PADRE DE FAMILIA ME PREGUNTA: ¿CÓMO HAGO PARA SACAR A MI FAMILIA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ?

Un padre de familia que tiene a su familia capturada por el culto de los Testigos de Jehová me pregunta cómo debe proceder para rescatarla de esta malvada organización satánica. 

HECHOS 1:3-8 Y LA RESTAURACIÓN DEL REINO A ISRAEL

Escrito por Michael Vlach en 01 de agosto 2011. 

Hechos 1:3-8 es un pasaje importante en relación con el reino de Dios que nos dice cómo los apóstoles y Jesús vieron el reino de Dios, justo antes de que Jesús ascendiera al Cielo. El pasaje dice: 

A estos [los apóstoles] Él también se presentó vivo después de haber padecido, con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante un período de cuarenta días y hablándoles de lo concerniente al reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, «¿Qué,» dijo , «que oísteis de mí: porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días. «Por eso, cuando se habían reunido, le preguntaron, diciendo:» Señor, ¿es en este momento  que restaurarás el reino a Israel?» Él les dijo: «No es para ustedes a saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo, venga sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra».

Tenga en cuenta que el Señor resucitado se apareció a sus apóstoles «durante un período de cuarenta días.» Aunque muchas cosas pueden haber sido discutidas durante este tiempo, sabemos con certeza que uno de los temas que se abordaron a fondo fue el reino de Dios. Jesús pasó «cuarenta días» hablando a sus apóstoles acerca del reino de Dios (1:3). Medio en broma me gusta referirme a esto como la mejor clase de seminario de teología nunca antes dada en la historia y sin duda el mejor de la historia en el reino. Cuarenta días de instrucción en términos modernos es más de un semestre en una clase de seminario.

Creo que es seguro decir que después de cuarenta días de instrucción por parte del Jesús resucitado, los apóstoles tendrían una buena comprensión de la naturaleza del reino de Dios. Si bien es posible que no hayan tenido una comprensión exhaustiva del reino, parece muy poco probable que su comprensión fuese equivocada, como algunos han afirmado cuando le hicieron semejante pregunta acerca del tiempo de la restauración del reino a Israel. Dudar de esto es cuestionar la inteligencia de los discípulos, y lo más importante de todo, la capacidad de enseñanza de Jesús.

En los versículos 4 y 5, Jesús dice a los apóstoles que serán «bautizados con el Espíritu Santo» en unos pocos días. El Antiguo Testamento predijo que la llegada del nuevo pacto incluiría también el Espíritu Santo que ya mora en nosotros (ver Ezequiel 36). Esta promesa de que el Espíritu Santo puede haber estimulado la pregunta de los apóstoles: «Señor, ¿es en este momento que restaurarás el reino a Israel?» (Hechos 1:6). Pensamientos de la venida del Espíritu generaron pensamientos sobre el reino.

Esta pregunta de los apóstoles en 1:6 conlleva varias implicaciones importantes y nos da una ventana de cómo veían el reino de Dios desde su punto de vista sólo unos minutos de la ascensión de Jesús al cielo. Para empezar, vamos a ver las implicaciones de la pregunta de los apóstoles.

Implicaciones de la pregunta de los Apóstoles

En primer lugar, Hechos 1:6 indica que los apóstoles esperaban una restauración del reino a Israel nacional. Muchos teólogos han afirmado que el reino que Jesús y los apóstoles predicaron era de naturaleza diferente a la expectativa del AT. Dicen que Jesús predicó un reino espiritual, no un reino terrenal de Israel. Pero Hechos 1:6 muestra que los apóstoles creían que la expectativa del AT de que el reino sería restaurado a la nación de Israel. Esto demuestra la continuidad con lo que el Antiguo Testamento predijo.

En segundo lugar, la palabra «restaurar» que los apóstoles utilizaron, indica que esperaban la continuidad del reino con Israel como fue en el AT. Israel tenía un reino en el Antiguo Testamento, pero se perdió por la desobediencia. Israel fue llevado cautivo por las naciones. Pero los discípulos creyeron que esa cautividad se podría revertir con una restauración venidera. Sólo se puede recuperar lo que alguna vez haya existido.

En tercer lugar, la cuestión de los apóstoles se refería al tiempo de cuándo vendría el reino a Israel, no su naturaleza. No están pidiendo: «Señor es el reino ahora espiritual, no físico?» En vez sus preocupaciones le hacen preguntar cuándo el reino vendría: «Señor, ¿es en este momento ¿restaurarás el reino a Israel?»

En cuarto lugar no hay indicios de aquí que los apóstoles vieron el reino como en operación o inaugurado en este punto. No hay indicios de que se veían ya a sí mismos como en el reino. En cambio, vieron el reino de Dios como algo que iba a venir, no como algo que había llegado.

Respuesta de Jesús

La respuesta de Jesús a su pregunta en los versículos 7 y 8 es significativa. El versículo 7 dice: «No es para vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad.»

Varios puntos son dignos de mención aquí. En primer lugar, Jesús aparece a asumir el entendimiento de los apóstoles. Los apóstoles están esperando la restauración del reino a Israel como nación, y Jesús no da ninguna indicación de que su entendimiento es incorrecto. Jesús no dice: «Muchachos, ¿no lo entienden? No hay restauración del reino para Israel. El reino ya no es espiritual y nacional es espiritual.» Tampoco dice:» Yo soy el verdadero Israel y de todos aquellos que creen en mí son ahora Israel. Por lo tanto, no hay restauración del reino a la nación de Israel. «Si los apóstoles estaban equivocados al esperar una restauración del reino a Israel como nación no debió Jesús corregir su malentendido? Jesús era conocido por corregir el pensamiento equivocado. ¿No sería el momento perfecto, justo antes de su ascensión, para calibrar una visión errónea? Sin embargo, no se produce ninguna corrección.

En segundo lugar, a lo que se dirige Jesús es al tema del tiempo. Cuando se trata de la restauración del reino a Israel, los apóstoles no debían saber cuándo se llevaría a cabo. Eso fue sólo para el Padre saberlo.

En tercer lugar, Jesús les dice a los apóstoles en lo que verdaderamente debían centrarse, cuando declara: «pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo más remoto parte de la tierra» (1:8). Algunos han tomado esta respuesta en el sentido de que Jesús estaba redirigiendo la expectativa de los apóstoles, pero este no es el caso. Jesús les dice que el tiempo de la restauración del reino de Israel se llevará a cabo en el horario del Padre, pero lo que los apóstoles tenían que centrarse ahora era en ser testigos de Jesús. En otras palabras, «El reino será restaurado a Israel cuando el Padre esté dispuesto a hacerlo, pero por ahora debían centrarse en ser testigos de Cristo en el mundo.»

En cuarto lugar, observe que en el versículo 5, Jesús dijo a los apóstoles que iban a ser bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días, pero cuando se trata de la restauración del reino a Israel eso era algo que estaba en el futuro incognoscible (v. 7). La implicación aquí es que el bautismo con el Espíritu tendría lugar muy pronto, pero la venida del reino de Dios estaba en el futuro indefinido. Por lo tanto, no se puede decir que el derramamiento del Espíritu significa automáticamente que el reino está en funcionamiento. Al menos por ahora, no hay un lapso o paréntesis en el calendario para estos eventos.

Para concluir, Hechos 1:3-8 es importante para entender el programa reino. Tras el ministerio terrenal de Jesús, su resurrección, y los cuarenta días de instrucción, los apóstoles seguían creyendo que el reino sería restaurado a Israel. Jesús no corrige su percepción, pero les dice que el momento de esta restauración es sólo para el Padre saberlo. Esta es una evidencia significativa de que Jesús y los apóstoles no reinterpretan la expectativa del AT de un reino para Israel. En cambio, lo confirmó. El Testimonio mundial conducirá a muchas personas a llegar a ser salvas y estar calificadas para entrar en el reino cuando se restaure en el futuro.

LA ÚLTIMA PREGUNTA QUE JESÚS CONTESTÓ

 

Es interesante lo que los discípulos le preguntaron a su Maestro poco antes de su ascenso al Padre, pues—¡fue la últimapregunta que le hicieron! Y es que la mayoría de estudiantes bíblicos no comprenden que esta última pregunta encierra toda la esperanza apostólica y cristiana. Por tanto, es muy importante destacarla y entenderla para ser auténticos discípulos de Cristo.

La última pregunta de los discípulos se halla en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 1 y verso 6, y que dice: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?. Nótese que los discípulos que se habían reunido le preguntaron LO MISMO, al UNÍSONO: “Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”. Y, ¿por qué le preguntaron eso exactamente? La razón se encuentra en el verso 3, donde dice: “a quienes también, después de haber padecido, se presentó (Jesús) vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles ( a sus discípulos) durante cuarenta días y HABLÁNDOLES ACERCA EL REINO DE DIOS” (el evangelio).

Jesús había resucitado, y por cuarenta días (mes y medio aproximadamente) se les había estado apareciendo a sus seguidores, para hablarles más sobre el REINO DE DIOS. Sí, durante ese periodo de tiempo, Jesús aleccionaba a sus discípulos sobre el tema del Reino de Dios, y de este punto no se movió para nada durante ese mes y medio. De modo que este asunto del Reino de Dios fue algo crucial e importantísimo para Jesús, pues lo motivó a hablarlo durante sus días finales en esta tierra. Debemos entonces tomar conciencia de lo crucial de este tema del Reino de Dios, ya que si no lo comprendemos en su real dimensión, no captaremos la entera misión de Jesucristo como Salvador, Señor, y Mesías. Recuerde que él mismo confesó: “…es necesario que también a otras ciudades anuncie EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS, PORQUE PARA ESTO HE SIDO ENVIADO (Lucas 4:43). Entonces está claro que Jesús comenzó (Marcos 1:1,14,15) y finalizó (Hechos 1:3) su ministerio hablando sobre el evangelio del Reino de Dios. ¡Esta fue la verdadera razón por la cual Su Padre lo envió a este mundo hace dos milenios! Ahora es menester que entendamos qué es ese Reino de Dios en su real dimensión.

La Pregunta Oportuna de los Discípulos

Hemos visto que la pregunta de los discípulos se produjo justamente porque Jesús se la había pasado hablando con ellos sobre la restauración del Reino de Dios a los ISRAELITAS, durante su seminario intensivo de cuarenta días. Seguramente que el tema de ese seminario debió titularse: “El Evangelio de la Restauración del Reino De David a Israel”, Lo interesante e importante es que finalmente los discípulos le hicieron una pregunta oportuna y muy sugestiva a su Maestro, la cual encerraba y resumía toda la misión de Jesús en la tierra. Para entender lo que Jesús quiso decir por el Reino de Dios, debemos fijarnos en el contenido de la pregunta que le hicieron todos los discípulos reunidos en ese seminario intensivo de cuarenta días. Obviamente aquella última pregunta de los discípulos encerraba todo lo enseñado por Jesús sobre su reino venidero en la tierra, y que involucraba e incumbía a los ISRAELITAS. Ahora bien, dicha pregunta NO fue—como sostienen algunos— inoportuna, torpe, aislada, y errada de un discípulo lento en entendimiento—¡Fue, más bien, la pregunta de TODOS los discípulos al unísono! Entonces: ¿fueron todos los discípulos torpes para no entender lo enseñado por Jesús durante esos cuarenta días?¿Fue acaso Jesús un pésimo Maestro? ¡No lo creo! Jesús no hablaba oscuramente a sus seguidores, sino sólo a sus detractores (Marcos 4:11.12).

Pues bien, si ellos— como discípulos— pudieron entender el tema del Reino de Dios, es obvio que usted—como discípulo de Jesús—puede igualmente entenderlo si dispone su mente y corazón, y extirpa sus prejuicios o ideas preconcebidas que sobre este tema ha recibido de personas indoctas.

¿Qué es el Reino de Dios Exactamente?

El tema central de Cristo fue, sin duda alguna, las buenas nuevas (=evangelio) del Reino de Dios (Lucas 4:43). Como vimos, Jesús comenzó y finalizó su ministerio hablando precisamente de ese reino que se restablecería en la tierra prometida, en ocasión de su segunda venida. Sus discípulos igualmente difundieron este mismísimo evangelio del Reino de Dios por todos lados a donde iban (Lucas 9:1,2).

El Reino de Dios se inaugura en el Antiguo Testamento cuando los israelitas le pidieron a Samuel que constituyera en Israel un rey y un reino como las demás naciones alrededor de ellos. En 1 Samuel 8:5 leemos: “Y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones”.

El reino hebreo comenzó con Saúl, quien vino a ser un hombre rebelde o desobediente a los ojos de Dios. Finalmente este rey fue destituido y reemplazado por un pastor de ovejas llamado David. Con David Dios hace un pacto solemne que decía: “…Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente (2 Samuel 7:16). Además le prometió Dios: “Para que conforme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mi con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará varón en el trono de Israel (1 Reyes 2:4).

El último rey que tuvo la dinastía del rey David fue Sedequías, quien en 586 AC fue destituido del trono de David a manos de Nabuconodosor, rey de Babilonia. Desde esa fecha Israel se quedó temporalmente sin rey y sin reino debido la infidelidad de muchos de sus reyes. Pero en Ezequiel 21:25-27 veremos que el reino sería finalmente estable eternamente con un príncipe o varón Judío, quien sería justo y recto. Este príncipe aparecería todavía en el futuro, pero cuando lo hiciera, traería—por fin— la justicia y la paz verdaderas al mundo. Sí, Ezequiel, el profeta, anunció que por muchos días Israel estaría sin un rey y reino, hasta que “viniera aquel cuyo es el derecho y a él se lo daría Dios”.

Jesucristo es aquel personaje que tiene el derecho de heredar el reino davídico, puesto que él es el descendiente directo del rey David (Mateo 1:1). Por eso, cuando él vino a la tierra, confesó que había nacido para ser rey. Así se lo manifestó a Pilatos mismo cuando era juzgado por él (Juan 18:37).

Ahora entendemos porqué los discípulos le preguntaron a Jesús si en verdad él iba a restaurar el reino inmediatamente a Israel. Ellos sabían, por los pactos y promesas revelados a los profetas, y a los padres, que un Ungido—el Cristo—reanudaría el reino suspendido de David en Israel. Ellos estaban seguros que Israel sería una monarquía nuevamente, con un rey poderoso y glorioso—¡y lo creyeron inminente!

Dios No ha Rechazado a Su Pueblo Ni a Su Tierra

Millones de Cristianos suponen que el Reino de Dios no es otra cosa que “el reinado de Cristo en nuestros corazones”. Suponen, estos “Cristianos”, que Israel perdió el favor de Dios, y por tanto Dios ya no trata más con su pueblo de antaño porque suponen que “mataron a su Mesías”. Por tanto, los tales llamados “cristianos” enseñan ahora que el reino de Dios es uno de naturaleza “espiritual”, implantado en “el corazón de los hombres”. Otros “cristianos” sostienen que el reino prometido por Cristo es su iglesia”. Estas ideas preconcebidas son falacias que deben ser extirpadas de nuestras mentes, pues Pablo fue claro cuando dijo que Dios no ha desechado a Israel al cual desde antes conoció: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera, porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo (Israel), al cual desde antes conoció…” (Romanos 11:1,2).

Estamos viendo que Pablo afirma que Dios NO ha desechado a Su pueblo Israel al cual desde antes conoció. Esta enseñanza paulina desecha la idea preconcebida de que los Judíos han sido desechados para siempre por Dios “porque supuestamente mataron a su Mesías”. ¿Acaso los apóstoles Judíos mataron a Su Mesías? ¡Absurdo! ¿Acaso no fue la primera iglesia, Judía? 

También el apóstol Pablo, como Judío creyente, dice: “Que son israelitas, de los cuales SON la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas (Romanos 9:4). Nótese que San Pablo dice que de los israelitas SON (no “ERAN”)—entre otras cosaslas promesas. Las promesas que Dios les hizo a los padres (Abraham, Isaac, Jacob, y David), son para los israelitas primeramente, y luego también para los no israelitas convertidos (Gálatas 3:16,29). Entre las promesas que Dios hizo a los padres están la posesión de una “tierra prometida” (Génesis 12:1,2; 13:15, 15:18), y la perpetuidad del Reino de David —llamado igualmente: “El Reino de Dios” (ver 1 Crónicas 28:5)—Ver también: Salmo 132:11, y 2 Samuel 7:12,13. En estos versículos Ud. verá que Dios prometió perpetuar el trono de David, o también llamado: “El Reino de Dios”. Dios le dice a David esto:”Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones. Él me clamará: Mi padres eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación” “Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia y mi pacto será firme con él. Pondré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí(Salmo 89:4,26-30,35,36). En otras palabras, Dios le prometió A David que su reino se extendería hacia el futuro, y que sería para el beneficio de todas las naciones de la tierra, Además, Dios le dijo a él que tendría un descendiente justo que se convertiría en rey, y que sería el Hijo de Dios predilecto, obediente, sabio, y perfecto (véase Hechos 2:29,30; Isaías 9:6,7). Por esta razón David habló de su descendiente, así: “Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán. Será su nombre para siempre. Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones (Salmo 72:11,17). Es por eso que la última pregunta de los discípulos concuerda perfectamente con esta promesa divina de un Reino de Dios restaurado en Israel. ¿Acaso no Recordamos que David reinó sobre Israel por cuarenta años, siendo su capital final, Jerusalén?¿acaso no recordamos que Jesús mismo afirmó que Jerusalén sigue siendo la ciudad capital del “gran rey” venidero? (Mateo 5:33-35). Este es precisamente el Reino que Cristo predicó y prometió restaurar. Ahora los discípulos, viendo que Jesús se iría en breve al cielo, le preguntaron si ya era inminente el establecimiento del reino davídico en Israel, pues él lo había estado predicando, anunciando, y también confirmando, por más de tres años y medio (Lucas 8:1; Romanos 15:8). 

El Tiempo de la Restauración Sólo lo Sabe el Padre 

La pregunta de los discípulos a Jesús era obviamente justa, correcta, e inevitable, pues estaban finalmente muy interesados en saber el tiempo exacto para la cristalización de la prometida restauración del reino del padre David. En una ocasión anterior—recordemos— cuando Jesús estaba por entrar en Jerusalén —la capital del Reino Davídico— los discípulos pensaron que el Reino prometido sería inmediatamente restaurado con Cristo a la cabeza (Marcos 11:10). En Lucas 19:11 vemos que Jesús se ve precisado a pronunciar una Parábola, con el propósito de hacerles entender que aún no era el tiempo señalado para la tan anhelada restauración del reino davídico. Explicó en suParábola de Las Diez Minas” que “un hombre noble”—él mismo—tenía que ir primero al cielo para recibir la corona de Rey y el reino, y luego volver para tomar su trono en la tierra (v.12). Pero ahora, estando él ya próximo para regresar al cielo, sus discípulos le preguntaron finalmente si su reino se establecería próximamente en Israel o todavía no. Entonces Jesús sólo se limitó a decirles que el tiempo de la tan anhelada restauración del reino a los israelitas, sólo lo sabe Dios Hechos 1:7). Sin embargo, recordemos que ya antes Jesús había afirmado que “de aquel día y la horade su regreso como Rey, nadie lo sabía, ni él ni los ángeles del cielo, sino sólo Su Padre (Marcos 13:32).

