EMBAJADORES CON CREDENCIALES DE SU MAJESTAD, EL REY JESUCRISTO

Los Embajadores de Su Majestad, el rey Jesucristo, son hombres nobles que están sirviéndole como sus representantes en la tierra, difundiendo los principios y la manera de ingresar en él para así poder gozar de sus bendiciones espirituales nunca antes imaginada por hombre alguno.

UNA PROFECÍA JUDÍA SUGIERE QUE EL MESÍAS PODRÍA REGRESAR PRONTO

La profecía judía sugiere Mesías puede ser muy pronto

Una profecía medieval judía con respecto a la venida del Mesías de Israel parece corresponder a la situación actual en el Medio Oriente, Israel National News informó el fin de semana.

Una pieza de la literatura rabínica se conoce como los toques Yalkut Shimoni en muchos escenarios de futuro, tanto para la nación de Israel y para el mundo. En su sección sobre el libro bíblico de Isaías y de las profecías contenidas en él, un rabino citado por los Estados Yalkut Shimoni:

«En el año en el que el Rey-Mesías aparece, todas las naciones del mundo están provocando unos a otros. El rey de Persia provoca un rey árabe y el árabe se convierte en rey de Aram para el consejo.»

Que la descripción que sigue de cerca desafiante programa nuclear de Irán y la tensión que está creando con los estados árabes, especialmente Arabia Saudita. Pero, ¿qué pasa después? De acuerdo con el Yalkut Shimoni:

«El rey de Persia regresa y destruye todo el mundo. Y todas las naciones del mundo son presa del pánico y la angustia y caen sobre sus rostros y son presa de los dolores como los de una mujer dando a luz …»

Un reciente informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó que Irán está trabajando en armas nucleares y que probablemente podría esfera de las armas como en no más de un año. Esto significa que los esfuerzos diplomáticos han fracasado, y salvo una huelga preventiva peligrosos por parte de Israel y / o Estados Unidos, Irán obtenga armas nucleares.

Muchos en Occidente se centra ahora sus esfuerzos en minimizar los peligros de un Irán nuclear. Ellos argumentan que al igual que la Unión Soviética no hizo uso de sus armas nucleares contra Occidente, por lo que, también, Irán moderación. Sin embargo, tales comentarios no toman en cuenta la ideología religiosa profundamente arraigada de los que gobiernan Irán, que se ven como los instrumentos de Dios en el alumbramiento de una nueva edad de oro para el Islam.

¿Qué significa todo esto para Israel, suponiendo que el Yalkut Shimoni es exacta? El texto dice:

«… E Israel están en el pánico y la angustia y pregunta:» ¿A dónde iremos A dónde iremos,?? Y les dice: «Hijos míos, no temáis, todo lo que he hecho, he hecho sólo para usted. ¿Por qué tienes miedo? No tengas miedo, el tiempo de la redención ha llegado, y la redención final no es como la primera redención, la redención, porque primero fue seguido por el dolor y la servidumbre en otros reinos, pero la redención final no se sigue por el dolor y la servidumbre en otros reinos. «

Israel es de hecho ya muestran signos de que el pánico y la angustia . Durante el mes pasado, Israel ha participado en el debate público sobre si el tiempo o no para atacar las instalaciones nucleares de Irán, y se extiende periódico hemos detallado lo que puede pasar al estado judío, tanto si los ataques y si no lo hace. Mientras tanto, el Comando de Israel Home Front ha estado practicando por una andanada de misiles masivo no convencional en Tel Aviv.

No se sabe exactamente quién compiló el Yalkut Shimoni, pero la copia más antigua se remonta a alrededor de 1310 AD. Muchos de los rabinos citados en el Yalkut Shimoni vivió mucho antes, en la época talmúdica en los siglos primero y segundo.

Fuente:

Israel Today Magazine

 

UNA INVITACIÓN ESTUPENDA DE SU MAJESTAD, EL CRISTO

Muchas personas no saben que Su Majestad, el Cristo, prepará un banquete mesiánico cuando regrese por segunda vez, y para ello está invitando a la humanidad para que sea partícipe de este festín estupendo. en la era venidera del reino (lC. 22:30).

Esta invitación exige ciertas condiciones, como el presentarse con ropas blancas que han sido enblanquecidas con la sangre del Cordero, y que hayan pasado con éxito la gran tribulación que sobrevendrá a la humanidad antes de su regreso.

SU MAJESTAD JESUCRISTO Y LOS OTROS HOMBRES NOBLES ASOCIADOS CON ÉL

Jesús es el Rey de los reyes

Natanael reconoció que Cristo era el rey de Israel y Jesús no se lo negó (Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Juan  1:49,50). Aquí Natanael le dice al Hijo de Dios que él es el Rey de Israel, y Jesús asiente, y no le refuta su confesión.

Por otro lado, el mismo Señor Jesucristo le reconocido a Pilato que él era rey, y que vino a dar testimonio de la verdad (Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú REY? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy REY. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Juan 18:37), y por esto los principales sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: “No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos (Juan 19:21).

En Hechos 17 vemos que los primeros cristianos fueron acusados por predicar que HABÍA OTRO REY, JESÚS. “A los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro REY, Jesús” (Hechos 17:7).

Así que la realeza de Cristo es fundamental en la enseñanza de las Escrituras, porque Jesús es descendiente del rey David (Mateo 1:1). Esto lo hace un hombre noble. Por eso Jesús dijo: “Un hombre noble se fue a un país lejano para recibir un reino y volver” (Lc. 19:12)

Jesús ha nombrado reyes a sus seguidores

Lucas 22:29: Yo, pues, os ASIGNO UN REINO, como mi Padre me lo asignó a mí,

Apocalipsis 1:6: y nos hizo REYES Y SACERDOTES para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. 

Apocalipsis 5:10: y nos has hecho para nuestro Dios REYES Y SACERDOTES, y reinaremos sobre la tierra. 

2 Timoteo 2:12: Si sufrimos, también REINAREMOS con él; Si le negáremos, él también nos negará. 

Romanos 5:17: Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más REINARÁN en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 

Apocalipsis 20:6: Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y REINARÁN con él mil años. 

Apocalipsis 20:4: Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y REINARON con Cristo mil años. 

Apocalipsis 2:26: Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré AUTORIDAD sobre las naciones.,

Daniel 7:18: Después recibirán el reino LOS SANTOS del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.

Daniel 7:22: hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a LOS SANTOS del Altísimo; y llegó el tiempo, y LOS SANTOS recibieron el reino.

Daniel 7:27: y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de LOS SANTOS del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán. 

Conclusión:

Como verá, usted no estará tocando una lira o arpa dorada en el cielo, sino que estará trabajando en la tierra como una autoridad real, restaurando todas las cosas con Jesús. Usted está llamado a regir el mundo del mañana, en la era del reino mesiánico (Apo.2:26).

EL SALMO 2 NOS PRESENTA A SU MAJESTAD, EL REY JESUCRISTO

Amados:

Este gran salmo mesiánico revela el corazón de Dios hacia su propio hijo pídeme y te daré por herencia las naciones Esta conversación contiene una sorprendente declaración: que todas las naciones del mundo llegarán a estar bajo el gobierno del Hijo. Sin embargo, hace falta pedirlo (Pídeme). En Juan 17, por medio de su oración sacerdotal, Jesús hace precisamente esto. (Juan 17. 1-28). 

Pero su petición incluye nuestra respuesta. Debemos unirnos (Juan 17.21) y recibir, en nombre de Dios, la autoridad manifiesta que Jesús como Mesías intercesor del Salmo 2, nos ha conferido a nosotros, su Iglesia. En su nombre oramos y por esta gloria triunfaremos al recibir la herencia de las naciones, como prometió Dios.

2.1-12…Este es un salmo mesiánico, en el cual se advierte a las gentes y a los reyes de la tierra que sirvan a Dios porque el juicio final está en sus manos. Se aplica a Cristo por lo menos cinco veces en el NT.

2.1…¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas?.

Cosas vanas: Alude a una rebelión que no tiene oportunidad alguna de triunfar.

