (Hechos 26: 6, 7). 

     La evidencia de que el Cristianismo del Nuevo Testamento no ha abandonado las esperanzas territoriales de los profetas, es abrumadora. La pregunta de los discípulos sobre la restauración de Israel surge del período de cuarenta días de instrucción en el Reino de Dios (Hechos 1:3, 6). En el juicio por su fe, Pablo definió públicamente el Cristianismo como la esperanza en el cumplimiento de la promesa patriarcal. Él expresamente identifica este objetivo Cristiano como la promesa «que esperan lograr nuestras doce tribus» (Hechos 26:7). La naturaleza de esta expectativa es definida por un refrán rabínico del tercer siglo, que refleja la perspectiva antigua de la vida en la tierra: «¿por qué los patriarcas anhelaron ser enterrados en la tierra de Israel?  Porque los muertos de la tierra de Israel serán los primeros que resuciten en los días del Mesías y que gozarán de los años del Mesías». 27 

El Cielo como el Almacén de una Recompensa Futura

     Las referencias al «cielo» en el Nuevo Testamento se limitan a los contextos en los cuales se dice que la recompensa futura de los creyentes está ahora reservada como tesoro con Dios en el cielo (Mateo 5:12).28 El «Cielo» como lugar removido de la tierra, sin embargo, nunca es enla Escritura el destino del creyente —ni en la muerte ni en la resurrección.  Los cristianos deben ahora entender qué es lo que está prometido para ellos. Deben almacenar tesoros con Dios y esperar recibir su recompensa cuando Jesús la traiga a la tierra en su Segunda Venida. Por ejemplo, Juan Pérez puede ahorrar su dinero para su jubilación en un banco preferido. Sin embargo, él no se jubila para vivir en el mismo banco. O puede también ahorrar su dinero en el banco para retirarlo más adelante. No obstante, él no necesitará entrar a la bóveda del banco para retirar su dinero depositado —¡Se lo traerán a él por el encargado del banco!

     Cuando Pablo habla de la «Jerusalén la cual es nuestra madre» (Gál. 4:26), él no quiere decir que los cristianos van al «cielo» en la muerte. Él está citando un Salmo Mesiánico que describe a Sion (Jerusalén) como «la madre de todos nosotros” (Sal. 87:5, LXX). Como es a menudo en el pensamiento judío, las buenas cosas del futuro serían ahora guardadas con  Dios en la preparación para su revelación en el día de la aparición del Mesías en poder y gloria. Los cristianos son aquellos cuyos nombres están inscritos en el rollo de los que recibirán «vida en Jerusalén» (Isa. 4:3).

     Pablo habla  de «la fe y el amor que brota de la esperanza que está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio” (Colosenses 1:5). Pedro ve en el nuevo nacimiento producido por el Evangelio una «esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de los muertos [que conduce a] una herencia [es decir, del reino] que nunca puede fallecer, estropearse o se despintarse, guardada en el cielo  para ti, la cual, por medio de la fe, está blindada por el poder de Dios hasta la venida de la salvación que está lista a ser revelada en el último tiempo » (1 Pedro 1:3-5). El Nuevo Testamento es constante con su tema subyacente, el Evangelio del reino «prometido a los que amen a Dios » (Santiago 2:5).  La creencia en el Evangelio en épocas apostólicas no fue confinada a la creencia en la muerte y la resurrección de Jesús solamente, sino que incluyó la invitación de prepararse para un lugar en el dominio mundial del Mesías que se inaugurará en su retorno a la tierra.  La situación es muy diferente en la predicación contemporánea cuando poco o nada se enseña sobre la herencia de la tierra con Jesús.  Hay una necesidad urgente de las iglesias de prestar atención a la advertencia de Pablo: «Sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído…” (Colosenses 1:23). La pérdida de la esperanza del Nuevo Testamento se puede remontar al abandono del Evangelio del Reino, que a su vez es sintomático del olvido de las raíces enla Biblia Hebrea del cristianismo. 