Aquí vemos nuevamente que Cristo NO reprende a sus discípulos por aquella inevitable pregunta, diciéndoles algo así como: “Están errados, pues ya nunca más será restaurado el Reino a Israel debido a que me rechazaron mis paisanos”. NO!— Él no les dice eso, ni nada parecido. Simplemente les dice que sólo Dios sabe el tiempo exacto para la tan anhela restauración del reino a Israel. Es decir, Jesús valida la pregunta como correcta y oportuna, pero afirma no saber el tiempo exacto para dicho evento glorioso. Es, pues, más que evidente que durante esos cuarenta días que duró el seminario intensivo de Cristo, él se la pasó explicándoles a sus discípulos acerca de cómo sería su reino milenario en Israel, y qué benéficos le traería al mundo entero.

¿Es el Reino sólo para los Judíos?

En Lucas 12:32 Jesús se dirige a sus discípulos como su “manada pequeña”, y a éstos les ofrece su reino. Les dice textualmente así: “No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre os ha placido daros el reino. Aquí Jesús les habla a Judíos que son sus seguidores. Esta promesa es dada esencialmente a los que le siguen, a los que le sirven y creen, aunque es verdad que éstos eran Judíos de raza. ¿Es entonces el reino para los Judíos de raza únicamente? ¿Qué hay de nosotros, que somos creyentes, y no somos Judíos? ¿Hace Dios distinción entre los creyentes en función a sus razas?¿Heredan los creyentes gentiles (no Judíos) el cielo, mientras que los creyentes Judíos se quedan en la tierra para heredar y restaurar el reino de David? Hay iglesias cristianas que dicen que el reino de David— en Israel— será sólo para los Judíos conversos y no para los creyentes gentiles. ¿Qué dice la Biblia al respecto?

En primer lugar leamos lo que dice Pablo en Gálatas 3:16,29: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice a sus simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros (Creyentes Gálatas gentiles) sois de Cristo (cristianos), ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa . En los versos anteriores (7,9,14) leemos: “Sabed, por tanto, que los que son de fe (no Judíos de raza necesariamente), éstos son hijos de Abraham…de modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham…para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles…”. También es interesante lo que dice Pablo a los creyentes de Efeso (gentiles), lo siguiente: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos (a la ciudadanía de Israel) por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación…porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (Efesios 2:11-14,18,19). “Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio” (Efesios 3:6). 

Entonces la promesa del Reino de Dios recae también sobre todos aquellos creyentes gentiles (no Judíos) que han creído en Cristo. Peruanos, Argentinos, Bolivianos, Canadienses, Italianos, Franceses, Ingleses, Senegaleses, Congoleses, Tibetanos, chinos, Coreanos, Japoneses, etc, pueden heredar el reino de David si creen en Cristo. Dios no hace acepción de personas, pues dice Pablo: Porque no hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:11),

Jesucristo Volverá Para Restaurar el Reino de David en Israel

El Apóstol Pedro dijo: “y él (Dios) envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado: a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas” (Hechos 3:20,21). Compárese esta palabra “restauración” con la de la última pregunta de los discípulos en Hechos 1:3. Es claro, entonces, que el reino israelita lo restaurará Jesucristo cuando regrese por segunda vez al mundo. Así lo afirmó Jesús mismo cuando dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él entonces se sentará en su trono de gloria…entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo (Mateo 25:31,34). Aquí es importante la segunda venida de Cristo como Rey, ya que ello significará la transformación física de los herederos del reino, pues como Pablo había dicho correctamente: “Pero esto digo, hermanos, que la carne y la sangre (los mortales) no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, En un momento, en un abrir y cerrar de ojos; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados (1 Corintios 15:50-52). Entonces, cuando los cristianos logren o ganen su transformación física, recién entonces podrán ver y entrar en el reino glorioso de Cristo—¡No antes! La iglesia de Jesucristo está llamada a participar del reino de Dios (Santiago 2:5), pero debe antes crecer en el conocimiento de Dios y de Cristo (Juan 17:3) y en los atributos cristianas (2 Pedro 1.5-11). Hoy los incrédulos y los pecadores pueden ver y entrar en la iglesia de Señor sin ser bautizados o convertidos, pero para ver y entrar en el reino de Dios, hay que ser hombres “perfectos”, hombres de Dios, probos, santos, fieles, e inmortales. Esta es la gran diferencia entre la iglesia del Señor y el Reino de Dios. Al Reino de Dios sólo lo podrán ver e ingresar los que son “santos y perfectos” y que han merecido su transformación física— o su inmortalización—- que es lo mismo (1 Corintios 15:53,54). En buena cuenta, los que hereden y sean parte del reino de Dios, gozarán de la vida eterna con todos los salvos de todas las naciones y épocas.

Recordemos que Jesús volverá a esta tierra, no sólo para transformar o inmortalizar a sus seguidores, sino también para sentarse en su trono de gloria, lo cual indica que él se posará en un trono en la tierra. Este trono será el de David su padre, según está especificado en Lucas 1:31-33, y que dice: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús (La Anunciación del ángel). Este (Jesús) será grande y será llamado Hijo del Altísimo: y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa (país) de Jacob (Israel) para siempre, y su reino no tendrá fin”. Por cierto que los cristianos también se sentarán en sus respectivos tronos de gloria en el reino de Dios, pues Jesús les dijo a sus apóstoles: “Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mi, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel(Lucas 22:29,30), Obsérvese que siempre el reino tiene que ver con Israel. Pero lo trágico es que millones de “cristianos” no quieren tomar literalmente estas profecías, y más bien prefieren darles una explicación “alegórica” o “espiritual”. Pero si quieren hacer esto, entonces la Anunciación deberá ser igualmente interpretada “alegóricamente” o ”espiritualmente”. Pregunto: ¿nació realmente y literalmente Jesús de una mujer joven y virgen? ¿estuvo literalmente embarazada María? o, ¿entenderemos la anunciación como algo “simbólico” también?

El Reino es la Esperanza de la Iglesia

Jesucristo enseñó que “busquemos primero el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33). También enseñó a que orásemos por su venida para que se haga— por fin— la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo (Mateo 6:10). Del mismo modo, Jesús afirmó que aquellos que “miran hacia atrás” no son dignos de su reino (Lucas 9:62). También aseveró que “difícilmente un rico puede entrar en él” (Mateo 19:23). A Nicodemo Jesús le dijo que “tenía que nacer de nuevo” para ver y entrar en su reino (Juan 3:3,5). De modo que el Reino es algo que se puede ver y entrar si se “renace” en Cristo.

Aun los apóstoles creyeron en el reino venidero de Jesús. Por ejemplo, el apóstol Pablo afirmó “que es a través de muchas tribulaciones que entraremos en el reino de Dios (Hechos 14:22). Por su parte Pedro dijo en 2 Pedro 1:5-11, y en especial en el versículo 11, lo siguiente: “Porque de esta manera (madurez espiritual) os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador Jesucristo. También Pablo dijo que los pecadores incorregibles no podrían de ningún modo entrar en él, salvo que se arrepintieran a tiempo (Gálatas 5:19-21). Santiago afirma que sólo los ricos en fe”,serán los herederos de ese magnífico reino en la tierra (Santiago 2:5).

Entrar, pues, en el reino, es obtener la vida eterna y la salvación, según se desprende del diálogo del joven rico con Jesucristo de Mateo 19:16-23. En estos versos aparecen las frases “vida eterna”, “reino de Dios”, y “ser salvo”, Aquellos que no logren entrar en el reino de Dios, se deberá únicamente al hecho que no fueron dignos de él (2 Tesalonicenses 1:5). Es por esto que es muy importante buscar el reino de Dios y su justicia, porque ello significa ganar la salvación —¡Esto no lo comprenden millones de Cristianos!

Es verdad que el Reino de Dios es un “reino celestial”, porque precisamente es “de Dios”. Por tanto, las frases: “Reino de Diosy “Reino de los cielos son equivalentes. Nótese que nunca aparece en la Biblia la frase: “Reino EN los Cielos” sino “Reino DE los cielos”. Es decir, que procede de los cielos—¡De Dios! Es trágico que millones confundan el reino de los cielos con el mismo CIELO. Sí, hay millones de “cristianos” que sostienen que heredar el “reino de los cielos” significa heredar el mismo cielo—¡Craso error! Definitivamente ni Jesús, ni sus apóstoles, enseñaron que iríamos al cielo para vivir con Dios y los ángeles (Juan 13:33) (Véase también Mateo 5:5; Salmo 37:9,11,22,29,34, Proverbios 2:21,22—nótese que dice: los perfectos permanecerán en la tierra”).

El Reino de Dios Significará La Justicia y la Paz Mundiales

El Reino de Dios significará la justicia y la paz en la tierra, pues recordemos que Jesús nos mandó a “buscar el reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33). Y el profeta Isaías claramente anuncia: He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán

en Juicio” (Isaías 32:1). Y también Isaías predijo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (9:6,7). Y en 2 Samuel 23:3,4 se nos anuncia lo siguiente: “El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne ENTRE los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra”.

Por otro lado, la influencia mundial del reino de Cristo se deja ver en los siguientes pasajes de la Escritura: Daniel 2:44, que dice: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”. También el salmista David (72:7-9,11) lo anuncia diciendo: “Florecerá en sus días justicia, y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna. Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra. Ante él se postrarán los moradores del desierto, y sus enemigos lamerán el polvo…todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán”. Leer todo el Salmo 72, También Daniel 7:13,14 y Miqueas 4:1-4. Todas estas profecías aseguran que sólo habrá un solo gobernante mundial que domine con autoridad de Dios, y con vara de hierro. ¿Se imagina usted un mundo con un solo gobernante mundial?¿Se imagina usted que las naciones del mundo se sujetarán de buena gana a este magnífico líder mundial que está por venir desde los cielos? Será ciertamente: “¡El deseado de todas las naciones!” (Hageo 2:7). Sí, será el gobernante ideal que todo pueblo ha anhelado tener en el poder.

¿Está Ud. buscando y pidiendo este estupendo reino de Dios y su justicia? (Juan 6:10,33). ¡Es un mandamiento de Jesucristo! Sin embargo, cuántos aún ignoran que este reino milenario es la única esperanza que tiene la humanidad para tener paz y justicia verdaderas. No es “escapando al cielo” como vamos a lograr obtener la felicidad, la justicia, y la paz que anhelamos. Eso querría decir que el diablo triunfó al lograr la destrucción de la tierra, y arrojar a los hombres al cielo. ¿acaso no recordamos que Dios creó la tierra para que fuese habitada por los hombres? (Salmos 115:16). ¿Trastocará el diablo los propósitos de Dios para con la tierra? ¡De ningún modo! Pero los que afirman que iremos a vivir en el cielo, están desvirtuando todo el propósito de Dios de restaurar todas las cosas como eran al principio. Es obvio que la palabra restaurar quiere decir “reponer, recuperar, recobrar, reparar, renovar o devolver a una cosa su estado o estima original”. En buena cuenta, Dios pondrá todas las cosas como él se lo propuso en un principio. La restauración de un mundo paradisíaco significará el fin de la violencia humana y animal, y también el final de la depredación de la flora y fauna, y de la contaminación ambiental. Además significará la destrucción de todos los perversos e incorregibles del planeta (Salmo 37:9). Será el fin del dominio de los hombres para dar paso a la gobernación de Dios en la tierra como se efectúa en el cielo.

Desgraciadamente, La gran mayoría de los hombres están buscando solucionar sus problemas a espaldas de Dios, como si Él no existiera. La ONU, por ejemplo, fue creada para traer la paz en el mundo, y ya vemos cómo ésta no ha podido lograr la tan anhelada paz mundial. Hoy más que nunca, el mundo está envuelto en guerras interminables que aniquilan a miles y miles de hombres inocentes. El hombre no sabe que el problema del mal está en el hombre mismo, en su naturaleza pecaminosa y egoísta. Los hombres no entienden que ellos no pueden corregir los males del mundo por sí mismos, pues se encuentran lejos de su Hacedor. La mayoría de ellos únicamente viven sólo para satisfacer sus deseos egoístas, sin importarles sus semejantes. Sólo un necio corrupto puede decir que no hay Dios (Salmo 14:1).

Jerusalén, La Ciudad Capital del Reino

La Biblia es clara cuando dice que Jerusalén será la ciudad capital del reino venidero de Dios. Dice el profeta Jeremías así: “En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón” (3:17). Hay infinidad de pasajes en la Biblia donde se menciona a Jerusalén como una ciudad superimportante del futuro, y en donde confluirán todos los pueblos de la tierra. Será la capital mundial y el centro del mundo—el lugar donde estarán los tronos de los futuros gobernantes inmortales. Dice también el salmista David sobre Jerusalén, así: Porque Jehová ha elegido a Sión; la quiso por habitación para si. Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré, porque la he querido…allí haré retoñar el poder de David; he dispuesto lámpara a mi ungido. A sus enemigos vestiré de confusión, más sobre él florecerá su corona” (132:13,14,17,18). También dice el salmista, de este modo: “Jerusalén, que se ha edificado como una ciudad que está bien unida entre sí. Y allá están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David. Pedid por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman” (122:3-6). Nótese que se habla de “los tronos” de la casa de David (en plural). Esto concuerda con lo prometido por Jesucristo a sus apóstoles, en el sentido que ellos también se sentarían en sus propios tronos, en el reino restaurado de David en Jerusalén (Mateo 19:28). Ahora bien, Jesús extiende su invitación para que todos sus seguidores permanezcan fieles para que puedan participar en su trono y reino. Dice él, así: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21). Además él prometió también: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones(Apocalipsis 2:26). Y para terminar este acápite sobre Jerusalén, sería bueno recordar Miqueas 4:1-3, que dice: “Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra”.

El Reino de Dios es el Evangelio Verdadero

Sí, el Reino de Dios es el evangelio de Cristo. En diferentes pasajes de la Escritura veremos que el Reino de Dios y el evangelio, son sinónimos. En Marcos 1:1,14,15 encontramos un excelente ejemplo de esto. Dicen estos versículos de este modo: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios…después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado, arrepentios, y creed en el evangelio. En la cita bíblica mostrada arriba, es obvio que cuando se habla de creer en el evangelio, lo que se quiere decir es que creamos en el Reino de Dios, y en su Rey, Jesucristo. Además, Pablo dice que el evangelio es poder de Dios para SALVACIÓN para todos los que lo creen de todo corazón (Romanos 1:16). Y cuando Jesús dejó señales concernientes a los últimos días, él dijo que antes de su regreso en gloria para establecer su reino, sus verdaderos discípulos estarían proclamando dicho reino por todo el mundo para testimonio a todas las naciones. Dice así en Mateo 24:14: Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”. Entonces, ¿qué más pruebas podemos pedir para saber y entender lo que es verdaderamente el evangelio de Cristo?

Finalmente veremos a Pablo predicando este mismo evangelio del Reino en diferentes partes del mundo, según lo podemos constatar en Hechos 19:8;20:25;28:23,30,31. Es claro que el asunto del reino de Dios era de primera importancia para Cristo y sus apóstoles (Lucas 9:1,2), ¿Lo es para Ud., estimado hermano? Pablo dijo que seamos sus imitadores, así como él lo era de Cristo mismo (1 Corintios 11:1). ¿Lo está Ud. imitando a él en este quehacer evangélico? Muchos—desgraciadamente—no lo están haciendo, pues han pensando que el evangelio es solamente Cristo mismo, es decir: Su Muerte, su sepultura, y su resurrección al tercer día (1 Corintios 15:1-6). Esta creencia es media verdad, pues ya hemos visto que Jesús mismo tilda al Reino de Dios con el título de: “el evangelio” (Lucas 4:43, Mateo 24:14)—¡Y fue el principio de su evangelio! (Marcos 1:1,14,15). Por eso, predicar el evangelio es predicar el reino de Dios, como también lo es sobre la muerte, sepultura y resurrección de Jesús—¡Todo junto!

¿PARA QUÉ FUE ENVIADO JESÚS A ESTE MUNDO POR SU PADRE CELESTIAL?

Por favor escoja su respuesta entre las siguientes alternativas,  y luego vea abajo el texto clave que responde esta interrogante de manera precisa e inobjetable:

1.- Vino a dar a conocer al Padre.

2.- Vino a darnos buenos consejos para ganar la vida eterna.

3.- Vino para anunciar su muerte, sepultura y resurrección al tercer día.

4.- Vino a consolar a los pobres y a condenar a los soberbios.

5.-  Vino para enseñarnos cómo ganar el cielo.

6.- Vino para destruir al diablo.

7.- Vino para predicar el fin de este mundo malo.

8.- Vino para edificar su iglesia.

9.- Vino a llamar al arrepentimiento.

10.- Vino a abrogar la ley.

11. Todas las anteriores.

Respuesta puntual:

Lea Lucas 4:43 y luego  saque sus propias conclusiones.

LOS «COMPRADOS» DE LA TIERRA

Pregunta de un amable lector:

Estimado Mario. Gracias por tanta información. Si bien no soy Testigo, he leído la Biblia y tengo conocidos T de J. En cuanto a su comentario, estoy de acuerdo con lo que Ud. menciona, pero pregunto, si no hay dos clases de cristianos  y dos clases de esperanzas, ¿a qué se refiere apocalipsis cuando habla de 144000 que son comprados de la tierra?

¿Qué ocurrirá con todos los cristianos? ¿vivirán en los cielos o en la tierra ? La biblia dice que los mansos poseerán la tierra, ¿quiénes son los mansos? Y quiénes los gobernarán?

Agradecería sus comentarios basados en la Biblia, pero no en la traducción de los testigos.  Por favor cite los textos. Gracias y saludos.-

Respuesta de Apologista:

Seguramente el texto que mencionas es Apocalipsis 14:3, que dice (V.V):

Apocalipsis 14:3: Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los DE LA TIERRA.

Versión Biblia de las Américas:

3Y cantaban* un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico, sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra«

Versión Latinoamericana

3 Y cantaban un[a] cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender el cántico, sino los 144,000 que habían sido rescatados (comprados) de la tierra.

Versión Dios habla hoy:

Y cantaban un canto nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Ninguno podía aprender aquel canto, sino solamente los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron salvados de entre los de la tierra.

El importante leer además el verso 4, que dice: “

Estos son los que no se han contaminado con mujeres, pues son castos. Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va. Estos han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero.

Si nos fijamos bien, estos están en el “Monte Sión” (Apo. 14:1). Luego se dice que están delante del trono de Dios, el cual está en el cielo (Apo. 14:5). Sin embargo, en ningún momento se nos dice que éstos serán SACADOS de la tierra para que moren en el TERCER CIELO por todo una eternidad.

Estos 144,000 son Hebreos, pues así lo afirma el mismo el libro Apocalipsis 7:4-8.

Luego vemos que la grande muchedumbre también está delante del trono y frente al Cordero, según leemos en Apocalipsis 7:9: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban DELANTE DEL TRONO y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos”.