2.2…Se levantarán los reyes de la tierra, y principes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido diciendo.

La palabra castellana Mesías es una transliteración del hebreo que aquí se traduce como ungido. En este caso, el ungido es ciertamente un rey de Israel, que proféticamente anticipa a Cristo, el santo Hijo de Dios, a quien éste ungió (Hch 4.27 ).

2.6-9… Pero yo he puesto mi rey Sobre el monte de Sion, mi santo monte.

Dios habla en el verso 6 y entonces el rey publica su decreto en versos. 7-9.

2.7… Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy.

Jesús siempre estuvo consciente de que era el Hijo de Dios (Jn 5. 18-20 ), y fue esta declaración lo que llevó a los líderes judios a crucificarlo (Mt 26. 63-66 ).

2.8… Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra.

Según Mateo, Jesús reconoció disponer de este poder al comisionar a sus seguidores a ir y hacer discípulos a todas las naciones, anunciando su reino venidero.

2.12… Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino.

Honrad: Es una Señal de sumisión (1 de R 19.18 ); significa rendir homenaje.

¿¿¿Le rinde usted homenaje a Jesús como Su Majestad, el Rey del reino venidero de justicia???

EL VÁSTAGO DE ISAÍ: SU IMPORTANCIA EN EL PLAN DE DIOS

Isaías 11, Un Vástago de Isaí

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová (Isaías 11:1-2).

Nosotros no entenderíamos esto si no nos remontamos al principio, porque Isaías estaba prediciendo que la descendencia real de David, de la cual provinieron todos los reyes de Israel, sería cortada como un árbol, permanecería inactiva, para luego ser restablecida. Este proceso daría comienzo cerca de 150 años después que Isaías escribió estos versículos, cuando el Señor pronunció una maldición de sangre sobre la descendencia de David, al decir que ninguno de los hijos de David volvería a reinar sobre Israel (Jeremías 22:28-30). La descendencia languidecería, como el tronco de un árbol que ha sido cortado. Durante todo el tiempo del cautiverio babilónico, y por 500 años más, no hubo ningún rey en Israel. Pero un día un vástago retoñará, un Vástago que dará fruto. Puesto que Isaí era el padre de David y David no era el vástago, esta es una referencia al Mesías, el Hijo último de David.

Esto comprende tanto que tenemos que tomar un tiempo para entenderlo. Primero, el uso de la palabra Vástago, o Renuevo. En la Biblia en Inglés (KJV), la palabra Vástago (Branch) aparece en mayúscula, lo que significa que se refiere a una persona. En la Biblia encontramos cuatro referencias al Mesías como Vástago, o Renuevo, y cada una lleva consigo un modificativo especial. Jeremías 23:5 dice de un renuevo justo, un Rey. Zacarías menciona a “mi siervo el Renuevo” (Zacarías 3:8) y “el varón cuyo nombre es el Renuevo” (Zacarías 6:12). Finalmente, en el artículo anterior (Parte 2), vimos “el renuevo de Jehová” en Isaías 4:2.

Yo creo que fue Clarence Larkin el que primero descubrió que estos modificadores fueron una descripción de los cuatro estandartes que identificaban los campamentos de Israel, los cuales formaban cuatro grupos de tres tribus cada uno, y estaban situados alrededor del tabernáculo en el desierto dispuestos en cada uno de los cuatro puntos cardinales. En esos estandartes se veían las figuras de un león, el cual representaba al Rey Justo, de un buey que representaba al siervo, siendo el buey una bestia de carga, el rostro de un hombre la cual se explica por sí sola, y la de un águila la cual representa a Dios.

Pero aun hay más. Las representaciones de estos modificadores también se revelan en los cuatro rostros del querubín en Apocalipsis 4. Y aquí también representan los temas dominantes en los cuatro evangelios. Mateo les escribió a los judíos proclamando a Jesús como el Mesías de Israel, el León de Judá. Marcos lo mostró como el siervo obediente de Dios. Lucas lo describió como el Hijo del Hombre, y en Juan, Él es el Hijo de Dios.

Entonces, queda claro que el Renuevo es un título Mesiánico. El vástago, o renuevo, del tronco de Isaí es el Mesías, nacido de la Tribu de Judá de la descendencia de David.

Yo Prometo

Pero aquí hay algo todavía más asombroso. Recordemos que Dios le prometió a David que alguien de su familia reinaría en Israel para siempre. David quiso construir la casa de Dios, pero Dios no se lo permitió diciendo que se necesitaba de un hombre de paz y David era un hombre de guerra. Así fue como Dios escogió al hijo de David, Salomón, para que le construyera el Templo, y durante el reinado de Salomón, Israel disfrutó de una paz como nunca antes la había sentido (ni desde entonces). En cuando a David, Dios prometió construirle una “casa”, al hacer que su dinastía fuera perpetua. (1 Crónicas 17:1-14). Desde ese momento en adelante, un descendiente de David, a través de la descendencia de Salomón, se sentaría sobre el trono en Jerusalén, como Rey de Israel.

Pero ya para el tiempo del cautiverio babilónico, estos reyes eran tan malvados y tan rebeldes hacia Dios, que Él finalmente dijo “Suficiente”, y maldijo la descendencia real al pronunciar que ninguno de ellos volvería a reinar sobre Israel (Jeremías 22:28-30). El último rey legítimo de Israel fue Joaquín también conocido como Jeconías, el cual reinó durante tres meses solamente, en el año 598 a.C. ¿Estaba Dios rompiendo Su promesa a David?

Al anunciar el Mesías venidero, el ángel Gabriel le prometió a María que su hijo se sentaría en el trono de David, y que sería el primero en hacerlo desde que la maldición había sido pronunciada, y cuando lo hiciera sería para siempre (Lucas 1:32-33). Pero, entonces ¿cómo veríamos la descendencia maldecida de David? ¿Cómo es que Dios podía prometerle algo así a María?

Aquí Veremos Cómo Es Eso

Si comparamos las dos genealogías de Jesús en Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-28, nos damos cuenta que tanto María como José eran de la tribu de Judá y descendientes de David. José era descendiente de Salomón, que era la descendencia maldecida, mientras que la genealogía de María es a través del hermano de Salomón, Natán. Realmente, José y María eran primos, a pesar de la lejanía.

María no tenía ningún hermano, así que para poder mantener la tierra de su familia dentro de la herencia tribal, según la Ley, ella tenía que casarse con alguien que también era descendiente de David (Números 36:1-13). José llenaba los requisitos y perteneciendo a la descendencia real tenía un reclamo legítimo al trono, pero llevaba encima esa maldición. Entonces, ningún descendiente biológico de José jamás podría calificar legítimamente para llegar a ser rey de Israel, pero José podía asegurar el derecho de María para heredar la tierra del padre de ella.

Cuando María aceptó la oferta de matrimonio de José, ella también validó el reclamo al trono de Israel de su hijo aun no nacido. Su matrimonio colocó a Jesús en la sucesión real como el hijo legal de José, como Lucas lo muestra en su genealogía (Lucas 3:23), pero le permitió estar libre de la maldición ya que Él no era hijo biológico de José. Pero recordemos que Él era un descendiente biológico de David por medio de su madre y, por consiguiente, de “la casa y linaje de David”. Esto lo hizo el único hombre sobre la tierra, desde el año 600 a.C., que tenía un derecho legal al trono de David. Se necesitaba de un nacimiento virginal para hacerlo, pero Dios mantuvo Su promesa tanto a David como a María. El trono de David será ocupado para siempre, por el hijo de María.

Y, finalmente, en el versículo 2 vemos que el séptuplo Espíritu de Dios, que es una construcción del Espíritu Santo del Antiguo Testamento, y que vino a morar en Jesús al momento de Su bautismo (Mateo 3:16) le dio el poder sobre todos Sus milagros. Esto fue necesario porque la misión del Señor requería que viviera Su vida solamente en el poder humano. Para poder redimir a la descendencia perdida de Adán, Él tenía que ser el pariente-redentor de Adán. Por eso es que Lucas mostró a Jesús como el hijo del hombre, y trazó Su genealogía hasta Adán.

Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura (Isaías 11:3-5).

El fuerte contraste entre el Cordero de Dios y el León de Judá es evidente. El Salmo 2:8-9 confirma que Él regirá a las naciones con vara de hierro. Apocalipsis 19:15 concuerda y agrega que Él herirá a las naciones con la espada de Su boca.

Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar (Isaías 11:6-9).

Una vez que la Era Mesiánica comienza, la paz será su característica más descollante. En la Parte 1 de este estudio vimos que en el Reino Milenario las naciones ya no tomarán las armas unas contra las otras. Ahora vemos que la paz milenaria abarcará también a los animales del reino. En una parte futura veremos que la misma creación explotará en un cántico de gozo.

Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.

Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín (Isaías 11:10-13).

La primera reunión de la nación se llevó a cabo después del cautiverio babilónico. La segunda reunión empezó oficialmente en el año 1948 y continúa en nuestros días, y se completará después de la batalla de Ezequiel 38. Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos (Ezequiel 39:28). Después de 2000 años, el pueblo de Dios habrá regresado a su tierra de la diáspora y será un solo reino de nuevo, por primera vez desde el año 900 a.C.

Sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente, saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán. Y secará Jehová la lengua del mar de Egipto; y levantará su mano con el poder de su espíritu sobre el río, y lo herirá en sus siete brazos, y hará que pasen por él con sandalias. Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto (Isaías 11:14-16).

El Capítulo 11 termina con otra promesa de que conforme se acerca el final de la era, la gente que erróneamente llamamos hoy día “palestinos”, dejarán de ser un problema para al pueblo de Dios ya que serán conquistados. Israel los dominará y los subyugará. Estos versículos lo más probable es que se refieran a la batalla del Salmo 83, la cual es quizás el próximo evento en el calendario profético.

El mar de Egipto es el Mar Rojo, y su golfo puede ser o el Golfo de Acaba o el Golfo de Eilat, los dos que forman las “orejas de conejo” en su parte norte. El poderoso Eufrates, frontera tradicional entre el Este y el Oeste, se convertirá en siete brazos. El camino para el remanente desde Asiria completa la idea de que ya no habrá más ninguna frontera natural que le impida al pueblo de Dios llegar a Su Ciudad Santa.

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EL RETORNO DE SU MAJESTAD, EL REY JESUCRISTO

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Es altamente informativo enfocar la atención en tres palabras especiales Griegas que afectan el debate sobre el rapto y la Segunda Venida.

La primera palabra, “Epifanía” significa “la aparición visible del Señor Jesús sobre la tierra al final” de la edad (ref: El Nuevo Diccionario Int’l de Teología del N.T, Vol.3, Colin Brown, p.319). Para los antiguos, esta palabra indicaba la aparición de un ser divino en la tierra, a fin de que los humanos le ven allí. El “lexicón Inglés-Griego del Nuevo Testamento,” por Bauer, Arndt y Gingrich, 1957, p.304, manifiesta que la palabra Griega “Epifanía” quiere decir “una manifestación visible de una divinidad o dignatario escondido,” y en la literatura del Nuevo Testamento, esta palabra habla de la aparición de Cristo en la tierra”. Además, Arndt y el lexicón de Gingrich manifiestan que “la Epifanía” ocurre en 1Tim.6:14; 2Tim. 4:1,8; Tito 2:13; y 2Tes. 2:8, en los cuales todos ellos hablan de que “Jesús viene en juicio”. — así, tomado en conjunto, la “Epifanía” de Jesús puede no ser nada menos que la Venida gloriosa y visible de Cristo cuando él termine entre la gente en la tierra en juicio… ¡lo cual es claramente post-tribulacional!

Pablo exhorta a Timoteo a “conservar este mandamiento sin mancha o culpa hasta la aparición (Epifanía) de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tim.6:14). Entonces, Pablo está diciendo que perseveremos fielmente hasta que la gran meta sea alcanzada: ¡La Epifanía post-tribulacional!

Además, Pablo declara que es la “Epifanía” de la “parusía” de Cristo que destruye al anticristo (2Tes.2:8). Por consiguiente, es la Epifanía (aparición) gloriosa de Cristo en la tierra que destruye el anticristo poco después del fin de la gran tribulación.

Y luego Pablo le dice a Tito: “Esperamos por la bendita esperanza —- la aparición gloriosa (la Epifanía) de nuestro gran Dios y nuestro Salvador, Jesucristo” (Tito 2:13). Así, la “esperanza bendita” que buscamos y esperamos no es alguna desaparición secreta antes de la gran tribulación (como en el rapto pre tribulacional o medio-tribulacional), sino más bien, es la Epifanía gloriosa y visible de la venida de Cristo a la tierra en juicio, en cuyo tiempo el anticristo es destruido… la cual es inevitablemente  post-tribulacional.

La segunda palabra, “Apocalipsis,” es el descubrimiento y “la revelación de Cristo cuando él aparece en la plenitud de su poder” (ref: El nuevo Diccionario Int’l de Teología del N.T, Vol.3, Colin Brown, p.315). Además, Arndt y el Lexicón Griego/inglés de Gingrich (citado anteriormente, y p.92) declara que cuando esta palabra “Apocalipsis” es usada para hablar de Cristo en la escatología (las últimas cosas /días), habla de “parusía”. —— claramente, esta palabra “apocalipsis” (”revelación”) es la poderosa y gloriosa venida postribulacional de Cristo, cuando él aparece y es revelado a todo el mundo (Apo.19:11-16 y Mat.24:29-31) … y Pablo usa esta palabra cuando él dice, “no falte ningún don espiritual mientras ustedes ansiosamente esperan a nuestro Señor Jesucristo para ser revelado (apocalipsis )” (1 Cor.1:7). —– entonces, ¿estuvieron los corintios y Pablo ansiosamente en espera de un “rapto secreto,” dónde todos los creyentes simplemente desaparecen? —– No. Miraban y esperaban para el poderoso y glorioso “apocalipsis”  o aparición de Cristo… ¡el cual sólo puede ser post tribulacional!

Pedro también usa esta palabra, “apocalipsis”, cuando él escribe: “Las pruebas … vienen de modo que vuestra fe … pueda ser probada genuina y pueda dar como resultado la alabanza, gloria y honor cuando Jesucristo sea revelado (apocalipsis)” (1 Ped. 1:7). —– ¿cuándo esperan los pre tribulacionistas que esta alabanza y este honor vengan del Señor Jesús? En el rapto pre tribulacional …¡Pero éste no es el evento cuándo Pedro dice que vendrá! Él dice que llegará en el Apocalipsis, cuando Cristo es revelado al mundo en la plenitud de su poder. Pedro continúa: “Establezcan su esperanza completamente en la gracia para que le sean dado a ustedes cuando Jesucristo sea revelado (Apocalipsis)” (1 Ped.1:13). —– entonces, vuestra esperanza es ser retribuidos en el apocalipsis… ¡lo cual es claramente post tribulational!

La tercera palabra, “PHANEROO,”  significa “revelar, manifestar”; — y según Colin Brown es utilizado como un sinónimo para la anteriormente citada palabra que estudiamos: “Apocalipsis” (DNTT, Vol.3, Colin Brown, p.321). Arndt y Gingrich (citado, y en p.860) escribe que “phaneroo” indica “la aparición de Cristo “en el mundo”. El apóstol Pedro escribe: “Cuando el Pastor Principal aparezca (phaneroo), vosotros recibiréis la corona de gloria que nunca se desvanecerá (1 Pet.5:4). —– ¿y cuándo será dada esta corona de gloria a los creyentes? ¿Mientras la tribulación tiene lugar abajo en la tierra? No. Los creyentes recibirán su “corona de gloria” en el tiempo del phaneroo-apocalipsis, cuando Cristo aparezca y sea revelado en la tierra… ¡lo cual es post- tribulational!