Fe en el Plan de Dios para El Mundo

    Se hace absurdo el esquema del Nuevo Testamento, y del desdoblamiento del plan de Dios para la historia del mundo, cuando se propone que el destino Cristiano debe ser gozado en una localización removida de la tierra. Esto destruye en un soplo las promesas dadas a Abraham y a los fieles de que ellos deben heredar la tierra y el mundo. No hay una solución al fracaso original del hombre de llevar a cabo el mandato divino de gobernar el mundo si, de hecho, el mundo nunca experimentará la restauración del gobierno divino. La fe cristiana se frustra permanentemente cuando la esperanza de la restauración de la paz en la tierra es negada.  La substitución del «cielo» en la muerte por la recompensa de heredar la tierra mina la revelación del plan de Dios para la humanidad.  La oferta repetida del «cielo» en la predicación popular perpetúa una noción que confunde a los lectores dela Bibliay convierte en sin sentido la esperanza entera de los profetas (basados en el pacto) que el mundo va a gozar de una era sin paralelo de bendición y de la paz internacional bajo el régimen justo del Mesías y de los fieles resucitados —los que crean en «el Reino de Dios y en el nombre [es decir,la Mesiandady todo lo que esto implica] de Jesús”, y se bauticen en respuesta a ese credo temprano en Hechos 8:12: «Cuando creyeron a Felipe que anunciaba el evangelio del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres». 

     El texto sigue siendo un modelo para el evangelismo y llama a la iglesia contemporánea a regresar a sus raíces en los pactos de la promesa hechos con el «padre de los fieles”, los cuales pueden ser disfrutados solamente en el Mesías Jesús. Para el cumplimiento del plan divino para la redención, debemos pedir «Venga Tu Reino», y esforzarnos en conducirnos como «Dignos de Dios que nos está llamando a su reino y gloria» (1 Tes.  2:12).  La verdad sobre nuestro destino Cristiano será reinstalada cuando volvamos al lenguaje bíblico sobre: «entrando en el reino», «heredando el reino», «heredando la tierra» (Mateo 5:5), «reinando como reyes en la tierra» (Rev. 5:10), «reinando con el Mesías por mil años» (Rev. 20:1-6).  La mente de Gentil, que exhibe una aversión antisemítica para las cosas Mesiánicas, ha prevalecido por tanto tiempo que solamente un retorno revolucionario al texto de la Escrituraromperá nuestros malos hábitos.  El abandono del lenguaje sobre  el «cielo» nos colocará en la dirección correcta y nos enseñará a amar las palabras de Jesús.  El camino entonces estará abierto para entender que el Cristianismo es la respuesta de Dios al fracaso inicial del hombre en Adán; que el Evangelio es una llamada a la realeza y que un santo es uno designado a regir con el Mesías en la tierra en el reino venidero (Dan. 7:18, 22, 27).  La tragedia del hombre es la pérdida de la realeza.  La meta del hombre es recuperar la realeza en la asociación con el gran rey Mesías que ha iniciado el camino a la victoria sobre el mundo. El comentario de Henry Alford es un correctivo muy necesario, convocándonos a regresar al Cristianismo Hebreo Bíblico: «El tenor general de la profecía y de la analogía de los arreglos divinos señala sin lugar a dudas a esta tierra purificada y renovada, y no a los cielos  en ningún sentido ordinario del término, como la habitación eterna del bendito.”29  

     La aguda idea de Alford reinstala la esperanza del futuro de la humanidad cuando las bendiciones concedidas a Abraham hallen su cumplimiento en el Reino. Jacob y Pablo compartieron la misma perspectiva alentadora: «y te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham.  (Génesis 28:4). «Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles» (Gál. 3:14). 

     La esperanza de la humanidad basada en los arreglos de gracia de Dios con Abraham era el tema dominante de todos los profetas de Israel.  Para seguir a Jesús, el más grande de todos los profetas (Deut. 18:15, 18;  Hechos 3:22; 7:37), Hijo de Dios, Cristo, y el Apóstol de nuestra fe (Heb. 3:1), debemos ahora volver nuestra atención a su visión del futuro. 

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Notas de Pie de Página

[1] The Problem of the Hexateuch and Other Essays, 1966, p. 79, cited in W.D. Davies, The Gospel and the Land, University of California Press, 1974, p. 19.

2 M. Buber, Israel and Palestine,London, East and West Library, 1952, p. 19.

3 The Gospel and the Land, p. 15.

4 Ibid., p. 18.

5 Ibid., p. 21.

6 Ibid.

7 Ibid., p. 23.

8 The Problem of the Hexateuch, p. 92ff.

9 The Gospel and the Land, p. 36, emphasis added.

10Cp. Heb. 4:1 que habladel “descanso” futurocomo un objetivo de los fieles.