Estos gentiles también han sido comprados por precio, y han sido rescatados para Dios y Su Hijo. El apóstol Pablo lo declara muy claramente con estas palabras a los gentiles de Corinto, una ciudad Griega:

1 Cor. 6:20 Porque habéis sido COMPRADOS POR PRECIO; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Ambos grupos, los 144,000 hebreos, y la grande muchedumbre gentil, están DELANTE DEL TRONO. Esto quiere decir que donde sea que esté el trono de Dios finalmente esté, allí estarán los 144,000 hebreos y la llamada grande muchedumbre. Esto implica que no hay dos destinos distintos para los hebreos y gentiles conversos de todas las naciones.

Debemos recordar que la Nueva Jerusalén (el Monte Sión), y Dios mismo  estará con los hombres en la nueva tierra. Eso lo podemos leer en Apocalipsis 2:2-5, que dice:

“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el TABERNÁCULO de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba SENTADO EN EL TRONO dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”.

Notemos cómo se relacionan estos versos de Apo. 21:2-5  con el de Apo. 7:15, donde se nos habla del TABERNÁCULO, con estas palabras: Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su TABERNÁCULO sobre ellos ( que según el contexto, son los 144,000 y la grande muchedumbre).

Esto quiere decir que los 144,000 y la grande muchedumbre ya no estarán viviendo en la vieja tierra, pues éstos fueron previamente comprados de ella con la sangre de Cristo. Más bien todos estos morarán en la nueva tierra la cual fue prometida para todos los rectos, perfectos y mansos de esta vieja tierra (Prov. 2:21,22). Es por esto que Dios extenderá su tabernáculo sobre ellos cuando baje la Nueva Jerusalén a la tierra. En esa ciudad celestial que alberga el tabernáculo santo estará el trono de Dios, y delante de éste estarán todos los redimidos de este planeta.

Pero es bueno recordar que los que entren a la presencia de Yahweh y del Cordero serán los reyes y sacerdotes del reino milenial (Mt. 25:31,34).

En cuanto a los súbditos del reino que serán regidos por Cristo y todos sus redimidos, estos serán los que sobrevivieren de las naciones, los cuales vinieron contra Jerusalén (Zacarías 14:16). Estos todavía necesitarán ser regidos con mano dura, con “vara de hierro” (Apo. 12:5).

PREGUNTA DE UNA DE MIS DISTINGUIDAS VISITAS

Estimado Apologista:

No comprendo la intención de subir este tipo de material sobre supuestos «ovnis», en un blog dedicado a «anunciar el Reino de Dios». ¿Me puede explicar por qué lo hace?

Atte.

Aníbal

Respuesta:

Estimado Aníbal, es simplemente una estrategia («carnada») para que la gente que no le interesa los temas religiosos o bíblicos, entren a mi blog, y descubran las maravillas que publico sobre el evangelio del reino de Dios.

Por otro lado, me sirve para cnfirmar que lo dicho por Jesús en Lucas 21:11 es totalmente cierto. El pasaje dice:

Lucas 21:11: y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes SEÑALES del cielo.

Espero que haya quedado satisfecho con mis razones.

Atte.

Smiley "positif"Apologista

LA ÚLTIMA PREGUNTA QUE JESÚS RESPONDIÓ POCO ANTES DE PARTIR AL CIELO

La última pregunta que Jesús respondió a sus discípulos más cercanos fue concerniente a su reino. En ella los discípulos querían saber si el reino le sería restaurado a Israel en sus tiempos, y Jesús no los reprende por tal pregunta, diciéndoles algo así como: Mi reino no es de este mundo, o mi reino no tiene que ver con Israel, sino con mi reinado en vuestros corazones, tampoco les dice que la iglesia.es su nuevo reino y que nada tiene que ver con Israel, Al contrario, Jesús valida la pregunta, a través de su respuesta, diciéndoles que la fecha sólo Dios la conoce.

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OTRA PREGUNTA CRUCIAL QUE RESPONDIÓ JESÚS A SUS SEGUIDORES

Los discípulos le preguntan a su Maestro, Jesús, qué les esperaría a ellos recibir por seguirlo a él, y él les contesta claramente que se sentarían en tronos para regir a las doce Tribus de Israel. Sin embargo, también Jesús prometió a TODOS los que le siguen, es decir, a todos aquellos que lo han dejado todo por él, el premio de la vida eterna.  Esta vida eterna lo obtendrán los santos, según lo declara Pablo a los romanos, y ya sabemos que los santos regirán igualmente con Cristo en su reino (Rom. 6:22; Daniel 7:27).

¿ESTÁ LA TRINIDAD EN LA SHEMA?

Pregunta al Rabino:

¿Es cierto que en la Shema (Deuteronomio 6:4), «ejad» (uno) es una unidad compuesta? Si la respuesta es afirmativa, ¿probaría este pasaje la Trinidad? 

Respuesta:

Estoy muy contento de que usted haya hecho esta pregunta porque estoy seguro de que algunos de nuestros lectores judíos estarán bastante sorprendidos por su dilema.  Trate de imaginar la reacción de asombro de un Judío (que tiene su monoteísmo intacto) a medida que descubre a partir de su pregunta que los misioneros usan su credo nacional muy apreciado, «Escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno» (en hebreo: echad ), para probar la doctrina de la Trinidad. Pero para sorpresa de muchos, los Trinitarios suelen usar este versículo celebrado para apoyar su creencia en una naturaleza trinitaria de Dios.

Vamos a examinar este argumento Trinitario más de cerca. Para apoyar su afirmación de que hay varias personas dentro de la divinidad, los misioneros trinitarios insisten en que la palabra hebrea ejad (uno) al final del Deuteronomio 6:4 no significa un absoluto uno sino que sólo puede significar una unidad compuesta, o muchas cosas en una. A menudo se citan dos versículos para apoyar esta afirmación. La primera es la que usted ha mencionado, Números 13:23, que dice:

Luego vinieron al valle de Escol, y allí cortaron un sarmiento con un (echad) racimo de uvas, ellos la llevaron entre dos de ellos en un poste. También trajeron algunas de las granadas e higos. 

El segundo es Génesis 1:5, que dice:

. . . y fue la tarde y la mañana, un ( echad ) día.

A partir de estos versos, ellos afirman que la palabra hebrea ejad sólo puede significar una fusión de una serie de cosas en una sola.

A pesar de que esta «prueba» es tan errónea como la doctrina que trata de apoyar, para aquellas personas que carecen de un conocimiento elemental de la lengua hebrea, este argumento puede ser algo desconcertante.

La palabra ejad en el lenguaje hebreo funciona exactamente de la misma manera en que la palabra «uno» funciona en el idioma Inglés. En el idioma Inglés se puede decir, «estas cuatro sillas y la mesa constituyen un conjunto de comedor» o, alternativamente,» hay un centavo en mi mano.» Usando estos dos ejemplos, es fácil ver cómo la palabra Inglesa «uno» puede significar, ya sea muchas cosas en una, como en el caso del conjunto de comedor, o una sola, como en el caso de la moneda.

Aunque la palabra hebrea ejad funciona de la misma manera exacta, los cristianos evangélicos nunca ofrecerán ejemplos bíblicos donde la palabra ejad signifique «uno solo». Así,  con sólo presentando versículos de las escrituras como Génesis 1:5 y Números 23:13, se crea la ilusión a los principiantes que la palabra echad es de alguna manera sinónimo de una unidad compuesta. Nada, por supuesto, podría estar más lejos de la verdad. Por ejemplo, Deuteronomio 17:06 dice:

En la boca de dos testigos, o de tres testigos, será el que es digno de muerte puesto a muerte, pero en la boca de un (echad) testigo, él no será sometido a muerte. 

o Eclesiastés 4:08 dice:

Hay uno (echad) solo, sin compañía, sí que no tiene ni hijo. . . . 

En estos dos versos de arriba la misma palabra hebrea exacta es utilizada, y claramente la palabra ejad se refiere a uno solo, no una unidad compuesta.

La pregunta que inmediatamente viene a la mente es: Si la palabra hebrea ejad puede significar ya sea una unidad compuesta o una solo, ¿cómo puede uno decir qué definición es operativa cuando se estudia un verso? La respuesta es: De la misma manera exacta que la palabra «uno» se entiende en el idioma Inglés, es decir, por el contexto. «Cuatro sillas y una mesa forman un conjunto de comedor «es una unidad compuesta, y» Escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno» es el inmaculado monoteísmo. 

Le doy las gracias por su pregunta, y que el Misericordioso le guíe en su proceso de conversión.

Atentamente,

El rabino Singer

LA ESPERANZA APOSTÓLICA EN UNA SOLA PREGUNTA

Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)

Es interesante la última pregunta que le hicieron los apóstoles al Señor poco antes de su ascenso al Padre, pues ésta refleja la esperanza apostólica verdadera. Y es que la mayoría de estudiantes bíblicos no comprenden que esta última pregunta encierra toda la esperanza cristiana. Por tanto, creo que es muy importante destacarla y entenderla en su real dimensión para ser auténticos discípulos de Cristo, y así no equivocarnos en lo que enseñamos a otros como «el evangelio».

La última pregunta de los discípulos la encontrará en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 1 y verso 6, y que dice: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”. Nótese que los discípulos que se habían reunido le preguntaron LO MISMO, al UNÍSONO: “Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”.  Y, ¿por qué le preguntaron eso exactamente? La razón se encuentra en el verso 3, donde dice: “a quienes también, después de haber padecido, se presentó (Jesús) vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles ( a sus discípulos) durante cuarenta días y HABLÁNDOLES ACERCA EL REINO DE DIOS” (el evangelio).

Jesús había resucitado, y por cuarenta días (mes y medio aproximadamente) él se les había estado apareciendo a sus seguidores para hablarles más profundamente sobre el REINO DE DIOS. Sí, amigos míos, durante ese periodo de tiempo, Jesús aleccionaba a sus discípulos sobre el tema del Reino de Dios, y de este tema no se movió para nada durante ese mes y medio. De modo que este asunto del Reino de Dios fue algo crucial e importantísimo para Jesús y sus apóstoles, que no querían que ningún detalle quedará sin aclaración.

Debemos entonces tomar conciencia de lo crucial que es el tema del Reino de Dios, ya que si no lo comprendemos en su real dimensión, no captaremos la entera misión de Jesucristo como Salvador, Señor, y Mesías. Recuerde que él mismo confesó: “…es necesario que también a otras ciudades anuncie EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS, PORQUE PARA ESTO HE SIDO ENVIADO” (Lucas 4:43). 

Jesús comenzó y finalizó su ministerio hablando sobre el evangelio del Reino de Dios (Mar. 1:1,14,15; Hechos 1:3). ¡Esta fue la verdadera razón por la cual Su Padre lo envió a este mundo hace dos milenios! Ahora es menester que entendamos qué es ese Reino de Dios en su real dimensión.

La Pregunta Oportuna de los Discípulos

Hemos visto que la pregunta final de los discípulos se produjo justamente porque Jesús se la había pasado enseñando muchas más cosas concernientes al Reino de Dios en aquel seminario intensivo de cuarenta días. Esa pregunta de los discípulos que le hicieron a Jesús sus discípulos fue oportuna y muy sugestiva, la cual  encerraba y resumía toda la misión de Jesús en la tierra. Para entender lo que Jesús quiso decir por el Reino de Dios, debemos fijarnos en el contenido de la pregunta que le hicieron todos los discípulos reunidos en ese seminario intensivo de cuarenta días. Obviamente aquella última pregunta de los discípulos encerraba todo lo enseñado por Jesús sobre su reino venidero en la tierra, y que involucraba e incumbía a los judíos y a todos los fieles que vendrían entre los gentiles. Ahora bien, dicha pregunta NO fue—como sostienen algunos— inoportuna, torpe, aislada, y errada de algún discípulo lento en entendimiento. Al contrario, fue la pregunta de TODOS los discípulos al unísono! Entonces: ¿fueron todos los discípulos torpes como para no entender lo enseñado por Jesús durante esos cuarenta días?¿Fue acaso Jesús un pésimo Maestro? ¡No lo creo! Jesús no hablaba oscuramente a sus seguidores, sino sólo a sus detractores (Marcos 4:11.12).

Pues bien, si ellos— como discípulos— pudieron entender el tema del Reino de Dios, es obvio que usted, como discípulo de Jesús, puede igualmente entenderlo si dispone su mente y corazón, y extirpa sus prejuicios o ideas preconcebidas que sobre este tema ha recibido de personas indoctas.

¿Qué es el Reino de Dios Exactamente?

El tema central de Cristo fue, sin duda alguna, las buenas nuevas (=evangelio) del Reino de Dios (Lucas 4:43). Como vimos antes, Jesús comenzó y finalizó su ministerio hablando precisamente de ese reino que se restablecería en la tierra prometida, en ocasión de su segunda venida. Sus discípulos igualmente difundieron este mismísimo evangelio del Reino de Dios por todos lados a donde iban (Lucas 9:1,2).

El Reino de Dios se inaugura en el Antiguo Testamento cuando los israelitas le pidieron a Samuel que constituyera en Israel un rey y un reino como las demás naciones alrededor de ellos. En 1 Samuel 8:5 leemos: “Y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones”.      

El reino hebreo comenzó con Saúl, quien vino a ser un hombre rebelde o desobediente a los ojos de Dios. Finalmente este rey fue destituido y reemplazado por un pastor de ovejas llamado David. Con David Dios hace un pacto solemne que decía: “…Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Samuel 7:16). Además le prometió Dios: “Para que conforme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mi con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará varón en el trono de Israel” (1 Reyes 2:4).                  

El último rey que tuvo la dinastía del rey David fue Sedequías, quien en 586 AC fue destituido del trono de David a manos de Nabuconodosor, rey de Babilonia. Desde esa fecha Israel se quedó temporalmente sin rey y sin reino debido  la infidelidad de muchos de sus reyes. Pero en Ezequiel 21:25-27 veremos que el reino sería finalmente estable eternamente con un príncipe o varón Judío, quien sería justo y recto. Este príncipe aparecería todavía en el futuro, pero cuando lo hiciera, traería—por fin— la justicia y la paz verdaderas al mundo. Sí, Ezequiel, el profeta, anunció que por muchos días Israel estaría sin un rey y reino, hasta que “viniera aquel cuyo es el derecho y a él se lo daría Dios”.

Jesucristo es aquel personaje que tiene el derecho de heredar el reino davídico, puesto que él es el descendiente directo del rey David (Mateo 1:1). Por eso, cuando él vino a la tierra, confesó que había nacido para ser rey. Así se lo manifestó a Pilatos mismo cuando era juzgado por él (Juan 18:37).

Ahora entendemos porqué los discípulos le preguntaron a Jesús si en verdad él iba a restaurar el reino inmediatamente a Israel. Ellos sabían, por los pactos y promesas revelados a los profetas, y a los padres, que un Ungido—el Cristo—reanudaría el reino suspendido de David en Israel. Ellos estaban seguros que Israel sería una monarquía nuevamente, con un rey poderoso y glorioso—¡y lo creyeron inminente!

Dios No ha Rechazado a Su Pueblo Ni a Su Tierra

Millones de Cristianos suponen que el Reino de Dios no es otra cosa que “el reinado de Cristo en nuestros corazones”. Suponen, estos “Cristianos”, que Israel perdió el favor de Dios, y por tanto Dios ya no trata más con su pueblo de antaño porque suponen que “mataron a su Mesías”. Por tanto, los tales llamados “cristianos” enseñan ahora que el reino de Dios es uno de naturaleza “espiritual”, implantado en “el corazón de los hombres”. Otros “cristianos” sostienen que el reino prometido por Cristo es “su iglesia”.  Estas ideas preconcebidas son falacias que deben ser extirpadas de nuestras mentes, pues Pablo fue claro cuando dijo que Dios no ha desechado a Israel al cual desde antes conoció: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera, porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo (Israel), al cual desde antes conoció…” (Romanos 11:1,2).

Estamos viendo que Pablo afirma que Dios NO ha desechado a Su pueblo Israel al cual desde antes conoció. Esta enseñanza paulina desecha la idea preconcebida de que los Judíos han sido desechados para siempre por Dios “porque supuestamente mataron a su Mesías”. ¿Acaso los apóstoles Judíos mataron a Su Mesías? ¡Absurdo! ¿Acaso no fue la primera iglesia, Judía?

También el apóstol Pablo, como Judío creyente, dice: “Que son israelitas, de los cuales SON la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas” (Romanos 9:4). Nótese que San Pablo dice que de los israelitas SON (no “ERAN”)—entre otras cosas—las promesas. Las promesas que Dios les hizo a los padres (Abraham, Isaac, Jacob, y David), son para los israelitas primeramente, y luego también para los no israelitas convertidos (Gálatas 3:16,29). Entre las promesas que Dios hizo a los padres están la posesión de una “tierra prometida” (Génesis 12:1,2; 13:15, 15:18), y la perpetuidad del Reino de David —llamado igualmente: “El Reino de Dios” (ver 1 Crónicas 28:5)—Ver también: Salmo 132:11, y 2 Samuel 7:12,13. En estos versículos Ud. verá que Dios prometió perpetuar el trono de David, o también llamado: “El Reino de Dios”. Dios le dice a David esto:”Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones. Él me clamará: Mi padres eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación” “Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia y mi pacto será firme con él. Pondré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí” (Salmo 89:4,26-30,35,36). En otras palabras, Dios le prometió A David que su reino se extendería hacia el futuro, y que sería para el beneficio de todas las naciones de la tierra, Además, Dios le dijo a él que tendría un descendiente justo que se convertiría en rey, y que sería el Hijo de Dios predilecto, obediente, sabio, y perfecto (véase Hechos 2:29,30; Isaías 9:6,7). Por esta razón David habló de su descendiente, así: “Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán. Será su nombre para siempre. Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones” (Salmo 72:11,17). Es por eso que la última pregunta de los discípulos concuerda perfectamente con esta promesa divina de un Reino de Dios restaurado en Israel. ¿Acaso no Recordamos que David reinó sobre Israel por cuarenta años, siendo su capital final, Jerusalén?¿acaso no recordamos que Jesús mismo afirmó que Jerusalén sigue siendo la ciudad capital del “gran rey” venidero? (Mateo 5:33-35). Este es precisamente el Reino que Cristo predicó y prometió restaurar. Ahora los discípulos, viendo que Jesús se iría en breve al cielo, le preguntaron si ya era inminente el establecimiento del reino davídico en Israel, pues él lo había estado predicando,  anunciando, y también confirmando, por más de tres años y medio (Lucas 8:1; Romanos 15:8).