Juan dice, “continúen en él, de modo que cuando él aparezca (phaneroo) podemos estar confiados y desvergonzados ante él en su venida (parusía)” (1 Jn.2:28). ¿Entonces cuándo necesitaremos finalmente la confianza de haber fielmente seguido a Cristo?…¿Y cuándo el Señor “nos clasificará”? No será algún tiempo durante la tribulación, sino cuando él gloriosamente aparezca (”phaneroo”) en el apocalipsis y en la parusía post-tribulacional. Finalmente, Juan dice, “cuando él aparezca (phaneroo), seremos como él, pues le veremos tal como él es” (1 Jn.3:2). ¿Y cuándo ocurrirá esto, que los creyentes se vuelvan igual a Jesús, o en otras palabras, que sean glorificados en cuerpos resucitados? ¿Será poco antes (o en la mitad) de la tribulación? — No. Según la inerrante Palabra escrita por Juan, será en el phaneroo-apocalipsis … el cual es post-tribulacional

¿CREE USTED EN EL NOMBRE DEL SEÑOR PARA LOGRAR SER UN HIJO DE DIOS?

Por Ing°. Mario A Olcese (Apologista)

 «Mas a todos los que le recibieron, a los que CREEN EN SU NOMBRE, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12)

 

Conociendo al Padre y al Hijo 

En colosenses 1:9 descubrimos que Pablo oraba con Timoteo para que la iglesia en Colosas fuese llena del conocimiento de la voluntad de Dios. Notoriamente para Pablo, conocer a Dios era conocer Su voluntad. No es una cuestión de conocer la apariencia de Dios, sino más bien, su voluntad y mantener una relación de amistad con él. Conocer a Dios es saber qué piensa y exige Él de sus criaturas humanas. Millones andan a ciegas porque no conocen a Dios, y no entienden el porqué de su existencia en esta tierra. Es por esta infausta situación que Cristo vino a dar a conocer a Su Padre a los hombres, a través de sus hechos y enseñanzas (Juan 1:18, Juan 14:6-10). Él vino a liberarnos del diablo y de sus mentiras, pues recordemos que Jesús y Pablo señalaron a Satanás como el Padre de la mentira, y el obstructor de la verdad (Juan 8:44; 2 Corintios 4:4). Dios y Su Hijo definitivamente quieren mantener una relación íntima con nosotros (Apo. 3:20, Lc. 19:10, Juan 15:14)

Jesús, por tanto, dio mucha importancia al conocimiento o ciencia que lleva a la inmortalidad. Es una ciencia o conocimiento espiritual que debe ser aceptado con fe y humildad; sin objeciones ni burlas. Y en 1 Timoteo 2:4, Pablo le escribe a Timoteo lo siguiente: “el cual (Dios) quiere que todos los hombres vengan al conocimiento de la verdad”. Aquí Pablo habla del conocimiento de la verdad, verdad ésta que se encuentra en Jesucristo mismo (Juan 14:6). El conocimiento de Dios y de Cristo equivale al conocimiento de la verdad. Conocer a Dios y a Su Hijo es conocer la luz, la verdad, la salvación, y la vida eterna. Todos estos puntos se concentran en el Padre y Su Hijo. Jesús y el Padre son UNO (Juan 10:30), pues ambos están unidos en voluntad y propósito. Esto significa que ambos concuerdan perfectamente y no se contradicen. Si dos no estuvieran de acuerdo, no podrían andar juntos. Lo que Jesús enseñó era la doctrina de Su Padre, y él la enseñó con mucha fe y seguridad a mucha gente.

Si uno se pregunta cuál es la voluntad de Dios para con nosotros, diríamos dos cosas básicas: 1).- Nuestra santidad de vida (1 Tesalonicenses 4:3), y 2).- Que creamos en su Hijo (Juan 6:40, Juan 1:12). El primer aspecto se refiere a nuestra vida limpia y consagrada a Dios,  y el segundo se refiere a nuestra creencia en el nombre del Hijo de Dios. Pero, ¿qué significa exactamente creer en el Hijo de Dios? Este es un punto crucial que muchos no entienden. ¿Acaso es creer que él es la Segunda Persona de la Trinidad?¿O es acaso creer que él fue un simple líder religioso o un “Abatar”?

Creyendo en Su Nombre—Jesucristo 

La Biblia dice que debemos creer en el nombre del Hijo. Pues bien, esto se lee en el evangelio de San Juan con respecto a Jesucristo, así: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron, mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. ( Juan 1:11,12 –Ver También; Hechos 3:15,16; 1 Juan 5:13). Creer en su nombre es creer en su persona mesiánica, pues su nombre es Jesús, el Cristo (o Jesucristo). Cristo significa en hebreo Mesías (=el rey de Israel), es decir, Jesús Mesías, o Jesús el Rey. Algunos aún creen que Jesucristo es sólo un nombre y apellido personal (Jesús Cristo), pero la verdad es que Jesús-Cristo es un nombre + un cargo o rango (título). El punto es éste, ¿creemos que Jesús es el Mesías o rey de Israel prometido? En Mateo 16:15,16 vamos a encontrar a Pedro reconociendo a Jesús como el Cristo (ó Jesús-Cristo). Dicen así los versículos bíblicos: “El (Jesús) les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: TÚ (Jesús) ERES EL CRISTO, EL HIJO DEL DIOS VIVIENTE”. En otras palabras, Pedro creyó que Jesús era el Cristo ó Jesucristo. Él había creído en el título de Jesús, es decir, que Jesús era el Mesías o Cristo de Dios. En otra ocasión Jesús tuvo que soportar la deserción de muchos de sus seguidores porque dejaron de creer en él debido a sus duras declaraciones. Entonces Jesús les dice a sus apóstoles: “¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente (Juan 6:66-69). Nuevamente nótese que los apóstoles habían creído que Jesús era el Cristo, y el Hijo de Dios. O sea, habían creído que Jesús era el Cristo, o Jesucristo. Habían creído en su nombre completo: JESUCRISTO (o Jesús el Cristo), EL HIJO DE DIOS. Esto significa, en buena cuenta, que Cristo es el REY DE ISRAEL, el Mesías o Cristo esperado. Desgraciadamente, millones de cristianos nominales no saben realmente qué significa el nombre y título: Jesucristo— ¡Pero Ud. ya lo está comprendiendo!

El Significado de “Hijo de Dios”

Vimos arriba que Jesús es el Cristo o Mesías. Esto equivale al nombre y al título: Jesús-Cristo. Los discípulos habían creído en el nombre y título ‘Jesucristo’ en todo su  alcance o extensión. Ahora bien, el título Hijo de Dios equivale igualmente a su rango de Cristo o Mesías. Esto quiere decir que la frase “Hijo de Dios” corresponde al título de Rey de Israel. Veamos algunas citas bíblicas:

1.- En Mateo 16:15,16 leemos que Pedro admite que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Es decir que el título Hijo de Dios tiene correspondencia con el título Mesías o Cristo,  el futuro rey de Israel. No olvidemos que Dios le promete a David que su hijo Salomón sería su sucesor en el trono, y que se convertiría, al mismo tiempo, en Su hijo (de Dios) (1 Crónicas 28:5,6). De modo que un hijo de Dios tenía el rango de rey de la dinastía de David. El Hecho de que Cristo sea el Hijo de Dios tiene ese mismo parentesco dinástico ciertamente. Es decir, que Cristo tendrá, como Hijo de Dios, y de David, el derecho de heredar su trono y reino (de David) en un futuro. En Mateo 1:1 encontramos la verdad inobjetable de que Jesucristo desciende del rey David, su padre ancestral.

2.- La relación Hijo de Dios y Rey de Israel se deja ver en las siguientes palabras de Natanael a Jesús: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Juan 1:49). Creer, por tanto, en el Hijo de Dios, es creer en que él es el futuro Rey de Israel. Desafortunadamente, son pocos los cristianos hoy que creen realmente que Jesús será el futuro rey del reino de David, en Israel. Aquí hay definitivamente un asunto que los cristianos de hoy deben meditar seriamente. Y es que creer en el Hijo de Dios, llamado Jesucristo ( o Jesús el Cristo), es creer que él, como Mesías, volverá en persona a Israel para restaurar el reino de rey David, el cual está temporalmente suspendido todavía desde 586 a.C. (Leer Lucas 1:31-33).  Esto significa que Israel será una monarquía como la Jordana (su vecina), pero además, será teocrática.