11  The Gospel and the Land, p. 48. Cp. Jesus’ observation that apostateIsrael had murdered the prophets (Mat. 23:31).

12  Romans, Word Biblical Commentary,Dallas: Word Books, 1988, p. 202.

13 Una muy desafortunada ruptura de párrafo entre v.4 y 5 en muchas Biblias, destruyen la conexión entre la salvación y la supervisiondelfuturo orden mundial.

14See the remarks of G.W. Buchanan, Anchor Bible, To the Hebrews, Doubleday and Co., 1972, pp. 193, 194.

[1]5Ibid., pp. 192, 194.

[1]6 Commentary on Romans, p. 219.

17  Mar. 1:14, 15; hechos 8:12; 19:8; 28:23, 31.

18  Romans, Word Biblical Commentary, pp. 213, 463, énfasis añadido.

19  Ibid., pp. 233, 234.

20  Mat. 19:28; Luc. 22:28-30; Rev. 2:26; 3:21; 5:10; 20:1-6.

21  Prophecy and Religion,CambridgeUniversity Press, 1922, p. 308.

22  Miqueas 2:12  concibe la restauración de “todo Israel” como “el remanente de Israel”.

23 Ps. 2:6, aplicado a Jesús en Rev. 12:5 yla Iglesiaen Rev. 2:26, 27.

24 Greek New Testament,London: Rivingtons and Deighton, Bell & Co., 1861, Vol. II, p. 350.

25 H.A.W. Meyer, Commentary on John, Funk and Wagnalls, 1884, p. 277.

26 W. Sanday and A.C. Headlam, Epistle to the Romans, T & T Clark, 1905, pp. 109, 111.

27 Gen. Rabbah, 96:5.

28 El texto lee “Vuestra recompense es grande en los cielos”. La recompense Cristiana está preservada en el cielo y vendrá del cielo con Jesús a su regreso. “En el cielo” es equivalente a “con Dios”.

29 Greek New Testament, Vol. I, pp. 35, 36, énfasis añadido..

¿FUE EL EVANGELIO DE CRISTO UN TRABAJO DE 3 DÍAS?

Por Anthony Buzzard

Jesús dio su advertencia más severa al público cuándo él declaró que “muchos dirán, en aquel día, ‘Señor, Señor, no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre exorcizamos a demonios y en tu nombre hicimos muchas obras milagrosas?’” Jesús responderá a estas reclamaciones, diciendo: “nunca les reconocí” (Mat. 7:22, 23). Pablo a menudo es citado con estas palabras: “quienquiera invocare el nombre del Señor será salvo…Si usted admite con su boca que Jesús es el Señor y creer en su corazón que Dios lo levantó de los muertos, entonces usted será salvado” (Rom. 10:9, 13, Nueva Biblia de Jerusalén).

Pablo no contradijo ni aguó los dichos de Jesús. La llave para la reconciliación de estos pasajes es notar que llamar a Jesús Señor implica la obediencia a sus mandamientos, el primero de los cuales es creer el Evangelio sobre el Reino de Dios (Marcos 1:14-15).

En segundo lugar, Pablo no necesariamente dijo todo sobre la salvación en un pasaje. Un ejemplo clásico de torcer a Pablo es usar I Corintios 15:1-3 para mostrar que el Evangelio consiste sólo en la creencia en la muerte y resurrección de Jesús y no en su Reino. Pero Pablo dijo que él había predicado los hechos sobre la muerte de Jesús como “entre las cosas de la primera importancia” (1 Coirintios 15:3).

Esto no era el todo su Evangelio. ¡Si Pablo no hubiera predicado el mismo Evangelio sobre el Reino que Jesús siempre hizo, él se habría puesto bajo su propia maldición por predicar otro evangelio! (Gal. 1: 8-9).

Jesús había predicado el Evangelio y lo había llamado el Evangelio sobre el Reino de Dios durante años, sin  incluso haber mencionado en aquella etapa ni una palabra sobre su muerte y resurrección. Así, el Evangelio bíblico es más que hechos sobre la muerte y la resurrección de Jesús. Jesús no vino “para hacer un trabajo de tres días.” Él vino para predicar el Evangelio acerca del Reino durante aproximadamente tres años (Lucas 4:43). Esta predicación del Reino de Dios es en todas partes del Nuevo Testamento llamado la predicación “de la palabra” (ver a Lucas 5:1).

Los cristianos deberían sujetarse a aquella “palabra” de Jesús, el Evangelio del Reino, no excluyendo, por supuesto, la creencia de que él murió y resucitó otra vez.