El Tiempo de la Restauración Sólo lo Sabe el Padre

La pregunta de los discípulos a Jesús era obviamente justa, correcta, e inevitable, pues estaban finalmente muy interesados en saber el tiempo exacto para la cristalización de la prometida restauración del reino del padre David. En una ocasión anterior—recordemos— cuando Jesús estaba por entrar en Jerusalén —la capital del Reino Davídico— los discípulos pensaron que el Reino prometido sería inmediatamente restaurado con Cristo a la cabeza (Marcos 11:10). En Lucas 19:11 vemos que Jesús se ve precisado a pronunciar una Parábola, con el propósito de hacerles entender que aún no era el tiempo señalado para la tan anhelada restauración del reino davídico. Explicó en su “Parábola de Las Diez Minas”  que “un hombre noble”—él mismo—tenía que ir primero al cielo para recibir la corona de Rey y el reino, y luego volver para tomar su trono en la tierra (v.12). Pero ahora, estando él ya próximo para regresar al cielo, sus discípulos le preguntaron finalmente si su reino se establecería próximamente en Israel  o todavía no. Entonces Jesús sólo se limitó a decirles que el tiempo de la tan anhelada restauración del reino a los israelitas, sólo lo sabe Dios Hechos 1:7). Sin embargo, recordemos que ya antes Jesús había afirmado que “de aquel día y la hora” de su regreso como Rey, nadie lo sabía, ni él ni los ángeles del cielo, sino sólo Su Padre (Marcos 13:32).

Aquí vemos nuevamente que Cristo NO reprende a sus discípulos por aquella inevitable pregunta, diciéndoles algo así como: “Están errados, pues ya nunca más será restaurado el Reino a Israel debido a que me rechazaron mis paisanos”. NO!— Él no les dice eso, ni nada parecido. Simplemente les dice que sólo Dios sabe el tiempo exacto para la tan anhela restauración del reino a Israel. Es decir, Jesús valida la pregunta como correcta y oportuna, pero afirma no saber el tiempo exacto para dicho evento glorioso. Es, pues, más que evidente que durante esos cuarenta días que duró el seminario intensivo de Cristo, él se la pasó explicándoles a sus discípulos acerca de cómo sería su reino milenario en Israel, y qué benéficos le traería al mundo entero.

¿Es el Reino sólo para los Judíos?

En Lucas 12:32 Jesús se dirige a sus discípulos como su “manada pequeña”, y a éstos les ofrece su reino. Les dice textualmente así: “No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre os ha placido daros el reino”. Aquí Jesús les habla a Judíos que son sus seguidores. Esta promesa es dada esencialmente a los que le siguen, a los que le sirven y creen, aunque es verdad que éstos eran Judíos de raza. ¿Es entonces el reino para los Judíos de raza únicamente? ¿Qué hay de nosotros, que somos creyentes, y no somos Judíos? ¿Hace Dios distinción entre los creyentes en función a sus razas?¿Heredan los creyentes gentiles (no Judíos) el cielo, mientras que los creyentes Judíos se quedan en la tierra para heredar y restaurar el reino de David? Hay iglesias cristianas que dicen que el reino de David— en Israel— será sólo para los Judíos conversos y no para los creyentes gentiles. ¿Qué dice la Biblia al respecto?

En primer lugar leamos lo que dice Pablo en Gálatas 3:16,29: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice a sus simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros (Creyentes Gálatas gentiles) sois de Cristo (cristianos), ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” . En los versos anteriores (7,9,14) leemos: “Sabed, por tanto, que los que son de fe (no Judíos de raza necesariamente), éstos son hijos de Abraham…de modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham…para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles…”. También es interesante lo que dice Pablo a los creyentes de Efeso (gentiles), lo siguiente: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos (a la ciudadanía de Israel) por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación…porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:11-14,18,19). “Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio” (Efesios 3:6).

Entonces la promesa del Reino de Dios recae también sobre todos aquellos creyentes gentiles (no Judíos) que han creído en Cristo. Peruanos, Argentinos, Bolivianos, Canadienses, Italianos, Franceses, Ingleses, Senegaleses, Congoleses, Tibetanos, chinos, Coreanos, Japoneses, etc, pueden heredar el reino de David si creen en Cristo. Dios no hace acepción de personas, pues dice Pablo: ”Porque no hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:11),

Jesucristo Volverá Para Restaurar el Reino de David en la tierra prometida

El Apóstol Pedro dijo: “y él (Dios) envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado: a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas” (Hechos 3:20,21). Compárese esta palabra “restauración” con la de la última pregunta de los discípulos en Hechos 1:3. Es claro, entonces, que el reino israelita lo restaurará Jesucristo cuando regrese por segunda vez al mundo. Así lo afirmó Jesús mismo cuando dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él entonces se sentará en su trono de gloria…entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:31,34). Aquí es importante la segunda venida de Cristo como Rey, ya que ello significará la transformación física de los herederos del reino, pues como Pablo había dicho correctamente: “Pero esto digo, hermanos, que la carne y la sangre (los mortales) no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, En un momento, en un abrir y cerrar de ojos; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:50-52). Entonces, cuando los cristianos logren o ganen su transformación física, recién entonces podrán ver y entrar en el reino glorioso de Cristo—¡No antes! La iglesia de Jesucristo está llamada a participar del reino  de Dios (Santiago 2:5), pero debe antes crecer en el conocimiento de Dios y de Cristo (Juan 17:3) y en los atributos cristianas (2 Pedro 1.5-11). Hoy los incrédulos y los pecadores pueden ver y entrar en la iglesia de Señor sin ser bautizados o convertidos, pero para ver y entrar en el reino de Dios, hay que ser hombres “perfectos”, hombres de Dios, probos, santos, fieles, e inmortales. Esta es la gran diferencia entre la iglesia del Señor y el Reino de Dios. Al Reino de Dios sólo lo podrán ver e ingresar los que son “santos y perfectos” y que han merecido su transformación física— o su inmortalización—- que es lo mismo (1 Corintios 15:53,54). En buena cuenta, los que hereden y sean parte del reino de Dios, gozarán de la vida eterna con todos los salvos de todas las naciones y épocas. 

Recordemos que Jesús volverá a esta tierra, no sólo para transformar o inmortalizar a sus seguidores, sino también para sentarse en su trono de gloria, lo cual indica que él se  posará en un trono en la tierra. Este trono será el de David su padre, según está especificado en Lucas 1:31-33, y que dice: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús (La Anunciación del ángel). Este (Jesús) será grande y será llamado Hijo del Altísimo: y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa (país) de Jacob (Israel) para siempre, y su reino no tendrá fin”. Por cierto que los cristianos también se sentarán en sus respectivos tronos de gloria en el reino de Dios, pues Jesús les dijo a sus apóstoles: “Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mi, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:29,30), Obsérvese que siempre el reino tiene que ver con Israel. Pero lo trágico es que millones de “cristianos” no quieren tomar literalmente estas profecías, y más bien prefieren darles una explicación “alegórica” o “espiritual”. Pero si quieren hacer esto, entonces la Anunciación deberá ser igualmente interpretada “alegóricamente” o ”espiritualmente”.  Pregunto: ¿nació realmente y literalmente Jesús de una mujer joven y virgen? ¿estuvo literalmente embarazada María? o, ¿entenderemos la anunciación como algo “simbólico” también?

El Reino es la Esperanza de la Iglesia

Jesucristo enseñó que “busquemos primero el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33). También enseñó a que orásemos por su venida para que se haga— por fin— la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo (Mateo 6:10). Del mismo modo, Jesús afirmó que aquellos que “miran hacia atrás” no son dignos de su reino (Lucas 9:62). También aseveró que “difícilmente un rico puede entrar en él” (Mateo 19:23). A Nicodemo Jesús le dijo que “tenía que nacer de nuevo” para ver y entrar en su reino (Juan 3:3,5). De modo que el Reino es algo que se puede ver y entrar si se “renace” en Cristo.

Aun los apóstoles creyeron en el reino venidero de Jesús. Por ejemplo, el apóstol Pablo afirmó “que es a través de muchas tribulaciones que entraremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22). Por su parte Pedro dijo en 2 Pedro 1:5-11, y en especial en el versículo 11, lo siguiente: “Porque de esta manera (madurez espiritual) os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador Jesucristo”. También Pablo dijo que los pecadores incorregibles no podrían de ningún modo entrar en él, salvo que se arrepintieran a tiempo (Gálatas 5:19-21). Santiago afirma que sólo los “ricos en fe”, serán los herederos de ese magnífico reino en la tierra (Santiago 2:5).

Entrar, pues, en el reino, es obtener la vida eterna y la salvación, según se desprende del diálogo del joven rico con Jesucristo de Mateo 19:16-23. En estos versos aparecen las frases “vida eterna”, “reino de Dios”, y “ser salvo”, Aquellos que no logren entrar en el reino de Dios, se deberá únicamente al hecho que no fueron dignos de él (2 Tesalonicenses 1:5). Es por esto que es muy importante buscar el reino de Dios y su justicia, porque ello significa ganar la salvación —¡Esto no lo comprenden millones de Cristianos.

Es verdad que el Reino de Dios es un “reino celestial”, porque precisamente es “de Dios”. Por tanto, las frases: “Reino de Dios” y “Reino de los cielos” son equivalentes. Nótese que nunca aparece en la Biblia la frase: “Reino EN los Cielos” sino “Reino DE los cielos”. Es decir, que procede de los cielos—¡De Dios! Es trágico que millones confundan el reino de los cielos con el mismo CIELO. Sí, hay millones de “cristianos” que sostienen que heredar el “reino de los cielos” significa heredar el mismo cielo—¡Craso error! Definitivamente ni Jesús, ni sus apóstoles, enseñaron que iríamos al cielo para vivir con Dios y los ángeles (Juan 13:33) (Véase también Mateo 5:5; Salmo 37:9,11,22,29,34, Proverbios 2:21,22—nótese que dice: “los perfectos permanecerán en la tierra”).

El Reino de Dios Significará La Justicia y la Paz Mundial

El Reino de Dios significará la justicia y la paz en la tierra, pues recordemos que Jesús nos mandó a “buscar el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33). Y el profeta Isaías claramente anuncia: “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en Juicio” (Isaías 32:1). Y también Isaías predijo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (9:6,7). Y en 2 Samuel 23:3,4 se nos anuncia lo siguiente: “El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne ENTRE los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra” .

Por otro lado, la influencia mundial del reino de Cristo se deja ver en los siguientes pasajes de la Escritura: Daniel 2:44, que dice: “Y  en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”. También el salmista David (72:7-9,11) lo anuncia diciendo: “Florecerá en sus días justicia, y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna. Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra. Ante él se postrarán los moradores del desierto, y sus enemigos lamerán el polvo…todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán”. Leer todo el Salmo 72, También Daniel 7:13,14 y Miqueas 4:1-4. Todas estas profecías aseguran que sólo habrá un solo gobernante mundial que domine con autoridad de Dios, y con vara de hierro. ¿Se imagina usted un mundo con un solo gobernante mundial?¿Se imagina usted que las naciones del mundo se sujetarán de buena gana a este magnífico líder mundial que está por venir desde los cielos? Será ciertamente: “¡El deseado de todas las naciones!” (Hageo 2:7). Sí, será el gobernante ideal que todo pueblo ha anhelado tener en el poder.

¿Está Ud. buscando y pidiendo este estupendo reino de Dios y su justicia? (Juan 6:10,33). ¡Es un mandamiento de Jesucristo! Sin embargo, cuántos aún ignoran que este reino milenario es la única esperanza que tiene la humanidad para tener paz y justicia verdaderas. No es “escapando al cielo” como vamos a lograr obtener la felicidad, la justicia, y la paz que anhelamos. Eso querría decir que el diablo triunfó al lograr la destrucción de la tierra, y arrojar a los hombres al cielo. ¿acaso no recordamos que Dios creó la tierra para que fuese habitada por los hombres? (Salmos 115:16). ¿Trastocará el diablo los propósitos de Dios para con la tierra? ¡De ningún modo! Pero los que afirman que iremos a vivir en el cielo, están desvirtuando todo el propósito de Dios de restaurar todas las cosas como eran al principio. Es obvio que la palabra restaurar quiere decir “reponer, recuperar, recobrar, reparar, renovar o devolver a una cosa su estado o estima original”. En buena cuenta, Dios pondrá todas las cosas como él se lo propuso en un principio. La restauración de un mundo paradisíaco significará el fin de la violencia humana y animal, y también el final de  la depredación de la flora y fauna, y de la contaminación ambiental. Además significará la destrucción de todos los perversos e incorregibles del planeta (Salmo 37:9). Será el fin del dominio de los hombres para dar paso a la gobernación de Dios en la tierra como se efectúa en el cielo. 

Desgraciadamente, La gran mayoría de los hombres están buscando solucionar sus problemas a espaldas de Dios, como si Él no existiera. La ONU, por ejemplo, fue creada para traer la paz en el mundo, y ya vemos cómo ésta no ha podido lograr la tan anhelada paz mundial. Hoy más que nunca, el mundo está envuelto en guerras interminables que aniquilan a miles y miles de hombres inocentes. El hombre no sabe que el problema del mal está en el hombre mismo, en su naturaleza pecaminosa y egoísta. Los hombres no entienden que ellos no pueden corregir los males del mundo por sí mismos, pues se encuentran lejos de su Hacedor.  La mayoría de ellos únicamente viven sólo para satisfacer sus deseos egoístas, sin importarles sus semejantes. Sólo un necio corrupto puede decir que no hay Dios (Salmo 14:1). 

Jerusalén, La Ciudad Capital del Reino

La Biblia es clara cuando dice que Jerusalén será la ciudad capital del reino venidero de Dios. Dice el profeta Jeremías así: “En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón” (3:17). Hay infinidad de pasajes en la Biblia donde se menciona a Jerusalén como una ciudad superimportante del futuro, y en donde confluirán todos los pueblos de la tierra. Será la capital mundial y el centro del mundo—el lugar donde estarán los tronos de los futuros gobernantes inmortales. Dice también el salmista David sobre Jerusalén, así: “Porque Jehová ha elegido a Sión; la quiso por habitación para si. Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré, porque la he querido…allí haré retoñar el poder de David; he dispuesto lámpara a mi ungido. A sus enemigos vestiré de confusión, más sobre él florecerá su corona” (132:13,14,17,18). También dice el salmista, de este modo: “Jerusalén, que se ha edificado como una ciudad que está bien unida entre sí. Y allá están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David. Pedid por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman” (122:3-6). Nótese que se habla de “los tronos” de la casa de David (en plural). Esto concuerda con lo prometido por Jesucristo a sus apóstoles, en el sentido que ellos también se sentarían en sus propios tronos, en el reino restaurado de David en Jerusalén (Mateo 19:28). Ahora bien, Jesús extiende su invitación para que todos sus seguidores permanezcan fieles para que puedan participar en su trono y reino. Dice él, así: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21). Además él prometió también: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones” (Apocalipsis 2:26). Y para terminar este acápite sobre Jerusalén, sería bueno recordar Miqueas 4:1-3, que dice: “Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra”. 

El Reino de Dios es el Evangelio Verdadero

Sí, el Reino de Dios es el evangelio de Cristo. En diferentes pasajes de la Escritura veremos que el Reino de Dios y el evangelio, son sinónimos. En Marcos 1:1,14,15 encontramos un excelente ejemplo de esto. Dicen estos versículos de este modo: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios…después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado, arrepentios, y creed en el evangelio”. En la cita bíblica mostrada arriba, es obvio que cuando se habla de creer en el evangelio, lo que se quiere decir es que creamos en el Reino de Dios, y en su Rey, Jesucristo.  Además, Pablo dice que el evangelio es poder de Dios para SALVACIÓN para todos los que lo creen de todo corazón (Romanos 1:16). Y cuando Jesús dejó señales concernientes a los últimos días, él dijo que antes de su regreso en gloria para establecer su reino, sus verdaderos discípulos estarían proclamando dicho reino por todo el mundo para testimonio a todas las naciones. Dice así en Mateo 24:14: “Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”.  Entonces,  ¿qué más pruebas podemos pedir para saber y entender lo que es verdaderamente el evangelio de Cristo?

Finalmente veremos a Pablo predicando este mismo evangelio del Reino en diferentes partes del mundo, según lo podemos constatar en Hechos

19:8;20:25;28:23,30,31. Es claro que el asunto del reino de Dios era de primera importancia para Cristo y sus apóstoles (Lucas 9:1,2), ¿Lo es para Ud., estimado hermano? Pablo dijo que seamos sus imitadores, así como él lo era de Cristo mismo (1 Corintios 11:1). ¿Lo está Ud. imitando a él en este quehacer evangélico? Muchos—desgraciadamente—no lo están haciendo, pues han pensando que el evangelio es solamente Cristo mismo, es decir: Su Muerte, su sepultura, y su resurrección al tercer día (1 Corintios 15:1-6). Esta creencia es media verdad, pues ya hemos visto que Jesús mismo tilda al Reino de Dios con el título de: “el evangelio” (Lucas 4:43, Mateo 24:14)—¡Y fue el principio de su evangelio! (Marcos 1:1,14,15). Por eso, predicar el evangelio es predicar el reino de Dios, como también lo es sobre la muerte, sepultura y resurrección de Jesús—¡Todo junto!

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EL NUEVO NACIMIENTO EN EL ANTIGUO PACTO

Estimado Apologista,

He sabido de algunos sectarios que sostienen que los fieles de la pre cristiandad no entrarán en el reino de Dios como “reyes y sacerdotes” porque ninguno ellos nació otra vez de agua y del Espíritu. ¿Qué opina al respecto?

A.P.S (Managua, Nicaragua)

Respuesta:

Creo que los que enseñan eso están equivocados, ya que Noé y su familia fueron simbólicamente bautizados por agua en el diluvio, e igualmente los israelitas que cruzaron a través del Mar Rojo (1 Cor. 10:1-2). También tenemos la limpieza de Naamán en el río Jordán. Todos estos casos representaban el futuro bautismo bíblico que sería establecido por Cristo en su ministerio en sustitución de la circuncisión.

En todo caso, la circuncisión judía ya era una señal de que Dios había limpiado y aceptado a su pueblo debido a la fe que ejercieron en Él (Deut. 10:16), y por esto llegaron a ser declarados justos. Dice Pablo: “¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.  ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión.  Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia (Rom. 4:9-11).

Así que los pre cristianos fueron declarados justos por su fe, la cual quedó sellada por la circuncisión. En la Era Cristiana los fieles son declarados justos por su fe también, la cual queda sellada por el bautismo. Es decir, la circuncisión es sustituida por el bautismo, pero las dos señales son expresiones exteriores de una justicia interior.

Es necesario entender bien que TODOS somos declarados justos por la fe (no por la circuncisión o el bautismo que son meramente “señales” o “sellos”), una fe que ejercieron tanto los fieles pre cristianos como también los fieles del NT, aunque las sellaron de distinto modo (circuncisión para los primeros y el bautismo para los segundos). Esto último, sin embargo, no quiere decir que los primeros tendrán un destino como súbditos del reino y los segundos como reyes y sacerdotes del mismo.

El apóstol es claro al afirmar que sólo hay “una sola esperanza de nuestra vocación” y no dos o más. «Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de TODOS, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos» (Efesios 4:4-6).

Si siguiéramos el criterio de aquellos que dicen que los fieles de renombre del AT sólo serán súbditos del reino, tendríamos que inexorablemente concluir que el legendario rey David se convertirá de rey a súbdito en su propio reino, el cual será regido por Su descendiente real, el Mesías Cristo. ¿Pero puedo alguno creer semejante idiotez?¿Le gustaría al Señor Jesús tener a su noble padre como mero súbdito de su reino, lejos de su mesa real?