3.- En Marcos 15:32 encontramos nuevamente la relación Cristo/ Rey de Israel en las palabras de los escribas y sacerdotes. Dice así el versículo en cuestión: “El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos…”.  Es claro, entonces, que cuando Pedro admitió primero que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios, lo que estaba aceptando era que Cristo es el Rey de Israel, el prometido Mesías esperado. En buena cuenta, Pedro había mostrado su fe en el rey de Israel, Jesucristo, a pesar de que éste no vino con ejércitos o con un poder militar bien armado. Su fe fue grande en realidad, porque aceptar a Jesús como el Rey esperado, siendo pobre, y sin poder militar, sería muy difícil en circunstancias tan especiales. Pero hoy, los que niegan esta verdad de un Cristo que reinará en Jerusalén, no se dan cuenta que están torciendo el correcto sentido hebreo-cristiano de la palabra Mesías o Cristo, y no comprenden la confesión de fe de Pedro registrada en Mateo 16:16.

El Significado de “Señor”

Nosotros usamos frecuentemente el titulo “Señor” para los hombres. Decimos: “el Señor Juan”, “El Señor Pérez”, “el Señor Presidente”, “el Señor Alcalde”, “Su Señoría”, etc. Pero en el caso de Jesús, el título “Señor” tiene una connotación hebrea muy particular. San Pablo dice que hay efectivamente muchos señores, así como hay muchos dioses. No obstante, Pablo concluye que sólo hay UN SEÑOR y UN DIOS  VERDADEROS (Véase 1 Corintios 8:5-6). Preguntémonos, ¿en que sentido Jesús es el único Señor?¿Qué significa “Señor” en su caso? Necesitamos saber de qué se trata su señorío en el sentido hebreo.  Felizmente la Biblia nos da mucha luz al respecto. En Lucas 2:11 se nos habla del nacimiento de Cristo, de este modo: “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor”. Aquí hay un anuncio celestial del nacimiento de un bebé que es Salvador, Cristo y Señor. Acá el señorío de Jesús está relacionado con su mesianismo. Es decir, Cristo es el Señor porque es el príncipe que está llamado a ser el rey de Israel. Señor, en su caso, implica más que Amo, implica Majestad y Soberanía. Él es el Rey esperado para tomar el trono de David, su ancestro, en Jerusalén. Nótese que el profeta Zacarías, hablando sobre la futura gloria de Sión, dice: “Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de jubilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna…y hablará paz a las naciones, y su SEÑORÍO será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra” (9:9,10). Observemos que el Señorío de Cristo tiene que ver con su poder y autoridad sobre el mundo entero. Acá se habla del futuro reino de Cristo, cuyo poder y dominio será mundial, y él será el Soberano sobre los reyes de la tierra ( Ver Apocalipsis 1:5).

Además, es interesante lo que dice el profeta Miqueas sobre el nacimiento de Cristo, y su posterior señorío sobre Israel, con estas interesantes palabras: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será SEÑOR EN ISRAEL, y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (5:2). Nótese que el profeta Miqueas habla de “UN SEÑOR EN ISRAEL”. Esta es una profecía que no sólo anuncia el nacimiento de Jesús en Belén, sino su futuro reinado sobre la nación de Israel. El evangelista y apóstol Mateo se refiere a la misma profecía de Miqueas de arriba, y la cita en su evangelio, así (compárelo por favor): “Y Tu Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un GUIADOR (ó REGIDOR) que apacentará a mi pueblo Israel” (Mateo 2:6).  Entonces: ¡Señor es igual a Guiador o Regidor de Israel!

Evidentemente, Jesús no ejerció su función de regidor del pueblo de Israel, ya que los suyos (los judíos) no le recibieron cuando se presentó ante ellos personalmente hace dos milenios (Juan 1:12). Sin embargo, esta función la tendrá que cumplir cuando regrese nuevamente a la tierra, con sus ángeles de su poder (Mateo 25:31,34). Pablo dice que el reino de Jesucristo está indefectiblemente asociado con su manifestación en gloria ( Ver 2 Timoteo 4:1).

El Reinado de Jesucristo en Israel: Su Trascendencia

¿Qué importancia tiene el hecho de que Cristo será el regidor de Israel?¿Afectará este gobierno de Cristo sobre su pueblo, el mundo entero? La Respuesta la encontraremos en la misma Palabra de Dios, la Biblia. El profeta Daniel vislumbró una Era o Edad gloriosa en la cual un Rey y su reino cambiarían el mundo, y traerían la paz y la justicia a los pueblos. Es necesario leer todo el capítulo dos de Daniel, y en especial, el verso 44, que dice: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”. Sí, Dios levantará un gobierno monárquico y teocrático que dominará sobre los demás reinos o gobiernos de la tierra, y que se hará prominente y duradero por mil años. Esta es la última escena del drama de la historia de la raza humana. Un solo gobierno mundial dominante en la persona del Hijo de Dios… ¡y la destrucción de los malvados e incorregibles! (Salmo 37).

Es indiscutible que el hombre es esencialmente político; pues éste ha buscado siempre el bienestar para él y los suyos. Sí, por milenios los hombres han luchado por su supervivencia, y han anhelado una justicia social para todos. Otros han buscado hacerse poderosos, y dominar sobre los débiles; erigiendo pueblos y naciones prósperas que dominan sobre otros pueblos más débiles para explotarlos. Los resultados han sido las revueltas, los descontentos, los derramamientos de sangre, y mil males más. Aún hoy, los pueblos más oprimidos buscan que no se les explote más, y desean el cambio radical del orden de cosas imperantes, y una justicia social auténtica. Los bancos y grupos económicos poderosos se enriquecen más y más a costa de los más pobres de las naciones más endeudadas del planeta. Desgraciadamente, las deudas de los países más pobres se hacen impagables, y año a año se acrecientan más y más hasta oprimirlos demasiado. Los políticos ya no saben cómo salir de este problema, y los pueblos ya no pueden soportar las cargas fiscales que pesan sobre ellos. Los pobres exigen un cambio, y por eso el reino de Dios es para ellos (Santiago 2:5).

Sin una justicia real y global, jamás podremos esperar que haya una paz verdadera en la tierra. Parece que esta justicia social jamás se producirá, porque los ricos son cada vez más codiciosos de dinero y poder, y no les interesa para nada el sufrimiento de los desposeídos. Estos ya están de antemano condenados por Dios, a menos, claro, que se arrepientan a tiempo. Dice Santiago 5:1-6 de los ricos: “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla, vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia”. Lo que se condenó hace dos milenios, se condena aún hoy. Además, el socialismo también fracasó en sus intentos de cambiar esta injusta situación social, porque el problema está en el hombre mismo, quien desgraciadamente se encuentra alejado de Dios y de Su voluntad, y además, está sumido en sus bajas pasiones. Así lo revela Santiago 4:1 con estas palabras: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?¿No es de vuestras pasiones, los cuales combaten en vuestros miembros?”. Entonces, La tarea consiste en cambiar al hombre para que se rinda a Dios y le obedezca. La separación del hombre de su Dios lo ha llevado a la ruina y al fracaso. Jesús dijo que apartado de él el hombre nada podía hacer (Juan 15:5).

En la profecía de Isaías, el profeta nos anuncia una era maravillosa en donde todos los males e injusticias de la tierra desaparecerán, cuando Dios mismo tome las riendas del poder de este mundo a través de su Cristo. Dice así el profeta Isaías: “Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá que en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y  juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (2:1-4).