 Si la reina madre de Inglaterra nunca fue degradada por su propia hija cuando ésta tomó el trono del reino Inglés, ¿cómo vamos a creer que el Hijo de David va a permitir que su padre sea un mero súbdito de su propio reino, lejos de su mesa real?

UNA REFLEXIÓN ADICIONAL SOBRE LA PERSONA DE JUAN EL BAUTISTA Y SU PARTICIPACIÓN EN EL REINO MESIÁNICO

Estimado Apologista,

Algunos dicen que el profeta Juan el Bautista tendrá un lugar en el reino, pero sólo como súbdito, y no como gobernante, ya que Jesús dice en Mateo 11:11: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño EN EL REINO de los cielos, mayor es que él.

¿Qué  nos puede decir usted al respecto?

Muy agradecido,

J.M.V (Stgo. Chile)

Respuesta:

Creo que lo que Jesús estaba diciendo es que Juan, a pesar de ser el mayor de los profetas, no se igualaba al menor de los creyentes que vinieron después de él, los cuales no sólo vieron el cumplimiento de lo proclamado por Juan, sino cosas aún más grandes que Juan hubiera querido ver y no pudo. En ese sentido Juan el Bautista era menos que el más pequeño de los que respondieron al llamado para el reino, aunque sí el más grande de los profetas.

Siempre hay que tener mucho cuidado al interpretar las palabras «difíciles» de Jesús o de cualquiera de sus apóstoles, dado que si las tomamos sin una previa reflexión, podríamos llegar a conclusiones erradas, como en este caso en Mateo 11:11, donde algunos hay concluido que el gran profeta de Dios no entrará al reino como rey o gobernante, e incluso, ni siquiera como súbdito, y eso sería contrario a lo que dijo enseñó después cuando dijo que TODOS los profetas estarían en la mesa mesiánica (ver Luc. 13:28,29).

Pero veamos otra declaración similar, pero esta vez de parte del apóstol Pablo. Estas son sus palabras textuales:

«A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los SANTOS, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo» (Efesios 3:8).

Ahora observe la similitud:

Pablo dice que es «…menos que el más pequeño de todos los santos» y de Juan Bautista se dice: «…pero el más pequeño EN EL REINO de los cielos, mayor es que él».

Ahora veamos lo que dicen los versículos 22 y 27 de Daniel 7 con respecto a los santos y el reino:

“Hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a LOS SANTOS del Altísimo; y llegó el tiempo, y LOS SANTOS RECIBIERON EL REINO… y que el reino, y el DOMINO y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de LOS SANTOS del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán (Daniel 7:22,27).

Nótese que Daniel dice que llegará el momento en que los santos recibirán la autoridad sobre los reinos debajo de todo el cielo. Pero si Pablo dice ser menos que el más pequeño de todos los santos, él tendría que quedar, o totalmente excluido de una posición de autoridad en el reino; o en el mejor de los casos, entrar sólo como un súbdito más; o en el peor de los casos, quedar fuera del mismo como ciertamente ocurrirá con los impíos. ¿Pero podrá alguien creer semejante cosa?¿Realmente creerá usted que Pablo se quedará sin sentarse en uno de los doce tronos preparados para los apóstoles porque dijo ser menos que el más pequeño de todos los santos?  No lo creo, ¡salvo que alguien quiera torcer las palabras del apóstol debido a prejuicios infundados o a doctrinas prefabricadas por sectarios!

Finalmente, es oportuno recordar que Pablo no se las estaba «dando de humilde» al decir que era «menos que el más pequeño de todos los santos», como algunos podrían argumentar en su defensa, sino que en realidad él estaba diciendo algo que tenía mucho de verdad, ya que él, como Juan el Bautista, no anduvieron con Cristo durante todo su ministerio, ni fueron testigos presenciales de todo lo que Jesús hizo y dijo, como lo sí fueron el resto de sus apóstoles (Lea las palabras de Pedro en Hechos 10:39) . Además, Pablo fue un asolador de la iglesia y consintió la muerte de muchos de los santos del Señor (Fil. 3:6). Es tal vez por esto que además dijo ser menos que el más pequeño de los santos del Señor.

 Su Servidor,

Ingº Mario A Olcese (Apologista)

UNA PREGUNTA INTERESANTE DE UN DEFENSOR DE LA TRINIDAD Y SU RESPECTIVA RESPUESTA

PREGUNTA:

Querido Mario,

Si sólo hay un Dios que es el Padre, ¿cómo explicamos Apocalipsis 5:11-14, donde está sucediendo un gran acto de adoración para el Padre y Su Hijo.

Los versos dicen:

“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. 14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos”.

Es evidente que tanto el que está sentado en el Trono (El Padre) como el Cordero (el Hijo) reciben la alabanza, la honra, la gloria, y el poder, por los siglos de los siglos. Esto no podría significar otra cosa que el Padre y Su Hijo son divinos o Dioses. ¿No le parece a usted?

Abel Gonzáles

RESPUESTA DE APOLOGISTA

Note usted, Sr. Abel, que el que está sentado en el trono y el Cordero reciben la alabanza, la honra, la gloria, y el poder de todo lo creado. Sin embargo, no se dice que son adorados. También tome nota que sólo los 24 Ancianos SE POSTRARON y ADORARON al que vive (no, a los que viven) por los siglos de los siglos, es decir, sólo al Padre. Esto es muy importante, porque si Cristo es también Dios Todopoderoso, él debió también recibir la adoración postrada de los ancianos y el texto no lo dice. Simplemente dice que fue adorado el que vive (singular) por los siglos de los siglos.

Ahora bien, ¿qué hubiera pasado si los ancianos se hubieran postrado y adorado delante de Yahweh y el Hijo (el Cordero)?¿Hubiera eso significado que ambos son Dioses eternos y Todopoderosos? No necesariamente. ¿Y por qué digo que no necesariamente? Para responder esta interrogante le invito a leer este otro pasaje de la Escritura:

«Después dijo David a toda la congregación: Bendecid ahora a Jehová vuestro Dios. Entonces toda la congregación bendijo a Jehová Dios de sus padres, e inclinándose adoraron delante de Jehová y del rey”. (1 Crónicas 29:20) 

La pregunta que se suscita de inmediato es: ¿Es el rey David también Dios porque el pueblo se inclinó y adoró delante de Yahweh y delante del rey David? ¡Por cierto que no! Simplemente significaría que el Pueblo estaba reconociendo la Deidad de Dios y la autoridad de Su rey que ejercía las funciones de Dios en la tierra. Recuerde usted que el reino de David era el reino de Dios (1 Crónicas 28:5).

Así que hay que tener mucho cuidado de no sacar conclusiones antojadizas que pueden resultar en una desviación total de la verdad revelada.

Su servidor,

Apologista

“SEÑOR, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”

 

Hechos 1:6: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿RESTAURARÁS el reino a Israel en este tiempo?”

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Quiero reflexionar con ustedes acerca de lo crucial y trascendental que es creer y buscar primeramente el reino de Cristo, y lo nefasto que puede resultar para aquellos que lo rechazan o trastocan por completo. Y es que el reino de Cristo redundará en nuestra salvación eterna, o lo que es lo mismo decir, en nuestra vida eterna. Aún hoy, los más de los cristianos siguen relegando el reino de Dios a un segundo plano, como si fuera una enseñanza de poca importancia, o como si fuese una doctrina suplementaria que no corresponde a la salvación, cuando en realidad es diametralmente lo contrario.

El Señor Jesucristo dejó entrever que el reino de Dios es su mensaje vital, la meta o el fin de su iglesia, y la única esperanza real de salvación que debe ser buscada, pedida, y esperada por todo auténtico seguidor suyo. Es, en esencia, la razón de ser de toda nuestra carrera cristiana. Jesús dijo: “Buscad PRIMERAMENTE el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás os será dado por añadidura.” (Mateo 6:33).

En una ocasión un joven rico se le acercó a Jesús para preguntarle qué es lo que debía hacer para ganar la vida eterna—un anhelo que seguramente es el de millones de hombres— y Jesús no tardó en responderle, con estas palabras:  “Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?J Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?

Pues bien, nótese las frases subrayadas del los versos de arriba, e inmediatamente usted concluirá que la vida eterna está asociada con el reino de Dios (= reino de los cielos)…¡y significa nuestra salvación! Así que el reino de Dios no es otra cosa que la salvación o la vida eterna que Jesús nos ofrece. De aquí la importancia de insistir en el mensaje del reino y darlo a conocer al mayor número de personas posible.

Ahora bien, los predicadores contemporáneos enseñan que sólo basta con creer en Jesús para ser salvo, sin explicar puntualmente lo que significa “creer en Jesús”. Lastimosamente, la gran mayoría de potenciales conversos declaran haber aceptado a Cristo, pero siguen ignorando por completo que él vino a predicar el reino de Dios como el evangelio salvador. Estos supuestos conversos siguen perdidos porque no llegaron a aceptar el mensaje salvador que Cristo vino a anunciar y que él pidió que fuese creído y abrigado con mucha fe PARA LA SALVACIÓN (Lean Marcos 1:1,14,15; 16:15,16).

Cristo no es propiamente el evangelio

Ahora bien, muchos cristianos creen que Cristo es el evangelio (“el evangelio de Cristo” o “el evangelio sobre Cristo”), cuando en realidad Jesús vino, no a anunciarse a sí mismo, sino para proclamar algo que él llamó “el reino de Dios”. Sin duda, ese reino involucra un rey, que es nuestro Señor Jesús. Pero Jesús, por sí solo, NO ES EL EVANGELIO. Recordemos que él enseñó que SU MENSAJE era el evangelio del reino de Dios. San Pablo lo declaró muy bien cuando escribió lo siguiente: “Dios envió MENSAJE a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz  (que trae el reino, Isa. 9:7) por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos” (Hechos 10:36).

Debemos entender que Jesús no nos mandó creer que él es el evangelio salvador,  y menos aún, que él mismo es Dios encarnado. Sin embargo, lo que él sí buscó es que la gente creyera  en SU PALABRA, enseñanza o evangelio. El sentido real de “creer EN Cristo” sería “creer A Cristo (Su Palabra)”, es decir, creer en Su Mensaje o evangelio, que es el reino de Dios. La prueba de lo que decimos está en Marcos 1:15, donde Jesús dijo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y CREED en el evangelio. A los judíos incrédulos, Jesús les dijo: “Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho”. Juan 10:26. Como vemos, Jesús estaba interesado en que la gente creyera en su mensaje del reino, porque este mensaje del cielo redundaría en la salvación de los potenciales conversos.

Creer en sus Palabras

He aquí una serie de pasajes en donde Jesús dice que debemos creer en su Palabra: 

Marcos 4:20: Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la PALABRA y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.

Lucas 11:28: Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la PALABRA de Dios, y la guardan.

Juan 8:51: De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi PALABRA, nunca verá muerte.

Juan 14:23: Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi PALABRA guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

Juan 15:7: Si permanecéis en mí, y mis PALABRAs permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

Juan 17:6: He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu PALABRA.

Juan 17:8: porque las PALABRAS que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

Sin duda alguna el Reino de Dios (el evangelio de Cristo) es la Palabra de Dios que debemos creer y guardar en nuestros corazones.  Jesús llamó a “la palabra”, “la palabra DEL REINO”. Vean el siguiente texto:

Mateo 13:19: Cuando alguno oye la PALABRA del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.

Así que cuando le presentamos al potencial creyente “la palabra de Dios”, lo que estamos presentándole es precisamente el evangelio o palabra DEL REINO. Este evangelio del reino es poderoso, pues salva a todos aquellos que lo creen de todo corazón (Romanos 1:16). Pero muchos creen que predicar la Palabra es anunciar cualquier mensaje que nosotros creamos crucial de las Escrituras. Algunos podrán predicar el evangelio del perdón, el evangelio del amor de Dios, el “evangelio social”, el evangelio de la prosperidad”, el evangelio de la segunda venida, el evangelio de la justificación, etc, pero si ellos no se enfocan en el reino de Dios, de nada vale su predicación porque no están predicando el evangelio verdadero y único (Gál. 1:6-9). Estos predicadores simplemente han permutado el verdadero mensaje de Cristo, que es único e inamovible, por otros que parecen más “sonoros” y creíbles, justo al gusto del inquiridor. Aquí lo que se trata es revelarle al potencial creyente lo que él necesita creer para ser salvo y no un mensaje manipulador cualquiera para  invitarlo a hacerse miembro de una iglesia o secta cualquiera para que luego se vuelva un fiel diezmador.

Lamentablemente, millones de “cristianos” han aceptado cualquier cosa como el evangelio salvador sin haberse tomado la molestia de averiguar si lo que han recibido como las Buenas Nuevas de salvación es la verdad o un craso error. Simplemente se confían del predicador y se dejan llevar por su carisma y locuacidad, o por su prestigio y reconocimiento “internacional”, y se olvidan de las Escrituras. Sin embargo, aunque sus “evangelios” se escuchen muy estimulantes y espirituales, éstos no tienen ninguna efectividad sanadora y salvadora a largo plazo.

El evangelio del Reino es un mensaje simple y claro

Cuando Jesús apareció en este mundo hace dos milenios, él NO vino a predicar un evangelio ininteligible u oculto a sus paisanos que los metería en un laberinto de ideas contradictorias. En realidad es todo lo contrario, pues él les habló clara y directamente sobre un tema que ellos ya conocían perfectamente. Por otro lado, no tendría sentido que Jesús pretendiese que sus paisanos creyeran en su mensaje del reino, si por otro lado él les estaba anunciando un mensaje arcano, enigmático o velado.

Como cristianos sabemos que Jesús comenzó su ministerio predicando lo siguiente: “El reino de Dios se ha acercado, arrepentíos y creed en el evangelio (Mateo 4:17). Es decir, Jesús anunciaba algo que sus paisanos esperaban y entendían perfectamente, por lo que él no vio necesario tomarse la molestia ni el tiempo para explicarles eso que él llamaba ‘el reino de Dios’.

De modo que resulta extraño que algo que Jesús no complicó con elucubraciones complejas, sus supuestos seguidores de los últimos 17 siglos lo hayan enrevesado con especulaciones pueriles que no han hecho sino confundir más a los millones de potenciales conversos.

Desafortunadamente, hombres como Orígenes y Agustín de Hipona, por citar dos insignes teólogos, cambiaron radicalmente el sentido del reino, y trastocaron su noción primigenia con especulaciones alegóricas que no tienen un sustento bíblico sólido en absoluto.

¿Pero qué era el Reino de Dios para los paisanos de Jesús?

Esta es una pregunta necesaria e inevitable que todos los estudiantes de la Biblia deben formularse si quieren saber cuál era el concepto original del reino de Dios. Y es que el reino de Dios como mensaje del Señor no era algo nuevo para los judíos, por tanto son ellos los que deben decirnos qué era lo que ellos creían sobre el reino, y eso se consigue leyendo fundamentalmente los Escritos del Antiguo Testamento. Para cualquier Judío devoto, el reino de Dios era el reino que representó en primera instancia el rey David. En 1 Crónicas 28:5 se dice claramente que el reino de David era el reino de Dios. Dice así el verso en cuestión: “Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel”. Nótese que David dice que su trono es el trono del reino de Jehová. Por tanto, el evangelio del reino de Dios es el evangelio del reino de David que será restaurado en la parusía  por un notable heredero del trono. Recordemos que el reino de David quedó suspendido desde el 587 AC, cuando el último rey davídico, Sedequías, fue depuesto de su trono por el rey Nabucodonosor. Desde esa fecha los Judíos no han tenido un rey judío que los gobierne, aunque ellos sabían que llegaría un día en que dicho reino davídico sería restaurado nuevamente por la fuerza de un descendiente real de David, llamado: “El Deseado de todas las Naciones”, “Aquel varón”, “El Príncipe”, “El hombre noble”, etc. Dice Ezequiel 21:25-27, así: “Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto no será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto. A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré”. Esta es una sentencia divina contra el rey impío Sedequías, pero es también una promesa de restauración futura por medio de un varón designado por Dios que ya tiene el derecho de tomar el trono y el reino por sus justos méritos (Hechos 2:36: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho SEÑOR y Cristo”), es decir, le ha hecho ‘Señor Mesías’, el varón ideal para restaurar Su reino.

Los discípulos sabían qué era el reino de Dios

Cuando Jesús estaba ya a punto de partir al cielo, después de haber estado privadamente con sus discípulos por 40 días hablándoles exclusivamente del reino de Dios (Hechos 1:3), éstos le preguntaron si dicho reino buscado y esperado por ellos sería restaurado a Israel en ese momento o tendrían que esperar aún más tiempo (ver Hechos 1:6), y Jesús, que los estaba escuchando atentamente, no se sorprende por lo que oye, ni les reprende por semejante interrogante, porque la pregunta, aunque a muchos no les guste, fue inteligente, oportuna y correcta. Y es que sus discípulos habían entendido perfectamente que el reino davídico tendría que ser restaurado a Israel de todos modos, ¡y cuanto más antes, mejor!

Así que el Reino de Dios es algo que deberá ser restaurado a Israel en algún momento en el futuro. Y cuando se habla de un reino restaurado, lo que se quiere decir es que ese reino existió en un lugar y pueblo definidos, que desapareció por la impiedad del último rey y su pueblo, y que debe volver a aparecer en el futuro exactamente en el mismo lugar y pueblo con un rey legítimo. Así pues, si el reino fue terrenal y político, entonces deberá ser restaurado como un reino terrenal y político, porque cualquier otra forma de presentación no sería igual al original, y por tanto, no podría hablarse de una verdadera restauración del reino original. Si restauro un jarrón resquebrajado de barro y de color negro, y termino presentando un jarrón de cristal amarillo trasparente, ¿podríamos decir que dicho jarrón ha sido restaurado fielmente? Si cualquier cosa restaurada no se parece al original, entonces no se ha hecho una verdadera restauración de esa cosa. Eso es obvio para cualquiera con dos dedos de frente. Pero esto es precisamente lo que muchos teólogos cristianos han hecho  con el reino original. Sencillamente lo han cambiado por otro que no tiene las mismas características que el original. Ahora el reino es presentado en las iglesias como uno que es por naturaleza espiritual y celestial, y no teocrático y terreno como lo fue originalmente. Ahora los más de los cristianos creen que Cristo reina y reinará desde los cielos, o que Jesús gobierna en el corazón de los creyentes. Otros creen que el reino es la iglesia misma que reina en el mundo y ejerce su poder y autoridad sobre los pueblos a través de sus “ungidos”. Pero toda esta gama de creencias no se parecen en nada al reino original.

Un llamado urgente

Es hora de que todos los cristianos tomen conciencia del evangelio salvador que es el reino de Dios y lo acepten de todo corazón como el mensaje salvador que Cristo trajo por orden del Padre. Recuerden lo que Jesús dijo: “Es necesario que también a otras ciudades ANUNCIE EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS, porque PARA ESTO HE SIDO ENVIADO” (Lc. 4:43). Y también debemos predicar y bautizar a las personas sobre la base del reino de Dios ( ver Mateo 24:14; Hechos 8:12).