Aquí el profeta nos habla de una era maravillosa en donde los conflictos bélicos desaparecerán por completo. Será una edad en donde Dios dominará sobre los pueblos a través de su Cristo, el futuro rey de Israel. Sobre este Cristo venidero, el profeta Hageo nos dice lo siguiente: “Y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos” (2:7). Efectivamente, vendrá el Deseado de todas las naciones, el hombre ideal para gobernar a los pueblos con equidad. Además, véase que Dios llenará de gloria su casa, o sea, el nuevo templo que habrá en la ciudad de Jerusalén.

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SU MAJESTAD, EL SEÑOR JESUCRISTO, TIENE AÚN MUCHAS COSAS QUE HACER EN LA TIERRA

Empezaremos diciendo que el Nuevo Testamento nos exhorta a estar preparados para dar razón de nuestra esperanza (1 P 3:15). Ese imperativo presupone que las profecías bíblicas, como en este caso la venida de Cristo, tienen un sentido lógico y teológico, un porqué y un para qué. Cristo vendrá de nuevo, no simplemente porque “la Biblia lo dice” (aunque eso sea cierto), sino porque le quedan importantes tareas en esta misma tierra donde una vez vivió, murió y resucitó. Si no fuera así, no tendría por qué volver, pues Dios nunca actúa sin sentido.  

La tierra siempre ha sido central en el actuar de Dios. Apenas crea a Adán le prepara una finca, para que no sea “Adán sin tierra”. La base del pacto que Dios hizo con Abraham fue la promesa de una tierra propia para su descendencia. El castigo para el pecado de Israel fue la pérdida de su tierra, y la promesa de los profetas destacaba su recuperación. Para salvarnos, Jesucristo vino a esta tierra, y para culminar su obra, volverá otra vez. Y al final, habrá nuevos cielos y nueva tierra. El regreso de Cristo a nuestro planeta es una prueba clara de la importancia de la tierra en los planes de Dios.

El esquema general para la mayoría de los cristianos, y de los evangélicos en particular, es que se acepta a Cristo y se va al cielo. Pero el esquema bíblico tiene otra dirección: Cristo vuelve a la tierra. Para que los cristianos vayan al cielo, no es necesario que Cristo vuelva aquí. Al morir los creyentes están en presencia de Cristo, sin que él tenga que volver a este planeta. Bien podría ocurrir igual después de la resurrección del cuerpo. Podríamos ascender, con cuerpo resucitado, a la patria celestial y Cristo no tendría que volver a la tierra. Entonces, ¿cuál es la razón y la lógica del retorno de Jesús a este mundo?

Una manera muy sencilla de enfocar el propósito y la lógica de la venida de Cristo será enumerar las razones de su regreso que da el mismo Nuevo Testamento. Encontramos seis objetivos de la venida de Cristo, que son el sentido teológico de su parusía. Su regreso no es un espectáculo sin sentido, sino una acción con claros propósitos y una racionalidad totalmente coherente con toda la enseñanza bíblica y toda la historia de la salvación.

1) Cristo viene a reinar; su venida es la venida de su reino (Lc 23:42, “cuando vengas en tu reino”; cf. 1:33; 19:14,27). Su venida gloriosa será su manifestación (epifania) como “único y bendito Soberano, Rey de reyes y Señor de señores” (1 Tm 6:14-16). El Cordero ha vencido y es el Señor de la historia, digno de abrir los sellos del libro (Ap 5:5-7). Cristo ha resucitado y “es necesario que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies…cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia”(1 Co 15:24s).

En su venida, Cristo nos hará también a nosotros reinar con él (2 Tm 2:12; Ap 2:26s; 3:21). Los redimidos “reinarán sobre la tierra” (Ap 5:10). Lo mismo confirma Ap 20:6 cuando asevera que los fieles resucitados “serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años”. Según 22:5 los fieles “reinarán por los siglos de los siglos”. 

El vino la primera vez a traer el reino en su ministerio y obra. Cuando volvió al Padre, el reino ya había venido entre nosotros por medio de su vida,  muerte y resurrección. Vino humilde, doliente y aparentemente débil, como Siervo Sufriente. Su segunda venida llevará a la culminación final lo que inauguró con su primera venida. Vino la primera vez para dar a “saborear” las bondades de su reino, y a introducirnos a él a partir de su muerte en una cruz para redimirnos de los pecados. Ahora vendrá como Rey de Reyes y Señor de señores (Ap 19:11-16) para reinar en majestad y gloria. Entonces se cantará que “el reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos” (Ap 11:15). 

Ahora, la pregunta importante es ¿cómo anda nuestra teología del reino? El reino es el mensaje central de la primera venida de Cristo y el secreto del sentido de su misión, según los evangelios sinópticos. Él nos exhorta a “buscar primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mt 6:33) y a orar para que el reino venga a fin de que se haga la voluntad de Dios en la tierra cuando él regrese (Mt 6:10).  

Pero muchas veces lo que fue el mensaje central de Jesús es el mensaje olvidado de su iglesia. Por eso no sabemos qué hacer con su venida, porque no tenemos una teología del reino. Entonces, para llenar ese vacío, echamos mano del rapto como propósito de la venida (“él viene a levantar a su iglesia”, dice un corito). Con eso le damos a la parusía un sentido que nunca tiene en las escrituras. Así cambiamos la enseñanza bíblica de que él viene para estar aquí y reinar en la tierra por una especulación de que viene para sacarnos a nosotros de la tierra. Pero su venida no será “Operación Rescate” sino “Operación Reinado”, el toma de poder por el Rey de reyes. 

2) En segundo lugar, Cristo viene a triunfar, viene a vencer. Según. 2 Tesalonicenses 2:7-8, el pasaje más importante sobre un anticristo personal, Cristo va a destruir al “hombre inicuo…con el esplendor de su venida” (NIV; Gr “con la epifania de su parousia”). Su venida va a ser la derrota definitiva de los enemigos de su reino, como vimos también en 1 Corintios 15:24-25. En el Apocalipsis, la primera y única venida futura de Cristo es para hacer la batalla contra todas las fuerzas de maldad y derrotarlas para siempre (19:11-21). Cuando el dragón, después del reino milenial, intenta encabezar otro asalto contra el reino del Señor, sus fuerzas son destruidas por relámpagos y no se realiza ninguna guerra (20:9s).

3) Tercero: Cristo viene a juzgar, viene como Juez (Mt 25:31, la parábola de las ovejas y cabritos). Al volver, Cristo juzgará a las naciones. El viene a iniciar un proceso de juicio ético definitivo. Tesalonicenses es especialmente claro en  relacionar el juicio de los impíos con su venida. (2 Ts 1:7ss; cf. 2 Tm 4:1). Según Hechos 17:31 Dios ha establecido “un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”.

Y aquí también Cristo nos permite a nosotros juzgar con él. 1 Corintios 6:2-3 afirma que “los santos han de juzgar al mundo” y a los ángeles. También según Apocalipsis 20:4 los fieles juzgarán juntamente con él. Cristo comparte su poder y nos deja participar con él también en el juicio. 

4) En cuarto lugar, Cristo viene a resucitar a los creyentes muertos y transformar a los que viven en la hora de su venida. Su venida traerá plenitud de vida (1 Ts 4:16s; 1 Co 15:52). “Al son de la trompeta” los muertos vivirán y todos seremos hechos “semejantes al cuerpo de la gloria suya” (Fil 3:21). Le veremos y seremos como él (1 Jn 3:3) y Cristo será glorificado y admirado en sus santos (2 Ts 1:10). Su venida será el triunfo final sobre la muerte y el pecado. 

5) Quinto, Cristo viene a reunirse con nosotros y a reunirnos a nosotros con él para siempre. Esta es la gran reunión de toda la familia del Señor. Seremos arrebatos al encuentro con él (apantesis) y “así estaremos siempre con el Señor (1 Ts 4:17). En 2 Tesalonicenses 2:1 Pablo habla de “la venida (parousia) de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión (episunagôgê, cf. sinagoga) con él”. En Juan 13-14 Jesús anuncia su muerte pero, en ese contexto de separación, promete regresar para estar con los suyos, “para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn 14:3). Cristo vuelve porque quiere estar con nosotros; nosotros esperamos su venida, porque queremos estar con él, “que sin haberlo visto, amamos” (1 P 1:8). Lamentablemente, en mucha escatología “raptocéntrica”, el encuentro amoroso con Cristo pasa a un segundo plano o desaparece.  