Es necesario conservar el significado original del reino de Dios tal como los Judíos lo creen aún hoy día. Para ellos, cualquier cosa que se predique como el reino que no se ajusta a sus expectativas mesiánicas, no es el auténtico evangelio. Recordemos que Jesús no vino a cambiar o a trastocar las prístinas promesas hechas a los padres Hebreos por Dios mismo, sino a CONFIRMARLAS (Ver Romanos 15:8). Y confirmar no es cambiar o mutar la promesa original.

En este blog encontrará todos mis escritos sobre el Reino que le podrán ayudar entender mejor el evangelio original no trastocado. Simplemente busque la palabra REINO en la columna de la izquierda…¡y listo!

Gracias por leer…. ¡y estaré a la espera de sus comentarios!

 

UNA CRUCIAL PREGUNTA QUE POCOS CRISTIANOS SE HAN FORMULADO

Por Ing° Mario A. Olcese S.

Uno de los versos más usados para enseñar que vamos al cielo es Juan 14:23. Aquí el Mesías dijo, “En la casa de Mi Padre muchas moradas hay: De no ser así, les habría dicho. Voy a preparar un lugar para vosotros. Y si fuere y os preparare lugar para vosotros, vendré otra vez, y los recibiré a Mí Mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estén”.

 ¿Qué y Dónde está preparando lugares para los Suyos?

 Antes que nada Jesús jamás prometió a sus seguidores darles un lugar en el cielo como morada permanente. Tampoco ninguno de sus apóstoles creyó que iría al cielo para estar con Dios y Jesús. Fue el filósofo Griego Platón el que sentó las bases de un alma inmortal que parte de este mundo después de la muerte. Su filosofía fue mezclada con el pensamiento Hebreo y nació el gnosticismo. Esta secta gnóstica, muy en boga en los tiempos de Jesús, amenazó a la sana doctrina predicada por Jesús y sus apóstoles. Los apóstoles, y en especial Pablo y Juan, advirtieron a las iglesias cristianas en contra de esa secta. Pablo llamó a los gnósticos: “La falsamente llamada ciencia” (“gnosis”)(1 Timoteo 6:20). Los gnósticos decían que la materia era mala y pecaminosa, y que Cristo no era humano sino que tenía apariencia de hombre. Creían que existía un plano superior (el “Pleroma, especie de cielo gnóstico) donde vivían los AEONES (espíritus puros superiores, entre los cuales estaba Cristo antes de venir al mundo). Los gnósticos creían que ellos tenían el conocimiento verdadero para lograr partir a ese plano o dimensión de los espíritus con el alma inmortal. ¿No se parece esto mucho al pensamiento “cristiano” sobre una existencia en el cielo con Dios, Cristo, y sus ángeles después de esta vida, a través de nuestras “almas inmortales”? Es muy probable que muchísimos cristianos sean realmente cristianos gnósticos en este punto.

También Pablo advirtió, que después de su “partida”, entrarían en el rebaño del Señor falsos maestros que buscarían ganarse el rebaño con palabras pervertidas (Hechos 20:29,30). Y así fue. Con el correr del tiempo, la iglesia se corrompe con sus propios malos obispos que se levantan con sus herejías destructoras. En el siglo IV aparece el obispo “San Agustín de Hipona”, el Padre y Teólogo del catolicismo. Éste distorsiona radicalmente el verdadero significado del reino bíblico al decir, por vez primera, en su obra “La Ciudad de Dios”, que el reino era la iglesia católica Romana. Parece ser que los “amilenialistas católicos”, y “campbelitas amilenialistas” no han logrado sacudirse del todo de los errores de Agustín de Hipona.

Algunos dirán: “Bueno, ¿no dice Jesús que “los pobres en espíritu es el reino de los cielos”? (Mateo 5:3). Pero tomemos nota que el Señor NO dice que de los pobres en espíritu es el reino EN (sino “DE”) los cielos”. De modo que lo que Cristo ofreció a los pobres en espíritu era un reino que tiene su origen en Dios, y no en los hombres. Viene de Dios como un don o regalo para los hombres.

Pues bien, regresemos a Juan 14:1-3 de la pregunta. Veamos lo que verdaderamente dijo el Señor Jesucristo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo, para que DONDE YO ESTOY, vosotros también estéis.”

Muchos estudiantes de la Biblia no se han puesto a pensar en esta última frase “para que DONDE YO ESTOY (tiempo presente)”. En las más importantes versiones de la Biblia Inglesa se vierte este pasaje como “WHERE I AM” en tiempo siempre presente (“donde yo estoy”). Esta frase es sumamente importante y clave para entender los versos en cuestión. Jesús está ofreciendo un lugar a sus discípulos “en la casa de su Padre”. Luego nos dice que él nos tomará para que estemos con él en el lugar donde ÉL ESTÁ en el momento de pronunciar la promesa. Y, ¿dónde estaba Jesús cuando pronunció esa promesa? ¿En el cielo? ¿En Marte? No! Él estaba aún en LA TIERRA, y más exactamente, EN JERUSALÉN. Recuerde que Jesús todavía no había ascendido al cielo, y aún no había ni siquiera resucitado. Por tanto Jesús estaba ofreciéndoles a sus seguidores volver a la tierra para estar con ellos en el lugar donde proclamó su promesa, es decir: ¡En Jerusalén!

Muchos cristianos creen que Jesús nos “llevará al cielo” para darnos nuestro “lugar” en la casa del Padre. Pero Jesús nunca habló de llevarnos al cielo en Juan 14:1-3. Usted NO leerá, ni siquiera una vez, de que iremos al cielo para recibir nuestro “lugar” una vez que esté preparado por Jesús. Lo que Jesús dijo era que prepararía nuestro lugar en la casa de su Padre y que luego volvería para estar con nosotros. Lo que NO dijo era CUÁNDO Y DÓNDE recibiríamos nuestro lugar en la casa del Padre. Él sólo está ahora ocupado PREPARANDO nuestras moradas, pero NO nos dice cuándo entraremos en ellas. En Apocalipsis 21 se revela que la “ciudad santa” bajará del cielo después del milenio. La ciudad santa de Apocalipsis 21 es descrita por Ezequiel como un edificio (40:2), y como una casa en 2 Corintios 5:1,2. Esta ciudad o casa canta bajará del cielo, y “Dios estará con los hombres” (Apocalipsis 21:3). Sólo los salvos entrarán en ella para tomar sus lugares o moradas (Apocalipsis 21:27). También leer Hebreos 11:9,10 donde se nos dice claramente que Abraham (el padre de la fe) “esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” Y en Hebreos 13:14 Pablo dice: “Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos LA PORVENIR.”

TESTIGOS DE JEHOVÁ: ¡USTEDES NOS DEBEN RESPONDER ESTA CUESTIÓN QUE LES PLANTEAMOS EN ESTE VIDEO!

Lavasori lleva un año esperando una respuesta puntual de los Testigos de Jehová con relación a ciertas enseñanzas que se presentan en este video, y sobre cómo fue posible que Jesús escogiera a un «Esclavo» como su «canal de comunicación» en 1918, en la persona jurídica de la Watchtower, si muchas de sus enseñanzas de aquel entonces ya no se aceptan hoy como verdaderas.

La otra cuestión que debemos preguntarles a los TJ es: ¿Cómo fue posible que en 1919 el resto del Israel espiritual «saliera» de la organización de Satanás en ese año, para predicar las Buenas Nuevas a las naciones, si después de 1919 estaban aún celebrando los cumpleaños, navidades, y dando como alimento espiritual los 7 tomos de los Estudios en las Escrituras que contenían «alimentos» o enseñanzas que ahora la WT considera que pertenecen a la adoración falsa, como son la piramidología y el sionismo?

APOLOGISTA: ¿POR QUÉ NO ERES UN TRINITARIO SI LA MAYORÍA DE LOS CRISTIANOS LO SON?

Estimado Mario,

Permíteme robarte un poco de tu tiempo para hacerte dos preguntas puntuales:

¿No crees que siendo la Trinidad una doctrina creída abrumadoramente por católicos y protestantes  por igual (incluyendo a los evangélicos, presbiterianos, anglicanos, ortodoxos Griegos, etc) debe ser de Dios?

Por otro lado,  ¿Cuáles son los textos que tú consideras más contundentes para rechazar la doctrina de la Trinidad?

Gracias

M.G.

Respuesta:

Estimado amigo, es cierto que la doctrina de la Trinidad es creída por la mayoría de los que se llaman cristianos, ¿pero prueba ese argumento que la mayoría tiene tienen la razón? Por ejemplo, la mayoría de los cristianos creen que vivirán para siempre en el cielo si son buenos, ¿pero prueba ese razonamiento que la doctrina del cielo como la morada final del creyente es correcta porque simplemente es ampliamente abrigada por casi todas las iglesias? ¡Definitivamente no!… Y es que si les pides a sus defensores o partidarios que sustenten estas dos creencias con las Escrituras (aunque también hay otras doctrinas más que podríamos ventilar), se verían en serias dificultades, pues tanto la Trinidad, como la esperanza del cielo, se derrumbarían con una serie de pasajes clave de las Escrituras que podríamos presentarles y que enseñan exactamente lo contrario o algo muy distinto de lo que enseñan, y que ellos preferían obviar o ignorar para no tener que explicarlos.

Centrándonos en la Trinidad, creo que asombrosamente esta doctrina sigue siendo defendida por la mayoría de los cristianos sabiendo que hay pasajes que la descartan por completo. Estos cristianos «Trinotercos» hacen esfuerzos denodados para contrarrestar aquellos pasajes bíblicos que presentan un Dios que es único, absoluto, y sin parangón, elucubrando explicaciones que a veces no tienen ni pies ni cabeza. Claro que los unitarios también se topan con pasajes bíblicos que a primera vista parecen darles la razón a los “trinotercos”, pero que con un examen cuidadoso del griego, las dudas o impases se disipan en un santiamén.

En cuanto a los pasajes que considero que fulminan la posición de nuestros detractores “trinotercos”, los principales son los siguientes:

1.- Juan 17:3: Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Comentario: En este pasaje Jesús mismo dice que el Padre, Su Padre, es el único Dios verdadero. Si alguno entiende esto como que incluye al Hijo también como el único Dios verdadero, entonces tal persona está “orinando fuera del bacín”.

2.- 1 Corintios 8:4-6: Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. 5 Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”.

Comentario:

Aquí hay que estar demasiado ciego para no entender lo que Pablo dice. Sus palabras no se pueden prestar a confusión: “Para nosotros (los creyentes) sólo hay UN DIOS, el PADRE…¡y punto! Si para alguno UNO es TRES, entonces esa persona tiene problemas mentales muy serios.

3.-Juan 14:28: “El Padre mayor es que yo”

Comentario:

Jesús está diciendo que como Hijo de Dios, es menor que Su Padre. Nótese que aquí él no está diciendo que el Hijo del Hombre es menor que el Padre, sino que el Hijo de Dios es menor que el Padre-Dios. Y el hecho de que Jesús tenga Su Padre, automáticamente lo convierte en Su Hijo, y como tal, se origina de Él o procede de Él, ya sea por creación o por engendramiento. Cualquiera sea el caso, él Hijo no puede ser ETERNO, de allí lo absurdo de llamar a Cristo, “El Hijo eterno”.

4.- Génesis 1:27: “Y creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó”.

Comentario:

Si Dios, en su naturaleza divina está compuesto por Tres Personas distintas en una sola persona, entonces los seremos humanos, que hemos sido creados a Su misma imagen, debemos estar compuestos de Tres Personas humanas distintas en una sola persona humana. Pero si esto es imposible en los humanos, entonces también es imposible que Dios sea “Tripartito” en una sola Persona.

5.- Apocalipsis 3:12: “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”. 

Comentario:

Este es un pasaje que me impresiona mucho, dado que es evidente que Jesucristo, ya en el cielo, no deja de estar sujeto a Su Dios. Nótese que 4 veces Jesús menciona a “Mi Dios”, lo cual nos dice mucho de él y de su relación con el Padre.

6.-Filipenses 2:5-11: Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Comentario:

Aunque aparentemente estas declaraciones paulinas apoyan a los “Trinotercos”, especialmente cuando leemos los versos 5-7, sucede que cuando pasamos a leer lo que dice el mismo Pablo en los versos 8 y 9, sus palabras parecieran darles  una estocada fatal a los mismos defensores del Trinitarismo cuando el apóstol dice que Cristo, al haber salido victorioso hasta la muerte, y muerte en cruz, Dios lo exaltó hasta lo Sumo, y le dio un nombre que está sobre todo nombre, para que todos doblen su rodilla en el nombre de Jesús, y confiesen que es Señor, para gloria de Dios Padre.

La idea que me perturba es que me resulta extraño que Jesús haya sido recién exaltado hasta lo Sumo en el cielo después haber salido obediente hasta la muerte en la cruz, cuando en realidad el dogma Trinitario sostiene que Cristo, en Su preexistencia, ya existía como la Segunda Persona Divina de la Trinidad (Dios Hijo eterno), y como tal, sumamente excelso hasta lo Sumo desde la eternidad.

Esto sólo me lleva a concluir dos cosas, o que Pablo estaba equivocado al decir que Jesús fue exaltado hasta lo sumo después de haber sido obediente hasta su muerte, o que la Trinidad es una doctrina que jamás estuvo en la mente del apóstol.

Tengo otros textos importantes más que presentarle, pero estos son como un bocadito de todo el rico pastel que tengo para ofrecer.

JAIMITO NERD DESPEJA OTRA DUDA DE SU PADRE EN CUANTO AL DESTINO FINAL DE LOS JUSTOS

Jaimito, ¡quieres ganarte $20 euros?…claro, viejo, pues mal no me caería para comprarme una copia de la obra de Miguel Servet, titulada: “De Trinitatis Erroribus”…¡caray, mi hijito sí que es un verdadero nerd a sus 12 años!…A ver, papi, ¿cuál es tu pregunta ahora?…Bueno, mi querido Jaimito, sucede que Pablo dice en Hebreos 3:1 que “los santos son participantes del llamamiento celestial” y esto me lleva a pensar que como cristianos hemos sido llamados para vivir en el cielo por la eternidad…¿compartes mi mismo criterio?…¡ni de vainas, viejo!…¿Cómo que ni de vainas, Jaimito?¿Acaso no está claro el texto?…Claro que sí, pero los que lo interpretan mal son los católicos y protestantes por igual…¿cómo así, Jaimito?…¡fácil, pues, viejo!… ¿acaso la frase: “Llamamiento celestial” quiere decir: “Llamado para ir al cielo? Bueno, no necesariamente, hijito… Exacto! A mi me parece que quiere decir, más bien, “llamamiento de Dios según lo puedes leer en Filipenses 3:14 y Romanos 11:29.  Recuerda que el libro a los Hebreos fue escrito para judíos, ya que trata de la relación de Cristo para con el sacerdocio levítico y los sacrificios del templo. Pues bien, como judíos, ¿qué pudieron ellos entender por el “llamamiento celestial”? Seguramente cualquier cosa menos “llamamiento para vivir en el cielo”. Recuerda que Jesús vino a confirmar las promesas hechas a los padres y no a cambiarlas por una promesa de naturaleza cósmica, celestial, fuera de esta tierra. Los judíos en general, y en especial los mesiánicos, esperaron la venida o la restauración del reino de David en Jerusalén (Hechos 1:6)…cierto, Jaimito, es verdad lo que dices… Además, papi, es interesante descubrir que en la Biblia no aparece algo así como: “el llamamiento terrenal” para los judíos, y otro “celestial” para la iglesia. El “llamamiento celestial” es general, para todos los santos (hebreos y gentiles conversos—Hebreos 3:1). Dios nos ha llamado para ser santos, apartados, y consagrados a él con fidelidad…interesante, Jaimito, y voy a examinar el pasaje con más cuidado, más tarde…¡me parece buena idea, viejo, que mucha falta te hace!…¿otra vez?…¡Te vas a quedar sin tus 20 euros!…Uyuyuy, metí la pata!!!…¿y ahora quién podrá ayudarme?…Yooooo, ¡el chapulín apologista!…¡Yupiiiii! 

 

JAIMITO NERD SIGUE RESPONDIENDO PREGUNTAS A SU PADRE SOBRE LA SUPUESTA PARTIDA DE LOS SALVOS AL CIELO PARA MORAR CON CRISTO PARA SIEMPRE

Jaimito, hijo mío, ¿puedes venir un minuto, por favor?… claro, ya voy, papi, que estoy leyendo un tema interesante sobre el reino de un tal apologistaAh, okey, te espero, hijitoOkey, ya termine ¿de qué se trata, papi? ¿en qué te puedo corregir, perdón, servir?…Umm…¡ya empezó con sus majaderías este Jaimito!…Bueno, quería que me dijeras que opinas de Filipenses 3:20 donde Pablo dice que “nuestra ciudadanía está en los cielos”…¿no mostraría este pasaje que nuestro destino final es el cielo y no la tierra?…Bueno, mi querido papi, La palabra “CIUDADANÍA” empleada por Pablo acá, se relaciona con la palabra CIUDAD-(ANÍA). En la Santa Biblia aparece claramente una “CIUDAD CELESTIAL” (o “PATRIA CELESTIAL”) que estará en la tierra (Apocalipsis 21:2,3). También se nos informa que entraremos en ella una vez que se establezca en la “nueva tierra”. Pablo sostiene que LA CIUDAD está POR VENIR (Hebreos 13:14). También Pablo sostiene que el fiel Abraham “ESPERABA LA CIUDAD que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:8-10). Mientras tanto, “nuestra ciudadanía está en los cielos” hasta que venga a nosotros a la tierra. En tanto que nuestra “ciudad” o “patria” permanezca en los cielos, podremos decir que nuestra ciudadanía seguirá estando en los cielos…muy interesante, Jaimito, muy interesante…bueno, te dejo para que sigas nutriéndote de los escritos de ese señor apologista de perusalén…okey, viejo, ya nos vemos…bye.

JAIMITO NUEVAMENTE RESPONDE A SU PADRE UN SEGUNDO ARGUMENTO DE LOS QUE ENSEÑAN QUE EL CIELO ES EL PARADERO FINAL DEL CRISTIANO

Querido Jimmy, ¿podrías venir un ratito, por favor?…Si, jovencito, ¿en qué lo puedo servir?...¡gracias, por lo de jovencito, Jaimito!...¡No te hagas ilusiones, papi, que es sólo un cumplido!… ¿Qué cosa?….no te molestes, papi, que es otra bromita suaveciiiiiiita…¡está bien, pero ponte serio como ese tal sujeto llamado “apologista”…¡me suena, me suena!…¿No es el “uniterco” ése que pone en apuros a los “trinotercos”?…precisamente ése mismo, hijookey, ¡ya sé quién es!…bueno, y ¿cuál es tu duda ahorita, papito? Mira Jaimito, el apóstol Pablo dijo que Dios lo preservaría para su «reino CELESTIAL» en 2 Timoteo 4:18. Te pregunto entonces, ¿no creyó Pablo, según este verso, que iría a un reino en el cielo («celestial») después de morir para toda una eternidad?…No viejo!… en este pasaje Pablo NO dice que iría al cielo para entrar en el “reino celestial”. Lo que Pablo creía era que Dios lo preservaría o guardaría para su reino DE los cielos (“celestial”). Él NO dijo que Dios lo preservaría para su reino EN los cielos en ningún momento, sino para un reino de “inspiración celestial”, o de “origen celestial o divino”…¿estás de acuerdo, viejito?…Bueno, sí!…okey, ahora fíjate en Hebreos 11:14-16, en donde Pablo habla de una “patria celestial”, la cual, según el verso 16, es UNA CIUDAD. En Hebreos 11:14 el apóstol sigue diciendo que esta ciudad o “patria celestial” está por venir o por descender a la tierra según Apocalipsis 21:2,3...¿de acuerdo hasta acá, viejito?…Sí hijito, Pablo habla de una “patria celestial» la cual es una ciudad que bajará a la tierra…okey, entonces la frase “patria celestial” no significa que ésta permanecerá allá o que iremos al cielo para entrar a dicha lugar celestial, no es así?…de acuerdo, hijo!…Ahora fíjate papi en Lucas 2:38, donde se lee que a los pastores del campo se les aparece un ángel del Señor que les anuncia que ha nacido el Salvador, Cristo el Señor. Y el versículo 13 nos dice que repentinamente apareció con aquel ángel una multitud de las “huestes celestiales” que alaban al Señor, y decían: “Gloria en las alturas…” Aquí vemos nuevamente a “huestes celestiales”—¡en la tierra!…¿de acuerdo?…sí, hijo, las “huestes celestiales” están en la tierra…entonces cosas y seres celestiales pueden estar en la tierra…¿de acuerdo, viejito?…sí, claro, Jaimito…y también recordarás, papi, que Jesús era “el pan celestial” y que al resucitar tuvo un “cuerpo celestial” en la tierra por 40 días…exacto, es verdad, Jaimito…entonces concluyo, viejo, que el “reino celestial” que esperaba Pablo muy bien podría venir a la tierra y nosotros morar en ella acá, ¿no es así?…cierto, tienes toda la razón, ¡y ya me convenciste, Jaimito!…como siempre, viejitoya, ya Jaimito, sé más humilde que últimamente te veo medio petulante…no viejo, esa es una acusación injustificada de mis detractores porque saben que tengo razón…puede ser, puede ser, ¡who knows!…Bueno, gracias nuevamente Jaimito por tu tiempo…no tienes nada que agradecerme, mi querido papi, que para eso tienes un hijo Nerd para servirte…¡Claro, saliste a tu padre!…no, viejo, a mi madre!…¿Qué cosa?…no, no..es otra bromita…¡cuidadito, que te quedas sin propina esta semana!no, no…eres un súper genio, papi… un súper nerd…Así pos sí!…bye, bye.

 

JAIMITO NERD RESPONDE A SU PADRE UN ARGUMENTO BÍBLICO SOBRE LA SUPUESTA MORADA ETERNA DE LOS SALVOS EN EL CIELO

Jaimito, hijito mío, ven un segundito, por favor, que deseo saber tu opinión sobre un pasaje que supuestamente nos prueba que viviremos con Cristo en el cielo en la eternidad….ajá, viejo, aquí estoy como siempre para conducirte por el buen camino¿qué cosa dices, Jaimito?…no,no, papi, digo por el buen entendimiento bíblico…ah, okey, ¡así pos!…¿y cuál es ese pasaje, papi?…bueno, es 1 Pedro 1:3,4, que dice: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”…¿te das cuenta, Jaimito, que tenemos una herencia reservada en los cielos? Entonces es claro que iremos al cielo para recibir nuestra herencia y quedarnos con Jesús para siempre allá, ¿no te parece, Jaimito?…¡Pues no, viejo!...¿viejo?, ¡¡¡tu abuela!!!disculpa papi, pero te digo “añejo” de cariño,… ah bueno…que no se repita, pues…¡ya viejo!…¿qué?…nada, nada, es la costumbre, viejo…Dale con ‘viejo’!bueno, responde mi preguntaOk.Fíjate papi que en ese pasaje Pedro NO está diciendo que subiremos al cielo para recibir nuestra herencia que está RESERVADA allí. Sencillamente está reservada en los cielos. Si por ejemplo decimos que el dinero del pago de los trabajadores está reservado en la bóveda del banco, ¿significa eso que los trabajadores tendrán que ingresar a la bóveda del banco para que se les pague?…pues,  no necesariamente, Jaimito…Así es, viejo. Lo usual es que el cajero retire el dinero de dicha bóveda y proceda a pagar a los trabajadores en la oficina del personal. De igual manera, cuando Jesús vuelva a retribuir a sus siervos, él retirará nuestra herencia de los cielos y la traerá a la tierra. (Leer 1 Pedro 5:4; 2 Timoteo 4:8; Apocalipsis 22:12). Interesante, Jaimito, muy interesante…Ya lo creo, papi. Además, toma nota que el sabio rey Salomón dijo sobre este asunto, así: “Ciertamente el justo será recompensado en la tierra…” (Proverbios 11:31). En otra parte Salomón dice también: “El justo no será removido jamás (de la tierra)…” (Proverbios 10:30). Así que estos textos contradicen la enseñanza que dice que los salvos serán retribuidos en el cielo cuando mueran…Muy interesante, Jaimito, realmente interesante. Creo que ya no estaré confundido con este pasaje como lo están los católicos, los evangélicos, y los protestantes, en general. Perfecto, viejo, así me gusta que pienses. Gracias Jimmy. Bueno, ya te molestaré otro día con más pasajes “difíciles” para que me los expliques, ok?…cuando quieras, viejo!…Dale con viejo!…Es por el cariño que te tengo, viejo!…okey, ve nomás y gracias…Chau, viejo!…grrrrrrrrr!

 

PARA «DON JUAN»

Estimado hermano (o detractor), «Don Juan»:

Muchas gracias por su sincero interés por mis artículos «inspiradores» (no «inspirados») de mi blog!

Cualquier duda, consulta, o reclamo puede presentarla ahora mismo, escribiéndome a cualquiera de las siguientes direcciones de correo electrónico:

molceses@aol.com ó

molceses@hotmail.com

 

Su atento y seguro servidor… ¡sin costo alguno!

Mario Olcese, desde Perusalén!

 

P.D: Recuerden que deben hacer su «colita» para que yo pueda atenderlos.  Es tanto lo que escribo que ya parezco «la Venus de Milo» en versión masculina.

En todo caso, yo espero que «Don Juan» me proporcione su verdadero correo electrónico, pues «quien no la debe, no la teme». 

Pregunta de «Don Juan»:

Sr. Olcese: ¿Tiene ud la guia de Dios?

Mi Respuesta:

Hermano «Don Juan»,

Hola y encantado de conocerle…¡aunque me dio un gran susto de verdad por su misterioso anonimato!

Respondiendo a su pregunta de si tengo la guía de Dios o no, le diré HUMILDEMENTE que mucha gente así lo piensa por la calidad y profundidad de mis estudios, pero en especial, cuando desarrollo el tema del REINO DE DIOS. Mi mensaje del reino ha tocado tantas vidas que realmente creo que Dios me dio una revelación especial en esta materia. Se lo digo con toda honestidad. En los otros temas que trato, creo que si hay espacio para el debate alturado.

Esto es lo que yo le puedo decir, y es lo que voy a publicar en mi blog, enseguida.

Un abrazo fraternal…aunque creo que ahora se me hará difícil dárselo porque ya parezco el Venus de Milo (Masculino) por culpa de la cantidad de correspondencia que recibo y contesto a diario.

Mario

¿ACASO PEDRO, SANTIAGO Y JUAN HABLARON DEL REINO DE DIOS?—¡PUES SÍ!

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Un amable detractor me pregunta: ¿Por qué Pedro, Santiago y Juan no hablan acerca del Reino, si éste es el evangelio salvador? A lo que yo le respondo que  sí lo mencionan en los siguientes versículos:

PEDRO:

2 Pedro 1:11: «Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el REINO eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo».

SANTIAGO:

Santiago 2:5: «Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del REINO que ha prometido a los que le aman?»

JUAN:

Apocalipsis 1:9: «Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el REINO y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo».

Recordemos, además, que estos tres apóstoles fueron escogidos por el Señor para ver «la venida anticipada del Reino, (Marcos 9:1) cuando presenciaron la transfiguración gloriosa de Cristo en el monte (Marcos 9:2: Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se TRANSFIGURÓ delante de ellos). Así que Pedro, Santiago (Jacobo), y Juan sabían perfectamente del reino de Dios, y de ello hablaron también en sus cartas («Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida (del reino) de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad (de rey). Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo (2 Pedro 1:16-18).

LAVASORI RESPONDE UNA PREGUNTA QUE LE FORMULA UN TESTIGO DE JEHOVÁ

Los Testigos de Jehová suelen preguntarles a sus detractores,  lo siguiente: ¿Qué religión está predicando como nosotros el verdadero evangelio del reino de Dios? Con esta pregunta ellos quieren dar a entender que son los únicos que cumplen con el mandato de Jesús de predicar el evangelio del reino, y que está registrado en Marcos 16:15,16 y Mateo 24:14. Sin embargo, es oportuno responderles a los TJ que si bien es cierto Jesús mandó a sus seguidores predicar su evangelio del reino, el de ellos es un evangelio del reino trastocado o mutilado, muy lejos de parecerse al original predicado por Cristo y sus apóstoles.

Por otro lado, los Testigos de Jehová parecen desconocer que hay otros grupos cristianos que hacen hincapié  en la predicación del evangelio del reino de Dios, y que lo hacen mucho más escrupulosamente y apegados al mensaje original predicado por Jesús y los suyos en el primer siglo. He aquí algunos grupos que predican el reino de Dios fuera de los Testigos de Jehová, siendo alguno de ellos antes de que existieran los Testigos de Jehová modernos:

-Los cristadelfianos (antes de los TJ)

-La Iglesia Cristiana Milenarista

-La Iglesia de Dios unida

-La Iglesia de Dios Universal

-The Bible Way

-La Iglesia de Filadelfia

-La Iglesia Meggido

-La Iglesia de Dios Universal

-La Iglesia de Dios (FE de Abraham) (antes de los TJ)

-La Iglesia de Dios Restaurada

-La Iglesia de Dios (Séptimo Día)

UNA PREGUNTA CRUCIAL PARA TODO TESTIGO DE JEHOVÁ INTELIGENTE

Los Testigos de Jehová enseñan que Jesús hizo su inspección en 1918 a su esclavo fiel de Mat 24:45-47 y lo escogió entre todas las religiones por estar haciendo bien las cosas. Sin embago, hasta 1926 los TJ estuvieron celebrando las navidades, una fiesta condenada hoy por la Watchtower por ser pagana y ofensiva a Dios.

Entonces les pregunto esto a los TJ: ¿Cómo es verdad que Jesucristo los escogió en 1918 como la religión verdadera, si estaban celebrando una fiesta pagana, es decir, la navidad, hasta 1926?

 

LA ÚLTIMA PREGUNTA DE LOS DISCÍPULOS DE JESÚS: SU IMPORTANCIA

Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)

Es interesante lo que los discípulos le preguntaron a su Maestro poco antes de su ascenso al Padre, pues—¡fue la última pregunta que le hicieron! Y es que la mayoría de estudiantes bíblicos no comprenden que esta última pregunta encierra toda la esperanza apostólica y cristiana. Por tanto, es muy importante destacarla y entenderla para ser auténticos discípulos de Cristo.

La última pregunta de los discípulos se halla en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 1 y verso 6, y que dice: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”. Nótese que los discípulos que se habían reunido le preguntaron LO MISMO, al UNÍSONO: “Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”.  Y, ¿por qué le preguntaron eso exactamente? La razón se encuentra en el verso 3, donde dice: “a quienes también, después de haber padecido, se presentó (Jesús) vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles ( a sus discípulos) durante cuarenta días y HABLÁNDOLES ACERCA EL REINO DE DIOS” (el evangelio).

Jesús había resucitado, y por cuarenta días (mes y medio aproximadamente) se les había estado apareciendo a sus seguidores, para hablarles más sobre el REINO DE DIOS. Sí, durante ese periodo de tiempo, Jesús aleccionaba a sus discípulos sobre el tema del Reino de Dios, y de este punto no se movió para nada durante ese mes y medio. De modo que este asunto del Reino de Dios fue algo crucial e importantísimo para Jesús, pues lo motivó a hablarlo durante sus días finales en esta tierra. Debemos entonces tomar conciencia de lo crucial de este tema del Reino de Dios, ya que si no lo comprendemos en su real dimensión, no captaremos la entera misión de Jesucristo como Salvador, Señor, y Mesías. Recuerde que él mismo confesó: “…es necesario que también a otras ciudades anuncie EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS, PORQUE PARA ESTO HE SIDO ENVIADO” (Lucas 4:43).  Entonces está claro que Jesús comenzó (Marcos 1:1,14,15) y finalizó (Hechos 1:3) su ministerio hablando sobre el evangelio del Reino de Dios. ¡Esta fue la verdadera razón por la cual Su Padre lo envió a este mundo hace dos milenios! Ahora es menester que entendamos qué es ese Reino de Dios en su real dimensión.

La Pregunta Oportuna de los Discípulos

Hemos visto que la pregunta de los discípulos se produjo justamente porque Jesús se la había pasado hablando con ellos sobre la restauración del Reino de Dios a los ISRAELITAS, durante su seminario intensivo de cuarenta días. Seguramente que el tema de ese seminario debió titularse: “El Evangelio de la Restauración del Reino De David a Israel”,  Lo interesante e importante es que finalmente  los discípulos le hicieron una pregunta oportuna y muy sugestiva a su Maestro, la cual  encerraba y resumía toda la misión de Jesús en la tierra. Para entender lo que Jesús quiso decir por el Reino de Dios, debemos fijarnos en el contenido de la pregunta que le hicieron todos los discípulos reunidos en ese seminario intensivo de cuarenta días. Obviamente aquella última pregunta de los discípulos encerraba todo lo enseñado por Jesús sobre su reino venidero en la tierra, y que involucraba e incumbía a los ISRAELITAS. Ahora bien, dicha pregunta NO fue—como sostienen algunos— inoportuna, torpe, aislada, y errada de un discípulo lento en entendimiento—¡Fue, más bien, la pregunta de TODOS los discípulos al unísono! Entonces: ¿fueron todos los discípulos torpes para no entender lo enseñado por Jesús durante esos cuarenta días?¿Fue acaso Jesús un pésimo Maestro? ¡No lo creo! Jesús no hablaba oscuramente a sus seguidores, sino sólo a sus detractores (Marcos 4:11.12).

Pues bien, si ellos— como discípulos— pudieron entender el tema del Reino de Dios, es obvio que usted—como discípulo de Jesús—puede igualmente entenderlo si dispone su mente y corazón, y extirpa sus prejuicios o ideas preconcebidas que sobre este tema ha recibido de personas indoctas.

¿Qué es el Reino de Dios Exactamente?

El tema central de Cristo fue, sin duda alguna, las buenas nuevas (=evangelio) del Reino de Dios (Lucas 4:43). Como vimos, Jesús comenzó y finalizó su ministerio hablando precisamente de ese reino que se restablecería en la tierra prometida, en ocasión de su segunda venida. Sus discípulos igualmente difundieron este mismísimo evangelio del Reino de Dios por todos lados a donde iban (Lucas 9:1,2).

El Reino de Dios se inaugura en el Antiguo Testamento cuando los israelitas le pidieron a Samuel que constituyera en Israel un rey y un reino como las demás naciones alrededor de ellos. En 1 Samuel 8:5 leemos: “Y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones”.      

El reino hebreo comenzó con Saúl, quien vino a ser un hombre rebelde o desobediente a los ojos de Dios. Finalmente este rey fue destituido y reemplazado por un pastor de ovejas llamado David. Con David Dios hace un pacto solemne que decía: “…Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Samuel 7:16). Además le prometió Dios: “Para que conforme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mi con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará varón en el trono de Israel” (1 Reyes 2:4).                  

El último rey que tuvo la dinastía del rey David fue Sedequías, quien en 586 AC fue destituido del trono de David a manos de Nabuconodosor, rey de Babilonia. Desde esa fecha Israel se quedó temporalmente sin rey y sin reino debido  la infidelidad de muchos de sus reyes. Pero en Ezequiel 21:25-27 veremos que el reino sería finalmente estable eternamente con un príncipe o varón Judío, quien sería justo y recto. Este príncipe aparecería todavía en el futuro, pero cuando lo hiciera, traería—por fin— la justicia y la paz verdaderas al mundo. Sí, Ezequiel, el profeta, anunció que por muchos días Israel estaría sin un rey y reino, hasta que “viniera aquel cuyo es el derecho y a él se lo daría Dios”.

Jesucristo es aquel personaje que tiene el derecho de heredar el reino davídico, puesto que él es el descendiente directo del rey David (Mateo 1:1). Por eso, cuando él vino a la tierra, confesó que había nacido para ser rey. Así se lo manifestó a Pilatos mismo cuando era juzgado por él (Juan 18:37).

Ahora entendemos porqué los discípulos le preguntaron a Jesús si en verdad él iba a restaurar el reino inmediatamente a Israel. Ellos sabían, por los pactos y promesas revelados a los profetas, y a los padres, que un Ungido—el Cristo—reanudaría el reino suspendido de David en Israel. Ellos estaban seguros que Israel sería una monarquía nuevamente, con un rey poderoso y glorioso—¡y lo creyeron inminente!

Dios No ha Rechazado a Su Pueblo Ni a Su Tierra

Millones de Cristianos suponen que el Reino de Dios no es otra cosa que “el reinado de Cristo en nuestros corazones”. Suponen, estos “Cristianos”, que Israel perdió el favor de Dios, y por tanto Dios ya no trata más con su pueblo de antaño porque suponen que “mataron a su Mesías”. Por tanto, los tales llamados “cristianos” enseñan ahora que el reino de Dios es uno de naturaleza “espiritual”, implantado en “el corazón de los hombres”. Otros “cristianos” sostienen que el reino prometido por Cristo es “su iglesia”.  Estas ideas preconcebidas son falacias que deben ser extirpadas de nuestras mentes, pues Pablo fue claro cuando dijo que Dios no ha desechado a Israel al cual desde antes conoció: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera, porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo (Israel), al cual desde antes conoció…” (Romanos 11:1,2).

Estamos viendo que Pablo afirma que Dios NO ha desechado a Su pueblo Israel al cual desde antes conoció. Esta enseñanza paulina desecha la idea preconcebida de que los Judíos han sido desechados para siempre por Dios “porque supuestamente mataron a su Mesías”. ¿Acaso los apóstoles Judíos mataron a Su Mesías? ¡Absurdo! ¿Acaso no fue la primera iglesia, Judía?