Los cristianos no esperamos a “algo” sino a “Alguien”. Para nosotros el futuro tiene nombre, y se llama Jesús. 

6) Finalmente (¡que agenda más impresionante que trae nuestro Señor!) Cristo viene a culminar la historia humana y cósmica. El es el punto omega de toda la historia, como decía Teilhard de Chardin. Según Efesios 1:10 “el propósito de Dios es de reunir todas las cosas en Cristo”. La frase “todas las cosas” (ta panta, neutro plural) era una de las formas de decir el universo en griego. No tenían la palabra “universo” (que con sólo oirla se nota que es latín). En griego el neutro plural de “todo” (que no tiene equivalente en castellano) solía significar el universo, junto con el otro término, kosmos.

El verbo “reunir” aquí significa “recapitular”, encabezar todo, juntar todo en su pleno sentido, resumir todo en una síntesis final. La venida de Cristo va a culminar en su significado definitivo todo lo que ha sido el mundo y la historia. En la venida de Cristo, Dios va a recapitular todo en la persona de él. Él será Omega como ha sido Alfa. Otro pasaje con un sentido parecido es Hechos 3:19-20, después de la curación del cojo:

Así que arrepentíos y convertíos…para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.y el envía a Jesucristo…a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.

Éstas son frases de plenitud. La historia que Dios ha iniciado con la creación, en cuyo centro Dios puso a su propio Hijo, no va a terminar en un colosal fracaso. El pecado es un fracaso, pero no la creación ni la historia. Bajo Cristo la historia va a realizarse en plenitud, con ese refrigerio y esa restauración de todas las cosas que nos promete la palabra de Dios.

De este análisis queda evidente que la venida de nuestro Señor está cargada del más profundo y hermoso significado. ¡Qué diferente de los conceptos raptistas qie circulan en muchas iglesias!

JERUSALÉN: LA CIUDAD DE SU MAJESTAD JESUCRISTO Y DE SU REINO ENTRANTE (MATEO 5:34-35)

«En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón» (Jeremías 3:17).

«Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado (Joel 2:32).
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«Clama aún, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén» (Zacarías 1:17).
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«Jerusalén, que se ha edificado Como una ciudad que está bien unida entre sí. Y allá subieron las tribus, las tribus de JAH, Conforme al testimonio dado a Israel, Para alabar el nombre de Jehová. Porque allá están las sillas del juicio, Los tronos de la casa de David. Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman.Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios. Por amor de mis hermanos y mis compañeros diré yo: La paz sea contigo. Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios buscaré tu bien (Salmos 122:3-9).
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«Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey» (Mateo 5:34,35).

¿POR QUÉ INSISTO EN QUE EL REINO DE DIOS ES EL EVANGELIO DE CRISTO?

Por Ingº Mario A Olcese

«Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído» (Hechos 4:20).

Estimados amigos, algunos de ustedes me preguntan con inquietud, lo siguiente: ¿por qué gastas mucho tiempo precioso hablando del reino de Dios en tu blog, habiendo tantos otros temas interesantes e importantes que se pueden tratar? Y yo les respondo: ¡Porque este mensaje del reino es salvador para todo aquel que lo recibe y lo cree con fe! Sin embargo, es de reconocimiento general de que este blog trata de muy diversos temas, siendo el principal, el evangelio del reino de Dios. Hasta el momento tenemos publicados un montón de temas surtidos que ya casi llegan a los 4,800…¡y siguen en aumento!, pero siempre hacemos hincapié en el evangelio del reino, porque éste es precisamente el mensaje que Jesús espera que sus verdaderos seguidores difundan y que los perdidos crean para su salvación eterna (Mateo 24:14; Lucas 9:60-62; Mateo 6:33).

Creemos que muchas noticias nos pueden traer alegrías, como el nacimiento de nuestro primogénito, un buen aumento de sueldo, un bonito regalo anhelado, la recuperación de la salud de un ser querido, un premio a la excelencia, etc. Sin embargo, la noticia más extraordinaria que uno puede recibir es aquella que propone que uno puede volver a vivir, ser  inmortal, y  encontrarse personalmente con el Señor Jesucristo y ser un gobernante de su reino en un mundo justo y recto donde todo será armonía y felicidad. Estas sí son, en realidad, muy buenas noticias…¡las mejores que uno pueda escuchar,  y que producen un genuino gozo duradero en esta vida pasajera!

Desgraciadamente, muchos aún piensan que nosotros somos muy literales cuando tomamos las promesas del reino de Jesús como un asunto de gobierno, de regir el mundo, de tener autoridad sobre las naciones. Estas personas prefieren tomar de una manera alegórica el mensaje del reino, como que si éste se tratase de un “reinado de Cristo en el corazón de cada creyente”. Esto último suena muy bonito y romántico para la mayoría de los cristianos, y por esto ellos se sienten inclinados a aceptar este tipo de interpretación del reino que sabe más “espiritual” o “celestial”. Para estos cristianos el reino que propugnamos con mucho entusiasmo sabe a Antiguo Testamento, a promesas judías, y por tanto, supuestamente obsoletas para la iglesia. Ellos suponen que el Nuevo Testamento presenta otro enfoque del reino que los Judíos no entendieron y rechazaron, y que motivó que Dios los descartara de sus pactos. Esta creencia, no obstante, es injustificable y sin asidero bíblico, puesto que Pablo escribió que Jesús vino a los suyos para confirmar las promesas hechas a los padres (Abraham, Isaac y Jacob…) Romanos 15:8.

Ahora bien, es cierto que el mundo se va derrumbando de a pedazos por el caos reinante, y es comprensible que por el desconcierto generalizado, sumado al temor y la inseguridad que éste revoltijo está ocasionando  en la gente, los impela a buscar “escapar” a otro mundo o esfera para así evadir las atroces calamidades que se nos avecinan. ¿Y qué mejor propuesta que aquella que nos pueda ofrecer “volar al cielo” o a “otra dimensión” para estar con Dios, si somos “buenos”? Por eso, cuando les predicamos a nuestras visitas que los “mansos heredarán la tierra”(Mateo 5:5), ellas casi inmediatamente se sienten muy poco animadas a escucharnos o a creernos, porque sencillamente ya no sienten gusto o deseos de residir en una tierra como ésta. Sí, es comprensible, pero si les proponemos una tierra nueva donde sólo morará la justicia, el punto de vista puede cambiar radicalmente. En realidad la tierra es muy hermosa y Dios la diseñó y preparó para que la habitemos con alegría, salud, prosperidad y longevidad. De hecho, después de que Dios terminó de hacerla, vio que todo era bueno en gran manera (Génesis 1:31).

Así que si Dios creó la tierra para ser habitada por los hombres, y que para ello hizo todo bueno en gran manera, ¿podría ahora Él darse por vencido y trasladar a los hombres justos al cielo, o a otra dimensión, sólo porque malos hombres la están destruyendo? ¿No sería más sabio sacar a los que la destruyen para así restaurar todas las cosas como al comienzo? ¡Creo que sí! De hecho, en Apocalipsis 11:18 se nos dice que el Señor destruirá a todos aquellos que están destruyendo su creación, para hacer nuevas todas las cosas (Hechos 3:19-21; Apo. 21:5).

Estas si son buenas noticias para la humanidad, el evangelio de Dios proclamado por Su Hijo Jesucristo al mundo (Lucas 4:43) y extendido después por sus seguidores verdaderos y obedientes (Lucas 8:1,2; 9:1,2; Hechos 8:12; Hechos 19:5; Hechos 20:25; 28:23,30,31; Mateo 24:14). Este es el único evangelio salvador…¡no hay otro! (Romanos 1:16; Gál 1:6.9). Es por eso mi insistencia por darlo a conocer a medio mundo, por decirlo de alguna manera, pues sé que la fe en Cristo y en su reino venidero de justicia, no sólo le puede dar esperanza a la humanidad, sino también la salvación (Lea con cuidado Mateo 19:16-25). Sí, el mundo tiene esperanza con el evangelio del reino…¡pero no algún otro que es fraudulento y que conduce a la perdición! Sinceramente espero haberme explicado con meridiana claridad.