También el apóstol Pablo, como Judío creyente, dice: “Que son israelitas, de los cuales SON la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas” (Romanos 9:4). Nótese que San Pablo dice que de los israelitas SON (no “ERAN”)—entre otras cosas—las promesas. Las promesas que Dios les hizo a los padres (Abraham, Isaac, Jacob, y David), son para los israelitas primeramente, y luego también para los no israelitas convertidos (Gálatas 3:16,29). Entre las promesas que Dios hizo a los padres están la posesión de una “tierra prometida” (Génesis 12:1,2; 13:15, 15:18), y la perpetuidad del Reino de David —llamado igualmente: “El Reino de Dios” (ver 1 Crónicas 28:5)—Ver también: Salmo 132:11, y 2 Samuel 7:12,13. En estos versículos Ud. verá que Dios prometió perpetuar el trono de David, o también llamado: “El Reino de Dios”. Dios le dice a David esto:”Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones. Él me clamará: Mi padres eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación” “Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia y mi pacto será firme con él. Pondré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí” (Salmo 89:4,26-30,35,36). En otras palabras, Dios le prometió A David que su reino se extendería hacia el futuro, y que sería para el beneficio de todas las naciones de la tierra, Además, Dios le dijo a él que tendría un descendiente justo que se convertiría en rey, y que sería el Hijo de Dios predilecto, obediente, sabio, y perfecto (véase Hechos 2:29,30; Isaías 9:6,7). Por esta razón David habló de su descendiente, así: “Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán. Será su nombre para siempre. Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones” (Salmo 72:11,17). Es por eso que la última pregunta de los discípulos concuerda perfectamente con esta promesa divina de un Reino de Dios restaurado en Israel. ¿Acaso no Recordamos que David reinó sobre Israel por cuarenta años, siendo su capital final, Jerusalén?¿acaso no recordamos que Jesús mismo afirmó que Jerusalén sigue siendo la ciudad capital del “gran rey” venidero? (Mateo 5:33-35). Este es precisamente el Reino que Cristo predicó y prometió restaurar. Ahora los discípulos, viendo que Jesús se iría en breve al cielo, le preguntaron si ya era inminente el establecimiento del reino davídico en Israel, pues él lo había estado predicando,  anunciando, y también confirmando, por más de tres años y medio (Lucas 8:1; Romanos 15:8).

El Tiempo de la Restauración Sólo lo Sabe el Padre

La pregunta de los discípulos a Jesús era obviamente justa, correcta, e inevitable, pues estaban finalmente muy interesados en saber el tiempo exacto para la cristalización de la prometida restauración del reino del padre David. En una ocasión anterior—recordemos— cuando Jesús estaba por entrar en Jerusalén —la capital del Reino Davídico— los discípulos pensaron que el Reino prometido sería inmediatamente restaurado con Cristo a la cabeza (Marcos 11:10). En Lucas 19:11 vemos que Jesús se ve precisado a pronunciar una Parábola, con el propósito de hacerles entender que aún no era el tiempo señalado para la tan anhelada restauración del reino davídico. Explicó en su “Parábola de Las Diez Minas”  que “un hombre noble”—él mismo—tenía que ir primero al cielo para recibir la corona de Rey y el reino, y luego volver para tomar su trono en la tierra (v.12). Pero ahora, estando él ya próximo para regresar al cielo, sus discípulos le preguntaron finalmente si su reino se establecería próximamente en Israel  o todavía no. Entonces Jesús sólo se limitó a decirles que el tiempo de la tan anhelada restauración del reino a los israelitas, sólo lo sabe Dios Hechos 1:7). Sin embargo, recordemos que ya antes Jesús había afirmado que “de aquel día y la hora” de su regreso como Rey, nadie lo sabía, ni él ni los ángeles del cielo, sino sólo Su Padre (Marcos 13:32).

Aquí vemos nuevamente que Cristo NO reprende a sus discípulos por aquella inevitable pregunta, diciéndoles algo así como: “Están errados, pues ya nunca más será restaurado el Reino a Israel debido a que me rechazaron mis paisanos”. NO!— Él no les dice eso, ni nada parecido. Simplemente les dice que sólo Dios sabe el tiempo exacto para la tan anhela restauración del reino a Israel. Es decir, Jesús valida la pregunta como correcta y oportuna, pero afirma no saber el tiempo exacto para dicho evento glorioso. Es, pues, más que evidente que durante esos cuarenta días que duró el seminario intensivo de Cristo, él se la pasó explicándoles a sus discípulos acerca de cómo sería su reino milenario en Israel, y qué benéficos le traería al mundo entero.

¿Es el Reino sólo para los Judíos?

En Lucas 12:32 Jesús se dirige a sus discípulos como su “manada pequeña”, y a éstos les ofrece su reino. Les dice textualmente así: “No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre os ha placido daros el reino”. Aquí Jesús les habla a Judíos que son sus seguidores. Esta promesa es dada esencialmente a los que le siguen, a los que le sirven y creen, aunque es verdad que éstos eran Judíos de raza. ¿Es entonces el reino para los Judíos de raza únicamente? ¿Qué hay de nosotros, que somos creyentes, y no somos Judíos? ¿Hace Dios distinción entre los creyentes en función a sus razas?¿Heredan los creyentes gentiles (no Judíos) el cielo, mientras que los creyentes Judíos se quedan en la tierra para heredar y restaurar el reino de David? Hay iglesias cristianas que dicen que el reino de David— en Israel— será sólo para los Judíos conversos y no para los creyentes gentiles. ¿Qué dice la Biblia al respecto?

En primer lugar leamos lo que dice Pablo en Gálatas 3:16,29: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice a sus simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros (Creyentes Gálatas gentiles) sois de Cristo (cristianos), ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” . En los versos anteriores (7,9,14) leemos: “Sabed, por tanto, que los que son de fe (no Judíos de raza necesariamente), éstos son hijos de Abraham…de modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham…para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles…”. También es interesante lo que dice Pablo a los creyentes de Efeso (gentiles), lo siguiente: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos (a la ciudadanía de Israel) por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación…porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:11-14,18,19). “Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio” (Efesios 3:6).

Entonces la promesa del Reino de Dios recae también sobre todos aquellos creyentes gentiles (no Judíos) que han creído en Cristo. Peruanos, Argentinos, Bolivianos, Canadienses, Italianos, Franceses, Ingleses, Senegaleses, Congoleses, Tibetanos, chinos, Coreanos, Japoneses, etc, pueden heredar el reino de David si creen en Cristo. Dios no hace acepción de personas, pues dice Pablo: ”Porque no hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:11),

Jesucristo Volverá Para Restaurar el Reino de David en la tierra prometida

El Apóstol Pedro dijo: “y él (Dios) envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado: a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas” (Hechos 3:20,21). Compárese esta palabra “restauración” con la de la última pregunta de los discípulos en Hechos 1:3. Es claro, entonces, que el reino israelita lo restaurará Jesucristo cuando regrese por segunda vez al mundo. Así lo afirmó Jesús mismo cuando dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él entonces se sentará en su trono de gloria…entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:31,34). Aquí es importante la segunda venida de Cristo como Rey, ya que ello significará la transformación física de los herederos del reino, pues como Pablo había dicho correctamente: “Pero esto digo, hermanos, que la carne y la sangre (los mortales) no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, En un momento, en un abrir y cerrar de ojos; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:50-52). Entonces, cuando los cristianos logren o ganen su transformación física, recién entonces podrán ver y entrar en el reino glorioso de Cristo—¡No antes! La iglesia de Jesucristo está llamada a participar del reino  de Dios (Santiago 2:5), pero debe antes crecer en el conocimiento de Dios y de Cristo (Juan 17:3) y en los atributos cristianas (2 Pedro 1.5-11). Hoy los incrédulos y los pecadores pueden ver y entrar en la iglesia de Señor sin ser bautizados o convertidos, pero para ver y entrar en el reino de Dios, hay que ser hombres “perfectos”, hombres de Dios, probos, santos, fieles, e inmortales. Esta es la gran diferencia entre la iglesia del Señor y el Reino de Dios. Al Reino de Dios sólo lo podrán ver e ingresar los que son “santos y perfectos” y que han merecido su transformación física— o su inmortalización—- que es lo mismo (1 Corintios 15:53,54). En buena cuenta, los que hereden y sean parte del reino de Dios, gozarán de la vida eterna con todos los salvos de todas las naciones y épocas. 

Recordemos que Jesús volverá a esta tierra, no sólo para transformar o inmortalizar a sus seguidores, sino también para sentarse en su trono de gloria, lo cual indica que él se  posará en un trono en la tierra. Este trono será el de David su padre, según está especificado en Lucas 1:31-33, y que dice: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús (La Anunciación del ángel). Este (Jesús) será grande y será llamado Hijo del Altísimo: y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa (país) de Jacob (Israel) para siempre, y su reino no tendrá fin”. Por cierto que los cristianos también se sentarán en sus respectivos tronos de gloria en el reino de Dios, pues Jesús les dijo a sus apóstoles: “Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mi, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:29,30), Obsérvese que siempre el reino tiene que ver con Israel. Pero lo trágico es que millones de “cristianos” no quieren tomar literalmente estas profecías, y más bien prefieren darles una explicación “alegórica” o “espiritual”. Pero si quieren hacer esto, entonces la Anunciación deberá ser igualmente interpretada “alegóricamente” o ”espiritualmente”.  Pregunto: ¿nació realmente y literalmente Jesús de una mujer joven y virgen? ¿estuvo literalmente embarazada María? o, ¿entenderemos la anunciación como algo “simbólico” también?

El Reino es la Esperanza de la Iglesia

Jesucristo enseñó que “busquemos primero el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33). También enseñó a que orásemos por su venida para que se haga— por fin— la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo (Mateo 6:10). Del mismo modo, Jesús afirmó que aquellos que “miran hacia atrás” no son dignos de su reino (Lucas 9:62). También aseveró que “difícilmente un rico puede entrar en él” (Mateo 19:23). A Nicodemo Jesús le dijo que “tenía que nacer de nuevo” para ver y entrar en su reino (Juan 3:3,5). De modo que el Reino es algo que se puede ver y entrar si se “renace” en Cristo.

Aun los apóstoles creyeron en el reino venidero de Jesús. Por ejemplo, el apóstol Pablo afirmó “que es a través de muchas tribulaciones que entraremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22). Por su parte Pedro dijo en 2 Pedro 1:5-11, y en especial en el versículo 11, lo siguiente: “Porque de esta manera (madurez espiritual) os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador Jesucristo”. También Pablo dijo que los pecadores incorregibles no podrían de ningún modo entrar en él, salvo que se arrepintieran a tiempo (Gálatas 5:19-21). Santiago afirma que sólo los “ricos en fe”, serán los herederos de ese magnífico reino en la tierra (Santiago 2:5).

Entrar, pues, en el reino, es obtener la vida eterna y la salvación, según se desprende del diálogo del joven rico con Jesucristo de Mateo 19:16-23. En estos versos aparecen las frases “vida eterna”, “reino de Dios”, y “ser salvo”, Aquellos que no logren entrar en el reino de Dios, se deberá únicamente al hecho que no fueron dignos de él (2 Tesalonicenses 1:5). Es por esto que es muy importante buscar el reino de Dios y su justicia, porque ello significa ganar la salvación —¡Esto no lo comprenden millones de Cristianos.

Es verdad que el Reino de Dios es un “reino celestial”, porque precisamente es “de Dios”. Por tanto, las frases: “Reino de Dios” y “Reino de los cielos” son equivalentes. Nótese que nunca aparece en la Biblia la frase: “Reino EN los Cielos” sino “Reino DE los cielos”. Es decir, que procede de los cielos—¡De Dios! Es trágico que millones confundan el reino de los cielos con el mismo CIELO. Sí, hay millones de “cristianos” que sostienen que heredar el “reino de los cielos” significa heredar el mismo cielo—¡Craso error! Definitivamente ni Jesús, ni sus apóstoles, enseñaron que iríamos al cielo para vivir con Dios y los ángeles (Juan 13:33) (Véase también Mateo 5:5; Salmo 37:9,11,22,29,34, Proverbios 2:21,22—nótese que dice: “los perfectos permanecerán en la tierra”).

El Reino de Dios Significará La Justicia y la Paz Mundial

El Reino de Dios significará la justicia y la paz en la tierra, pues recordemos que Jesús nos mandó a “buscar el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33). Y el profeta Isaías claramente anuncia: “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en Juicio” (Isaías 32:1). Y también Isaías predijo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (9:6,7). Y en 2 Samuel 23:3,4 se nos anuncia lo siguiente: “El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne ENTRE los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra” .

Por otro lado, la influencia mundial del reino de Cristo se deja ver en los siguientes pasajes de la Escritura: Daniel 2:44, que dice: “Y  en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”. También el salmista David (72:7-9,11) lo anuncia diciendo: “Florecerá en sus días justicia, y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna. Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra. Ante él se postrarán los moradores del desierto, y sus enemigos lamerán el polvo…todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán”. Leer todo el Salmo 72, También Daniel 7:13,14 y Miqueas 4:1-4. Todas estas profecías aseguran que sólo habrá un solo gobernante mundial que domine con autoridad de Dios, y con vara de hierro. ¿Se imagina usted un mundo con un solo gobernante mundial?¿Se imagina usted que las naciones del mundo se sujetarán de buena gana a este magnífico líder mundial que está por venir desde los cielos? Será ciertamente: “¡El deseado de todas las naciones!” (Hageo 2:7). Sí, será el gobernante ideal que todo pueblo ha anhelado tener en el poder.

¿Está Ud. buscando y pidiendo este estupendo reino de Dios y su justicia? (Juan 6:10,33). ¡Es un mandamiento de Jesucristo! Sin embargo, cuántos aún ignoran que este reino milenario es la única esperanza que tiene la humanidad para tener paz y justicia verdaderas. No es “escapando al cielo” como vamos a lograr obtener la felicidad, la justicia, y la paz que anhelamos. Eso querría decir que el diablo triunfó al lograr la destrucción de la tierra, y arrojar a los hombres al cielo. ¿acaso no recordamos que Dios creó la tierra para que fuese habitada por los hombres? (Salmos 115:16). ¿Trastocará el diablo los propósitos de Dios para con la tierra? ¡De ningún modo! Pero los que afirman que iremos a vivir en el cielo, están desvirtuando todo el propósito de Dios de restaurar todas las cosas como eran al principio. Es obvio que la palabra restaurar quiere decir “reponer, recuperar, recobrar, reparar, renovar o devolver a una cosa su estado o estima original”. En buena cuenta, Dios pondrá todas las cosas como él se lo propuso en un principio. La restauración de un mundo justo y en paz significará el fin de la violencia humana y animal, y también el final de  la depredación de la flora y fauna, y de la contaminación ambiental. Además significará la destrucción de todos los perversos e incorregibles del planeta (Salmo 37:9). Será el fin del dominio de los hombres para dar paso a la gobernación de Dios en la tierra como se efectúa en el cielo. 

Desgraciadamente, La gran mayoría de los hombres están buscando solucionar sus problemas a espaldas de Dios, como si Él no existiera. La ONU, por ejemplo, fue creada para traer la paz en el mundo, y ya vemos cómo ésta no ha podido lograr la tan anhelada paz mundial. Hoy más que nunca, el mundo está envuelto en guerras interminables que aniquilan a miles y miles de hombres inocentes. El hombre no sabe que el problema del mal está en el hombre mismo, en su naturaleza pecaminosa y egoísta. Los hombres no entienden que ellos no pueden corregir los males del mundo por sí mismos, pues se encuentran lejos de su Hacedor.  La mayoría de ellos únicamente viven sólo para satisfacer sus deseos egoístas, sin importarles sus semejantes. Sólo un necio corrupto puede decir que no hay Dios (Salmo 14:1). 

Jerusalén, La Ciudad Capital del Reino

La Biblia es clara cuando dice que Jerusalén será la ciudad capital del reino venidero de Dios. Dice el profeta Jeremías así: “En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón” (3:17). Hay infinidad de pasajes en la Biblia donde se menciona a Jerusalén como una ciudad superimportante del futuro, y en donde confluirán todos los pueblos de la tierra. Será la capital mundial y el centro del mundo—el lugar donde estarán los tronos de los futuros gobernantes inmortales. Dice también el salmista David sobre Jerusalén, así: “Porque Jehová ha elegido a Sión; la quiso por habitación para si. Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré, porque la he querido…allí haré retoñar el poder de David; he dispuesto lámpara a mi ungido. A sus enemigos vestiré de confusión, más sobre él florecerá su corona” (132:13,14,17,18). También dice el salmista, de este modo: “Jerusalén, que se ha edificado como una ciudad que está bien unida entre sí. Y allá están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David. Pedid por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman” (122:3-6). Nótese que se habla de “los tronos” de la casa de David (en plural). Esto concuerda con lo prometido por Jesucristo a sus apóstoles, en el sentido que ellos también se sentarían en sus propios tronos, en el reino restaurado de David en Jerusalén (Mateo 19:28). Ahora bien, Jesús extiende su invitación para que todos sus seguidores permanezcan fieles para que puedan participar en su trono y reino. Dice él, así: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21). Además él prometió también: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones” (Apocalipsis 2:26). Y para terminar este acápite sobre Jerusalén, sería bueno recordar Miqueas 4:1-3, que dice: “Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra”. 

El Reino de Dios es el Evangelio Verdadero

Sí, el Reino de Dios es el evangelio de Cristo. En diferentes pasajes de la Escritura veremos que el Reino de Dios y el evangelio, son sinónimos. En Marcos 1:1,14,15 encontramos un excelente ejemplo de esto. Dicen estos versículos de este modo: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios…después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado, arrepentios, y creed en el evangelio”. En la cita bíblica mostrada arriba, es obvio que cuando se habla de creer en el evangelio, lo que se quiere decir es que creamos en el Reino de Dios, y en su Rey, Jesucristo.  Además, Pablo dice que el evangelio es poder de Dios para SALVACIÓN para todos los que lo creen de todo corazón (Romanos 1:16). Y cuando Jesús dejó señales concernientes a los últimos días, él dijo que antes de su regreso en gloria para establecer su reino, sus verdaderos discípulos estarían proclamando dicho reino por todo el mundo para testimonio a todas las naciones. Dice así en Mateo 24:14: “Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”.  Entonces,  ¿qué más pruebas podemos pedir para saber y entender lo que es verdaderamente el evangelio de Cristo?

Finalmente veremos a Pablo predicando este mismo evangelio del Reino en diferentes partes del mundo, según lo podemos constatar en Hechos

19:8;20:25;28:23,30,31. Es claro que el asunto del reino de Dios era de primera importancia para Cristo y sus apóstoles (Lucas 9:1,2), ¿Lo es para Ud., estimado hermano? Pablo dijo que seamos sus imitadores, así como él lo era de Cristo mismo (1 Corintios 11:1). ¿Lo está Ud. imitando a él en este quehacer evangélico? Muchos—desgraciadamente—no lo están haciendo, pues han pensando que el evangelio es solamente Cristo mismo, es decir: Su Muerte, su sepultura, y su resurrección al tercer día (1 Corintios 15:1-6). Esta creencia es media verdad, pues ya hemos visto que Jesús mismo tilda al Reino de Dios con el título de: “el evangelio” (Lucas 4:43, Mateo 24:14)—¡Y fue el principio de su evangelio! (Marcos 1:1,14,15). Por eso, predicar el evangelio es predicar el reino de Dios, como también lo es sobre la muerte, sepultura y resurrección de Jesús—¡Todo junto!

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