Finalmente: ¿aceptará el evangelio original del reino de Dios, o se quedará con algún otro que escuchó por allí en alguna iglesia “cristiana”? ¡Usted decide finalmente!

SU MAJESTAD, EL REY JESUCRISTO

 “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio” (Isa. 32:1)

Pasajes que nos hablan de la justicia del reinado del Mesías en la tierra

“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán término, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Isa. 9:6,7).

“Sino que juzgará con justicia á los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra: y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones.” (Isaías 11:4,5).

“Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de justicia, reposo y seguridad para siempre” (Isaías 32:17).

“He aquí que vienen los días, dice Jehová, y despertaré á David renuevo justo, y reinará Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 23:5).

“En sus días será salvo Judá, é Israel habitará confiado: y este será su nombre que le llamarán: JEHOVA, JUSTICIA NUESTRA” (Jeremías 23:6).

“En aquellos días y en aquel tiempo haré producir á David Pimpollo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 33:15).

“En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará seguramente, y esto es lo que la llamarán: Jehová, justicia nuestra” (Jeremías 33:16).

“Tu trono, oh Dios, eterno y para siempre: Vara de justicia la vara de tu reino” (Salmo 45:6).

“Conforme á tu nombre, oh Dios, Así es tu loor hasta los fines de la tierra: De justicia está llena tu diestra” (Salmo 48:10).

“La justicia irá delante de él; Y sus pasos pondrá en camino (Salmo 85:13).

“Justicia y juicio son el asiento de tu trono: Misericordia y verdad van delante de tu rostro” (Salmo 89:14).

Las Riquezas en el Reino de la justicia

“Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros del Dios nuestro seréis dichos: comeréis las riquezas de las gentes, y con su gloria seréis sublimes” (Isaías 61:6).

“Y Judá también peleará en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todas las gentes de alrededor: oro, y plata, y ropas de vestir, en grande abundancia” (Zacarías 14:14).

“Que decían en alta voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza” (Apocalipsis 5:12).

Abundancia de paz en el reinado de la justicia

“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán término, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Isaías 9:6,7).

“La gloria de aquesta casa postrera será mayor que la de la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:9).

“Y seráme á mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las gentes de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré” (Jeremías 33.9).

“He aquí que yo le hago subir sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad” (Jeremías 33:6).

Más sobre el reino en:

www.elevangeliodelreino.org

www.yeshuahamashiaj.org

LA MAJESTAD DE JESUCRISTO EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

trono 

Antiguo Testamento

La primera pregunta que uno puede plantarse es si verdaderamente Jesús es Rey. Para encontrar la respuesta hemos de acudir forzosamente a la Revelación. ¿Qué nos enseña el mismo Dios acerca de esta materia?

Si acudimos a la Sagrada Escritura en busca de textos que den fe de la realeza de Cristo nos encontramos que es como ir en busca de agua al mar. El carácter real del Mesías prometido por Dios y aguardado por Israel es una idea dominante en todo el Antiguo Testamento.

Ya en el libro de los Números, Balaán pronuncia el oráculo en el que manifiesta que contempla, aunque no de cerca, como “una estrella sale de Jacob, un cetro surge de Israel” Núm.24, 17, y “de Jacob sale un dominador”Núm.24,19.

En los textos del Profeta Isaías la tradición cristiana ha interpretado un anuncio del Mesías que se ha visto cumplido en Jesús y en el reino inaugurado por Él: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros descansa el poder, y es su nombre: “Consejero prudente, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz”. Dilatará su soberanía en medio de una paz sin límites, asentará y afianzará el trono y el reino de David sobre el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre” Is. 9, 5-6.

El carácter real del Mesías como descendiente de la casa de David aparece con toda claridad en las palabras del Profeta.

En la misma línea, el Profeta Jeremías predice en su oráculo: “He aquí que vienen días, oráculo del Señor, en que yo suscitaré a David un descendiente legítimo, que reinará con sabiduría, que practicará el derecho y la justicia en esta tierra”. Jer. 23,5

El Profeta Daniel anuncia como “el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido y cuya soberanía no pasará a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos los otros y él mismo subsistirá por siempre” Dan. 2, 44. Y en la primera de sus visiones narra, “vi venir sobre las nubes alguien semejante a un hijo de hombre; se dirigió hacia el anciano y fue conducido por él. Se le dio poder, gloria y reino, y todos los pueblos, tacones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino jamás será destruido” Dan. 7, 13-14

Con toda la carga expresiva de los términos empleados, la clara referencia a la estirpe de David y las connotaciones que los Profetas aplican al reino anunciado, especialmente su carácter de soberanía absoluta y universal, así como su característica de eternidad, es imposible no ver una clara referencia a Nuestro Señor Jesucristo en quien, según sus propias palabras, se cumplen todas las Escrituras: “Escudriñad las Escrituras, ya que en ellas creéis tener la vida eterna, pues ellas dan testimonio de mí, y no queréis venir a mí para tener la vida” Jn. 5,39

Después de estas palabras contundentes del Señor bien podemos culminar estas referencias a algunos de los Profetas con la visión casi fotográfica del Profeta Zacarías:

“Salta de alegría, Sión, lanza gritos de júbilo, Jerusalén, porque se acerca tu rey, justo y victorioso, humilde y montado en un asno, en un joven borriquillo”Zac.9,9

El libro de los Salmos canta también la realeza de Cristo y sus desposorios místicos con su Esposa la Iglesia: “Tu trono, como el de Dios, es eterno, un cetro de equidad es el cetro de tu reino. Amas la justicia y odias la maldad, por eso te ha ungido el Señor tu Dios con perfume de fiesta entre tus compañeros” Sal.44.

Nuevo Testamento

Como no podía ser de otra manera toda la doctrina acerca de la realeza de Cristo que venimos entresacando del Antiguo Testamento se ve confirmada en el Nuevo, manifestándose así la plenitud de la Revelación.

En los umbrales mismos del Nuevo Testamento se nos da autorizada carta de presentación de Jesús de Nazaret, el Hijo de María la Virgen. Tal carta de presentación nos la relata el Santo Evangelio en la Anunciación que el Arcángel San Gabriel hace a la Virgen elegida por Dios para que a través de ella se cumplan las promesas realizadas por Dios a su pueblo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin”. Lc. 1,30-33

Podríamos continuar con otra serie de textos entresacados del Evangelio, de las cartas del Apóstol San Pablo y del Libro del Apocalipsis. En todos ellos encontraríamos apoyatura más que suficiente para presentar a Nuestro Señor Jesucristo como verdadero y auténtico Rey de los nuevos cielos y de la nueva tierra, y a su Santa Iglesia como verdaderos herederos del “reino de Cristo sobre la tierra”, destinada a extenderse a todos los hombres y a todas las naciones”.

Todos los textos de la Sagrada Escritura gozan de la autoridad divina y son verdad infalible revelada por Dios que ni se engaña Él mismo, ni nos engaña a nosotros. Sería suficiente una sola referencia a la realeza de Cristo para que esta fuese una verdad e fe. No tenemos una, sino abundantes referencias. Sin embargo, quizás la verdad adquiera una carga de profundidad asombrosa y una severidad majestuosa y divina cuando brota de los labios mismos de Nuestro Señor Jesucristo.

“Le dijo entonces Pilato: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús: Soy rey, como tú dices. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz”. Jn. 18, 37

La verdad que perseguimos acerca de la condición de Cristo la obtenemos de sus propias palabras, “soy rey”. Esta es la verdad testimoniada por quien ha venido al mundo para dar testimonio de ella. Todo el que es de la verdad oye la voz de Jesucristo y reconoce su testimonio: “Yo soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin”. Él es, por lo tanto la razón de la creación. Es el “Rey de los reyes y Señor de los señores” Ap. 19, 16.